Vuelve el verano y Carmen y yo volvemos a las playas nudistas del mediterráneo español. La experiencia del año pasado os la contamos en un cuento publicado hace meses en esta misma página (Macareleta). La primera experiencia de este año empezó con el verano, el 24 de Junio en una playa larga y casi desierta, cálida, estrecha, con una breve franja de arena y dunas de vegetación baja detrás.
Llegamos a la playa por la tarde. Nos cruzamos con alguna gente que ya volvía a su casa. La tarde era calurosa y el paisaje maravilloso.
Plantamos nuestra sombrilla y las toallas. Todavía había gente paseando por la orilla. Yo no aguanto mucho bajo el sol, así que salí pronto a bañarme.
Desde el agua ví que mi mujer sacaba la toalla de debajo de la sombrilla y la ponía más abajo, a pocos metros de donde los últimos paseantes terminaban sus vueltas. Ella esta desnuda, morena y sin marcas. Tenía sus labios perfectamente depilados y sólo una pequeña matita de pelo cortito en el monte de venus. Sus labios son grandes. Con las piernas entreabiertas hacia el mar, los paseante tenían ante sus ojos una visión perfecta de sus labios. Ella tomaba el sol indiferente, pero yo desde el agua veía como dos paseantes la miraban con descaro. Pasó otra pareja y él volvió la vista para mirarla. Por fin un hombre sólo, joven, pasó y se paró un momento para mejor ver y al cabo de unos segundos se marchó.
No podía creer que Carmen hubiera aprovechado mi breve ausencia para ofrecerse a la vista de esas personas. Salí del agua y le pregunté:
- ¿porqué te has puesto aquí?
- ¿para qué va a ser?, para jugar... ¿te molesta? - me contestó.
- ya sabes que no, pero me ha sorprendido-
Acto seguido me empezó a contar excitada las distintas reacciones de la gente que yo había visto desde el agua. A las dos primeras parejas las ignoró aparentando tomar el sol con los ojos cerrados, pero al chico le mantuvo la mirada retadora.
- ¿y él que hacía?- le pregunté yo.
- Nada - contestó Carmen- pero se ha ido en cuanto se le empezaba a notar la empalmada.
- ¿y si se hubiese acercado? - quería saber adónde iba.
- no sé, la próxima vez que se me presente la oación lo probaré- dijo misteriosa
Carmen es así, le gusta exhibirse y provocar, y a mí me gusta que lo haga.
Teníamos la sombrilla y la otra toalla a unos metros, pero me quedé unos minutos en la toalla de Carmen, bajo un sol que calentaba tanto que me hizo desear de nuevo meterme al agua.
- Ve voy al agua- le dije sabiendo que algo podía pasar.
Ella no dijo nada, siguió tomando el sol sin inmutarse. A un lado, a unos 40 metros teníamos un grupo de tres chicos. Y al otro lado, a unos 50 metros una pareja y un chico solo. Atardecía y los tres chicos se marchaban, al pasar delante de Carmen sus miradas fueron directas aunque yo todavía no había llegado al agua. Las ví. Sus comentarios preferí no haberlos escuchado. Volví la cabeza y ví que Carmen los miraba descarada.
Se fueron. Y yo entré al agua más y más adentro.
El chico que estaba paseando parece que terminó la playa y dió media vuelta, porque volvió a pasar por delante de Carmen y se paró delante de ella.
Ya no quedaba nadie alrededor. Sólo el chico y Carmen. Y Carmen cogio entonces su bote de crema solar y empezó a darse crema por los hombros. El chico se acercó, imagino que con cualquier excusa. Estaba de pie, delante de Carmen y ella se extendía la crema - ahora que ya el sol estaba más suave- por los pechos. Yo miraba desde el agua y Carmen se frotaba los muslos, así sentada, con las piernas arquedas y entreabiertas, mostrando a ese desconocido todo su sexo.
Algo hablaron entre ellos y Carmen le pasó el bote de crema y con gran naturalidad se dio media vuelta. El desconocido tomo la crema y empezó a masajear a mi mujer la espalda y luego los hombros y de nuevo la espalda hacia abajo, despacio, hasta llegar a las nalgas que masajeó en círculos.
En ese momento Carmen se volvió. El chicó creyó que la fiesta continuaba así que comenzó a tocar a Carmen por delante. Pero la fiesta había acabado. Sin molestarse en quitarle las manos de encima, mientras él la masajeaba, Carmen le dijo algo suavemente y entonces él se levantó y se largó.
Entonces yo salí del agua. Y me acerqué a ella que me miro divertida.
- Ya he visto que te han ayudado con la crema- le dije para ver por dónde salía.
- Sí, ha sido un chico muy amable - contestó como si nada pasara.
- Ya veo.
- Bueno ha sido divertido. - siguió.
- Ya veo.
- Pero vamos al hotel que tengo que quitarme todo este asco de crema de encima... y además no quiero dejar pasar el calentón, que te voy a comer enterito antes de cenar.
Esta fue la primera aventura de este verano. Pero hay más...