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Por el Culo de Nuevo

Después de la salvaje y pornográfica escena de ver a Angélica llegar con urgencia a mi casa y literal abrir su culo para mi, nos relajamos un rato, desayunamos algo con tranquilidad mientras teníamos una charla banal. Fue un pequeño intermedio para lo que seguía, después de todo teníamos el resto del día por delante.

 

Cruzamos la mirada y ambos sabíamos lo que se venía, me levanté y me acerqué a donde se encontraba sentada, la tomé de la cabeza y acerqué mi polla a sus labios.

-Chúpamela – fue todo lo que le dije.

Ella alzó la mirada y con sonrisa coqueta tomó mi polla con la mano derecha, la meneó un par de veces antes de introducírsela por completo. Mamaba con maestría, por los gemidos que daba y las caras que ponía era obvio que le gustaba, era una chupa pollas bastante buena. Movía la cabeza a un ritmo frenético, por ratos se separaba para admirar lo que tenía enfrente, escupía en el tronco, lo relamía y volvía a la carga llevándosela al fondo de la garganta.

-Bebé, me encanta chupar tu verga, siento como crece en mi boca, y la tienes muy rica.

Sus atenciones hacían palpitar mi polla dentro de sus labios y Angélica succionaba como loca.

-Suficiente, ven que necesito estar dentro de ti.

La tomé de los brazos, ella se colocó de espaldas a mi ofreciéndome el trasero y apoyando las manos en la mesa donde minutos antes estábamos comiendo, ahora era yo quien iba a comer, sí, pensaba comerle el culo de nuevo. Le di un azote que la hizo gemir, luego otro y otro, usaba las dos manos y alternaba los azotes en sus nalgas variando la intensidad, Angélica no se retiraba, sólo cerraba los ojos y gemía de gusto.

-Toma eso, sé que te gusta, te voy a dejar el culo rojo – un azote seguido de otro.

-Sí, sí, sí, dame más, me gusta que me azotes, que me trates como tu puta – decía aguantando estoicamente.

-Eres mi puta y te doy lo que mereces, ahora abre el culo que por eso veniste.

Angélica separó sus nalgas con fuerza dándome una vista privilegiada, y yo, en agradecimiento por su obediencia, le chupé el culo durante unos minutos. No anduve con rodeos, ni siquiera me asomé a su concha, fui directo al ojo de su culo y lo lamí múltiples veces, le escupí para lubricarlo, le metí 2 dedos de una sola vez, y cuando lo sentí más dilatado me paré detrás de ella, acerqué la punta de mi polla y se la mandé directo al fondo de su culo, si es que tenía algún fondo, empezaba a creer que no.

-Oh sí, sí, así me gusta – decía Angélica, agradecida por la nueva incursión.

-Te gusta? Te gusta bebé? – contesté mientras se la dejaba ir repetidamente.

-Me encanta, hace mucho que lo deseo, mi culo te necesita.

-Y yo necesito tu culo, lo quiero todo el día.

Angélica lejos de aguantar las embestidas, las disfrutaba. Meneaba su culo en círculos y devolvía cada pollazo que le daba. Quien la viera diría que ella buscaba empalarse sola. Abría su culo cuando le metía la polla y lo apretaba cuando intentaba sacársela. Por mi parte, la tomaba de las caderas para atraerla hacia mi, o la tomaba del pelo y la cabalgaba como a una yegua, mi yegua, mi Angélica.

En algún momento se me salió la polla por la fuerza con la que cogíamos, y por inercia se fue directo hacia su concha, los reproches no se hicieron esperar.

-No, por ahí no, por el culo por favor, mi culo tiene hambre.

Hice caso omiso, obvio que quería seguir reventándole el culo, pero me encantaban sus súplicas llenas de morbo.

-No puedo, ya estoy encarrerado, cuando se vuelva a salir cambio de nuevo.

-No, por favor bebé, el culo de tu perrita tiene hambre, necesita un hueso que la llene – forcejeaba pero sus esfuerzos eran inútiles.

-Eres mi perrita, y haces lo que yo diga – contesté mientras seguía taladrando su canal vaginal.

-Sí bebé, soy tu perrita, pero tu perrita tiene la necesidad de sentir su culo lleno de ti, sólo tú sabes cómo llenarlo – gemía y su vagina chorreaba – métemela por el culo bebé, por favor – con los dedos abría su culo para mi.

-No se diga más, pero que conste que me interrumpes y eso no te lo voy a perdonar – dije a sabiendas de que Angélica excitada hace lo que sea por buscar su placer.

Se la metí de nuevo y reinicié un mete y saca duro y rápido, sentía su culo húmedo y caliente, apretado y, pese a eso, le entraba mi polla con total facilidad no cabía duda de que lo tenía elástico, y muy hambriento.

-Sí, sí, así bebé, así me gusta, perdóname por interrumpirte pero te necesitaba dentro de mi, en recompensa prometo tragarme toda tu leche siempre que quieras, pero no me la saques nunca.

-Nunca? Pues toma bebé, toma verga – y seguí perforando sus entrañas sin piedad.

Además, lo había conseguido, que hiciera más promesas sin pensarlo, y aunque me veía ampliamente beneficiado sospecho que ella deseaba tener una fuente para tragar leche cada vez que se le antojara.

Angélica se irguió y abrió sus nalgas para maximizar la profundidad a la que mi verga entraba en su culo.

-Me voy a venir, me vengo, por el culo de nuevo bebé, échame tu leche dentro, quiero sentirla dentro.

-Sí bebé, te la voy a echar dentro, en el fondo de tu culo, prepárate.

Explotamos juntos en un orgasmo brutal, su culo me apretaba descontroladamente mientras ella gritaba de placer, y yo no dejaba de cogerla mientras descarga leche a borbotones, se la metía hasta la raíz y sólo veía su culo rojo del esfuerzo.

Tras ese esfuerzo se la saqué aún rígida, con la cabeza roja y brillante llena de semen. Me dirigía al sofá donde habíamos tenido nuestro primer encuentro y Angélica conmigo, la miré y le sonreí, no fue necesario decir nada, Angélica aunque agotada y fiel a su promesa, se agachó y se metió mi polla a la boca, la chupó y tragó toda la leche que le escurría, quiso retirarse pero no la dejé.

-Aún no has terminado, de hecho creo que me gustaría que sigas.

Angélica, pese al cansancio no se echaba para atrás, y como dije ella disfrutaba de mamar verga, así que asumió su papel de puta y siguió chupando con vehemencia. Fueron unos largos 30 minutos en los que la veía dar lo máximo de sí hasta que consiguió sacarme la leche por tercera vez ese día.

-Descansa un rato, te lo mereces – le dije.

No hizo falta decir más, se recostó y se durmió rápidamente. El día apenas comenzaba y Angélica parecía no tener llenadera, qué más podría pasar ese día?

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