La muchacha del mostrador (la cajera). Sexo con una virgen.
Jenny no quería hacerlo el primer día que le dije, pero por fin le gustó y estuvo de acuerdo.
Capitulo uno
Siempre he tenido una afinidad, empatía, o me he relacionado con las cajeras de los supermercados en las urbanizaciones en donde me ha tocado vivir. Les sonrío y les hago chistes, soy ese tipo de persona: y siempre les pregunto si quieren salir conmigo a dar un paseo. Algunas dicen si, otras no, pero me he ganado su confianza hasta que llegan a respetarme. También he llegado a acostarme con ellas pero nunca pasamos a mayores -creo que ellas comprenden que Marcos (es mi nombre) solo quiere divertirlas, hacerles pasar un buen rato, sin ningún tipo de compromisos. Pero la verdad es otra: nunca quedo completamente satisfecho, con ninguna, a pesar de ser tan bonitas.
Había una muchacha a quien nunca yo podía hacer reír, o aunque sea sacarle una sonrisa. Era la mas bonita de todas -por esto no era raro que fuera la nuez mas difícil de romper. Era delgada, de cabello rubio en forma de cola de caballo, atado con una cinta negra: una rubia natural -según me di cuenta- sus cejas también eran claras o rubias y no tenían raíces oscuras o negras, lo que hacia delatar a las que no eran rubias, sino de cabello pintado. Ella era de cara ovalada –piel bonita ligeramente del color del aceite de oliva- labios completamente rojos y una nariz bien formada de buen tamaño –ni demasiado grande, ni demasiado pequeña- ligeramente respingada hacia arriba. Se llamaba Jenny -lo leí en el carnet de empleado. Pensé que era un nombre bonito a pesar de que la muchacha no me pareció muy agradable. Era modesta, reservada, no amigable, alejada de las personas según me pude dar cuenta.
Cierto día hacía la cola en la caja en donde Jenny estaba y algo se salió de un paquete. Intenté colocarlo de nuevo, mientras ella también lo hacía. Fue entonces cuando nuestras manos quedaron juntas y sentí cuando me tocaron sus dedos en medio de la confusión. Como por instinto, le apreté los dedos calurosamente y luego la solté. Esto me llenó de entusiasmo, placer y hasta me excitó. Ella nunca me había visto a los ojos antes de esto pero cuando me fui levantó la vista y reparó en mi, teniendo ambos el primer contacto humano, cálido, desde la primera vez que la conocí. Solo me sonrió tímidamente y me dirigió cierta miradita. Aquella sonrisa hizo un trabajo mas rápido que la viagra -mi huevo se me paró instantáneamente, bien duro, saliéndose por el hueco del interior por donde uno saca el pene para orinar. Debí preguntarle en ese momento si quería salir conmigo, ya lo iba a hacer, cuando una señora mayor en la cola, detrás de mi, me hizo a un lado y todo se me echó a perder.
Me puse a pensar en ella toda la maldita noche y me masturbaba todo el tiempo hasta que caía dormido, insatisfecho.
Al siguiente día caminaba por el centro de la ciudad, cuando de repente la vi. La chica observaba los zapatos que estaban en la vitrina de una tienda. Al principio no me notó y yo aproveché para quedármele viendo bastante rato, muy cuidadosamente (buceándola). Yo hasta ahora solo la había visto sentada en su silla de cajera por lo cual no tenía la oportunidad de verla cuerpo entero, para ver si estaba buena. Tenía puestos unos pantalones algo flojos, no ceñidos al cuerpo, que mostraban algo de la calidad de su bello culo haciendo que uno quisiera ver mas, la boca se me hacía saliva.
Ella no poseía una figura muy erguida, tampoco encorvada -mas bien su cuerpo un poco doblado justamente hacia delante en la cintura y bien proporcionado a nivel de las caderas. Si uno la miraba de lado, notaría como su el culito parecía sobresalir, echado hacia atrás -como si se estuviera doblando a propósito, un poquito, y se lo mostrara a los que pasaran para que le dijeran algo, vulgaridades, groserías o un piropo. Pero estoy seguro que ella no lo hacía a propósito, porque era su forma natural de pararse derecha, alta. Además de eso usaba una falda blanca para clima cálido -sus jóvenes senos parecían tener una buena forma. Me pude dar cuenta que no tenía sostenes puestos y sin embargo yacían bien paraditos hasta arriba. Igual que su culo o nalgas, parecía como si se los estuviera luciendo a los hombres.
Me acerqué para saludarla. Pareció mirarme tímidamente con sus grandes ojos azules y grises, medio sonriendo. Por qué era tan tímida y al mismo tiempo tan hermosa, la verdad, no lo se. Siempre veo que esas mujeres tan atractivas se han criado o han crecido con mucha confianza en si mismas -por tantos admiradores que tienen. De todos modos, pensé que su timidez era para mi una gran ventaja, algo que podía aprovechar.
"Creo que esos les quedan bien, a usted les lucirían muy pero muy bonitos" le dije -al mismo tiempo que señalaba hacia un par de zapatos elegantes de verano. Ella encogió sus bellos hombros y pareció pensar un momento, pero se alejó rápidamente. Yo no estaba dispuesto a dejar pasar esta oportunidad, o que me despreciaran, así que la seguí. Caminó hacia la plaza y se sentó en uno de los bancos. Yo me coloqué a su lado sin pedirle permiso -me di cuenta que si no iba a ser educado, un caballero, con esta muchacha, entonces todas las futuras oportunidades se perderían. Ella solo necesitaba algo de ánimo, levantarle la moral, y yo se lo iba a dar.
"Creo que usted es una dama muy fascinante y atractiva, ojalá que la pudiera conocer mejor", le dije con la mejor sonrisa que pude ofrecerle. Ella me dirigió de nuevo una mirada.
"¿Hoy no trabaja?" le pregunté y puse una sonrisa de pena, vergüenza. "Siempre voy al supermercado a comprar solo por mirarla a usted, aunque no necesito comprar nada. Mi cocina está llena de cosas que compro en su supermercado, sabe? -Creo que eso me durará como seis meses. Tal vez su jefe deba aumentarle el sueldo porque usted se lo merece."
"¡Aay, mi jefe, mi jefe!" dijo con acento de extranjera, el disgusto se le notaba en los ojos cuando dijo: "No me hables de ese gerente -nunca me deja tranquila."
Inmediatamente pensé: Um, ya entiendo lo que pasa aquí.
La chica se puso de pie y se fue, pero yo seguí a su lado.
"Qué delicioso es caminar al lado tuyo" dije. "¿No te importaría?"
Noté cuando se encogió ligeramente de hombros y esto me animó, pues supongo que me daba permiso. Daba la impresión que la chica iba hacia su casa. Si vivía sola entonces esta era mi oportunidad, sin duda. Caminé despacio para poder mantener su paso, siempre conversando con ella -mayormente diciéndole cosas bonitas. Luego comencé a imaginarme lo que yo haría con esta chica si estuviera solo con ella. Mientras yo marchaba noté que no podía evitar mirarle el cuerpo una y otra vez. –ver aquel cuerpo tan sexy, delgado, me transmitía una extraña sensación en el estómago y en el pecho. Mi puse a verla por detrás, aquel culito, nalgas, viendo como sacaba aquel fundillo hacia fuera y me puse a sudar: mi ánimo se estaba elevando ¡Que bueno!
Por fin llegamos a un pequeño conjunto de apartamentos. "Cuando quieras me llamas" dijo, dirigiéndome una última mirada, lo que hizo que el huevo se me parara, en el momento en que me cerró la puerta en la cara. Mi corazón latía y el huevo saltaba dentro de los pantalones por lo excitado que yo estaba: "¡Podía llamarla cuando quisiera!"
Yo no sabía tu número de teléfono, pero eso no importaba. Al siguiente día fui al supermercado y esperé hasta que terminó su turno. Luego salí con ella mientras conversábamos un poco. Me di cuenta que era rusa -su verdadero nombre era Zhenya- pero lo cambiaba por Jenny, un nombre de Inglaterra. Ella estaba estudiando aquí y trabajaba medio tiempo en el supermercado para ganar dinero.
Seguimos viéndonos, íbamos a la cafetería, el cine, restaurantes, salíamos a caminar juntos y también conversábamos por teléfono. En cierta ocasión permitió que le agarrara la mano y hasta besarla brevemente en los labios cuando nos despedíamos en la puerta, y le daba las buenas noches (lo que me hacía parar el palo) pero siempre me empujaba para separarse de mi, como en forma de rechazo. En algunas ocasiones yo le tocaba su erótico culo pero ella no se dejaba y se alejaba simulando que no le gustaba. Nunca me dejaba entrar a su apartamento así que yo no tenía ningún lugar a donde llevarla para calentarla y poder tocarla. Era algo jodido, frustrante, pero de todos modos me gustaba estar con ella.
Hubo un momento en pensé en llamarla por teléfono para decirle que me la quería follar, aunque esto la asustaría, pesé. No convenía porque la podía perder para siempre, solo porque yo tenía la polla todo el tiempo parada. Afortunadamente, cuando ya se lo iba a decir, ella estaba molesta y me rogó que no la llamara, lo cual impidió que yo cometiera el error de hacerle tal proposición. Al parecer, yo solo vivía para aquella mujer, y eso me tomó por sorpresa, porque no me imaginaba llegar tan lejos: yo ya me imaginaba arrodillado sobre la cama con ella en cuatro patas, su culo contra mi ombligo y yo dándole palo, mi huevo bien enterrado hasta la culata.
"Jenny, te amo" le dije. "Solamente quiero mostrarte lo mucho que te quiero."
"¿Pero por eso tenemos que irnos a la cama? Dijo. "Yo estoy muy contenta contigo, ¿Por qué lo vas a estropear todo?"
"Eso no dañará nuestra relación, de ninguna manera"
"Pero, es que no puedo" dijo ella con su profundo y marcado acento ruso.
"¿Por qué no?" le pregunté. "Nosotros nos queremos, quiero entregarme a ti."
"Es que nunca lo he hecho antes" dijo ella suavemente.
Esto me tomó por sorpresa, no podía creer que a una muchacha tan sexy nunca la hubieran cogido por ese culo. Mi huevo se levantó con solo pensar que yo quería follarme a una virgen. "No te preocupes, Jenny", le dije. "Eso no te dolerá. Te trataré con cuidado."
Entonces dijo: "Pero es que no se como hacerlo, sería muy terrible."
"No tienes que hacer nada, solo mostrarme tu amor y dejar que todo pase. Déjamelo todo a mi."
"Perdóname, lo lamento mucho" dijo suspirando un poco.
"¿Lo lamentas por quien?"
"Yo quería ser tuya. Lamento despreciarte, pero es que tengo miedo. ¿Entiendes? Yo te amo mucho, pero me puedes hacer daño, es que me duele."
"Ya voy para allá" le dije y colgué el teléfono sin darle oportunidad para contestar. Me lavé bien el huevo, y salí para allá. En cinco minutos estuve en su casa, toqué el timbre y ella me dejó pasar.
Pasé por una pequeña sala y la encontré en la cocina llenando una cafetera. Ella me miró. ¿Querías café?
"Es a ti a quien quiero." Le dije.
Volteó a verme y se quedó allí parada, sin moverse, como si estuviera esperando lo que yo iba a hacer. Una pasión repentina se apoderó de mi, me acerqué a ella y la besé apasionadamente en los labios.
"Es que te quiero" dije.
Me miró pálida, con cierta sonrisa como si preguntara algo y dijo: "Ok, bueno, y ahora qué?"
Tenía los brazos cruzados. Luego se dirigió al fregadero, yo me puse detrás de ella y la agarré suavemente para que sintiera mi contacto. Yo tenía una gran necesidad de tocarle el culo a través de sus pantalones, y le agarré una nalga en cada mano -separándoselas, abriendo aquel sexy culo.
¡Por fin! Justo lo que yo había querido hacer desde hace tiempo! Sentí el calor de su cuca en mis dedos. Ella echó la cabeza hacia atrás reposándola contra mi y su hermoso cabello me cubrió totalmente la cara. Mi duro huevo parado ya quería meterse entre aquellas nalgas, introducirse dentro de aquel culo, bien adentro, en medio de aquella humedad que le mojaba la carne. Ella trató de respirar -su cuerpo vibraba al sacudirse. Luego le agarré las tetas que se le mecían y le besé el cuello susurrándole en el oído lo mucho que la quería. Mis manos se movieron hacia abajo y toqué los sexy y duros muslos -para llegar por fin al área de la cuca. En este momento ella respiraba profundamente y restregaba, molía su sexy culo contra mi huevo.
La giré suavemente y con mi mano colocada en su culito, la presioné fuertemente contra mi cuerpo. Yo sentí que la muchacha se desmayaba, vi que cerraba sus ojos y la besé de nuevo en los labios. Su respiración de pronto se volvió mas profunda, errática, y ella enterró su cara en mi pecho. Calló, como flácida, en mis brazos.
La tomé por una mano y conduje a través de la sala hasta el cuarto. No fue difícil encontrar uno. Había una sola cama y un crucifijo enorme de madera en la parte de arriba, fijo a la pared. Había otros objetos religiosos y fotos de la religión católica por todos lados. No me importó si ella estaba metida de lleno en su religión, para mi era igual -nada me detendría ni evitaría que mía ya mismo: Yo tenía que entrar en su santuario sagrado, su cuca, y fallármela.
Me senté sobre la cama. Ella estaba de pie y tomó la cinta que sostenía su cola de caballo. El largo cabello rubio se soltó, cayendo a todo lo largo de su espalda hasta su culo. Saqué mi mano de allí y ella la tomó y se arrodilló a mi lado para examinármela con cierta curiosidad. Aquella chica no tenía poder sobre mi, no podía hacer nada para defenderse. Un rayo de energía se disparó dentro de mi y mi caliente huevo comenzó a presionar dentro de mis pantalones.
Volví a tomar el control y la hice colocarse de pie. Primero le desabotoné la blusa y esto hizo su respiración dificil, lo cual tal vez se debió a que la tomé por sorpresa cuando le dejé los hombros descubiertos, la espalda y los senos en contacto con el aire fresco de la habitación. Pero ella se volvió a arreglar la ropa miró con el rabillo del ojo la forma como yo me le quedaba mirándole los senos. Eran de buen tamaño -sin necesidad de sostenes y con unas tetas de la firmeza característica de la juventud. El tono y forma de aquellos senos tan sexy hicieron que el huevo se me saliera de los interiores -bajé la cremallera y lo dejé salir, era necesario hacerlo. Ella no miró hacia abajo y yo pensé que la muchacha sintió algo caliente que la estaba puyando porque echó la cabeza hacia atrás y vi como los ojos se le ponían blancos. El sexo irradiaba de mi tembloroso huevo haciendo que yo respirara con dificultad, tomara aire profundamente, y rápido.
Desesperadamente busqué ver el sexy culo de Jenny así que le baje los pantalones mas abajo de las rodillas y sentí que mi corazón latía desesperadamente en mi pecho cuando vi entre aquellas ricas y deliciosas piernas. Mis labios fueron hacia ella besando desde la rodillas hacia arriba hasta llegar a sus pantaletas color beige, las cuales yo bajé hasta sus tobillos. Jenny se puso a temblar en silencio cuando deje su culo y cuca al descubierto. Me sentí como si estuviera mirando un paraíso, como si observara el edén, el olimpo -un bello y rubio triángulo de pelos justo por encima de la cuca -una carne joven, blanca en la parte de abajo del abdomen –que le temblaba, sensible y tierno.
Metí la cara dentro de su barriga y la sentí muy caliente. Ella gemía: "Aaay, m" cuando acaricié esta área con mis dedos cuidadosamente evitando la zona de la cuca. La hice voltearse y miré su sexy culo que sobresalía, descollaba, despuntaba tanto. Era pequeño, diminuto -con una bella forma redondeada, justo como uno lo quiere, semejante a la madura y joven piel de un bebé y una línea sexy –la raja del culo- en donde las nalgas se unían y comenzaban las piernas. La piel de su espalda era perfecta -maravillosa piel blanca- sin lonjas, ni cauchos o llantas en ninguna parte –justo como a uno le gusta. Le agarré el culo fuertemente! Dándole masajes en las encantadoras nalgas y jalándoselas para separárselas y mirar el hueco entre sus piernas.
Ya el huevo me dolía por el deseo de metérselo por detrás allí mismo pero de repente ella se sentó en la cama y se quitó los pantalones, pantaletas y zapatos y levantó la vista para mirarme -pero mi huevo quedó frente a su cara por lo que yo quería que le prestara atención.
"Me gustas mucho, Jenny" le dije con mi polla apuntando hacia sus rojos labios. Yo tenía una tremenda erección -como esas que ustedes saben, enorme- un pene bien lleno de sangre, listo para explotar- no la pobre erección que uno tiene cuando estás con una mujer que no te gusta.
Ella lo miró -en su cara no se veía ninguna expresión pero lo siguió mirando durante un tiempo que parecía siglos sin poder quitarle los ojos de encima a aquel palo duro como riel de ferrocarril, tembloroso y enorme.
Yo estaba desesperado esperando a que ella se lo introdujera dentro de la boca y lo envolviera con los rojos labios; me diera placer. Pero pensé que con todas esas cosas de católicos e imágenes de santos en la habitación ella no estaría dispuesta a mamar. Pero no fue así, porque colocó sus labios en la punta de mi huevo y abrió la boca un poquito -dejando que el palo se introdujera dentro de su inocente, angélica y tibia boquita.
Lo dejó entrar hasta que tocó su paladar y luego cerró la boca haciendo que mi huevo se sintiera delicioso -le agarré la mano y apreté sus dedos alrededor de mi palo -ella lo apretó suavemente y mi cabeza se echó hacia atrás y dije sin querer:
"¡Ay, Dios, qué rico! Te amo Jenny, mi amor!!
La chica no utilizaba su lengua -atrapaba la parte de arriba de mi huevo con los labios y luego lentamente lo mamaba hacia arriba y hacia abajo como si fuera un niño chupando, lamiendo una colombina. Me imaginaba, ya me parecía que el huevo me iba a estallar echándole toda esa leche dentro de la boca y Jenny tragándosela, por lo que adelanté, me lo pelé, echando la piel hacia delante, dejándole la cabeza pelada, para que ella me ordeñara toda la leche de mis bolas.
Continuará.