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Prejuicios

Si tan sólo no juzgáramos a las personas antes de conocerlas tendríamos ideas muy diferentes y podríamos conocer sus gustos, ideas o incluso un pedacito de su piel.



Eso fue lo que me sucedió y no porque yo sea prejuicioso, al contrario. Cuando hablaba con Mauricio siempre tenía su voz sexy y las palabrotas que usaba para referirse al sexo me ponían muy cachondo. Habíamos conversado bastante tiempo pero la foto que tenía en su perfil de whatsapp estaba pixelada y no se veía bien. Yo varias veces le pedí fotos pero él decía que no le gustaban, así que tuve que esperar para conocerlo en persona.



Entonces llegó el preciado día, que prácticamente yo me encontraba haciendo mi tarea y ya pasaban de las 18:00 horas y la noche comenzaba apenas a acariciar a la ciudad con sus tonos oscuros y ahí fue cuando entró su llamada.



—Hola —dije.



—Hola, oye… entonces… ammm… ¿se podrá vernos hoy? —él dijo.



—Mmm, es un poco tarde y aún no termino mi tarea— contesté.



—Ándale sólo un ratito, aparte la tarde amerita estar un ratito juntos. ¿Qué dices? —repuso.



—Bueno, sólo un ratito —dije yo.



Enseguida acordamos el hotel más cercano para mí y para él y resultó que había uno a 30 minutos de mi casa. Así que, dejé mi pluma y mi cuaderno para poder cambiarme de ropa y salir de mi casa en dirección al hotel. ¡Al fin iba a conocer a Mauricio!



Llegué hasta la entrada del hotel y él ya me esperaba y fue totalmente diferente a mis ideas que yo me había hecho acerca de su persona ya que ese Mauricio era: más bajito que yo, usaba unos lentes de viejito, tenía el cabello un poco largo y se vestía un poco anticuado.



Pero bueno, eso no me importó ya que apreciaba mucho su compañía y sus pláticas y enseguida entramos al hotel e incluso la recepcionista se me quedó mirando un poco rara y no sé por qué.



Entramos en la habitación, dejó los condones sobre la cama y puso una película porno en la televisión.



Se acercó a mí con sus manos temblorosas y me dijo:



—Al fin te conozco, espero no huyas de mí —mencionó.



—¿Por qué debería hacerlo? —dije.



—Pues algunas personas salen corriendo al verme, espero no lo hagas —repuso.



—No lo haré, además ya pagaste la habitación —le contesté con un guiño.



Y dicho eso, tomó mis labios con sus pulgares, los acarició con dulzura y acercó su boca a la mía. Me abrazó y me besó con bastante pasión, en cambio arrimó su miembro con el mío, cabe recalcar que su miembro ya estaba duro y caliente.



—¿Ves cómo me pones?. Tú y tus “nudes” por whatsapp así me ponen —dijo y acercó mi mano a su entrepierna.



Yo sonreí maliciosamente al recibir el halago y con mi mano comencé a frotar su miembro que al contacto de mi mano saltaba de emoción y yo sentía como palpitaba su miembro debajo de mis dedos.



Él no usaba ropa interior y su pantalón tenía un agujero en la entrepierna, brindándome así su gran erección, lo saqué de ladito y comprobé un miembro grueso, con olor a hombre, velludo y con unos testículos grandes.



Me arrodillé y comencé a chuparlo con fuerza, salivando el glande y succionando uno y después sus dos testículos, esas bolas eran grandes que apenas me cabían las dos en mi pequeña boquita. Él en cambio, jadeaba, me miraba y cerraba los ojos al ver que su miembro desaparecía dentro de mi boca.



Pasé media hora succionando su hombría hasta que me levantó, me tomó por las caderas y me arrimó a su miembro al ritmo en que él me desnudaba, dejando ante él mi piel al descubierto.



Acto seguido me lanzó a la cama, dejando mis nalgas al aire para que él pudiera observarlas mientras que yo movía las caderas. Él se masturbaba al verme, hasta que introdujo su lengua en mis nalgas y recorrió con su lengua toda mi piel.



Comenzó por meterme dos dedos, eso me dejó sin aliento y me hizo jadear, preparó el camino para que su miembro pudiera pasar y así fue.



Metió su miembro poco a poco y comenzó a moverse dentro de mí, me tiraba del cabello para arquear la espalda y me proporcionaba azotes en las nalgas para apretar su miembro con mi ano.



Mis caderas se movían con sus embestidas, el sonido de la carne al chocar con mis nalgas era delicioso al igual que el aroma a sexo.



—¿Ahora quiero que te quejes como la chica de la película, ¿de acuerdo? —dijo.



—Yes Daddy, fuck me, fuck me hard Daddy, I just want to be your whore, yes Daddy—I said jaja.



Esas palabras lo pusieron muy cachondo y me metió su miembro con más fuerzas mientras mis manos tiraban de las sábanas para aguantar sus embestidas.



Me cogió de perrito, de misionero y después me pidió que hiciéramos un “69” y así fue.



Me monté sobre él y los dos succionábamos nuestros miembros a un ritmo rápido y me pidió que antes de que él se viniera le metiera los dedos y mi pene.



Yo lo hice, le metí uno y dos dedos mientras chupaba su pene, me coloqué el condón y sólo pude meterle la cabeza de mi pene.



—Sólo quería saber qué se siente —me dijo.



—¿Por qué, tú… no has tenido sexo anal? —pregunté.



—Sí claro, pero sólo con mujeres, no con hombres, eres el primero —contestó.



Y sólo se lo metí por 10 minutos porque él no aguantaba el dolor en su trasero. Así que me pidió que lo montara y yo obedecí.



Me senté despacito en su miembro grueso e hinchado y comencé a montarlo, él en cambio ponía sus manos en mis nalgas y las separaba para meter más y más adentro su miembro.



Me lo hizo muy rico, sus manos adheridas a mis nalgas apretujaban cada célula en mí. Sus embestidas rápidas y profundas me hacían gemir y pedir más de ese jugoso miembro.



Me daba nalgadas y yo sentía todo su miembro moverse dentro de mí, sus testículos chocaban con mis nalgas y cada vez era más intenso.



—Ya casi me vengo baby, ¿dónde los quieres? —mencionó.



—Ponlos en mi cara “Daddy” —contesté.



Me puse de rodillas y se quitó el condón, aferrando su mano derecha a su pene y masturbándose frenéticamente para obtener la leche que pudiera salir de ahí.



—Ya… ahh… ya… ahh… yaa casiii —jadeó entre dientes.



Y se vino en mi cara. El líquido era abundante y olía riquísimo, empapó mis lentes con su néctar y con mis dedos lo quité, introduje un poco de semen en mi boca y lo besé y compartimos los dos un dulce besos blanco.



Me besó con pasión y sus manos seguían aferradas a mis nalgas cual hiedra venenosa a mi cuerpo. Las estrujó y me jaló hacia la cama, puse mi cuerpo encima de él y se quedó dormido.



Querido corazón: lamento haber tardado tanto en subir relato, perdón. Espero que te haya gustado la historia y recuerda en no tener prejuicios con los demás ya que no sabemos lo que nos espera debajo de su personalidad o debajo de sus sábanas.



¡Hasta pronto!


Datos del Relato
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