Escuchó el despertador como todos los días, se levantó y simplemente dijo: “Buenos días cariño, ya es hora de levantarse”.
Se duchó, se vistió y fue a la cocina, empezó a preparar el desayuno, las tostadas, el café, todo encaminado.
Tenía puesta la blusa roja con broches de presión y una falda negra que insinuaba unas curvas, que en otras épocas hicieron suspirar a muchos...
Llevaba la cafetera hacia la mesa, cuando miró su nuca y todo él se volvió terriblemente deseable no podía resistir el deseo de besarlo, dejó lo que tenía en las manos y se acercó por detrás y lo besó muy suave en el cuello, lo rozó con sus labios y su lengua, le dijo al oído,” tu perfume me vuelve absolutamente loca, te deseo” el respondió con una sonrisa y mirada cómplices y ella quedo atrapada de forma tal que las manos de él abrazaron su cintura y comenzaron a jalar la falda que quedó a sus pies y con sus dos manos apretándolas contra su cuerpo por debajo de la blusa, comenzaron a saltar de a uno los broches de presión. Andrea empezó a jugar en su boca de forma impensada, solo actuaba de acuerdo con lo que su imaginación le iba indicando, un beso que comenzó dulce y suave sobre los labios de Darío se fue transformando poco a poco, dibujó con su lengua los labios de él, lucho por separarlos y se zambulló salvaje en su boca, explorando todas las posibilidades que tenía y lo succionaba y absorbía con placer y se excitaba más, al sentir sus manos recorriendo sus senos, pellizcando sus pezones, acariciándolos con movimientos circulares y llegando a rodearla completamente, acariciando su espalda.
Darío jugaba con sus dedos sobre la espalda, mientras intentaba liberarse de su boca, cosa que le era imposible y le gustaba, sus manos se deslizaron por debajo del bikini y comenzó a quitarlo y acariciar con fuerza y ganas su cola, no pudo resistirse a darle una suave palmada. Fue un detonante inesperado, logró soltar su boca de la de ella y además notó una reacción de juego inesperado que nunca había notado.
Andrea instintivamente trató de separarse y defenderse, y él forcejeó para retenerla y sonriendo volvió a darle otra palmada, lo divertía el sentir que la aprisionaba con sus brazos y de alguna forma se sintió dominante de la situación; terminó volteándola de espaldas en el piso y ella reconociendo una forma nueva de juego se rindió mansamente.
Disfrutaba de cada una de las caricias recibidas, y dejó que su cuerpo se relajara y gozara, a mas goce recibido respondió con una fogosidad que nunca antes había experimentado. Recorrió despacio y de forma ardiente el cuerpo de Darío, sus manos lo dibujaban mientras su aves mordiscos iban cubriendo apasionadamente su cuello, su pecho, sus tetillas, su vientre.
Quitarle el slip fue una nueva batalla, de roles invertidos, Darío se reía y simulaba no dejarla, el slip terminó roto y ella se deleitó jugando con su pene, lamiéndolo, mordiéndolo, acariciándolo con sus manos y su lengua junto con su boca, se decidió a recorrerlo, besó su cabeza y luego rodeándolo con sus labios lo dibujaba con la lengua, le brindaba pequeños mordiscos y luego se dedico a lamerlo como si fuese una paleta, mientras con sus manos acariciaba sus testículos.
Súbitamente comenzó a reptar, trepando sobre el cuerpo de Darío hasta llegar nuevamente a su boca; se quedó quieta un segundo recostada sobre él y con la cabeza apoyada en su pecho, escuchó los latidos de su corazón; se incorporó lo suficiente como para acomodarse de forma de poder cabalgar plácidamente sobre él, cada movimiento de él, era un deleite para ella, cada movimiento de ella provocaba mas deseos en él, y sin darse cuenta se encontró en medio de un orgasmo totalmente descontrolado que la lleno de placer y satisfacción. Solo llegó a recostarse nuevamente sobre él, cuando con un movimiento él la giro suave y delicadamente. Besándole el cuello comenzó a acariciar su espalda y a recorrerla como si no conociera ese cuerpo, acarició sus senos desde atrás, sus manos eran el brass perfecto, el único que ella deseaba en ese momento, la tomó de la cintura y nuevamente sintió que estaba siendo penetrada, no podía contenerse y respondía a cada movimiento de él, hasta que lograron llegar a un orgasmo único y total, la perfecta unión de ellos dos.
En ese momento una lágrima rodó por su mejilla.
Fue en ese momento cuando Darío la miró fijamente y le preguntó si se sentía bien, ella, luego de un estremecimiento respondió: si, sólo tengo la vista irritada y continuó bebiendo su café como todas las mañanas.
Terminó de desayunar, fue hacia su pc y le envió un e-mail a su editora: “Ya tengo el título para la nueva novela, se llamará SUEÑOS CON OTROS”.
Luego escribió una frase a través de un programa de mensajes instantáneos :” buenos días amor, sabes, ya eres dueño hasta de mis pensamientos”.