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Categoría: Confesiones

Por venganza me folle a mi cuñado en el cumple de mi cuñada

– Deja de tocarme las nalgas. ¿Por qué me trajiste a este hotel?

– Porque tú misma me dijiste que no querías ir a tu casa.

– ¿Y cómo quieres que vaya? Cuando mi marido se dé cuenta que no estoy en la fiesta de tu hermana, va a salir a buscarme, precisamente a la casa.

– Es que tu marido es un pendejo, mira que meterle mano a la mejor amiga de Laura y encima casi se la coge en el jardín.

– No me recuerdes ese cuadro porque me pongo verde del coraje. Deja de meterme mano, el hecho de que mi marido me ponga los cuernos no quiere decir que yo haga lo mismo. Sírveme un trago mejor, pero poquito que ya sabes que a mí el alcohol no me sienta bien.

– Debería de vengarte cogiendo conmigo.

– ¡Estás loco! ¡¿Acostarme con mi propio cuñado?!

– ¿Y por qué no?

– Te juro que ganas no me faltan, pero, aunque no me lo creas nunca le he sido infiel… Huy, este trago está muy cargado.

– Siempre hay una primera vez. Cuéntame ¿te coge rico mi hermano?

– No voy a hablar contigo de esas cosas.

-Vamos, cuéntame, no seas malita.

– Te juro que no sé, él fue el primero y el único, no tengo modo de saberlo.

– Dame un beso.

Yo iba a negarme cuando sin previo aviso me metió la lengua en la boca y sentí algo delicioso, algo que nunca había sentido, me colgué de su cuello y me abandoné a aquel beso húmedo, ahí me di cuenta que mi marido no me besa como mi cuñado, pero me separé cuando sentí su erección en mi estómago y sus manos en mis nalgas, le dije que se comportara, pero no podía dejar de mirar su tremendo paquete en el pantalón, él me volvió a sujetar por atrás y volví a sentir su pene refregándose en mi trasero, me besaba el cuello y me sobaba los pechos de una manera deliciosa, era el momento de irme, pero mi cuerpo me pedía otra cosa.

-Espera, ¡Espera, Abel! No podemos hacer esto, no solo porque eres mi cuñado sino además yo soy más vieja que tú.

-Ay, Paty, solo me llevas diez años y tú a tus cuarenta te ves espectacular, de verdad que no entiendo como el pendejo de mi hermano te tiene tan descuidada.

-Sí, pero eso no justifica que yo me comporte igual.

-Pero mira cómo me tienes.

-Todos los hombres son iguales, solo ven una vieja y se les para la cosa.

– ¿No te gustaría tener mi cosa en tu boquita?

– ¡Qué asco!

– ¿Nunca le has mamado la verga a mi hermano?

-No me hables así, respétame… y no, nunca se lo he hecho. Mejor sírveme otro trago, pero no tan cargado.

-No me vayas a decir que solo te coge de misionero.

– ¿Cómo así? ¿Qué es eso?

-Es cuando se monta encima de ti.

-Exacto, solo eso pasa.

-Siento como si me estuviera ligando a una virgen.

-En primer lugar, no me estás ligando y en segundo ya no soy virgen y la mejor prueba es mi hija Fernanda… no te me acerques porque grito.

– ¿Qué quieres hacer?

-No sé… no quiero ir a mi casa, afortunadamente Fernanda se quedó en casa de una amiga.

-Ya ves, no tenemos de nada de qué preocuparnos y con tiempo, aprovechémoslo.

-No, mejor llévame a mi casa, aunque le tenga que ver la jeta a ese cabrón.

– ¿Y si cuando llegues no está? Seguramente se fue a coger a esa putita.

-No me digas eso porque se me revuelven las tripas.

-Entonces ¿qué hacemos? El hotel ya está pagado, ¿quieres que me vaya?

-No, por favor, no me dejes sola… pero respétame… tengo miedo de que me violes.

-Dime una cosa ¿Te gustó como te besé?

– Pues como la mujer decente que soy debería de decirte que no, pero… la verdad… me encantó, nadie me había besado así.

Y me volvió a besar, podía sentir como nuestras lenguas se entrelazaban dentro de la boca, me imaginé al cabrón de mi esposo haciendo lo mismo con esa cualquiera y por eso no dije nada cuando Abel me acarició los senos, sentí como mis pezones se paraban ¿Por qué nunca había sentido eso con mi esposo? Algo en mi entrepierna empezaba a reaccionar, me sentí húmeda y apretaba las piernas para estimular mi clítoris, cuando sentí su mano frotándome las nalgas, me las abría y me las cerraba, que caricia más deliciosa, yo inconscientemente pegué mi pubis al de él para sentir su pene frotándose contra mi cuerpo, él hacía lo mismo, ya no había vuelta atrás, ese era el momento cuando ya no le podía decir que no a lo que me pidiera, pero fingí decencia.

-No, Abel, suéltame, mañana nos vamos a arrepentir de esto.

-No tenemos que arrepentirnos de nada si no se lo contamos a nadie, este será nuestro secreto.

– ¿Me lo juras?

-Por mi madre que es lo más sagrado que tengo.

-Sírveme otro trago para agarrar valor.

-Yo sí puedo decirte que besas delicioso.

-Gracias.

-Y que además estás re buena.

-No me gusta que me hables así, como si fuera una cualquiera.

-No es eso, Paty, a mis novias les hablo así y no les molesta, al contrario, mientras más sucio les hablo más se calientan.

-Pero yo no soy una de tus novias, soy le esposa de tu hermano mayor.

-Eso me da más morbo, ven vamos a la cama.

-Pero trátame bien, mira que yo nunca he hecho estas cosas.

– ¿Quieres que te enseñe?

-Si como besas haces todo lo demás, voy a ser tun mejor alumna.

Y entonces me senté en la cama y Abel, como todo un caballero, empezó a quitarme los tacones, ese gesto me encantó, luego bajó el cierre de mi vestido y me lo quitó, yo de manera inconsciente me tapé los pechos, él con mucha paciencia hundió su cara entre mis pechos y me quitó las manos, yo veía a ese hombre encantador como me trataba, no como el estúpido de mi esposo que me usaba como un objeto sexual, en cambio Abel me trataba como si fuera su novia y encima estaba re guapo el muy cabrón… luego desabrochó mi sostén y sentí como se metía a la boca mi pezón izquierdo, eso me hizo alucinar, luego el derecho, que cosa más rica, después me acostó y se subió encima de mí y me volvió a besar la boca, yo lo abracé y hasta creo que gemí, me beso el cuello y luego las orejas, nadie me había hecho eso, sentí un escalofrío delicioso recorrer mi espalda.

Luego fue bajando por mi cuerpo besando y lamiendo cada parte de él, pero se saltó mi pubis y fue directo a chuparme los dedos de los pies, yo me sentía como una reina atendida por un príncipe azul, después fue subiendo por mis piernas besándome los muslos, estaba derretida ante sus caricias magistrales, llegó a mi pubis y me lanzaba su aliento encima del calzón, ¿cómo una cosa tan simple podía hacerme sentir tan excitada?… y llegó el momento esperado, me quitó el calzón y quedé totalmente desnuda para lo que mi cuñado quisiera hacer conmigo, estaba dispuesta a todo.

-Eres una delicia, Patricia.

-Pero yo también quiero ver, quítate la ropa.

-Yo me quito la parte de arriba, pero tú quítame la parte de abajo… eso, ahora quítame el pantalón, sigue, ahora el bóxer… ¿no que quería ver?

-Está bien, prometí ser buena alumna… Huy, Abel, tienes una cosa inmensa.

– ¿Es más grande que la de mi hermano?

-Ay Dios, la de tu hermano es una cosita insignificante en comparación con la tuya.

-Entonces por qué no le das un besito.

-No sé… nunca lo he hecho…

– ¿Qué pasa cuando una alumna no le hace caso a su maestro?

-La castigan… pero depende del castigo, voy a saber si lo hago o no.

– ¿Así? Pues imagínate a esa cualquiera, como tú le dices, chupándole la verga a tu esposo.

-Eres un maldito.

-Eso… ay, qué rico… cuidado con los dientes… así… ay… así, mamita… que rico me mamas la verga… para ser tu primera vez lo haces delicioso… así, sigue… métetela toda…

-Es que no me cabe… es muy larga y gruesa.

-Prueba, mi amor… ah… uf… así… otro poquito… ya casi te entra toda… ay, Paty, mamas verga como una profesional.

-De verdad, ¿te gusta? Porque a mí me está fascinando… de saber lo rico que se siente ya lo hubiera probado.

-Eso, así… que rico… ahora chúpame los huevos…

– ¿Cómo hago eso?

-Pásame la lengua… así… más… mira cómo me cabecea la verga… eso… ahora métete un huevo a la boca… uf… ay, suavecito.

-Perdón.

-Sigue, mamita… así… ahora el otro… muy bien… ahora pajéame la verga… pero sigue lamiendo mis huevos… eres una diosa… espera… espera… me vas a hacer acabar…

-Eso quiero.

-Pero me da pena acabar en tu boca.

-Que no te de pena… hoy quiero que sea mi primera vez contigo, échamelos, por favor, quiero probar el sabor del semen.

Y se vació en mi boca de una manera abundante en medio de gemidos y gritos como de animal salvaje, yo aguanté cuando me la metió hasta la campanilla y sentí como sus chorros invadían mi garganta, me los tragué gustosa, que delicioso sabor tenían, luego le limpié bien el pene y nos acostamos a descansar, como ya era tarde, pensé que había llegado la hora de dormir, pero para nada, esto apenas estaba comenzando, Abel se levantó a servir más tragos y pude verle ese cuerpo delicioso que me estaba comiendo, me encantaba verle esas nalgas duras y bien paradas y cuando venía con los tragos pude admirar sus piernas, ese pecho velludo y esa cosota colgando que me hacía tan feliz.

-Ahora me toca a mí.

– ¿Me la vas a chupar?… ¿No te da asco?… es que antes de salir de la fiesta fui a orinar, ¿quieres que me bañe antes?

-No querida… te sorprenderías del gusto que provocan los olores… abre las piernas… ay, qué rica… tienes la cuca bien depiladita.

-…ay Abel, no sé qué es lo que me estás haciendo, pero siento muy rico… así, mi vida… que lengua, por Dios…

-Tienes un sabor exquisito… ¿te gusta cómo te meto mis dedos en la cuquita mientras te chupo el clítoris?

-Sí, si me gusta… me gusta mucho… métemelos más… más adentro… méteme otro dedo… ay cuñado, que rico me violas mi cosita… me tienes a punto de terminar…

-Voy a hacer algo que te va a enloquecer… recuerda que tú eres mi alumna y yo el maestro.

-Sí hazme lo que quieras, ya quiero acabar… ay… sigue… sigue… ¿Qué me haces?… ay Abel… eres un pervertido… pero sigue… nunca me habían penetrado con la lengua mi hoyito trasero… pero que rico se siente… más… mas… ¿Por qué te estás chupando un dedo?… ¡Ay!… espera, Abel… me duele mi culito… ay…

-Relájate, no lo aprietes… eso… afloja las nalgas… ahora sí, vente en mi cara cuando quieras, te voy a seguir metiendo dedos en tu panochita y te voy a chupar el clítoris… ¿te gusta?

-Nunca había sentido tanto placer… así, cuñado… así… méteme todo el dedo en el culito… ay… viólame mi cosita… nunca había sido penetrada por mis dos agujeros… ay… esto es fantástico…

-Pero ¿te gusta?

-Me vuelves loca… méteme hasta el fondo los dedos… ay… ¿Qué estás haciendo?

-Te estoy hurgando el culo y la panocha.

-Ay… que rico siento cuando me hablas así… sigue… más, más más… me vengo, papito… aaaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy…

Qué cosas más maravillosas me hacía este hombre, nunca había terminado en la boca de nadie y era exquisito… sentí que se me cerraban los ojos… pero Abel no estaba dispuesto a dejarme dormir, hizo algo que me volvió loca, me puso de pie, me llevó a la ducha, yo creí que quería que nos bañáramos juntos, pero no, me echó todo el trago en el cuerpo y luego me besó hasta la sombra, como dice Arjona, después me llevó a la cama y él mismo me puso en esa posición que no sabía que se llamaba de perrito, mejor dicho, perrita, me estuvo pasando la cabeza de su pene por toda la extensión de mi vagina, la pasaba desde mi clítoris hasta mi culito y va de nuevo de regreso.

-Ya, métemela por favor.

-Pídeme que te dé verga.

-No me pidas que te hable así, no puedo, no estoy acostumbrada.

– ¿No que ibas a ser una buena alumna?

-Sí, pero eso no… métemela por favor.

-A mi novia le encanta hablarme así.

– ¿Cómo te atreves a hablarme de tu novia cuando estás a punto de penetrarme?

-Y no solo a mi novia le gusta hablarme así, también a la puta que se ha de estar cogiendo tu marido, le encanta.

– ¿Ya te acostaste con ella?

-No, dije que me la cogí y le encanta pedirme verga, eso ha de estar haciendo en este momento, pidiéndole que tu marido le meta toda la verga.

-Ay me tienes desesperada, enloquecida… ¿por qué mencionas a esa cualquiera?… ay… dame por favor…

– ¿Dame qué?

-… ¡Dame verga, papito!… entiérrame toda tu verga en mi panocha…

– ¿Ves que no era tan difícil?… ahora prepárate porque te voy a hacer gozar como a una puta.

– Ay… que grande tienes la verga… pero muy rica… así… dame verga… destrózame la panocha… eso, papito… quiero ser siempre tu puta… cógeme… cógeme así…

-Eso puta cabrona… verga querías… verga te voy a dar…

-No sé porque me excita tanto que me hables así… pero me gusta… trátame como si fuera una puta a la que le pagaste para que te diera placer…

-Eso puta… mueve el culo… así… cógete tú solita… así, perrita… así… atrás y adelante… eso zorrita…. Ahora mueve el culo en círculos… así… que rico…

-Que delicia… siento como si te creciera más la verga… me encanta moverte el culo… ¿te gusta?… ¿te gusta, mi macho?… cógeme… chíngame la panocha… jódeme… písame… taládrame… date gusto con esta puta…

Ahí justo tuve mi segundo orgasmo, quedé desfallecida, pero Abel se acostó y me pidió que me sentara en su gran pija, me acomodé, le agarré la verga por la base y me la fui metiendo poco a poco hasta que sentí sus pelos en mis nalgas y entonces empecé a cabalgar como una yegua en celo, Abel me mamaba las tetas y me metía un dedo en el culo, parecía un pulpo, yo no me reconocía a mí misma, yo me sentía una frígida cada vez que me acostaba con mi esposo, pero este hombre había sacado todo lo puta que yo podía llegar a ser, le decía las peores obscenidades que salían de mi boca, como si lo hubiera hecho toda la vida y me excitaba, era otra, él me nalgueaba y tiraba de mi cabello con violencia, no sé por qué no lo paré, bueno, sí sé, me encantaba que me usara, que hiciera conmigo lo que se le viniera en gana, quería que me agarrara a bofetadas, pero no me atreví a pedírselo… me sacó la verga cuando estaba a punto de mi tercer orgasmo.

-Ven ponte de cucharita… así, putita… ¿Te gustó que te tratara como puta?

-Me encantó, me transformaste, yo no sabía que se podía tener tanto placer con todas esas cosas que me enseñas.

-Y las que faltan, a toda puta hay que cogérsela por el culo.

-No Abel, eso no, dicen mis amigas que duele mucho… no me hagas daño, por favor.

– ¿Te quieres graduar de puta? ¿Sí o no?

– ¿No te parece suficiente todo lo que me has obligado a hacer?

– ¿Qué yo te he obligado?

-Bueno, no todo, yo nunca había chupado un pene, ni había hablado así.

-Pero lo hiciste porque querías verga, porque eres una puta y a las putas se les rompen el culo.

-Está bien, pero hazlo despacio… a ti no te puedo negar nada… esta será mi venganza, en secreto, pero venganza al fin de cuentas… le quiero ver la cara al cabrón de tu hermano con el culo roto, este culo que me lo ha pedido siempre y nunca se lo he dado, está bien, rómpeme el culo.

-Deja que te lo chupe primero y luego te meto un dedito ¿te gusta?

-Ya sabes que sí, me enloquece que juegues con mi culo… así, papi… ay… ahora méteme otro… uf… no me va a caber tu verga… la tienes muy gruesa… ay…

-A ver… te meto tres dedos… eso… ya se te está abriendo el culo… no lo aprietes porque te va a doler más…

-Así… húrgamelo… ay, qué rico… ¿qué me haces?… siento delicioso como me estimulas el clítoris mientras me hurgas el culo…

-Bueno, mi puta cuñada Patricia, te llegó la hora, a tus 40 años, que te rompa el culo… afloja mamita…

-Ay… despacio… ya entró la cabeza… espera, espera a que mi culo se acostumbre a tu tamaño… déjame a mí… ah… ya entró otro poquito…

-Pero ni siquiera vas por la mitad.

-No me va a caber… ay… siento que me cago…

-Es normal, pero no va a pasar, solo tienes la sensación, pero cuando la sientas hasta el fondo de tu culo vas a sentir mucho más placer que por la cuca…

-Ya entró la mitad…

-Sigue… que falta la otra mitad… que rico culo tienes…

-Espera, es que siento que me falta el aire… ay… me siento tan llena… otro poquito… ay… ojalá no sangre… ay… ya… ya siento tus pelos en mis nalgas…

-Eso mi puta… yo sabía que te ibas a comer toda mi verga por ese culo abierto…

-Ay… déjame metérmela y sacármela a mi ritmo y cuando esté lista me puede romper el culo… ay… duele… pero es un dolor rico… nunca imaginé dar el culo y menos a ti, mi cuñado.

-Sí cuñada… siempre te llevé ganas, miraba tu culo y me pajeaba pensando en tenerte así, bien clavada en mi verga.

-Sí papi…ay… tenías razón… se siente muy rico… más rico que por la panocha… sí… más… dame verga por el culo… ay… no tan duro… espera… sí… un poquito más… ay… más… más fuerte… así… la siento hasta la garganta… que rica verga tienes… uf… ahora sí… rómpeme el culo… dame verga…. Dame fuerte…

-A la puta, que apretado tiene el hoyo… así… mueve ese culo, cabrona de mierda… eso puta… cógete esta verga que te hace feliz… puta… nunca creí que mi fantasía de romperte el culo se me haría realidad.

-No sabía que yo era tu fantasía… me halagas… que rico siento… ay… me vas a partir en dos… que verga tienes, por Dios… ¿ahora si me gradué de puta?

-Ya casi… eso apriétame los huevos con tus nalgas… así… que buena perra me estoy cogiendo… pero te falta aprender mucho todavía…

-Yo quiero ser como esa novia que tienes… dame verga, papi… entiérramela hasta el fondo… ay qué rico… fuerte, dame más fuerte… ya me vengo…

– ¿Sabes quién es mi novia?

-No me importa… dame verga… estoy a punto de tener mi primer orgasmo por el culo… dame más… más fuerte… dame duro, cabrón… ay…

-Mi novia es… tu hija Fernanda.

– ¡¿Qué?! Hijo de puta…

– ¿Quieres que te saque la verga?

– No, maldito perro, me vengo… dame verga… soy tu puta… méteme toda la verga, hasta el fondo… culéame fuerte… aaaaaaaaaayyyyyy… Me vineeeeeeeeeee.

FIN.

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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