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Pija-ma party, gran orgía. Con mi pareja, el todo vale, todos contra todos.
Las pasadas vacaciones en la costa atlántica, fueron memorables, compartirlas en un relato, es revivir esos mágicos momentos; este espacio expresarnos en libertad y ser leídos.
Si tengo la fortuna de ser comprendido, esperar la recompensa de tus comentarios siempre enriquecedores.
Si se cumplen esas premisas estaría bueno intercambiarnos experiencias, si te animas a más, estaré esperándote en: erdakor/yahoo.com.ar para seguir contando más de este mismo tenor.
***************
Con dos parejas amigas nos alojamos en la casa de Emilia, la tía de mi esposa, frente mismo de la playa, contigua a la suya. Gustavo (servidor) y Clara, mi pareja, acordamos con nuestros amigos, Eduardo y la prima Naty, vacacionar juntos. Naty invita a Lina y marido a compartir gastos y diversión.
Las edades del grupo estaban en el rango de los 28 a los 40, todos saludables y sobre todo sanitos. Nuestras chicas son amigas de Lina, con buena onda y bien pata (compinche), Lucho, su marido, formal y algo pacato, claro…hasta que entró al juego.
Lo estábamos pasando sensacional, siempre en grupo, comidas, juegos, salidas, todo. Todo era risas, esparcimiento y relax, pero siempre que estás bien notas que te falta un algo más…
Ese “algo” se descubrió al concluir la primera semana de estadía, cuando se afirma la confianza y lo privado deja de ser tan privado, cuando el verbo compartir y pertenecer va tomando cuerpo de confidencia, ahí está el quid de la cuestión y objeto de este relato que comienza así:
Ese viernes amaneció lluvioso, para el medio día un diluvio, después de bruta siesta, de esas que le piden permiso a la muerte, súper descansados y sin playa, había ganas de joda, muchas ganas. Alguien dijo, somos seis, un número par, si invitamos a doña Emilia seríamos siete, un número cabalístico, de suerte dijo Clara, los pecados capitales responde Edu, y... de éstos el primero es la lujuria afirma Clara. Qué bueno sería que trajera mucha, dijo Lina; con cero inocencia, dejó pensando y mirarnos entre todos. —¡Ojalá! Y que traiga mucha confirmó, su pareja.
Esta pareja, con más rango etario, parecían saber de qué hablaban, mostraron más liberales, sueltos de lengua y de opinión, caminan al filo de la transgresión, apoyados en lascivia y lujuria como para mantener el equilibrio.
Clara fue a invitar a compartir el juego de naipes, argumentando eso del número 7 por si oponía reparos. Era una linda mujer, de las cuatro décadas (diría Arjona), fuerte y armoniosa, sugestiva y sensual, no era una belleza pero latía vitalidad, naturaleza pródiga ayudada con rutina aeróbica, notable enjundia y bastante liberal a juzgar por cómo la hemos visto en la playa, mostrando tanto de su buena figura...
El juego de naipes, fue el trampolín, el salto al vacío, la excusa e inicio de un fin de semana a toda orquesta. El juego de cartas con los tragos de “destornillador” que prepara Naty, potente medicina para el hastío, los envites y desafíos subían el tono de las apuestas, las intenciones crecían, los “destornilladores” aflojaron los tornillos de prudencia, la mesa del exceso está servida, las tentaciones “a pedir de boca”. Naty propone:
—¡Chicos la noche es joven! ¿Hagamos un pijama party? —Gestos de inocencia. Emilia, amaga con retirarse— quédate, no puedes romper “el 7” (el culo) Que no sea el mío...
—¿Un pija...ma party, dijiste? —preguntó Lina, riéndose del chiste de Emilia
—¿Y.…?... ¡Buena idea! —terció Emilia, más osada— ¡Hagamos el amor y no la guerra!
Miradas de aprobación, sonrisas de complicidad, a coro “Todos queremos guerra… guerra de sexo. ¡Mucho sexo!”
—¡Avanti Roma mía! —Habló Fer, toda una revelación— ahora un dicho en italiano: “si el vigore va benne, avanti con el pene, Si el vigore mengua, avanti con la lengua, ma si el vigore e nulo, avanti con el culo” a buen entendedor… —agregó para dejar todo en claro.
El licor tergiversa la compresión y favorece la digresión en los envites del juego de prendas. Los perdedores pagan con lo que se van quitando, apiladas junto a la mesa, le tocó perder a Emilia, se asustó y salió rajando (con prisa), me ofrecí a ir por la prófuga.
—Yo la convenzo —Siguieron el juego.
Entré a su casa, está sobre la cama, de bruces, la congoja le oprime el pecho, llora. Le di contención lamí sus lágrimas de ausencia, restañé las heridas de su pasado
—Yo no estoy para eso. —llorosa y moqueando— Todos en pareja… yo estoy sobrando, ¿Qué voy a.…? ¿Sabés cuánto... que...? —Lloriquea otra vez— Desde... que enviudé.
—¡No! Sigas, no digas más —su boca buscó mi boca— Somos todos sanitos, en todo sentido, no te hagas el bocho (pensar mal), te subes al tren, cuándo y con quién tengas ganas, sino..., solo espectadora y todo bien. —su beso totalmente húmedo, respondió con fervor la invitación.
Mimos y caricias, hacen el milagro, rescatarla del deseo anestesiado, los dedos en el elíxir vulvar dibujan una suave sonrisa, su mano se pierde en el interior de mi short, solita hizo el resto. Alabó grosor y dureza del testimonio.
El resto fue trepar en la espiral de sensaciones recuperadas, y dejarse caer en la cascada de sensuales emociones, luego saltar de los besos de lengua al urgente 69 sin paradas intermedias. Pocas lamidas bastaron para volverla al goce, se tensó y aflojó varias veces hasta estallar en agotador orgasmo, saltar al alucinante clímax hasta casi perder el sentido. Breve pero intenso, sin tregua, el segundo, prolongado y efusivo.
De espaldas, inerme, acometí entre las piernas blandiendo el choto, enjugué el glande en la vulva y recaliente me mandé adentro.
—¡Ah, ah! —Accedió, se movió, adaptándose al grosor por falta de uso— Duele… despacio, ¡Ah, ah!, sigue ¡Empuja!, ya va… entrando, ¿Está toda? —Asentí, desconfiada puso la mano para comprobarlo— ¡Mierda! falta un montón… ¡Despacio! se me cerró... ¡Despa... cio! —Interrumpí un momento y le mandé el resto.
Pausa breve, saltar del ritmo fuerte y al rápido al profundo y lento, sacarla hasta la puertita para volver a fondo, con todo. Rememora como es sentirse llena, yo entrar en una “argolla” tan cerrada. Orgasmo silencioso, lenguaje muscular de latidos, íntimo goce sexual.
Respondí al llamado corporal, lento y profundo bombeo. Un instante de lucidez en su locura.
—¡Adentro no! ¡Adentro no! ¡Por favor bebé! —Urge, histérica y asustada.
Situación tan especial, amerita el sacrificio de acortar mi placer y conservar la energía para el juego grupal. Igualmente la había disfrutado, el proceso de cogerla me hace disfrutar, mi goce especial reside en el proceso de “ir a” y no haber eyaculado me dejó cargado de energía, ya tendría tiempo y agujeros de sobra donde vaciarme.
Terminado el disfrute de un orgasmo intenso después de tanto tiempo la había dejado exhausta pero radiante. Le di el tiempo de recuperarse física y espiritualmente.
—¡Humm... qué rico! ¡Me reventaste! ¡Qué falta me hacía! –vistió y volvimos con el grupo.
La diversión estaba a pleno, Clarita enredad con Eduardo, Lucho con la Naty, colocada estilo perrito sacude las tetas en cada empujón, Lina observa, se me acercó tocándose.
—¡Carajo! ¡Ya lo hicieron! Tenés carita de satisfecha, —se dirige a Emilia— Bueno… un poco, es decir… yo él se guardó para hacerlo acá —Palpó el bulto— Hmmm papito ¡viniste cargado! ¿Algo para mí? ¡Vamos al otro cuarto! –Nos llevó de la mano.
Escuchamos a Lucho relatar en voz alta como hace el culito a la Naty, ¿celos o revancha?, Naty me bajó el short y se sirvió ella misma, mamó un rato hasta su límite, pidió pija, ¡urgente!
Me montó, de una, jineteó como para ganar el derby de potrancas, llegó primera y rápido, en el segundo de ella monté yo. Hora de la “vendeta” ofreció el marrón. Lo tiene delicioso.
¿Venganza o ganas? Qué importa, un buen culo en oferta no se desprecia, sabía que le tenía ganas desde que llegaron.
Se la metí casi de un solo envión, gritó un poco por la brusquedad otro poco por estrecha. La voluntad de oferta le duró poco.
—Ya está bueno, me está doliendo… mejor seguimos después... me duele, me abriste mucho el culo, ahora ¡Ven por adelante!, abriste mucho. —su gesto decía cuánto— ¿Tienés condón?, no estoy protegida.
—Chicos, voy a ver por qué aúlla la Naty. ¡Qué lo disfruten! –dijo Emilia y salió del cuarto
—No.… no traje, ¿Cómo hacemos?
—Edu recién me acabó afuera. —Tenía bronca, decidió de prisa— ¡Adentro!, hazlo dentro y te olvidas, que te viniste dentro mío, “porfa”. ¡Adentro quiero!, el pelotudo de mi marido no es capaz de preñarme y ahora se hace el rey de los machos, se pavonea gritando como hace el culo a la prima de tu mujer. Le hace el culo después que Lucho la hizo gritar como perra. ¡La puta que lo parió!, ¡Llename de esperma!
No preguntar es mejor en estos casos. Piernas sobre los hombros, volqué y chupé las tetas, sabían a venganza.
—¡Apurate, me voy! —Quería, juntos— ¡Ah, ah... estoy...! —Entrecortada por el empuje.
—¡Yo, yo...! Te la doy. ¡Siéntela toda! —A morir, adentro.
Encastrados como piezas de un puzle, mover solo para desagotar, me retuvo en ella, sin permitirme sacársela salir. Dormitó enlechada, mientras volvía al grupo. Todos menos Emilia dormitaban, ella estaba excitada por no haber entrado en acción, solo unas mamadas de tetas y alguna tocada.
—¡Qué tenemos aquí! —miraba el pene.
Lo sostiene en su mano y lo lame, está “morcillón” su lengua siente el sabor salado del resto de semen.
—¡acabaste!, siento el sabor de tu leche, está rica… —vamos al sofá…
No hizo falta tanto, unas lamidas de Emilia, y ponerme sus tetotas para engolosinarme bastan para recobrar la energía en forma erecta.
En la madrugada, al volver del baño, Lucho había ocupado mi sitio, entonces enfilé para estar junto a Naty, me ubiqué entre ella y la veterana Emilia, emparedad de tetas y culo, qué buen menú.
Desnudas y rendidas por la faena a, acomodé a Emilia, boca abajo, le acaricié el aro anal, aún tiene restos de Lucho, la ira ciega la razón, dormida es como que tenía el vía libre para usárselo también. Sin darle opción a despertarse, la violé, de un solo envión, de una estocada se deslizó mi poronga aprovechando algún resto de semen como para lubricarle el viaje.
—¡Ay! ¡Duele! ¡Cómo duele! —Giró, como sabiendo quien era, expresa su dolo. No teme, resiste, sufre un poco y me deja seguir mancillando su maltrecho ano. —Bebé, despacio, por favor. ¿Qué te pasa, estás celoso?
En voz baja, entre el bombeo trató de explicarme: —No le entregué el culito, me lo hizo por accidente, en una sacada, zafó y me la entró por la cola, no quiso sacarla, y para no armar quilombo (barullo) lo dejé que siga, pero… yo te quería a vos primero en mi colita. Estaba recaliente, se había puesto muy loquito, ni forma de sacarlo. ¿Sé bien que escuchaste, ¿No?, no me hacía doler como la tuya, la tiene larga pero fina, la mujer te lo puede decir. –trataba de justificarse.
Lejos de enojarme, me excita más. Respondí empujando más y más, se revolvía y sacudía, pensé que, para zafar de mis garras, apreté más fuerte, aferrado a sus hombros para llegarle bien adentro, hacerla sentir dolor de verdad.
—¡Despacio! ¡Despacio bebé! ¡Soy tuya! —Tiene lágrimas.
El choto recorre el ajustado canal por enésima vez, besé su cuello y mordí en la nuca, gocé la eyaculada domándola, apretada entre mis rodillas, tomada de los cabellos, marcada por mis dientes, lacerando su ano, bien abierto, haciéndole sentir que no me lo haya entregado en primer término.
Con el último chorro de leche, fui desocupando el estuche desgarrado, el dolor sigue estando dentro de ella, en latidos que solo amainaron cuando, compadecido fui por una toalla húmeda para amenizar el ardor de la cogida. No podía negarle que los celos por no hacerle primero el culo me hizo perder los estribos y comportarme con rudeza, las marcas de mordida y moretones mostraron las huellas.
El sol nos encontró solos y abrazados, al palo, como siempre me sucede, después de una noche de polvos. Un rapidito mañanero, Emilia desayunó mi leche tibia, dejada directamente en su boca.
Relamiéndose mi semen llegó al comedor con huellas de la noche tumultuosa dibujadas en la piel. Edu y Clarita, Lucho entre Lina y Naty, Emilia sentada encima de quien relata. Parecía armado el nuevo status de afinidades, Lina dejó que su marido hiciera los mimos a Naty y vino a mí.
Terminado el desayuno hubo el sorteo. En primer lugar, fue el orden de elección de las mujeres, las tres primeras debían elegir un papel para estar con el hombre escrito en él, la cuarta en el orden debía elegir un papel para agregarse a una de las tres parejas armadas.
Esa fue la rutina de selección, el azar armaba cada pareja, aunque siempre había algún encuentro extra curricular, como cuando se iba al cuarto de baño y te encontrabas con alguna, podía darle pija. Otra rutina a cumplir, fue la de no cerrar ninguna puerta, todo abierto, aún las del baño, todo a la vista.
El resto del tiempo predominó de este modo, claro hubo tríos como variantes lógicas cuando hay promiscuidad. Clarita inició el juego de tres, después Emilia pasó por la misma experiencia, menos aguante que mi pareja. Clara deliraba por sentir de a dos.
Resumí cuanto pude, sin perder la esencia de los hechos. Las afinidades creadas y generadas en estas vacaciones fueron la génesis de la idea de formar un club, por eso lo denominamos el club de los siete. Al regreso a Buenos Aires le fuimos dando forma y creando las condiciones para que “El Club de los 7” sentara sus bases en un acuerdo debidamente ordenado y planificado, solo cambiamos que la base fundacional fuéramos siete, pero siete hombres, con tareas y jerarquías y un grupo de mujeres, de tal modo que en la reunión nunca debía ser una cantidad par, siempre debía de haber una mujer más.
De esta aventura vacacional, quedó el Club de los 7, creado en esa ocasión.
Con Lina tuvimos varias encamadas, días pasados me dijo que estaba preñada, por la fecha bien pudo haber sido en esa ocasión, solo quiso contármelo antes de darle la buena nueva a su marido, Clarita se está encamando con Edu y Lucho visita a Naty cuando Edu esta con Clarita. Por mi está todo bien, como decía un conocido periodista ¿Lo dejamos ahí?
Nazareno Cruz
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