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~Yo al igual que el resto de mi familia sabemos desde hace tiempo que mi tío Rogelio, es gay. Aunque realmente nunca le conocimos a ningún amigo intimo, novio, o pareja, pero su manera de ser, de hablar tan fina y afeminada, de comportarse de manera sumamente delicada y hasta la manera en que viste, lo delataba, además es el único dueño de una afamada peluquería. Un día en que suspendieron las clases en la universidad, en lugar de ir a mi casa, decidí pasar por la casa de mi tío, ya que él siempre me trataba como a una reina, me hacía obsequios, como lindas piezas de ropa, o se dedicaba a peinarme y maquillarme, hasta que yo quedaba como una princesa.
Pero al llegar, como él me dio la llave de su casa, entré sin problema alguno, aunque si hacer ningún tipo de ruido, quería darle una sorpresa y al final la sorprendida lo fui yo. Ya que cuando me dirigía a la sala, vi que a una hermosa dama casi sin ropas que se encontraba en el patio trasero de la casa de mi tío, acompañada por el perro al que mi tío le dio por llamarle León, un hermoso y muy fuerte perro de la raza Gran Danés. De piel como la de un león, de ahí que mi tío se le ocurrió ponerle ese nombre.
De inmediato me di cuenta que se trataba de mi mismo tío Rogelio, vestido con ropa intima de mujer, y usando una larga y abundante peluca de cabellos negros, cosa que en medio de todo no me sorprendió, y aunque nunca antes lo había visto así vestido, en mi familia todos sabemos que el tío Rogelio es gay, aunque muy discreto, ya que nunca, como ya dije le hemos conocido pareja alguna. Jugueteaba con su perro, corriendo así casi completamente desnudo de un lado al otro de su patio trasero. Que gracias a los altos paredones que rodeaban el patio, impedía que cualquier vecino curioso descubriese lo que mi tío estaba haciendo. Yo permanecí escondida, tras un gran sofá que tiene en su sala frente al ventanal que conduce al patio. De momento mi tío dejó de correr se quitó las pantis y se tiró sobre la grama, recostándose boca arriba, pero con sus piernas bien abiertas, sus rodillas levantadas, y sus pies también sobre la grama.
Todo eso hizo que me picara la curiosidad, por lo que continué observándolo, sin que él se enterase de mi presencia. Al poco rato vi que León, bajó su cabeza, y de manera continua se dedicaba a lamer intensamente las nalgas y gran parte del culo a mí tío, quien por lo que yo podía escuchar y observar se sentía tremendamente feliz. Yo no podía creer lo que estaba observando. Pero al poco rato, vi como mi tío se dio media vuelta, colocó sus rodillas sobre la grama lo mismo que su pecho, dejando al aire sus nalgas, mientras que León continuaba lame que lame, pasando su larga y gruesa lengua por entre las nalgas de mi tío, yo a todas estas no dejaba de decirme a mí misma, que asco, como mi tío es capaz de dejar que su perro le haga eso.
No bien ya había decidido marcharme, cuando vi que León se trepo sobre el cuerpo de mi tío, y asombrada me di cuenta de que lo estaba penetrando por su ano. Yo me quedé con la boca abierta, no podía creer lo que estaba viendo, para colmo mi tío Rogelio chillaba con tanto gusto, que me recordó a los chillidos que yo doy en la cama cuando me acuesto con algún amigo con privilegios, pero en el caso de mi tío le pedía a su perro que le diera más y más duro, al mismo tiempo que mi tío movía con fuerza sus caderas restregándolas contra el cuerpo del animal.
Yo me quedé extasiada mirando todo eso, mi tío con un agudo timbre de voz femenino, llamaba Leonardo a su perro, y el condenado perro ladraba como si lo entendiera. Por un largo rato los dos estuvieron teniendo un salvaje sexo, hasta que vi que el perro se bajó, pensé que todo había terminado pero no fue así, por otro largo rato aun permanecieron unidos, pegados culo con culo. Hasta que finalmente se separaron. Yo pensé que todo finalmente había terminado, pero no fue así el perrazo se dedicó a lamer las nalgas de mi tío nuevamente, y mi sorpresa fue mayor al ver como mi tío no tan solo le lamía la verga al perro sino que se la mamó por un largo rato, hasta que por lo que pude ver, el perro nuevamente eyaculó pero dentro de la boca de mi tío Rogelio.
Ya después de eso, León se quedó tirado en el patio, y mi tío después de volverse a poner las pantis que se había quitado, también se puso una bata de dormir y entró a su casa. Yo lo observaba escondida tras el sofá, y lo vi alejarse de mí en dirección a su cuarto, moviendo rítmicamente sus caderas y tarareando felizmente una canción. Cuando estuve segura de que ya se debía estar dando un baño, salí de la casa de mi tío, y me marché a la de mis padres. Yo quedé tan impresionada por todo lo que vi, que no quería volver a hablarle a mi tío nunca jamás. Hasta estuve a punto de contárselo mis padres, pero pensé que de hacerlo, lo más segur era que mi papá que es el hermano mayor de mi tío, le entrase a tiros por lo menos. Así que pensé que con no hablarle más nunca a mi tío, bastaba. Pero al mes estando yo sola en casa, llegó mi tío, y de frente me dijo, ya sé que estuviste en casa, y de seguro me viste teniendo sexo con León, yo pensaba hacerme la loca, la que no sabía de lo que él me estaba hablando, hasta que sacó un libreta y entregándome me dijo, se te quedó tras el sofá tirada en el piso. Antes de que yo pudiera decirle algo, mi tío continuó diciéndome, no me importa si me vistes o no, lo que quiero es que sepas, que prefiero hacer eso con León, que acostarme con un chico al que le debo pagar, y que después de eso si me ve en la calle, o se hace el que no me conoce, o se burla de mi, y de mis gustos. Además no tienes la menor idea de lo que es estar atrapada en un cuerpo de hombre, sintiéndome que realmente en el fondo soy toda una mujer.
Mi tío y yo charlamos, hablamos, y comprendí lo que él sentía. Así que cuando al mes de esa charla me pidió que por una semana me quedase en su casa, mientras iba a participar en Miami, en el gran congreso de la peluquería, no me pude negar. Además yo estaba de vacaciones de verano, y no tenía donde ir. Así que acepté, demás debía darle de comer a León.
La primera noche, aparte de que le di la comida a León, no hice otra cosa que estar chateando por internet con uno de mis tantos amigos con privilegios, el que finalmente llegó a eso de las 12 de la noche a casa de mi tío. Apenas tocó lo puerta yo le abrí completamente desnuda, y en la misma sala tuvimos un largo encuentro, mientras que el perro de mi tío no dejó de ladrar, hasta que finalmente se debió quedar dormido por el cansancio, mi amigo terminó marchándose en la madrugada.
Pero durante el segundo día, después de que me levanté y tras darme una ducha, apenas cubierta por una toalla fui a darle su comida a León. Al principio o pasó nada raro, como de costumbre me recibió muy alegre, moviendo con fuerza su cola, y tras ponerle su comida, en medio del desorden que acostumbra hacer cuando me ve, accidentalmente se me desprendió la toalla, y quedé completamente desnuda frente a León, él se detuvo a verme, se me acercó y olisqueó mi cuerpo. Pero yo volviendo a ponerme la toalla lo dejé nuevamente encerrado en el patio. Durante el resto del día no pasó nada especial, lo único es que ocasionalmente me ponía a pensar que hubiera pasado si hubiera dejado que León me siguiera olfateando.
Ya en la noche, seguí pensando en eso, al punto que sabiéndome sola, me atreví a bajar hasta el patio, y con mucho cuidado, dejé que León se me acercase, es verdad que en ese momento estaba usando pantalones cortos, León como de costumbre se alegró de verme, y entre salto y salto, de momento puso su nariz entre mis piernas. Yo me quedé quieta a ver qué sucedía, León continuó oliéndome, sentí su morro respirando contra mi piel, y llena de curiosidad finalmente me quité el pequeño pantalón corto que estaba usando sin más nada abajo. León siguió olisqueando pero de manera mucho más directa mi coño, yo separé ligeramente mis piernas y fue cuando sentí su primera lengüetada. En cierta manera me agarró descuidada, de inmediato le siguió otra y otra larga y profunda lengüetada. Ya en ese momento yo misma separé más mis piernas, y me senté sobre un pequeño banco de madera, mientras que León continuó pasando su larga y áspera lengua sobre mi depilado coño.
Como dicen una cosa llevó a la otra, sentí de momento tanta excitación, que a medida que el perro de mi tío me pasaba su gruesa lengua por entre mis piernas, me dije a mi misma, qué más da, al fin y al cabo nadie se va a enterar, así que en el mismo lugar en el patio donde vi a mi tío dejándose penetrar por su perro, yo continué quitándome el resto de mi ropa, a medida que León continuaba lamiendo profundamente todo mi coño. De momento simplemente le di la espalda, y en menos de lo que canta un gallo, ya León se encontraba sobre mí, sentí la caliente punta de su rosada verga, puyando mis nalgas una y otra vez, y el temor a que me llegase a penetrar por el culo, me llevó a que de manera casi automática, le echase mano a su miembro y lo dirigiera directamente a mi coño.
Cuando sentí que ese trozo de carne comenzó a penetrarme, me entró una alegría tremenda, estaba tan loca de contenta, que comencé a mover mis caderas como una desesperada, mientras que León, sujetándome con sus patas delanteras, continuaba introduciendo y sacando su sabrosa verga de mi coño. Su olor a perro me embriagaba, sentir su peluda peil contra mi espalda y nalgas era toda una nueva experiencia para mí, y hasta algunos de los rasguño que me produjo, con sus patas delanteras, no les di importancia, lo que yo deseaba era que continuase haciéndome disfrutar, como lo estaba haciendo prácticamente desde el principio.
En cierta forma pienso, que no tan solo actuaba o me comportaba, como toda una perra en celo, sino que yo misma me sentía completamente la perra de León. Fue cuando a pesar de estar disfrutando como una loca, comencé a sentir que toda mi vulva se llenaba, fue que me acordé que los perros, una vez están próximos a venirse, su miembro se recrece, taponando por completo el coño de la perra, para que su semen no se chorreara, ni se perdiera una sola gota. El placer casi enfermizo que yo disfrutaba en esos instantes, aumentó, pienso yo que en un mil por ciento, bueno quizás exagere un poco, pero la verdad es que así me sentía en esos momentos. Al grado que perdí la cuenta del sin número de orgasmos que el perro de mi tío me hizo disfrutar intensamente.
Además aunque León comenzó a dejar de moverse, el nada más sentir dentro de mi coño toda esa inmensa verga, me produjo un placer que nunca antes había sentido a tal grado. Sentí como su semen invadía hasta el último rincón de mi coño, y al poco rato León se bajó de encima de mí, y por un largo rato, nos mantuvimos culo con culo, pero disfruté en todo momento de tener su verga dentro. Fue cuando me acordé que mientras vi a mi tío vestido de mujer dejándose penetrar por su perro, lo único que sentí fue un tremendo asco, hacia los dos. Pero en el momento en que yo disfrutaba de la inmensa verga de León, lo único que se me ocurría pensar era que la cosa más rica del mundo.
Pasaron quizás media hora más o menos, quizás puede que hayan sido unos cuarenta minutos, cuando finalmente León pudo sacar su verga de mi coño sin lastimarse él ni lastimarme a mí. Yo que me encontraba como borracha de placer, no se me ocurrió otra cosa que imitar a mi tío, por lo que casi de inmediato me dediqué a lamer su verga y hasta mamársela completamente, mientras que León, lamía todo mi coño y mis muslos, haciéndome disfrutar de otro sin número de orgasmos nuevamente.
Durante los restantes tres días, no salí de la casa de mi tío, anduve completamente desnuda todo el tiempo, me dediqué en cuerpo y alma a ser la perra de León, al punto que hubo un par de noches en que me quedaba dormida, sin ni tan siquiera bañarme, o lavarme el coño, con decirles que me quedaba durmiendo al lado de León, tirada en el patio, olía completamente a perra, pero a perra súper satisfecha. Claro que el día que llegó mi tío con un trofeo por haber sido elegido el mejor estilista de la convención. Yo desde luego, el día que mi tío llegó, me di un buen baño, para quitarme el olor a perro, hasta me lave hasta con vinagre todo mi coño, y lo esperé en su casa. Después que mi tío llegó y yo me disponía a marcharme, justo antes de irme se me quedó viendo, y con una sonrisa maliciosa me preguntó asombrado, ¿Tú y León lo han hecho? Yo me puse roja como un tomate, sonriéndome, algo avergonzada, no pude decirle que no. Mi tío riéndose, en un tono de voz bastante afeminado, me dijo, bueno nena, ya sabes, cuando quieras sentirte toda una perra, nada más tienes que venir a casa. Cosa que he seguido haciendo con cierta regularidad.
En una de esas ocasiones, en las que previamente me había puesto de acuerdo con mi tío, al llegar a su casa, me recibió bellamente vestido, con un conjunto de ropa intima fabuloso, finamente maquillado, y luciendo una hermosa cabellera roja, que de no conocer a mi tío Rogelio, hubiera jurado que se trataba de una muy hermosa mujer. Yo en el trayecto a su casa me había fumado un cigarrito de los importados, y al llegar a su casa, mi tío o mejor dicho, en esos momentos mi tía, me recibió con una cerveza para mí. Yo estaba deseosa de reunirme con su perro León, cuando mi tío me preguntó, si ya le había dado el culo a León, honradamente le respondí que no, por el temor que tenía a que me doliera. Mi tío, se me acercó y al tiempo que me fue ayudando a desvestirme, me dijo, si quieres te puedo ayudar. Con mucha curiosidad le pregunté cómo, y él me respondió esbozando una traviesa sonrisa. Puedo ayudarte a que dilates tu huequito, solo necesitamos un poquito de vaselina. Yo que me moría de curiosidad por saber que era lo que se sentía, el tener la tranca de León, entre mis nalgas. Una vez que me quedé completamente desnuda, mi tío me indicó que me acostase sobre el sofá de su sala, una vez que me acosté, me pidió que separase mis piernas. Y así lo hice, de inmediato él enfundó sus manos dentro de unos guantes como los que usan los médicos, luego suavemente comenzó a embadurnar el centro de mis nalgas con vaselina, y comencé a sentir como poco a poco mi tío comenzó a introducir sus dedos de uno en uno, dentro de mi apretado esfínter, después de un buen rato, llegó el momento en que pienso que la mano de mi tío la tenía casi por completo dentro de mi culito, fue cuando lo escuché decirme. Ya estas lista querida, y al decir esas palabras extrajo sus dedos de mi culo, y escuché como se quitaba los guantes y los tiraba a un lado, y casi de inmediato comencé a sentir esa cosa dura y caliente atravesando mi esfínter. En ese instante dirigí la mirada al patio, y sorprendida vi a León recostado sobre la grama, así que sumamente sorprendida volteé a ver de quien se trataba, aunque no esperaba ver a León, fue a mi tío a quien encontré clavándome su verga. Casi al mismo tiempo una de sus manos se enterró en mi coño. Yo desde luego al principio, me sorprendió, pero a medida que comenzó a enterrar y sacar su parada verga de mi culo. Yo por mi parte, como una loca comencé a mover mis caderas, disfrutando de lo que mi tío me estaba haciendo con su verga, y con su mano. Además el que él estuviera vestido de mujer, y que de paso fuera mi tío, como que todo eso, me excitó más aun todavía. En medio de todo eso le pregunté a mi tío. ¿Tío, pero que te ha pasado? Y sin dejar de meter y sacar su sabrosa verga de mi apretado culito, me respondió, diciéndome. Es que te vi tan linda y con ese culito tan paradito, que no sé que me sucedió que me provocó metértelo. Esa noche, después de que mi tío, me dio tan sabrosamente por el culo, él y yo estuvimos revolcándonos juntos con León, por casi toda la noche.
invitado-ru 15-05-2016 00:58:30
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y que le dijistes a tus padres..? que la tintura que te ponen, te hace doler el culo...? jaja!!