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Continuando con mi relato, el que comenzó con “Patricia cuenta su historia” les cuento que si bien creí que la historia de sexo que estaba viviendo con Verónica, mi madre, y con Mario, mi hermano, se truncaría cuando Marcela, mi tía, hermana de mi mamá, que vive en Salta, se enfermó y como ella es soltera y no tiene hijos, mi madre tuvo que ir a cuidarla, siendo acompañada por Mario, pues mi padre no podía descuidar la librería que atendía y yo como estaba con mis exámenes no pude acompañarla.
Mi padre que no quiso que mi madre fuese sola, pues Marcela es bastante voluminosa para mi madre pudiese moverla sola, obligo a Mario, a que fuese con ella.
Mario inicialmente se opuso pero cuando nuestro padre le explicó que solamente estaría unos días, hasta que nuestra madre encontrase quien le ayudase, aceptó.
Creo que si bien decía que no podía ir porque tenía que dar finales, lo que no quería era dejar de coger conmigo, pero dándose cuenta que allí cogería mucho con nuestra madre terminó aceptando.
Yo pensé que sería un embole quedarme y protesté contra los exámenes, pero me di cuenta que no podía haberme ocurrido nada mejor, pues recordé la historia de Sodoma y Gomorra, y como las hijas de Lot mantuvieron relaciones con su padre sin él enterarse de lo que había.
Si bien ellas lo hicieron con el fin de tener descendencia, y yo lo que menos quería era embarazarme, aunque lo que más quería era tener una pija en mis manos, en mi boca y por supuesto en mi concha, decidí hacer lo que ellas hicieron, por lo que ya desde la primera noche, que nos quedamos solos papá y yo, me acosté con él, valiéndome para ello, al igual que las hijas de Lot, de vino; lo emborraché a mi padre y deguste su pene dentro de mí, sin él darse cuenta de nada.
Creo, porque no lo sé con exactitud, como en su vino había colocado una pastilla de viagra, después de descargar su leche en mi concha, su pija continuó dura como una roca, por lo que yo procedí a chupársela a fin de no dejar ni una sola gotita de su leche en su pija para que no se diese cuenta de lo que había pasado, pero sin darme cuenta que por emborracharlo yo también estaba bastante pasada de copas, haciéndolo me quedé dormida, por lo que no bien se despertó y vio que su verga estaba enterrada en mi boca, se percató que habíamos cogido, por lo cual pego un grito despertándome.
Ahí yo también me di cuenta que su verga estaba en mi boca y trate de agarrarlo pero él salió de la cama y corrió a encerrarse en el baño me percaté de lo que había pasado, por lo cual me acerqué a la puerta del baño y le dije que iba a preparar el desayuno y que mientras lo tomábamos le explicaría lo que había pasado, por lo menos que había tenido deseo de emborracharlo a él pero que también me había emborrachado yo.
Él me dijo que era lo suficientemente grande como para saber que habíamos cogido y que no deseaba hablar del tema.
Desnuda como estaba fui a la cocina y comencé a preparar el desayuno. Ahí me di cuenta que había descargado su semen en mi interior pues mientras lo preparaba tuve que utilizar una servilleta de papel para secarme la leche que caía de mi concha. Claro la misma no había salido de mi interior hasta que me levanté, ¡Menos mal que como cogía con Mario estaba tomando pastillas!
Serví el desayuno pero mi padre, ni se acercó a la cocina, sino que salió como alma perseguida por el diablo.
Como era sábado yo no tenía que ir al colegio por lo que sentándome a la mesa tranquilamente tomé el desayuno y me fui a bañar. Llené la bañera de agua y traté de recordar lo que había pasado con mi padre, pero la verdad que solo llegó a mi mente lo que estoy escribiendo aquí, ¡Se ve que la borrachera me había pegado también a mí!
Sabía que acabó dentro de mí por el semen que me chorreó, y que su pija estaba en mi boca porque lo vi cuando su grito me despertó pero como fue lo que ocurrió, ni idea.
Él tenía que haber regresado, como todos los sábados, alrededor de las 1400 horas por lo que cambiada y bien vestida, bah vestida como una buena niña, lo esperé con el almuerzo, pero él no vino y tampoco lo hizo durante la tarde.
Toda la tarde estuve haciéndome la cabeza sobre lo que estaría pensando, por lo que sintiéndome avergonzada y decidiendo que me perdonase, le preparé su cena favorita, pero tampoco vino.
Me puse a mirar televisión esperando su regreso, pero me quedé dormida en el sillón, hasta que a las 0415 horas me desperté por un ruido en la puerta. Era él que regresaba. Estaba borrachísimo y se había vomitado encima, por lo que lo llevé a su habitación y sacándole la ropa lo acosté.
Iba a apagar su velador, para irme a mi habitación, cuando vi que su pija estaba semi erecta y no me pude contener por lo que se la agarré y comencé a pajearlo.
Como rápidamente la misma se puso dura como una roca y caliente como un hierro al sol de verano, no me pude resistir a la tentación y comencé a besarla. Estos besos rápidamente se transformaron en lengüetazos con los cuales recorría desde la punta de su verga hasta sus testículos.
Cuanto más la lengüeteaba más gruesa se le ponía. No podía entender como semejante verga había entrado en mi concha, pero la leche que me salió mientras preparaba el desayuno no mentía con respecto a que había estado en mi interior.
Sabiendo esto dejé de temer en alojar semejante pedazo y me preparé a sentarme sobre ella.
Acomodé la punta de su verga, de la que ya salían unas pequeñas gotas traslucidas en la entrada de mi cajeta, la cual estaba, a esas alturas, mojada como si me hubiese meado, y comencé a bajar lentamente.
Como el dolor era grande, cerré los ojos me deje caer.
El dolor fue muy intenso, me imaginé como habría sido la noche anterior en la cual por primera vez lo tuve hurgando en mi interior, pero como recordé que durante el día no me dolió, me la banqué y comencé un sube y baja que me hizo encadenar tres orgasmos seguidos, coincidiendo el ultimo con su derrame en mi interior.
Satisfecha y teniendo en cuenta la actitud de mi padre durante todo ese día opté por levantarme e irme a mi cuarto, pero al estar a mitad de camino decidí volver y continuar disfrutando de semejante morcilla y digo morcilla y no chorizo porque el grosor de su verga la hace más parecida a una morcilla que a un chorizo.
Volví y no pude contenerme por lo que comencé a chupársela. Su verga al sentir mi boca rodeándola comenzó a parársele nuevamente, con lo cual su grosor nuevamente me obligó a sacarla de mi boca y recorrerla por su periferia.
Mi lengua recorría su mástil grande y duro mientras él, insensible a lo que hacía, disfrutaba del sueño que el vino le producía.
No sé si era porque lo sabía dormido, y que por lo tanto estaba a mi entera disposición, o porque era mi padre pero yo destilaba litros y litros de flujo. Mi concha estaba tan mojada que parecía que me hubiese orinado por lo que necesitaba urgente una verga en ella y como la que tenía más cerca era la de mi padre, sobre ella volví a sentarme.
Esta vez, tal vez porque hacía poco la había tenido adentro, tal vez porque mi concha estaba empapada, entró sin hacerme doler y la disfrute mucho más tiempo.
Después de mi tercer orgasmo, aunque él no llegó, no me importó y me acurruque a su lado y me dormí.
Al día siguiente, domingo, me despierta su grito. Al abrir mis ojos, lo veo agarrándose la cabeza mientras grita ¡No, no puede ser! ¡Otra vez lo mismo!
Compadeciéndome de su estado, lo abrace y empezamos el siguiente dialogo:
—Tranquilo, Tranquilo - le dije mientras acariciaba su cabeza.
—Tranquilo las pelotas, ¿No vez lo que ha pasado? Otra vez hemos mantenido relaciones
—Si lo sé y también sé que no ha sido forzado, bueno… no por ti.
—¿Qué quieres decir?
—Que si hemos mantenido relaciones, no fue porque me forzaste.
—¿Me forzaste vos?
—No, yo no podría forzarte, eres mucho más fuerte que yo y además te abrías dado cuenta, lo recordarías.
—¿Y entonces? ¿Cómo es que estamos desnudos en la misma cama?
—Es largo de explicar. Mirá, anda a bañarte que yo mientras preparo el desayuno y mientras lo tomamos te cuento.
—¡No! Explícame ahora porque esto es una barbaridad.
—Barbaridad es que te lo explique estando los dos desnudos y hambrientos. Bueno yo por lo menos ¿Vos no tenés hambre?
—Sí, tengo mucha hambre. Ayer no comí nada en todo el día pensando en que me desperté con la pija en tu boca.
—No comiste nada pero tomaste un montón.
— Fue para sacarme de la cabeza esa imagen.
—Bueno, anda a bañarte que yo preparo el desayuno y después te cuento.
Se levantó de la cama y cubriéndose con la almohada se fue al baño. Ya también me levante, y poniéndome solamente una remera fui a la cocina a preparar el desayuno.
Preparé la mesa y exprimí unas naranjas, coloque la leche y el café en las tazas y las llevé a la mesa; solo faltaba ponerle el agua que ya se estaba calentando, pero que se la pondría cuando él llegase, para que no se enfríe.
No hice más que sentarme a la mesa que él llego, tenía puesta ropa de gimnasia y se alegró cuando me vio sentada y con la remera colocada, aunque si no se cayó fue porque estaba sentado, cuando me paré para buscar el agua caliente y me vio la conchita depilada, me gusta usarla así y el orto cuando me di vuelta para buscar el agua.
Le mostré bien el culo recostándome sobre la mesada para agarrar la pava y además lo moví despacito para que comprobase lo bien que estaba.
Cuando me acerque a él para ponerle el agua en la taza, dejé mi vulva bien a alcance de su nariz, pero él dándose vuelta, me preguntó porque no me vestía.
Yo le miré la entrepierna y ya le veía una incipiente protuberancia por lo cual solo dije que era porque estábamos en familia y como ya nos habíamos vistos desnudos consideraba que ya no era necesario.
Claudio, tal el nombre de mi padre, me dijo: “Sí, precisamente de ello hablaremos pues sinceramente no me acuerdo”.
Sentándome sobre la mesa empezamos el siguiente dialogo:
—Bueno, es lógico que no te acuerdes pues la primer noche te emborrache y te di a tomar, sin que te enteres pues te la puse en una copa, una pastilla de viagra para que la tuvieses bien parada, es decir preparé todo para que lo hiciésemos, vos te emborrachaste y lo hicimos aunque como yo también había bebido mucho me dormí, de allí que me descubriste con tu pija en mi boca; la segunda noche no fue necesario que yo te emborrachase pues vos llegaste borracho como una cuba, y no solo eso sino que también te habías vomitado todo el pantalón, por lo que te lo saque y viéndote la hermosa pija que tenés no pude contenerme y te la empecé a acariciar y besar, ahí se te paró y me di cuenta que no era necesario darte una pastilla de viagra.
—¿Y estando borracho te hice disfrutar?
—¿Qué si me hiciste disfrutar? Anoche llegue 6 veces.
—¿Seis veces?
—Sí seis veces -Y abriendo mis piernas para que pudiese verme la concha agregue- ¡Sos una bestia en la cama!
—No, no soy una bestia en la cama - Y sin sacar su mirada de mi concha agregó- lo que pasa es que vos necesitabas pija y tenías la mía a mano.
—A mano, a boca, a todo - dije y levantándome de la mesa, apoye mi concha en su cara.
Él trató de alejarme, pero yo no solo le agarre la cabeza, con una mano, haciendo fuerza para que su cara siguiese pegada contra mi concha, sino que la otra la llevé a su entrepierna e hice que mis dedos tamborileen sobre su verga, la cual inmediatamente dio signos de vida.
No obstante, él impuso su fuerza y se separó de mí, y parándose comenzó a caminar hacia la puerta de calle.
Viendo eso le dije: “No te vayas, disfruto más con vos que con Mario”
—¿Qué Mario? ¿Tu hermano?
—¡Sí, mi hermano! ¡Tu hijo fue mi primer hombre! Él me descubrió cuando estaba por hacerlo con Eduardo y lo sacó a golpes, pero como yo estaba muy caliente me entregué a él y a partir de ese día lo hacemos casi todos los días.
—¿Casi todos los días?
—Sí, casi todos los días, aunque no lo hicimos durante muchos días, porque mamá estaba quebrada.
—Menos mal, porque si ella se llega a enterar.
—¿Si se llega a enterar?, ella ya lo sabe.
—¿Lo sabe? ¿Cómo se enteró?
—Yo se lo conté un día después que hicimos el amor.
—¿Después de hacer el amor con Mario fuiste a decírselo a mamá?
—No, después que hicimos nosotras el amor.
—¿Vos y tu madre hicieron el amor?
—¡Sí!, lo hicimos y no una sino varias veces.
—¿Tu madre ha tenido sexo varias veces contigo?
—¡Sí! Y no solo conmigo también lo ha tenido con Mario.
—¿Con Mario también?
—¡Sí también con Mario!, aunque conmigo lo ha hecho más veces, aunque ahora tal vez Mario me alcance.
—¿Pensás que lo harán?
—Aunque yo no este no me cabe la menor duda que lo harán.
—¿Y que tenés que ver vos?
—Yo fui la que los hizo tener sexo.
—¿les hiciste tener sexo?
—¡S!, yo les hice tener sexo y por supuesto yo también lo hice con ellos.
—¿Los tres?
—Si los tres.
—¡Son unos degenerados!
—¿Degenerados? - Le pregunte mientras le tocaba la pija que parecía querer romper el pantalón – Mirá como la tenés parada te calentaste con lo que te conté.
—Y como no voy a calentarme sabiendo que mis hijos cogen entre ellos y también lo hacen con su madre. ¡Eso es una degeneración!
—Vos te encamaste conmigo, ¿También sos un degenerado?
—No, no lo soy, vos ya me contaste que no sabía lo que hacía, que estaba borracho.
—Pero ahora no lo estás - Le dije apretando su pija y dándole un profundo beso- y tu pija esta dura como un hierro.
—¿Y cómo quieres que no esté dura, si tu una hermosa hembra esta desnuda a mi lado y me cuenta que coge con su madre y su hermano?
—Hermano que ahora se debe estar cogiendo a su madre. Decime, si ellos cogen y nosotros ya cogimos, está bien ¡Vos borracho!, pero cogimos ¿Por qué no lo hacemos ahora que estas sobrio?
No sé si fue lo que le conté, lo que le apretaba la pija, lo que yo estaba casi en pelotas o que lo cierto es que me atrajo hacia él y me comió la boca con desesperación, y viendo que yo le respondía sin soltar su verga, comenzó a acariciar me culito.
Yo solté su poronga y mientras me agachaba bajé sus pantalones y su calzoncillo. Estas prendas quedaron en sus rodillas mientras yo lengüeteaba su trozo de carne, no largo pero si bien gordo. Él me hizo levantar. Creí que no le había gustado como se lo lengüeteé o que le había desagradado que lo hubiese escupido. ¡Pero no! Me hizo parar y me acostó contra la mesa, me hizo quedar culo para arriba y de una sola estocada me ensartó. Su poronga, entraba y salía como con desesperación de mi argolla. ¡Menos mal que la tenía llena de mi saliva y que mi concha estaba totalmente mojada sino con su grosor me hubiese reventado.
No pasaron más de 2 minutos cuando acabé lanzando un grito que creo se escuchó hasta la esquina. Él lejos de sacármela me siguió penetrando, haciendo que encadenase un orgasmo tras otro y cuando estaba por legar me preguntó si me cuidaba porque tenía deseos de acabar en mi vagina.
Yo le dije que sí me cuidaba entonces continuó por unos segundos más y se descargó en mi concha.
Yo no podía creer cuanta leche salió de su verga, si me lo hubiesen contado hubiese dicho que me estaban mintiendo, pero me estaba ocurriendo a mí por lo que no podía dudarlo.
Cuando me la sacó, como corre un ratón al queso corrí yo a su pija y le saqué, con mi lengua, hasta la última gotita de leche que tiraba su verga.
Después nos miramos y nos dijimos más o menos lo siguiente
—Viste, viejo, que no tiene nada de malo.
—Sí, vi y disfrute mucho de ti.
—Me di cuenta, me llenaste la canasta con leche.
—Realmente tenía mucha leche.
—¿Por qué? ¿Hace mucho que no garchás con mamá?
—Sí, más de dos meses.
—Pero lo que hicimos está mal.
—¿Por qué?
—Porque ahora voy a querer cogerte a cada rato.
—¿En serio?
Y sin responderme me levanta en brazos y me lleva a su cama en donde nuevamente tenemos sexo.
Tuvimos sexo, por toda la casa durante la semana que mi madre y Mario estuvieron en Salta, pero a la semana Mario volvió, mi madre se quedó unos días más con su hermana, y entonces…
No lo contaré en una nueva historia.
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