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Presionando su sexo

~~Su reencuentro con el patrón fue algo extraño, él la saludó con un beso rápido y le dijo que esa noche debía ir a prepararle la cena. A la noche su madre preparó la cena y ella era la encargada de servirla. Cuando se quedaron solos se acercó a la joven y le desabotonó la blusa, bastó que la mirara para que ella comprendiera: se acercó y sacó uno de sus senos fuera del sostén para darle de mamar. El viejo lamía, chupaba, mordisqueaba la tetita de su hembra y al mismo tiempo ambas manos urgaban entre las piernas y la penetraba con los dedos.
 El sexo de Nanda no oponía resistencia, la verdad era que su patrón no la atraía, era un viejo para ella, pero no podía negarse; él era el patrón y ella era su hembra, su obligación era estar siempre dispuesta a satisfacerlo.
 En ese momento llegó alguien a la casa, un amigo del patrón otro sesentón que venía a charlar y tomar un café. Nanda se recompuso, se vistió y abrió la puerta, lo atendió y sirvió el café. Los hombres reían y charlaban en voz alta en la sala, mientras ella ordenaba la cocina, cuando terminó y le avisó a su hombre que se iba, él le dijo que debía quedarse.
 Ella notó como la miraban los hombres y comprendió que esa sería una larga noche.
 Se fue al dormitorio del patrón y un rato más tarde, en la penumbra vió a los dos hombre al lado de la cama, estaban desnudos y la miraban dormir.
 Se acostaron uno de cada lado y comenzaron a tocarla, le quitaron el camisón y mientras uno jugaba con sus tetas, el otro le separaba las piernas y presionaba su sexo, buscando meter sus dedos en la vagina de Nanda.
 Ella se asustó, intentó levantarse, pedirles que la dejaran pero los machos estaban deseosos de aquel cuerpo joven y robusto. Uno de ellos se incorporó , sentándose en la cama con las piernas estiradas y le verga erecta. El patrón le dijo a Nanda que se sentara sobre la verga que se la querían coger entre los dos.
 La muchacha se paró sobre la cama, abrió las piernas y lentamente comenzó a sentarse, el pene era ancho y Nanda todavía estaba estrecha, pero suavecito la verga se perdió dentro su cuerpo. A sus espaldas el otro macho, la obligaba a recostarse en él, sus manos acariciaban sus pechos. La situación era bastante tensa, ellos estaban gozando de su cuerpo, pero ella no conseguía gozar. El amigo de su patrón eyaculó su abundante leche dentro de la joven, que cayó boca abajo sobre la cama. Sin dejarlar reaccionar el otro se acostó sobre ella y separandole la piernas la penetró nuevamente, Nanda dió un grito de dolor pero resistió las embestidas hasta que nuevamente la inundó una leche caliente y olorosa.
 Cuando los viejos saciaron sus deseos, la dejaron acostada desnuda sobre la cama y se fueron a la sala. La visita se fue y el otro volvió a la cama. Al otro día la muchacha estaba dolorida, cansada y avergonzada de lo que había vivido. Entró al baño a ducharse y cuando salió Lázaro (el patrón) la estaba esperando, ella se acercó lo besó y él dirijió la mano de Nanda para que le acariciara el pene.
 Lázaro ¿te gusta mi verga, Nanda? ¿te gusta sentirte cogida por mi verga?
 Nanda si, pero anoche me dolió mucho. No me gustó estar con su amigo.
 Lázaro pero él es mi amigo y yo quería que te pudiera gozar una vez, para que supiera lo caliente que es mi hembra. Estuviste muy bien, y vas a tener que hacerlo así cada vez que te lo pida.
 Nanda está bien usted es el patrón y yo voy a hacer lo que me pida.
 Pasados unos días, la muchacha seguía dolorida y decidió ver a su doctora. Esta vez la doctora la atendió en el consultorio que tiene en su casa.
 Como siempre le pidió que se quitara la ropa, esta vez a Nanda ya no le dió vergüenza, ahora ya no era una virgen inexperta.
 La mujer la miró, examinó sus senos, todo estaba bien. Cuando Nanda se acostó en la camilla y pudo explorar su sexo, se dió cuenta de que todo había cambiado en la vida de la muchacha.
 Doctora ahh niña, me doy cuenta de que ya no eres virgen, y por lo visto te dieron duro, estás bastante dilatada y tienes unos hematomas recientes. ¿Te duele?
 Nanda si un poco, es que tuve una noche dificil, no estaba muy lubricada y estaba en mala posición.
 La doctora continuaba explorando su sexo mientras Nanda hablaba. A la doctora le gustaba la muchacha.
 La doctora era una mujer de unos 40 años, bonita, desde siempre le gustaban las mujeres y a estas alturas estaba muy atraida por Nanda.
 Comenzó a tranquilizar a su paciente, que estaba todavía impresionada por la noche vivida. Le contó a su doctora lo que había pasado. Ella minimizó las cosas, le dijo que no se preocupara, que si le gustaba su patrón y estaba dispuesta a complacerlo todo estaba bien, que cada uno puede elegir como vivir su vida. Le aconsejó cuidarse usando condondes, y le recetó una pomada para los moretones. Le pidió que volviera a la semana siguiente.
 Nanda se sintió contenida por su doctora, sintió que con ella podía hablar. Esto le dió fuerzas para continuar siendo la amante de Lázaro y gozar algunas noches si y otra no. Disfrutaba cuando él acariciaba, besaba y lamía su sexo, pero detestaba cuando la penetraba.
 A la semana volvió al consultorio, la doctora la esperaba ansiosa, a pesar de que tenía una novia, la idea de estar con Nanda la obsesionaba. La muchacha se desnudó y se sentó en la camilla, cuando la doctora se acercó para palparla percibió su delicioso perfume. La mujer la miró a los ojos mientras la tocaba y no pudo resistir el impulso de besarla. Nanda se retiró sorprendida, ella se disculpó:
 Doctora ay ay Nanda perdóname, no se que me pasó. Es que no pude resistir tu perfume, tu cuerpo cálido, tú me gustas mucho desde hace tiempo. Pero, nada, no me hagas caso olvida todo esto, por favor.
 Nanda (estaba sorprendida, pero no estaba ofendida, aquella mujer la había besado con una delicadeza que ella no conocía y le había gustado el beso), esta bien, no es para tanto, no se preocupe
 El examen continuó, se acostó en la camilla separó sus piernas para ver como estaban los moretones. Ya estaba todo casi bien, volvió a recetarle la misma pomada. Nanda le dijo que Don Lázaro no quería usar los condones y que tenía miedo de quedar embarazada. Ella entonces le recomendó tomar anticonceptivos y le habló de los otros métodos para evitar el embarazo. Cuando terminó la consulta, se despidieron y ambas cedieron a la tentación, se besaron tímidamente.
 Durante la siguiente semana, los pensamientos de Nanda iban en una sola dirección, incluso cuando Don Lázaro estaba mamando sus pechos, o masturbándola con su pene, no podía dejar de pensar en Laura (su doctora).
 Volvió a verla, con la excusa de que creía estar embarazada. Cuando estuvo desnuda frente a Laura, le pidió que le hiciera el amor. Laura no entendía lo que pasaba, la muchacha estaba desnuda frente a ella rogándole sus caricias. Fueron hacia su dormitorio, tenían que hablar:
 Laura Nanda ¿qué te pasa? ¿estás segura de lo que haces?
 Nanda desde el otro día no puedo dejar de pensar en el beso que usted me dió, me gustó que nos besáramos tan rico y suave.
 Laura cariño, tú sabes que me gustas mucho, pero yo tengo novia, esto no sería más que una aventura.
 Nanda no me importa, yo quiero acostarme con usted, solo que no me gustaría que me penetrara. No me importa lo que suceda después, yo nunca estuve con una mujer, pero siento que me gustaría mucho estar con usted.
 Despues de estas palabras, Laura no pudo menos que abrazar a la chica y besarla largamente, muy despacio fueron cayendo sobre la cama. Las manos de Laura corrían ligeramente sobre el cuerpo de Nanda, que no podía dejar de sonreir.
 Déjame masturbarte, niña, entonces Nanda abrió sus piernas se entregó a las caricias y alcanzó un orgasmo fabuloso. Laura se retiró por un momento para quitarse la ropa.
 Nanda, miraba atónita el cuerpo de su amante, era delgada, alta su piel muy blanca, el cabello largo recogido con una cinta.
 Laura (notó la mirada de Nanda) ¿te gusto, cariño?
 Nanda usted es muy bonita, es mucho más delgada que yo. Vuelva a la cama conmigo.
 Las manos de Laura volvieron a rozar el cuerpo de la muchacha, quien sentía profundamente las caricias a pesar de su levedad. Se besaron hasta quedarse sin aliento, sus manos se acariciaban insesantemente, provocándose mutuos orgasmos.
 De esta manera fueron amantes por una tarde, se despidieron entre besos y abrazos y Nanda volvió donde su hombre.

Datos del Relato
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