Eran las 7 de la noche, Liseth estaba en casa, sola, pensando en Mary, en hacerla suya, leía aquel libro viejo, sin forros, sin pasta, desgastado.
Cogió el teléfono, marcó, contestó su amiga de siempre, le dijo que le tenía que mostrar algo ,que era parte de un experimento que quería compartir con ella. Mary aceptó, confirmando que llegaría en media hora. Liseth siempre había tenido inclinación hacia las chicas y era Mary a quien más deseaba.
Preparó todo, un par de velas negras, un jaspe dorado engarzado a una cadena de oro brillante, tenues luces multicolores, una cena sencilla.
Al llegar Mary la hizo pasar, hablaron un poco mientras comían; después de la cena fue al grano.
-Quisiera que me ayudes en un experimento.
-Claro, sabes que cuentas conmigo.
-Antes que nada, siéntate en el sofá y acomódate.
Diciendo esto apagó las luces normales, encendió las multicolores, prendió las velas, puso una música suave y monótona; luego que se sentó cogió el jaspe dorado, se lo acercó, le decía con voz tenue y monótona.
-Consiste en algo sencillo, tienes que mirar el jaspe brillar con las luces multicolores, cómo resplandece, cómo brilla cambiando de color, mezclando los colres reflejando cada matiz en tus ojos, en tu rostro, relájate, esto ayudará mucho.
-Sí, respondió suavemente.
-Bien, eso es, relájate, mira el jaspe brillar, deja que tu mirada se pose libremenete sobre él, y escucha la música al igual que mi voz. Solo puedes mirar el jaspe y escuchar mi voz y la música.
-Sí.
-Deja que tu cuerpo se relaje, deja que tus pensamientos se desvanezcan, deja que tu mente se ponga en blanco, deja que tu voluntad vaya muriendo poco a poco, Mary, todo eso poco a poco.
-Sí, poco a poco.
-Así es, te sientes bien al estar así, muy bien, sin pensamientos, sin nada en tu mente, sin voluntad propia, te sientes bien, verdad.
-Sí muy bien.
-¿Cómo están tus pensamientos?
-Desvanecidos.
-¿Cómo está tu mente?
-En blanco.
-¿Y tu voluntad?
-Muerta.
-Ahora, Mary, pon atención a todo lo que te diga, te sientes muy bien en este estado, déjate llevar por mí, déjate envolver por mí, déjame entrar en tus pensamientos, déjame entrar en tu mente, déjame tomar tu voluntad.
-Sí, estoy a ti disposición.
-Ahora te daré un beso, te entregarás a mi beso, corresponderás con una mezcla de ternura y pasión
y conforme vaya pasando el tiempo, mientras dure ese beso, te sentirás más absorvida por mí, sentirás que me apodero de tu mente, de tus pensamientos y de tu voluntad más y más y cuando termine ese beso despertarás y solo recordarás que hablábamos, pero de ahora en adelante, siempre harás todo lo que te diga, no será necesario hipnotizarte de nuevo, tú harás todo aquello que te indique sin dudar, entendido, Mary.
-Sí, entiendo.
Se acercó a ella, la tomó de la barbilla, puso sus labios en los suyos y se enfrascaron en un largo beso, duró varios minutos.
Terminado ese beso, Mary regresaba de ese trance de a pocos, no comprendía bien, Liseth le dijo que se quedó dormida mientras charlaban, le dijo que era hora de dormir, que fuera a su casa y que regrese a l anoche siguiente.
Al despedirse nuevamente la besó en los labios, le dijo, esto se repetirá cuando regrese.
Desde ese día empezó a jugar con Mary a su antojo sin que Mary pudiera evitarlo ni cuestionarse el porqué estaba como sometida a Liseth, pero se sentía tranquila de vivir así, y regresaría a la siguiente noche.