Llegamos por fin a nuestro destino, Vanesa somnolienta, Marla complacida y yo, bueno que puedo decir: ¡satisfecha!...y junto a un hombre maravilloso, todo pronosticaba momentos de delicioso placer, con simplemente mirar sus ojos podría descubrir en ellos una rara mezcla de ternura y sensualidad que me transportaban a un estado de éxtasis realmente embriagador.
Me toco en turno de subir a recepción a registrarnos y por las llaves de las habitaciones, mientras Marla y Vane recibían el equipaje, ayudadas por Roberto (llamémosle así en honor a mi primer lector), aunque yo no quería separarme de su lado convenimos en que mientras nos instalábamos él nos esperaría en el pequeño bar que se encontraba a un costado de la piscina. Roberto era un tipo guapísimo, de unos treinta años, de esos que te hacen voltear a verlos, alto, fuerte, de piel morena y tostada por el sol—para mi buena o mala fortuna—labios pequeños, con unos ojos de ensueño y lo peor, me atraía horrores.
Terminamos de instalarnos y volví junto a Roberto, enfundada en una mini negra y una blusa blanca escotada, me atrajo hacia él, me besó y me dijo: “que bella te ves”, el contacto de su cuerpo junto al mío me estremeció de tal manera que me ruboricé, mi cuerpo estaba hecho para esos brazos que como enredadera rodeaban mi cintura y que no atinaban a soltarme, estaba en peligro, lo podía oler, ese hombre me estaba excitando de tal manera que caería rendida a sus pies...me senté finalmente a su lado, pedimos unas copas y conversamos, eso sólo era una tregua entre la guerra que se avecinaba.
El lugar, el ambiente, las copas, la música o quizás simplemente el deseo, hicieron que cuerpos se pegaran cada vez mas al bailar, el ritmo movía sus manos en mi espalda y mis labios casi rozando su cuello al mismo compás, me apretó mas, y pude sentir el olor seductor de su piel caribeña, mis senos se contrajeron y un pequeño temblor recorrió mi ser, besé su labios lentamente, como si en ello se me fuere la vida...parecía que todo hubiera desaparecido, solo él y yo en medio de aquella pista, inmersos en un erótico ritual, su miembro respondió a las invocaciones de mis caderas y vientre que cada vez pegaba mas a él, estaba absorta en tan erótico momento.
De pronto algo me llamó la atención, una mano saludándonos desde la mesa, era Marla que hacía rato nos veía:
-Vamos a salir a bailar con “los vecinos”(un par de chicos noruegos que tenían el mismo tour que nosotras), se animan?
-¡Gracias!, pero creo que por hoy necesito algo mas tranquilo. Hablé por ambos y Roberto sólo me asió por la cintura asintiendo.
-OK! como gusten, aunque creo que los voy a envidiar mucho y sonrió pícaramente, como sólo ella sabe hacerlo, creo que hasta me ruboricé un poco.
-¡Diviértanse mucho!—le dije—y acercándome a su oído concluí: “que yo haré lo mismo” –ambas reímos—.
Roberto y yo seguimos un par de horas en el bar bailando y acurrucándonos como si nos conociéramos de tiempo, me sentía tan a gusto y compenetrada a su lado, que no sentía el transcurso de las horas; buscando mas intimidad salimos por una de las puertas que daban a la piscina, ¡que bella noche!, todo el cielo estaba lleno de estrellas.......y yo le había robado una por un rato, quizás por eso brillaba con tanta furia, como reclamando por su ausencia.
Nos sentamos a la orilla de la alberca, nuestros pies dibujaban figuras en el agua, y nuestras manos parecían querer formar una sola pieza—al igual que nuestros cuerpos—después de algunas copas mas, nos retiramos del lugar, nos dirigimos a mi habitación y no tuve que invitarlo a pasar, mis ojos hablaban por si solos, suplicándole que por fin me hiciera suya, me besó apasionadamente con una mano en mi nuca y la otra rodeando mi cuerpo, esa forma tan suya de besar mis comisuras, me volvía loca, así de esa manera, sin soltarme y sin importarnos nada entramos a la habitación, caminaba de espaldas y sin ver, pero yo sabía que me dirigía a la gloria!!.
Recorrió mi cuello con desenfreno, yo solo me dejaba llevar, estaba tan extasiada que quería sentir cada movimiento de sus manos sobre mi piel, a esas alturas era ya toda suya J, me quitó la pequeña blusa blanca y se dirigió directo a mis pechos, que parecieron reconocerle enseguida, mordisqueando uno y apretando con la mano izquierda el otro, uff!! (a veces no creo encontrar las palabras adecuadas para describir tanto placer), podía sentir un leve hormigueo recorriendo mi desesperado sexo, era como si supiera que lo necesitaba en ese instante porque con su otra mano bajó por mi vientre y me acaricio por encima de mi falta, con cuidado y sin mucho trabajo hizo a un lado mi tanguita negra y acarició mi clítoris lentamente, después separó mis labios y me introdujo un dedo, sin dejar de succionar mis pezones, arrancando de mi garganta un leve gemido “aghhhrr”, ese conjunto de sensaciones era realmente delicioso y no quería que se acabara NUNCA; después bajo por mi vientre besando y recorriendo todo a su paso, hasta que encontró mi vulva, se deshizo por fin de la tanguita—una de mis preferidas por cierto—y con su lengua succionó y bebió todos mi jugos como si fueses un fino vino, su boca y sus dedos me llevaron al cielo y de regreso tantas veces que perdí la cuenta, estaba rendida pero a él no de importó y siguió besando mis muslos, acariciándome toda...
...haciendo que lo deseara cada instante mas, hasta que por fin y con mucha fuerza me introdujo ese pene riquísimo que tanto necesitaba dentro de mi, mi vulva lo apretó con ganas, con ansias y desesperación, cómo si fuera la primera o la última vez que fuera a ocurrir eso, sus embates eran veloces y con fuerza, era todo un hombre el que tenía entre las piernas, mis manos se aferraban a su espalada y mis piernas a su cintura, para sentirlo mas adentro cada vez, era un vaivén increíble, cambiamos de posición y se puso detrás de mi y cuando creí que había conocido las sensaciones mas placenteras de éste mundo, Roberto me mostró que apenas comenzaba a descubrirlas, ese hombre parecía no tener cansancio, mas por el contrario con cada movimiento adquiría mas fuerza y yo trataba de seguirle el paso, la verdad es que aquello era UNICO.
Traté de corresponder a tanto gozo y comencé a besar su miembro, tenía un sabor deliciosos y una firmeza de acero, sus venas saltaban entre mis labios y mi saliva recorría su falo de la base al glande, aunque debo aceptar que no cabía todo en mi boca, era imponente y riquísimo sentir la manera en que entraba y salía de ella y la manera en que su cuerpo temblaba cuando le daba pequeñas mordiditas o cuando succionaba solo la puntita y regresaba, esos movimientos y el tocar o besar sus testículos hicieron que por fin llegara mi tan ansiado regalo, esa lechita blanca y calientita que brotó de mi amante llenándome toda....
No se pierdan la próxima parte, prometo escribirla pronto, por favor no dejen de escribir sus comentarios y escríbanme, ok?, haaaa gracias Roberto por tus comentarios!!!
Ciao
Besosssss
LILITH
TE QUEDO DE PELO MAS BUENO Y ME MATO ESPERO EL PROXIMO RELATO SALUDO BYE.