Le invité a pasar la noche en mi casa, un fin de semana que mis padres se marcharon a Aragón y me dejaron a solas en casa, una oportunidad para descubrir a mi pareja... Que por supuesto no podía dejar escapar.

De eso hace dos años, entonces yo tenía 14 años.

Cuando llegó a casa mi novio, lo llamaré "Carlos" aunque ese no es su nombre verdadero, pero me gustaría respetar su identidad. Lo que decía, cuando mi chico llegó, vestido con una camiseta ajustada y unos vaqueros ajustados por arriba y algo más holgados por abajo, nos dimos un beso en la mejilla.

Más tarde, alrededor de las 9 y media de la noche, lo invité a cenar. Le vindré una excelente cena servida de manjares españoles irresistibles.

Después de la cena lo llevé a mi habitación para estar más tranquilos, y allí nos fundimos entre besos, abrazos y caricias de las que brotaban amor y fantasía.

Él se tumbó en la cama, y me dijo que lo acompañara.
Y los dos juntitos allí, en ese punto clave de la casa, comenzamos de nuevo pero más apasionados a besarnos y acariciarnos.

Yo me sentía flotando en una nube de algodón de azucar. Besando unos labios dulces y espumosos como la nata, y acariciando un suave cuerpo perfumado de gloria.

Cada segundo que pasaba, lo deseaba más. Y el amí también, pues lo notaba, lo sentía.

El me susurró al oído tres hermosas palabras que jamás olvidaré "Te Quiero Princesa".
Comenzamos, poco a poco, y con suavidad a quitarnos la ropa.

Al cabo de unos minutos y sin darnos cuenta, estábamos sólo en ropa interior. Dado mi carácter tendría que haber sentido algo de vergüenza... Pero no, no sentía más que un cosquilleo que nacía en mis labios, fruto de sus besos, y recorría mi cuerpo de arriba a abajo.

Con mucha delicadeza, y sin dejar de besarme, me quitó el sujetador de seda que llevaba aún puesto. Y mientras el me seguía desnudando yo le iba acariciando cada vez con más pasión, rozando su trasero.

A los pocos minutos estaba desnuda, y me sentía excitada, una sensación nueva y agradable que me gustaba sentir.

Y yo misma, acabé por quitarle los calzones...
Estabamos desnudos, él y yo. Nadie nos veía. Nos teníamos el uno al otro. Ese pensamiento me excitaba más aún.

Entonces él, con dulzura y delicadeza, se puso encima mío y comenzó a besarme el cuello, después los hombros, los pechos... El ombligo... Y así, iba bajando... Y mientras, yo, iba besándolo, y acarciciándolo, excitándonos cada vez más y más.

Y entre caricias, besos... llegó el momento que siempre había esperado y a la vez temido: La penetración...
Recuerdo que fue una bonita experiencia, a penas me dolió, porque no había lugar para el dolor entre tanto cariño y amor que estábamos compartiendo.

Noté su pene entrando en mí, con mucha facilidad, suave... Y me producía un placer maravilloso e indiscriptible que nos hizo llegar al cielo.

Fue una de las experiencias más bonitas de mi vida. Amor, placer y cariño, como recuerdo aquella noche... El contacto de dos enamorados compartiendo todo su amor...

Desgraciamente, un accidente de coche acabó con su vida unos días más tarde. Sí, quise quitarme la vida, pues caí en una depresión.

Y bien... Este relato, lo escribo en nombre de los dos... El recuerdo más maravilloso que de él conservo. Nuestra primera vez.

Bueno "Carlos" allá donde estés, que sepas que seguiré amándote como nunca podré amar a ningún otro hombre. Nunca te olvidaré. Siempre vas a tener un rinconcito en mi corazón reservado para ti. Espero reencontrare contigo alguna vez. Te quiero.

Rebeca Rodríguez Martín ^-^