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Pensando en ti

Cada vez que pienso en que me susurras al oído, mi corazón palpita más fuerte, mi alma navega enlazando… sensaciones eróticas.

En mi mente solo hay sitio para tus palabras, ahogadas en la pasión mi deseo sin dejarme indiferente…y revolviendo todo mi interior.

Siempre con esa sensación de hablarme sabiendo que todo lo que te propones lo consigues, que llega tan dentro de mis sentidos, haciendo que penetres allá donde cobran y fluyen mis sentimientos más ocultos.

Despiertas en mí el sentido del tacto, siento la suavidad de tu piel a través de mis manos, que percibo al tocar con mis dedos. Te acaricio de tal forma que se me antoja aterciopelada, cuando al rozar con la yema de los dedos, haciendo que se te ponga la piel de gallina. Tus pezones se levantan, se me asoman erectos, deseosos de que mi gusto alcance su sabor, pero eso lo dejo para más tarde.

Mientras me recreo en esa piel, en la que dibujo símbolos con mis dedos, que como una alfombra se estremece ante mí, deseosa de ser tocada, cubierta de un sin fin de caricias, haciendo que sientas nuevas formas de regocijo. Mientras tú te revuelves, y sientes como tu vientre se levanta, como tu corazón palpita con más energía, y como desde tus adentros te vas sintiendo más excitada, tu mente surge el deseo de ser poseída, de ser lamida por mi lengua, y espera ansiosa esa caricia, que yo voy haciendo esperar desde mi propio deseo.

Entonces dejo mi mano bajar hacia tu sexo, y noto como va humedeciéndose, siento como tus piernas se van abriendo, dejándose acariciar, asintiendo a mis tocamientos, mientras mis dedos siguen bajando entre tus muslos, colándose en ese canal donde no paras de latir.

Junto mis dedos y empiezo a jugar en la abertura de tu sexo, sin penetrarte aun, solo dejando resbalar mis dedos. Mientras mi dedo corazón se desliza hacia atrás, llegando a ese lugar recóndito donde tu ano se esconde, mi otra mano siente como ese lugar escondido… se abre para mí, mientras acaricio tus nalgas y las abre, me va absorbiendo, entre tus nalgas mi dedo corazón te hace sentir bien, suspiras, te relajas para mí.

Me das ese permiso que buscaba con tu mirada, la cual se va dejando ir, centrando toda atención en esa caricia. Voy introduciendo mis dedos en ti, notando las paredes de tu sexo, poco a poco noto las rugosidades de tu orificio, muevo mis dedos en semicírculos, abriéndote más, empujando hacia adentro los hago penetrar entero.

Tus labios pegados a mi oído hacen que note como gozas en un acto de placer enrarecido. Caricias nuevas que no has sentido, gustándote y acariciándote.

Me retiro discretamente, subo hasta tu boca y rozo tus labios, que encuentro carnosos y hambrientos de mi boca. Con mi lengua voy delimitándolos, empiezo por la comisura derecha, subo hacia el labio superior, voy repasándo muy lentamente, hasta llegar a la comisura izquierda, y bajo por el labio inferior hasta llegar de nuevo a la comisura izquierda. En ese momento abres tus ojos, nos miramos, y los entreabres invitándome a sentir tu sabor.

Entonces, mis labios se unen a los tuyos, mi lengua se cuela dentro de tu boca, nuestras lenguas se buscan, que seguidamente empiezan a jugueteas, entrando y saliendo de nuestro paladar, vuelves a cerrar tus ojos, y mi lengua sale de tu boca. Cierro mis labios y busco tu oreja, tú sientes mi respiración agitada, y llena de deseo, respirando nuestros perfumes.

Mi lengua pasa por tu oreja, de fuera hacia adentro. Allí mi lengua te hace percibir, un ligero escalofrío que te hace estremecer, la saco haciendo el mismo recorrido, pero al revés, para bajar por tu cuello mordisqueando con mis labios esa suave piel, me sonríes, me miras, sé que estas sintiendo una excitación plena, y quieres más, quiero gozar de tu piel.

Así voy haciéndolo despacio, voy alargando el goce, quiero llevarte al límite, me incorporo un poco y llevo mi cara sobre tus pechos. Tu pecho agitado subiendo y bajando. El latir de tu corazón esta agitado, salta para dar besos a mi mejilla… desde dentro de tu pecho, y de nuevo mi boca se posa en tu aureola izquierda, bordeando ese círculo, donde mi lengua empieza a enredarse, dando vueltas sobre ella, ensalivando y haciendo que de tu boca salgan gemidos.

Me acerco a tu pezón, que insinuante se posa ante mis labios, lo lamo y los estiro con mis labios, incluso llegado el momento, mis dientes se agarran a ellos, mordiéndolos con suavidad, y oigo, como en un grito de placer que te hace revolverte en ti misma, eso me excita aún más y veo que a ti también, y me recreo en ellos durante unos minutos.

Entre besos, mordisqueos y caricias de lengua, mis manos tocan tus manos, las entrelazo con mis dedos, subo tus brazos por encima de tu cabeza y mis dedos bajan delicadamente a través de tus brazos, rozando la punta de mis dedos por ellos, de nuevo sientes escalofríos y tu cuerpo empieza a temblar.

Te desarmas, ahora eres mía, te contorsionas buscando el roce de mi piel, entonces tu pierna se eleva, pasando a través de mi cuerpo, y dejándolo en medio del tuyo, te sientas sobre mi miembro, dejándolo bajo el mío, lo notas duro y erecto, deseoso, llamándote a ser acariciado.

Tú, mientras me estremezco, vas bajando hasta mi ombligo, jugueteando con él, metiendo tu lengua juguetona en ese hueco, donde haces un paréntesis, dando tregua a algo que sin remedio está llegando.

Mientras tu sientes las caricias de mi miembro, lo agarras con la mano y lo depositadas dentro de tu raja, te mueves lenta y suavemente, en vaivenes que hacen nacer en mí, gemidos de ardor y deseo.

Te deslizas sobre el mojándolo, lubricándolo con tu flujo, que ya es abundante y espeso, corriendo a través de tus piernas, mientras alcanzo a levantar mis manos que se pegan a tus pechos, acariciando y pellizcando, que es tan placentera para los dos.

No hay freno ya, está llegando, sabemos que no hay forma de pararlo, y así sentada encima de mi… te giras, te das la vuelta dándome la espalda, yo te agarro de la cintura levantándote un poco. Mi pene se incorpora buscando la entrada, que latente desea ser tomada por él.

En esa posición él se entra solo, está a tu altura y te dejas caer sobre él, penetra tu cueva ahogándote de gozo. Noto tu latir dentro de ti, te dejas caer sobre mis muslos rozándome con tus pezones en ellos, extiendo tus brazos agarrando, mis pies, mientras tu boca, besa mis muslos y notas el palpitar de mi miembro ardiente, dentro de tu sexo latente, deseoso y lasciva, empiezo a moverme, tus movimientos se acoplan a los míos también, y nos dejamos ir en un incontrolado sentir.

Y entre espasmos de placer sentimos el tacto de este gozoso deseo íntimo, nuestro interior se contrae, temblamos y nos quedamos exhaustos en esta locura que se llama sexo.
Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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