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Categoría: Dominación

Primera sesión con mi Amo

Nos conocimos por una red social, duramos hablando un par de meses hasta que un sábado quedamos de encontrarnos en un bar para hablar frente a frente y ver si se daba algo más.



Cuando llegue lo encontré sentado en una mesa en el fondo, lo había visto en fotos así que lo reconocí enseguida, era el tipo de hombre que siempre me ha gustado; alto, acuerpado, varonil, rasgos fuertes y mirada pícara, al verme de levanto y nos saludamos con dos besos en la mejilla, pedimos algo para tomar mientras hablábamos de todo y de nada, la noche seguía y nosotros nos íbamos sintiendo más en confianza, aunque no estábamos borrachos, creo que los tragos ayudaron a eso.



Mirándome a los ojos me preguntó -¿Quieres que te entrene? ¿Quieres ser mi perrita obediente, mi sumisa?-



Sonrojándome un poco le respondí que si, que quería intentarlo, sonriendo ampliamente dijo -El entrenamiento comienza desde ya, quiero que vayas al baño te quites el panty, me lo entregues y que al sentarse te subas un poco la falda y lo hagas con las piernas lo más abiertas posible en mi dirección, ¿Entendido?-



-Si, entendido-



-No, no, no. No es “si, entendido”, es “si Señor, entendido” y cada vez que te dirijas a mi, me dirás Señor, SEÑOR. ¿Entendido?-



-Si Señor- Me quedó viendo expectante, levantó una ceja y me levante de la silla con un suspiro.



Hice lo que me ordenó, nunca me había gustado seguir órdenes pero esto era excitante, le entregué una pequeña tanga negra, él la tomó y disimuladamente, se la llevo un momento a su nariz, mirándome a los ojos, después de guardarla lo único que hizo fue clavar su vista largo rato en mi entrepierna, desde mi puesto pude ver como pasaba su mano por encima del pantalón a lo largo de su verga. Finalmente pago la cuenta, me dijo que me levantara y lo esperara en la entrada que él iba por el carro. Mientras conducía me tocaba los muslos, los pechos y me dio un par de besos en los semáforos en rojo, en conclusión me tenía muy caliente.



Nos dirigimos a su casa, un apartamento no muy grande, perfecto para una sola persona, al cerrar la puerta me comentó: -Mientras estés en mi casa, siempre vas a estar desnuda, a menos que yo diga lo contrario. Así que quítate la ropa pero no los tacones-



-Está bien-



-¿Cómo dijiste?-



-Que está bien, ya voy a hacer lo que me ordenaste.



-Mmmm perrita, parece que se te olvida muy rápido lo que te digo y eso tiene consecuencias...



En ese momento recordé como debía responderle pero era muy tarde, iba a ser castigada. Sentándose en el sofá me llamó.



-A las niñas desobedientes hay que castigarlas...- poniéndome sobre sus piernas empezó a darme nalgadas y jalándome del cabello para poder mirarme a los ojos, dijo: -Espero que así recuerdes que soy tú Señor y que cuando te dirijas a mi como tal me tienes que tratar, ¿te quedó claro?



Entre jadeos por las fuertes nalgadas solo pude decir: -S... si... Se... ñor.



-Así me gusta, ahora te quiero ver sin ropa.



Sin esperar a que dijera nada más, me fui desvistiendo, el solo me miraba mientras daba vueltas a mi alrededor como un depredador esperando a atacar.



-De frente a la pared, estira los brazos, recuesta las palmas de las manos, eso... así, abre las piernas, más, más... Mmmm muy bien- acercándose lo más que pudo a mi pero sin tocarme me dijo: -No sabes lo rica que te ves así, bien abierta y con el culo rojo por mi mano- Me estaba matando, me tenía a mil y no me ponía ni un dedo encima, se separó de mi y siguió viéndome unos minutos, después me ordenó que me pusiera de rodillas, sacara el culo, dejara las manos a los lados y mirara al piso. Sin perder el tiempo hice exactamente como me mando.



-Mi puta aprende rápido, si sigues así nos vamos a entender muy bien.



-haré todo lo posible para que así sea, Señor.



Se paró frente a mi y vi cómo se iba bajando el pantalón, tenía un bóxer blanco en el que se notaba mucho una gran erección, tomó mi cabeza y pasó mi cara por su bóxer diciendo: -Mira perrita, todo esto te lo vas a comer- Luego saco su enorme verga y la metió entera en la boca, por poco vomito pero él supo controlar la situación, me follo la boca por unos minutos, ya tenía los ojos llenos de lágrimas y me faltaba el aire, saco toda su longitud de mi boca y me levanto tomándome del cuello.



Sin que lo esperara me dio una fuerte cachetada, del impacto y la impresión lo único que hice fue abrir la boca y él lo aprovecho para darme un prolongado y apasionado beso de lengua que me dejo muy caliente, así siguió; alternando besos y cachetadas hasta que intente pegarme a él para sentirlo en otra parte de mi cuerpo.



-No mi amor, no seas impaciente- me dijo llevándome a la cama, amarró mis manos a la cabecera de tal forma que podía ponerme boca abajo o boca arriba cuando él quisiera.



-Quiero que en todo momento tengas las piernas abiertas, compórtate bien.



-Lo que usted ordene, Señor.



Me sonrió, busco entre sus cajones y saco una fusta, recorrió con ella todo mi cuerpo parando justo antes de llegar al clítoris. Se dispuso a jugar con mis tetas diciéndome lo mucho que le gusta que las tenga grandes; las tomo en sus manos y apretó, se llevó una a la boca, mordió, cogió la fusta y las torturo a su gusto y como me gusto...



Ahora era el turno de mi culo, me volvió a nalguear, lamió mi piel, mordió y chupo dejándome una marca porque ahora era suya, tomó la fusta y en menos de nada tenía otra vez el culo rojo.



Puso su cara frente a la mía, me beso, se subió en mi, empezó a masturbarme con su pene, levante mis caderas, el soltó una risita.



-¿Me quieres dentro de ti?



-Mmmm si Señor...



-¿Quieres que te la meta? ¿Qué te haga venir?



-Señor, Señor ¡sí!



-Entonces pídelo por favor, ruega por esta verga como la perra caliente que eres.



-Señor, por favor, lo necesito dentro de mi, quiero que me abra el coño con su gran polla, por favor, no puedo más, lo necesito clavado dentro mío, sentir como entra y sale, como me lleva hasta el clímax, por favor Señor, See... ñor!!



Mientras pronunciaba la última palabra metió toda su verga de una sola embestida, me movía y gemía como nunca, cualquiera se hubiera sonrojado con lo necesitada que estaba de tener a ese hombre dentro de mi. Comenzó a ahorcarme, nunca había sentido nada igual, esta combinación hizo que llegara rápidamente al orgasmo pero todavía no había terminado conmigo, salió de mi, me puso boca abaja y me penetro poniéndome en cuatro y jalándome del pelo, aún no me recuperaba del orgasmo cuando sentí que venía creciendo otro, él también se dio cuenta de eso.



-No mi amor, vas a esperar, te vas a venir cuando yo te lo permita.



Bajo el ritmo de las penetraciones, lamia mi cuello, mi hombro, con la mano libre pellizcaba mis pezones, después de un momento empezó a follarme más rápido, más duro, me dijo: -Ahora- Y así ambos nos vinimos.



Desató mis manos, me abrazó.



-Nos vamos a divertir tanto juntos.


Datos del Relato
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