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Hola, me llamo Elena y os voy a contar cómo por primera vez le fui infiel a mi marido con su jefe que hizo realidad mi fantasía de ser una auténtica zorra.
Tengo 29 años y hace 3 que estoy casada. Mi vida marital es normal, algo monótona hasta entonces desde el punto de vista sexual, pero hace dos años, un verano todo cambió para mi.
Físicamente estoy bastante bien, mido 1,65, peso 55 kg, tengo unas buenas tetas (talla 100 de sujetador) con unos pezones y unas areolas muy grandes, culo respingón y un coñito muy peludo. Soy morena, de pelo rizado, guapa y a veces me dicen que tengo cara de viciosa.
Siempre he tenido fantasías sexuales que consisten sobre todo en que un tio me somete, me hace ser su puta y me exhibe como tal, teniendo que dar placer a quien él quiera.
Mi historia ocurrió hace dos años, un dia en que el jefe de mi marido nos invitó a una fiesta en su chalet de las afueras de la ciudad. Mi marido salía al dia siguiente de viaje, por lo que en teoría nos iríamos pronto.
Me gusta vestirme muy sexy (ya sabeis que soy algo exhibicionista), aunque a mi marido no le gusta tanto, pero ese dia ni iba a ser menos asi que me puse un vestidito de punto blanco sin mangas abotonado por delante que me queda muy ceñido y muy corto, un sujetador blanco casi transparente, no me puse bragas para no marcar las costuras, unos pantys negros y unos zapatos de tacon de aguja.
Me recogí el pelo en la nuca y me pinte los labios de rojo intenso. Cuando me vió mi marido, puso cara de no gustarle mucho, pero no me dijo nada. Llegamos a la fiesta y mi marido me presentó a su jefe, Pedro,un hombre de unos 40 años, moreno, muy atractivo y con algo en la mirada que me atraía muchisimo.
El, caso es que la fiesta fue transcurriendo bien , bebimos un poco y la conversación derivó a temas sexuales hasta que finalmente me vi hablando con Pedro de nuestras preferencias y fantasías de forma muy distendida. Yo le dije que me encantaba fantasear acerca de ser sometida por un hombre, que me exhibiera, que me hiciera su zorrita particular y el al contrario, que le gustaba someter a las mujeres, sobre todo casadas. Le pregunté si alguna vez lo había hecho realidad y me dijo que si, que ahora tenía una. Le pregunté que le hacía y me contestó que la obligaba a vestirse como una puta, a masturbarle en los cines, a chuparsela cerca de su casa con las tetas al aire..... Sin darme cuenta cuando le estaba oyendo, me fui poniendo cada vez más caliente, hasta el punto de mojar los pantys, pero llegaba la hora de irnos.
Se fue a hablar con mi marido y al rato éste vino y me dijo que si queria quedarme, que la fiesta estaba muy bien que el se iba directamente al aeropuerto y que Pedro me llevaría a casa. Naturalmente le dije que si, asi que me fui a despedirlo y al entrar de nuevo en la,casa me esperaba Pedro con una sonrisa. Yo también le sonreí. De pronto me dijo:
―¿Quieres que jugemos?
―Si, le contesté.
―¿Te atreves a quitarte el sujetador?
―Se me va a notar mucho que voy sin él
―De eso se trata – me contestó- ya veras lo que te gusta, y quitaté tambien las bragas
―No llevo, le dije
―Mejor, me contestó, porque quiero que me enseñes todo.
Me fui al baño y me quité el sujetador. Estaba completamente mojada, en mis pantys había una mancha enorme, me miré en el espejo y vi cómo se me marcaban los pezones y se insinuaban las areolas (el vestido era bastante fino) lo que me excitó aún más. Al salir notaba cómo mis tetas se bamboleaban al andar con los tacones y no fui la única porque varios tios se giraban para mirarme. Al llegar donde estaba Pedro,en un rincón de la sala que ahora estaba más oscura, con algunos amigos, me llamó. Me incliné porque estaba sentado y le dejé ver mis tetas, entonces empezó a decirme:
―Eres una puta guapísima. Seguro que tienes el coño mojado. Siéntate enfrente y enseñamelo
Me dirigí al sitio de enfrente suyo y antes de sentarme me agache para que pudiera ver mi culo, no solo el sino todos los que estaban alrededor. Luego me senté y abrí un poco mis piernas para que viera mi coño y la mancha de flujo que tenía, mientras me desabrochaba un botón más de mi escote y otro de la parte de las piernas. Me miraban él y sus amigos cuchicheaban y se reían y a mi me encantaba sentirme así, observada, exhibida. Me hizo un gesto para que me acercase a él asi que me levanté y me quedé parada delante de él, entonces me metió las manos por debajo del vestido y me bajó los pantys hasta las rodillas y me dijo:
―Enseñanos el culo perrita!
Me di la vuelta y me agaché apoyando las manos en el asiento donde antes había estado sentada. De esta forma, el vestido se levantaba y les dejaba verlo.
―Abre las piernas, me volvió a decir, mientras yo obedecía sin rechistar.
―Ahora el coño.
Me senté de nuevo mientras me desabrochaba la parte inferior del vestido casi hasta el ombligo, para que viesen los pelos de mi coño bien mojaditos. Ya empezaban a resoplar y a tocarse la polla por encime del pantalón. Pedro se levantó, se puso detrás de mi y empezó a acariciarme el cuello bajando hasta que tuvo mis tetas entre sus manos. Mientras me las sobaba me dijo:
―¡Que puta eres!. Ven con nosotros que te vamos a dar de comer polla. Te vamos a follar y te vamos a dar por culo haste que nos cansemos de ti perrita.
―Lo que tu quieras, le dije. Estoy deseando de que te corras en mi culo.
Terminó de desabrocharme el vestido, me levanté y me llevaron a otra habitación. Apenas podía andar porque me lo impedían los pantys y ellos se reian y me decían : Vamos puta, mira cómo te saltan las tetas.
Me sobaban sin parar el culo, las tetas, el coño....Entramos en una especie de biblioteca y los tres se sentaron en un sillón. Pedro me dijo:
―Desnudate del todo y ven hacia nosotros a cuatro patas, como la perra que eres
Lo que sucedió a partir de ahí os lo contaré otro dia.
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