Solo un macho como el me trae a Las Vegas para cogerme.
Cuando estoy sentada en el tragamonedas, se acerca y me apoya la verga en el hombro como diciendo, acá esta tú pija dura, término de jugar, me agarra de la mano y me lleva al cuarto para partirme como una puta.
Que macho hijo de puta, en cuatro patas frente a un ventanal enorme del hotel-casino, me bombeaba el culo como si no hubiera ayer, clava y clava, esas bolas son el tambor de mi concha, dando golpes de placer una y otra vez.
Pasamos horas enteras culeando con bronca y demencia, se notó que el viaje nos devolvió las ganas de coger salvajemente, para que yo pueda gritar a placer, y que él me reviente todo lo que quiera y su verga inmensa aguante.
Luego de dos horas, esa leche de sus bolas enormes debía salir, por lo que invadieron mis nalgas siempre el cuatro, mientras yo se lo movía con placer y deseo.
Un viaje soñado, con polvos soñados.