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Pecado carnal 2. Lovy, sobrina y su amiga, iniciación como sumisas
Esta es una historia culposa, tan prohibida como lujuriosamente deseable. La relación sexual del señor maduro seducido por la sobrina. Ahora sobrina y amiga aceptan ser putitas sumisas de su amo.
Esta historia prohibida se había producido durante un par de semanas de vacaciones.
Durante dos semanas tuvimos como invitados a la sobrina de mi pareja y su amiga, desde el primer momento la sobrina, Lovy, hizo todo para despertar el deseo de poseerla, en la primera ocasión que su amiga se ocupó de estar fuera de casa toda la mañana fue el momento para que ella desplegara todo el “sexapeel” y la seducción para llevarme a tener sexo con ella.
La amiga había sido el partícipe necesario para conseguir esos momentos de intimidad y más aún, porque en un momento de confidencias íntimas me dijo de los juegos lésbicos entre ellas y hasta me dejó la inquietud de decidir si quería tenerlas a las dos juntas en mi cama, pero eso es parte de la continuación de esta historia de sexo prohibido. Así llegamos al punto final de la primera parte de “Pecado Carnal. Lovy, la sobrina”
Si eres mujer y te sientes identificada de algún modo con Lovy, me gustaría compartir tus comentarios y experiencias, al pie del presente relato, totalmente testimonial, me gustaría encontrarte en mi correo para seguirla, te estaré esperando…
La primera parte había concluido cuando nos vestimos y volvimos a habitualidad de una mañana veraniega, sentado tomándome una bebida con hielo, ella seguía tendida en la reposera al borde de la piscina, así nos encontraron mi pareja, tía de Lovy, y Crist, la amiga de la sobrina.
Todo seguía con las rutinas clásicas, descanso, piscina, paseos, todo para hacer los honores al dios del ocio y el “dolce far niente”. Pero me intrigaba sobre todo observar los cuchicheos de las dos jóvenes, sus sonrisas y jugueteos y sobre todo las miradas que me dirigían, totalmente lascivas y cargadas de intencionalidad, totalmente explícita cuando estábamos lejos del control de la tía.
De este modo fue creciendo durante el resto del día, y el siguiente ese juego de seducción y complicidad.
La búsqueda de oportunidades era el objetivo primordial de la estrategia de las muchachas, el ofrecimiento de compartir sus juegos lésbicos era la invitación que todo hombre busca, sentir como al alcance de tu mano los cuerpos de dos apetecibles jovencitas se hacen mimos y juegos sexuales es lo más excitante, compartirlos siendo el objetivo de las dos, se convierte en el sumum de los deleites del erotismo.
En la primera salida de mi pareja para hacer las compras para la semana, nos dejó un tiempo que Lovy se encargó de aprovechar hasta el último minuto.
Tan pronto como el auto traspuso la puerta de acceso, se me aparecieron las dos muchachas, insinuándose de manera más que explícita, una muestra de lo que tenían para ofrecerme: sus tetas. Lovy las tiene pequeñas pero apetecibles, Cris bien grandes, exageradas para su tamaño, y como si fuera poco la muestra de sus cualidades físicas, voltearon para mostrar sus culitos con el short bajado.
- Wowww!... te has quedado mudo tío…
- Bue…no, es que no me esperaba esta muestra de belleza, menos así de sorpresa…
- Y… qué te pareció –casi a duo.
- Bueno… bueno, más que bien, más que aceptable… diría súper… Y ahora…
- Ahora?? Hmmm… ahora, esperar bebé… -a dúo: -Ahora… no se puede, tu mujer está muy atenta, pero… nosotras te diremos cuándo nos tendrás. Seremos “tus putitas”, pero… -se miran entre ellas antes de responder, risas y disparan la consigna: - Aceptas “un matrimonio de placer”?!!!!!....
No tenía ni la menor idea de qué cosa hablaban, suponía que era un juego, todo yo era una afirmación.
Antes de continuar, y con la experiencia de conocer el devenir de los hechos quiero consignar que este hombre maduro, curtido e algunas experiencias con mujeres jóvenes, lo que más disfruto, estaba lejos de haber descifrado las intenciones de este dúo que les habían tomado el gusto de histeriquearme (jugar a seducir, ofrecer y retacear, mostrar el dulce y quitarlo al momento). Sabían leer el deseo en mis ojos, Lovy le había contado a su amiga las ganas de gozarlas, pero parte de su deseo era jugar al gato y el ratón: obvio, yo era el ratón.
El resto de esa última semana fue un suplicio, las muchachas no dejaban ocasión para seguir poniendo presión, mostrar su osadía para exhibir sus encantos ante este sufrido mortal que hacía lo indecible para ocultar su erección. Sentarse de espaldas a la tía y abrirse de piernas sin bombacha, abriéndose los labios de sus deliciosos sexos, hasta hacerme ser testigo del modo cómo Lovy lamía los pezones de las tetotas de Crist, más todas las situaciones fácilmente imaginables me tenían erotizado a full.
Regresamos todos juntos, Crist eligió viajar en el asiento delantero, suponía que era para seguir con el “jueguito” de excitarme, tanto que en un momento que mi pareja se quedó dormida, la pendeja me llevó la mano a su entrepierna para ahogarla en la humedad de su calentura. El descaro y la seducción llego al extremo de sentarse de lado ofreciéndome el increíble paisaje de su conchita abierta para amenizar el viaje y hacerme insoportable la calentura. Fue un viaje deliciosamente insufrible, que no hacía más que poner más presión al deseo, mientras estas dos criaturas jugaban calentando al señor maduro…
La situación se torna súper hot, de vuelta en la ciudad el contacto vía whatsapp se volvió algo de rutina, las fotos de ellas dos “para calentar al tío” decía la leyenda al pie, era algo que me tenía a mil, así hasta que comencé a jugar con ellas, demorar la devolución de mensajes fue acercando el tiempo de concretar.
Un escueto y breve mensaje diciendo: “basta de histeriqueo, cuando cogemos”, fue como encender la mecha, un par de horas después recibo: “tío puedes venir a…, te estamos esperando en ´cueros´ todo para ti” y una foto haciendo una “tijera”.
En verdad era una invitación tentadora en extremo, pero preferí jugar mis cartas, respondí: Ok, con todo gusto me las comería ya mismo, pasaré a buscarlas mañana a las 3 pm. Volvieron a elegir la casa de Crist, pero me mantuve en mis términos, preferí arriesgarme a un no pero jugar de local tiene sus ventajas. Vino el “siiiii”
A la hora indicada pasé por las muchachas, tenía el apartamento que me había facilitado un amigo, toda la tarde libre para jugar en ese trío que me tenía tan caliente desde hacía dos semanas. El loft prestado por mi amigo serviría como golpe de efecto para la improvisación de la estrategia que pergeñaba en el trayecto.
Entrar en la amplitud del escenario despojado de divisorio de ambientes brindaba el efecto liberador, lo espacioso de la locación había creado el ambiente de libertad y libertinaje, habían sido vencidas por el despliegue efectista del señor maduro. El primer set había sido ganado.
Desde el sofá ordené: - Lovy prepárame un whisky!, con tres cubos de hielo. – Crist, quítame los zapatos!
Las muchachas cumplieron sin chistar, dóciles no se parecían a las que me habían histeriquiado dos semanas antes, ahora era mi tiempo, me sentía ganador, ellas también lo habían entendido.
En verdad aquí comienza otra historia, sentía el control, ellas de pronto habían dejado esa pose de “mujer dominante”, cómodo las observo moverse con prudente respeto, el ambiente espacioso destilaba lujuria, las jóvenes sentían la potencia erótica del ámbito, y se dejaron someter al influjo seductor de lo desconocido.
Crist se arrodilla entre mis piernas, me descalza, lentamente, sin dejar de mirarme, Lovy llega con el vaso de escocés añejo con tres hielos. – Revuélvelos con tu dedo.
Les indico que se muestren al Señor, girando despacio, como modelos ofreciéndose, solícitas lo hacen, exhibiendo sus bellezas. – Ahora igual, pero desnudas…
Cumplen la orden como si lo hubieran hecho desde siempre, las ropas van formando un coro alrededor, gesto de quitarse el soutien, pudorosas cubren con el brazo los pezones rosados. – Abajo, también, todo, todo….
Se quitan la bombacha, ahora un brazo para cubrir los pezones y la mano para el sexo. – No, no… manos en la cintura y mostrar todo a su amo. –momento de indecisión… -Vamos! Una leve fuerza en la orden bastó para mostrarse en todo su esplendor…
Ellas sentían el poder de la orden, el gesto silencioso obra milagros, el ambiente y mi seguridad en el mando les había metido el sentido de la sumisión bajo la piel, podía leer sus sensaciones a libro abierto, tenía experiencia en dominar, ellas sienten en su carne el erotismo de lo desconocido, ese orgasmo agónico de no saber que les ordenaré, la sumisión disfrutada, avasallante lujuria que las estremece con el temor reverencial de someterse al amo dominante. Ejercía la dominación sumisión es una forma alternativa en la cual yo controlaba las acciones y emociones de las muchachas sumisas, una especie de juego sexual en dos sentidos, donde cada uno necesita del otro para satisfacernos eróticamente: ellas sentirse humilladas y dominadas, yo el dominador. Es tan solo una forma de sexualidad distinta de lo convencional por eso mismo contiene el delicioso encanto de la transgresión, jugarlo y vivirlo con intensidad es una deliciosa experiencia.
Expuestas al escrutinio de “su señor” era el primer escalón para ser consideradas “sus putitas”.
Me quité la corbata, enlacé sus cuellos con ella, necesitaba verlas abrazarse y besarse, sentir como cada una respiraba en la boca de la otra, ser el privilegiado espectador de sus acciones, lo privado ahora era solo para su señor. Con un gesto les pedía tocarse todas.
Mirarlas jugar con sus lenguas, era tiempo de venir a mis pies, arrodilladas entre mis piernas, le indiqué a Lovy que tomara un cubo de hielo para frotar los pezones de Crist, hacerla vibrar al contacto con el frío, luego lamerlos, a su tiempo lo mismo para Crist hacerlo con su amiga.
Ahora puedo dejarlas jugar un poco con la verga, masturbarme, las dos juntas, sentir sus bocas pegadas al miembro, sentir las lenguas de las muchachas recoger el primer jugo de la verga. Accionar las bocas sobre la pija del señor, tocarse en la conchita con la prohibición de correrse sin mi permiso.
- Desde ahora, no se correrán sin el permiso de “su señor”, las putitas solo harán lo que les ordene, entendieron?
- Sí, casi al unísono… -una bofetada fue mi respuesta.
- Preguntaré una vez más… entendieron quién da las órdenes?
- Sí… Sí… sí “señor”
- Bien, vamos entendiendo… ahora a pajear y mamarme. Ya!!
En verdad estaba explorando sus propias fantasías, sobre todo en ellas por lo que habíamos platicado en la semana previa, había implantado la semilla del placer de someterlas, acepté el juego de dejarme seducir y esconderme el premio, jugar el rol del poder del sexo, ahora era el turno de hacerlo yo, pero de manera real.
- Les voy a permitir el favor de masturbar a su señor. Que dicen?
- Sí, señor…
- Acción!!!
Entregadas a cumplir la orden, la verga entre los labios, lenguas frotándola, manos agitándola. Mis manos dirigían la sinfonía del placer, los dedos enredados en sus cabellos para sentir la presencia del poder del amo y dirigir las acciones. Era tiempo de mi placer, enseñarles a servir al señor, cumplir las directivas de darle placer al macho dominante.
La excitación de tener esas dos bocas juveniles mamando me hacían elevar la pelvis para acercarle el miembro, ellas aceleran el agite de la pija, se turnar en alojarme en sus bocas. La presión en sus cabellos avisa que el señor está acercándose al límite de su capacidad, tomé la verga en mi mano para darle las últimas sacudidas.
- Ahora! Es toda de ustedes, es la energía vital del amo. No debe caer nada al piso!...
Un par de agitadas bastaron para largar el primer chorro de semen, generosamente grueso, parte en la boca de Crist, parte sobre el labio de Lovy, el resto se coló sobre las lenguas de las muchachas que hacían las veces de barrera de contención.
Se compartieron la degustación del vital elemento, individualmente y con el beso prodigado para mi disfrute. Luego limpiaron totalmente la pija, dejándola remolona sobre las tetotas de Crist.
Relajado por la profusa eyaculación, era tiempo de seguir disfrutando del whisky mientras las muchachas seguían arrodilladas en señal de adoración del macho dominante. La primera lección había sido impartida.
Luego entregué una cadena de oro a cada una, con todo el sentido de un acto iniciático del “matrimonio de placer” del que aceptaron. La cadenita es el símbolo físico y emocional de la pertenencia, que cada una deberá llevar mientras exista el “matrimonio de placer” rodeando el tobillo izquierdo como para que no olviden nunca a quien pertenecen, es una señal de la entrega hacia su amo, la razón misma del deseo de sentirse mi putita.
Terminado el acto de colocación del precinto que las ataba a la autoridad de su señor, fue tiempo de mostrarse sumisas, ahora venía la sesión de bañar al amo, previo a la apertura de los grifos ejecutamos la ceremonia de la lluvia dorada, hincadas delante de mí, recibieron el chorro de orina sobre sus pechos, escurriéndose hasta llegar a los genitales, ceremonia para demostrar el poder del amo y ellas acatar su condición de sumisas.
Desde este mismo instante son mis putitas, “mujeres de servicio”. Me bañaron con aplicada consideración.
Los cuerpos de las jóvenes eran algo que excitaba a mil, la calentura extrema de las muchachas era más que evidente, pero tenían vedado llegar al orgasmo sin permiso, mi excitación también era algo importante, por eso había guardado una última lección. Las hice vestir con vestidos lo bastante traslucidos como para que se pudiera adivinar el interior, que obviamente no tendrían, solo el vestido, pero antes de partir les ordené hincarse y lamerme la verga, cuando me pusieron tan caliente como para venirme, junté sus caras y largué mi semen sobre los pechos y parte del cuello, con la prohibición de limpiarse.
Terminé otro vaso de JB y llegado el momento les recordé el juramento ceremonial del “matrimonio de placer” y todas las obligaciones, la discreción total de los sucesos, la obediencia incondicional y el sentido de ser mujer de servicio y putita de su señor.
Vestidas sin prendas interiores y sin limpiarse el semen de su señor, les pedí un remis (auto de alquiler) hacerles sentir la humillación es parte del placer de ambas partes.
Por cuestiones de seguridad, las seguí desde mi coche hasta que llegaron a su domicilio, al bajar les entregué sus ropas, quedándome con la bombacha como muestra de la primera clase.
Por razones de extensión la continuación será en una próxima entrega.
Lobo Feroz
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