Si leyeron mi anterior relato, Propuesta Indecente 3, sabrán que casi sin querer me estaba iniciando en la prostitución, de la mano de mi mentor Beto, y que como no podía ser de otra manera la cosa distaba de desagradarme.

Después de casi hacer acabar con mi boca al “primer cliente” el mismo me había pedido que me desnudase para cogerme. Me saque la blusa blanca que llevaba y quede con el corpiño rosado que asemejaban unos buenos pechos gracias al relleno que tenían. Luego me quité la falda, las botitas y las medias, quedando solo con la tanga y escondí mi pene llevándolo para atrás. De esta forma me mostré a mi cliente quien me halagó con una mirada de aceptación. Él se sacó los pantalones que los tenía hasta las rodillas y me pidió los preservativos, no pude evitar sorprenderme, ya que como saben nunca los había utilizado con mis chicos, pude recordar que estaban en la mesa de luz, así que los saqué y se los alcancé. Para mi sorpresa me pidió que se lo ponga, cosa que nunca había hecho, era la primera vez que le ponía un preservativo a un hombre así que traté de hacerlo lo mejor posible, lo saqué de su envoltura, y comencé con las dos manos a deslizarlo por su pene lentamente, el condón se ajustó perfectamente a su anatomía y estiré hasta el inicio del tronco. Una vez terminada la operación me pidió que se lo chupe, me introduje su pene en la boca y la sensación fue desalentadora, el gusto no era agradable así que traté de apurar la cogida pidiéndole que me lo meta, pero el insistió en que siga para que se le pare bien. Tuve que seguir y darme cuenta que él no estaría dispuesto a lubricarme la cola, así que aproveché para dejarle el pene bien mojado con mi saliva. Luego de un breve rato, para mi interminable por lo desagradable del gusto, decidió que ya estaba listo para cogerme y me pidió que me ponga en cuatro, le hice caso, el apuntó su pene a mi entrada y lo ayudé separando mis nalgas con mis manos, una vez ubicado mi agujero comenzó a penetrarme lentamente, sentí como su glande abrió mi ano y se me escapó un suspiro, luego todo el tronco comenzó a abrirse paso dilatando mi cola hasta sentirlo todo adentro. Puse mis manos en la cama y quede como una perra ensartada por un macho, empecé unos movimientos lentos con mi cintura para acostumbrarme al visitante que tenía adentro y le pedí que empiece suavemente ya que lo tenía muy grande, cosa que no era verdad pero ya había aprendido que a los hombres les gusta escuchar que la tienen grande y cosas así. Una vez que comenzamos a tomar ritmo realmente la cosa se puso buena, su pija se desplazaba con libertad por mi ano y unas pequeñas estrías que tenía el preservativo realmente estaban haciendo mis delicias. Me comencé a calentar y a mover las caderas rítmicamente acorde a las embestidas de mi cliente, el cual poco a poco empezó a acelerar la marcha, claramente me estaba haciendo gozar y disfrutar mi “trabajo”. Seguimos así un delicioso rato, su miembro entraba y salía cada vez más rápido, mi cola se movía para atrás y adelante, en forma circular, refregándose por su pubis, en fin, la estaba pasando hermoso. El ritmo se aceleró y la eyaculación era evidente, en un momento me agarró fuertemente las caderas y se clavó a fondo. Para mi desilusión mi interior no pudo llenarse de su esperma, fue una cogida hermosa pero faltó la leche que tanto me gustaba. Una vez que se descargo completamente me tuvo clavado por unos instantes y luego saco su pija lentamente, yo me deje caer en la cama y me pidió que le saque el forro, por primera vez pude ver como quedaban llenos de leche y me di cuenta que realmente había acabado bastante. Le retiré suavemente el condón y le di una pequeña chupadita con lo cual pude probar las últimas gotas de semen. Él se comenzó a vestir y me dijo que lo hacía muy bien y que descansaba y me echaba otro, yo me sentí alagado y lo vi salir de la habitación mientras me tiraba nuevamente en la cama.

Bueno, espero que le haya gustado, si es así háganmelo saber, les mando un beso y esperen a saber cómo siguió aquella tarde.