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Me vestí como todas las tardes con su traje azul oscuro y corbata haciendo juego. Apenas eran las seis de la tarde y ya conducía su coche hacia la discoteca donde trabajaba. Se encontraba charlando con algunos camareros, mientras esperaban al dueño que tenía que abrir, de algún tema intrascendente cuando no pudo evitar fijar su mirada en la impresionante pareja de chicas que, como perdidas sin rumbo fijo y con mirada de curiosidad se acercaron a ellos.
-Por favor, perdonad pero no somos de aquí y queremos divertirnos un rato. ¿dónde hay algo de ambiente por aquí? Nos han dicho que esta era la zona de moda.
-Os han informado bien, pero aún es un poco pronto, hasta dentro de media hora no abren la mayoría de locales y el ambiente empieza a partir de las diez o diez y media.
-Muchas gracias, quizás nos veamos luego.
-Os estaré esperando – contesté mientras se alejaban moviendo ese contorneado culito.
No se podía decir que una estuviera mejor que la otra; cada cual tenía algo especial. La rubia era mas alta y con menos volumen pectoral, pero sus nalgas eran aún más firmes si cabía que las de su amiga. La pelirroja era mas guapa, con unos enormes ojos verdes que iluminaban la calle a su paso y con unas tetas grandes pero sin exagerar, muy firmes y cuyos pezones parecían querer romper el suéter ajustado de color blanco. Ambas vestían pantalón pirata y sandalias con tacón alto que estilizaba sus andares.
-Ojalá sea verdad y vuelvan luego, no he podido evitar la erección. ¡ Pero que buenas que están! - le comenté a Julio, uno de los camareros con el que tenía bastante confianza.
La tarde fue tranquila, no hubo demasiado jaleo, solo un par de tios que venían ya un poco cargados y que tuve que entrar a sacarlos, pero por lo demás todo bien, hasta que llegó la hora de cenar. Como todas las noches fui a buscar al compañero de "Studio 12" y de allí nos dirigimos al restaurante. Al entrar mi radar funciono a la perfección. Allí estaban ellas sentadas charlando y riendo mientras tomaban una copa.
-Por lo que veo todavía no os han servido
-No, y llevamos esperando ya bastante tiempo
-Os importa que nos sentemos con vosotras
-No, en absoluto.
-¡Luis por favor! – Levanté la mano dirigiéndome a uno de los camareros – tómanos nota por favor.
-Hola JC, que bien acompañado te veo.
-Mira te presento a . . . perdón no nos hemos presentado, yo soy JC, estos son mis amigos, Julio y Luis, que nos va a servir la cena. ¿Vosotras os llamáis . . .?
-Perdona Silvia y Susana pero podéis llamarnos Silvy y Susy
Hechas las presentaciones cenamos y charlamos animadamente. Nos dijeron que eran de Granada y que estaban de vacaciones, habían terminado la carrera y querían pasar unos días sin nada mas que pensar en diversión.
Al cabo de la hora nosotros debíamos volver al trabajo por lo que nos despedimos cordialmente, aunque sin conseguir el teléfono de alguna de ellas al menos; en eso fueron bastante duras.
Ya en la puerta de la disco, ese era mi puesto, la rutina de siempre: que si las entradas, que si tu no pasas, etc. . . Era ya tarde, me bebía un zumo de tomate con una pizca de sal, cuando de repente casi atraganto, allí estaban ellas otra vez, y esta vez venían de frente.
-¿Nos dejas pasar?, no nos dijiste que trabajabas en la puerta.
-No lo habíais preguntado, pero pasar por favor, ir a la barra y preguntar por Julio. Decirle que os ponga una copa de mi parte.
-Muchas gracias.
¿Que alto es verdad? Pude oír mientras pasaban a la sala. La verdad es que si soy bastante alto, casi dos metros, pero lo que me dejó sin saber reaccionar fue su siguiente comentario. ¿Te imaginas que tenga todo con arreglo al cuerpo?
Estuve a punto de dejar la puerta y todo e irme tras ellas, casi no podía disimular el bulto de mi entrepierna. Pero lo que es la vida del portero de disco, había que aguantarse.
De vez en cuando miraba abriendo la cortina de terciopelo negro que separaba la entrada del hall de entrada y allí estaban ellas en el centro de la pista, siendo el centro de atención de la mayoría de los hombres. Aquella fue una de las peores noches que pasé, ¡Madre mía que erecciones!. Pero en fin, como os he dicho antes eso era lo malo de ser portero.
Cuando cerramos se despidieron con dos sonoros besos en la mejilla y se volvieron a negar a dejarme un teléfono de contacto.
Ya había cerrado Andrés, el dueño, y me dirigía al aparcamiento a coger el coche, andando un poco cabizbajo por los bajos de la calle mirando como de reojo al resto de discotecas y bares ya cerrados.
-Hola JC, no pensarías que te íbamos a dejar ir de rositas - mi sorpresa fue mayúscula cuando me las vi salir de un esquinazo dirigiéndose hacia mi.
-Pensaba que no volvería a veros.
-Pues aún te queda una última sorpresa ¿Dónde podemos tomar la última copa?
-Por aquí está todo cerrado – y en ese momento decidí jugármelo todo a una carta – pero tengo un mini bar bastante completo en mi apartamento.
-¿Vives solo?
-Si, tengo un apartamento cerca de aquí.
-Ok, serás nuestro guía.
En el coche la pelirroja se sentó delante y se giraba hacia mi para preguntarme por como vivía, que hacía, si tenía pareja, si estudiaba, etc. . . Intenté satisfacer su curiosidad lo mejor posible, pero era una autentica ametralladora. Lo peor era que no se daba cuenta de que mis ojos miraban mas a sus pezones que a la carretera.
Ya en el apartamento me dirigí a la barra del mini bar
-Pasad y poneros cómodas, ¿qué queréis tomar? – me volví a preguntarles y según pude comprobar se tomaron muy al pié de la letra eso de ponerse cómodas. Estaban las dos sin pantalones, con un tanquita diminuto y con el sueter ajustado.
-¿No te importa verdad? Yo quiero un Bacardí con limón y para ella JB con mucho hielo. – me dijo Silvy sin apartar su penetrante mirada de mis ojos.
-No, en absoluto. En seguida están vuestras copas.
Me dirigí al sofá con un vaso en cada mano y al llegar a su altura, Silvia, como yo prefiero llamarla, se incorporó, me atrajo hacia si y sin mediar palabra me desabrochó la bragueta y, buscando con la mano, consiguió sacarme mi polla que apuntaba directamente a su cara.
-Te lo dije, lo tiene todo con arreglo al cuerpo. – La verdad es que no era para tanto, si, la tengo un poco más grande de lo normal pero no pasa de veintidós centímetros.
Con las copas aún en la mano sólo sentía como con su boca me succionaba como muy pocas veces me lo habían hecho. Casi le entraba entera, la mojó muy bien, haciéndola llegar hasta su garganta, mientras con las manos me quitaba el cinturón y desabrochaba el pantalón para dejarlo caer al suelo junto al slip. Su amiga no perdía ni un momento de la escena. Se calentaba por momentos pero de repente Silvia paró y allí estaba yo de pie con dos vasos en la mano desnudo de cintura para abajo y con una erección que parecía querer romper por algún sitio. Sentía mi capullo enorme, congestionado, lleno de sangre y como si fuera a explotar. Pero ellas estaban decididas hacerme sufrir un poco. Les di sus copas y me dirigí de nuevo al bar para coger la mía.
-Su culo no esta tan mal como tu decías – le dijo Susana a Silvia.
Yo empezaban a pensar que realmente esto era algo premeditado y comencé a pensar en alguna broma de algún amigo. Era típico mandarle una chica a un colega de la panda para que le dejara caliente al máximo. Pero sin decir nada me fui al sofá y comenzamos a charlar nuevamente como si allí no pasara nada. Según dijeron acababan de terminar la carrera de industriales y vivían juntas en una casita de una localidad cercana a Granada. A mi la verdad es que la situación me parecía algo "irónica", pues allí estabamos los tres medio desnudos y tomando una copa y charlando.
-¿Quién os ha enviado? Seguro que ha sido Ricardo, ¡este tío es la leche! ¿De que le conocéis?
-No sabemos quien ese, ¿a que te refieres?
-Bueno, está bien, os seguiré el juego. – y, acto seguido, me desinhibí totalmente tomando el control de la situación.
Dejé el vaso encima de la mesa, me arrodillé frente a ambas en el sofá, les retiré sus vasos y los deposité junto al mío, y abriendo de piernas primero a Susana la sujeté las manos como si la estuviera crucificando y acto seguido hundí mi boca en su entrepierna. No quería ir directo al grano por lo que comencé a besarle la cara interna de sus muslos, por cierto con un perfume muy agradable. Pasaba de uno a otro acercándome cada vez mas a su hendidura. Cuando pasaba cerca de su clítoris lo calentaba con mi aliento, como queriendo desempañarlo. Tenía un sexo bonito, uno de los mas bonitos que he visto. Estaba parcialmente afeitado, conservando algo de vello en la zona alta de su pubis. A mi la verdad es que me encanta jugar así es que decidí hacer lo propio con mi lengua y su vello púbico haciendo pequeños tirabuzones. Daba besitos suaves a ambos lados de sus lisos labios hasta que decidí que ya era hora de abrir aquella cueva. Pasé la lengua suavemente por encima de su hendidura aumentando la presión hasta conseguir separar sus jugosos obstáculos que protegían su botón de placer. Comencé a sorberlo, besarlo, jugar con la lengua con él, tomarlo entre mis labios presionándolo hasta arrancar gemidos de placer. Bajé hasta la entrada de sus profundidades y sin mas dilación metí la lengua todo lo profundo que pude mientras con mi labio superior no de dejaba de presionar su clítoris. Los gemidos empezaron a ser jadeos y en ese momento me retiré un momento para tomar un poco de aire y volver con mas énfasis si cabía, pero que agradable sorpresa me llevé cuando su amiga se había quitado toda la ropa y se encontraba de pie a sus espaldas sujetándole los pechos con las manos como queriendo juntarlos y agachándose para mordisquearle sus rosados pezones. Aquello me puso mas a tope y, sin perder tiempo, volví a lo mío. Seguía succionando, lamiendo, jugando hasta que decidí soltarle las manos y usarlas yo en su tierno coño. Le introduje un dedo, luego dos, sin oposición, estaba completamente húmeda. Después de un rato decidí cambiar de mano y pasar mis dedos mojados en su flujo a su aposento trasero. No sabía como reaccionaría así es que tuve mucha paciencia y delicadeza hasta que la yema de mi dedo corazón comenzó a rozar suavemente alrededor de su estrecho culito. Pronto estaba entrando despacito mientras con mi saliva iba humedeciendo el resto de dedo que quedaba por entrar. Comencé un movimiento de entrada salida alternando con los dedos de la otra mano que se encontraban en su vagina, claro está, sin dejar de lamer su sabroso clítoris. Los jadeos se empezaban a hacer casi chillidos ahogados de placer. Parecía que el gustaba como la estaba tratando.
Su amiga cambió de posición, se fue detrás de mi, apartó la mesa y se tumbó en el suelo paralela al sofá y metió su cabeza debajo de mis caderas hasta conseguir meterse mi polla en su boca.
Ahora era yo el que comenzaba a gemir. Su amiga se desembarazó de mi y se puso de pié, echó el sofá hacia atrás y me colocó de pie delante de ella forzando a su compañera a ponerse de rodillas, que seguía sin soltar el trofeo de su boca, y arrodillándose ella también solicitó compartir el festín.
Aquello era increíble, nunca me habían hecho una mamada a la limón. Creí que no podría resistir de pie mucho tiempo. Las piernas comenzaban a flaquear y antes de permitir que eso sucediera quise que Susana tuviera el mismo tratamiento que su amiga, solo que en este caso la tumbé en el suelo y, antes de llegar a su coñito, super poblado al contrario que su amiga, recorrí con mis labios su cuerpo desde los lóbulos de sus orejas hasta su vello púbico entreteniéndome en sus pechos y sus caderas. Prácticamente la traté de la misma manera solo que se notaba que no era la primera vez que su culito recibía algo mayor que mi dedo. Esto hizo que después de un rato decidiera que fuera ella la primera que recibiera mi polla y no precisamente en su coño. Me arrodillé de frente a ella levante sus piernas sujetándolas por el tobillo y le dije a Silvia
-Humedéceme la polla, quiero que me la pongas chorreando.
Dicho y hecho, dejó de momento los oscuros pezones de Susana para dedicarse por entero a mi miembro, con una maestría fuera de toda duda.
-Ahora cómele el coño y mójale su culito. – Parecía que estaba esperando mi orden para lanzarse con ansia sobre su amiga.
Y, cuando ya estuvo bien lubricada con la saliva de Silvia, coloqué mi capullo en la entrada de su culo. Comencé a empujar despacio primero, no quería hacerla daño, pero, como ya he dicho antes, se notaba que no era la primera vez y al segundo empujón mi polla no encontró obstáculo para entrar hasta el fondo. Mis bolas tocaron sus nalgas y, en ese momento, inicié un movimiento de vaivén mientras Silvia se dedicaba a comerle el clítoris mientras metía dos dedos en su vagina.
Muy poco tardó Susana en correrse como una posesa. Sus caderas subían y bajaban como actuadas por un resorte. A Silvia le costaba mantener su boca en su enorme y abultado clítoris. Los chillidos eran continuos hasta el punto de que temí que viniera algún vecino a quejarse de los ruidos.
La saqué de su culo y tomé a su amiga por las caderas situándola a estilo perro mientras se la metía en su coño sujetándola sin dejar que se moviera. Susana quiso corresponder el favor anterior de Silvia y situó su cabeza bajo sus pechos para comenzar a mordisquear sus pezones.
-Quiero que me hagas lo mismo que a Susy, no quiero ser menos.
Susana pasó a sorberle el clítoris mientras yo mojaba la entrada de su culo con la yema de mi dedo. Volví a meter mi dedo despacio, moviéndolo poco a poco. Saqué mi miembro de su coño y lo coloqué en la entrada de su puerta trasera, aún con el dedo dentro, y a medida que iba saliendo el dedo iba aumentando la presión de mi glande hasta que el dedo dejó paso a mi falo y lo comencé a introducir despacio. Susana se colocó a mi lado de rodillas y con su boca iba humedeciendo mi polla a punto de estallar. Pero tenía que aguantar como fuera, no podía perder esta oportunidad. Seguí metiéndola hasta que ya no podía mas y, como en el caso de su compañera, me movía adentro y afuera. Me levanté sin sacarla manteniendo una postura agachada, pero se me hacía algo incómodo. Ahora si la saqué y la tumbé boca arriba. Se la metí en el coño, luego en el culo, luego otra vez en el coño. . . ya no sabía por donde entraba, solo se que de repente noté como Silvia me masajeaba la espalda con sus tetas, recorriendo mi columna de arriba abajo. Susana se estaba corriendo, mas silenciosa que su amiga, pero con una intensidad tal que parecía que de repente el cuerpo lo tuviera de piedra.
-Que me corro, - se escapó de mis labios
-Espera – se tumbaron las dos juntas - Llénanos la boca, queremos tu leche.
Y me corrí de una forma salvaje. Creo que fue el orgasmo mas largo que he tendido en mi vida, creía que nunca iba a dejar de manar el manantial de semen. Sus caras estaban totalmente salpicadas y yo solo atinaba a sacudir las últimas gotas de mi corrida. Cuando yo hube parado se fundieron en un beso largo y profundo, apasionado.
Nos sentamos los tres exhaustos, yo más tengo que reconocer, y nos fumamos un pitillo. Tomamos otra vez las copas y, ahora todos desnudos, comenzamos a charlar nuevamente.
-Venga ahora la verdad, ¿quién os ha enviado?
-¿Te acuerdas del fin de semana pasado? Había una chica un poco feucha con la que se estaban metiendo en la calle unos chicos, y tu la llamaste, la metiste en la disco y le invitaste a una copa y estuviste un rato calmándola.
-Si me acuerdo perfectamente, aquellos elementos eran unos cerdos de cuidado, y la chica era muy maja .¿Por qué?
-Era nuestra hermana. Nos habló muy bien de ti y decidimos darte una alegría, aunque ninguna de las dos creíamos que iba a llegar tan lejos. Pero, después de todo, ha sido un gran placer, de verdad.
-El placer ha sido mío, os lo aseguro.
Dormimos repartidos como pudimos y luego ya por la tarde se fueron, no sin antes darnos otra ración de agradecimiento.
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