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~Ya llevaba yo varias horas de encierro, orando, cuando esos raros pensamiento, me atacaron con mucha más fuerza. Yo tomé mi crucifijo, pero en lugar de seguir con las oraciones, para alejar la maligno, me levanté mi habito, me quité mi ropa intima, y como una desesperada, comencé a irme enterrando mi crucifijo dentro de mi vergüenza, o sea mi coño. Ya llevaba yo un buen rato haciendo eso, con mis ojos bien cerrados, cuando al abrirlos me di cuenta de que era observada de cerca por el Padre Manolo, y su acompañante el emisario del Obispo. Lo único que alcancé a preguntarles fue. ¿Cuál es mi penitencia, Padre Manolo?
Mi guía Espiritual me siguió observando, intercambió miradas con el emisario del Obispo, y entre ambos me tomaron por los brazos, diciéndome. Como penitencia tendrás que sufrir, de los placeres de la carne. Yo sumamente asustada, pero a la vez consciente de que había pecado, sumisamente les dije, hágase la voluntad del señor. Pero al levantar la vista, me encontré que tanto el padre Manolo, como su acompañante, ya tenían sus miembros fuera del pantalón, y tras sonarme una cachetada con ellos, me obligaron a que me los metiera a la boca, y se los mamase, hasta que ellos me dijeron.
Luego me obligaron a desnudarme, y me ataron a mi cama, donde entre los dos, me han penetrado, sin consideración alguna, al tiempo que yo les pedía misericordia, divina. El resto de la noche sin desatarme me siguieron penetrando por todas partes, incluso hasta por mi culo. Haciendo que yo llorase de arrepentimiento, al mismo tiempo, que pienso que poseída por el demonio, movía mis caderas sin detenerme.
Luego en cierto momento, y como para que mi castigo fuera mayor, a un mismo tiempo que el padre Manolo, me penetraba salvajemente por el coño, el ilustre emisario me lo empujaba por el culo. Yo sumamente arrepentida, les pedía perdón, pero ellos continuaron castigándome, para luego volver a mantener en mi boca sus miembros, y chupárselos hasta el cansancio. Hasta que ya no pude aguantar más. Y me desmayé, o me dormí, la verdad es que no se. Al despertar, pensé que todo había sido un raro sueño, lo único que me hizo pensar que en realidad no fue un sueño, fue el fuerte dolor que me quedó en el culo, y el olor a sexo, que tenía por todo mi cuerpo.
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