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Tan solo hacia una semana que las recuperaciones habían pasado, tras el último día de exámenes Dafne y yo estábamos saliendo juntos, pues lo que ocurrió en un aula del instituto fue lo que forjo nuestra unión.
Pero como todos los comienzos el nuestro no se presentaba fácil, pues una de mis profesoras sintió ruidos en aquella planta del centro y sus pasos siguieron nuestros gemidos, lo cual hizo que se encontrase con nuestros cuerpos empapados en sudor mientras la lujuria nos envolvía con sus garras.
Después de aquella semana de relax antes de volver a recoger el resultado de nuestros exámenes y saber si pasábamos de curso o nos quedábamos atascados, por mi cabeza pasaron muchas ideas de lo que podía desencadenar el que aquella profesora nos pillase con las manos en la masa, la verdad que ninguna de las cosas que se me ocurrían no eran buenas ni mucho menos.
Aquella mujer parecía bastante estricta y el hecho de no vernos por allí durante una semana completa podía haber hecho que se le ocurrieran mil formas de castigo, aunque en sus clases no daba sensación de que fuera mala persona, sino más bien comprensiva, su cara en aquel momento cuando nos descubrió, jamás la había visto.
Lo mejor era dejar de pensar lo que pudiera pasar, pues solo era cuestión de horas el saber que pasaría, pues a la mañana siguiente debía de ir al instituto y probablemente me cruzaría por algún pasillo.
En ese momento deje de pensar en aquella mujer, cerré los ojos y a los pocos minutos me quede inmerso en un profundo y placentero sueño.
***
Mientras tanto en la otra parte de la ciudad, Carmen se encontraba en su casa, con una bata asta las rodillas, una copa de vino en la mano y una sonrisa maléfica dibujada en su rostro, por su mente solo pasaba la idea de que había visto a su alumno David con una chica en aquel aula y vio como eyaculaba encima de su trasero, aquella imagen la martirizaba y hacia que se excitase, pues imaginaba que caía sobre si misma.
Aquella imagen y la botella de vino apunto de llegar a su fin comenzaba a crear una sensación muy extrema de calor en su cuerpo.
Pero mañana se encontraría con ese chico rapado por fin después de una semana, no tenia intención alguna de que ninguna otra persona del claustro de profesores se enterase de aquello, ya que con ese secreto ella podía conseguir aquello que tanto deseaba desde principio de curso y era poseer a aquel muchacho, tan solo era un jovencito, pero su aspecto de macarra le atraía muchísimo y el hecho de haberlo visto tomando a otra, desencadeno el querer tenerlo para ella, sino accedía a que fuera para ella sola, se plantearía la posibilidad de compartirlo con aquella chica si fuera necesario.
Si eso haría, los abordaría en cuanto los viera a la mañana siguiente y los mandaría a su despacho para hablar más detenidamente con ellos, si un profesor los veía en un pasillo diciendo que se pasase a su despacho no sospecharían y allí dentro cerraría la puerta y los expondría lo que estaba empezando a maquinar lentamente.
En ese momento se le planteo una duda y si después de aquello, esos dos adolescentes habían comenzado un romance, eso pondría trabas a las ideas que tenia en mente, aunque pensándolo mejor siempre podía castigar a ambos en el caso de que aquello fuera así.
La idea de tener que compartir al chico con otra no le gustaba demasiado, pero así también castigaría a la chica por haber osado acostarse con su querido alumno, ese sería el precio que pagaría aquella jovencita por su osadía.
Sirviéndose otra copa de vino y apurando la botella se sentó en el sofá del salón, al hacer aquello su bata se subió un poco mostrando más sus piernas, aquello no la importaba pues vivía sola.
No sabia si que ambos chicos pagasen su silencio en el instituto o fuera en su casa, pues allí tendrían más tiempo, más espacio y sobre todo ella se sentiría más cómoda, sin olvidar el hecho de que podría incluso valerse de las cámaras de seguridad que inundaban la casa para grabar la escena y si quedase conforme con el pago, siempre podría chantajearlos con el video para poder repetir.
Al fin y al cabo les quedaba un último año al menos en el centro y durante todo ese tiempo ella tendría la sartén por el mango, ese año debería aprovecharlo al máximo.
Desde que se separo de un marido que aparte de incompetente en el amor era aun más inepto aun si cabe en la cama, jamás la regalo un orgasmo durante el tiempo de casados, debido a su falta de atención tanto amorosa como sexual, la relación se distancio y enfrió en pocos meses asta que el divorcio se presento inminentemente en la puerta de su hogar. Desde ese momento y aun siendo una mujer joven no rehizo su vida, los hombres no le interesaban ya, se centro en su carrera como profesora.
Los hombres la miraban y deseaban, pues aun teniendo unos cuarenta años aun conservaba buena figura, un busto prominente, un trasero prieto de subir y bajar siempre escaleras y piernas largas.
Ella sabía que desataba pasiones incluso en sus alumnos, pero este chico rapado era distinto, mientras al resto se les caía la baba con tan solo verla venir, él permanecía inalterable a su paso; cuando se acercaba a otros alumnos se alteraban y ponían nerviosos, pero David no sufría alteración alguna en su rostro, en sus reacciones, por eso era el motivo de que le llamase la atención tanto, como podía ser que le doblase en edad y que le atrajera tanto, jamás se le ocurrió plantearse algo con él, pues dejaría de ejercer la docencia si se enteraban, la inhabilitarían y abandonaría su cómoda vida de funcionaria y su sustanciosa remuneración; pero el pillar a ambos cambiaba todo y el cambio era a mejor pues podría tener aquello que deseaba desde hacia tanto tiempo.
Según pasaban los días, se imaginaba así misma siendo penetrada por toda la casa, no permanecía un momento del día sin que su ropa interior no estuviera mojada por sus flujos vaginales.
A la mañana siguiente se darían los resultados de los exámenes, aunque no era tutora de ningún curso y por tanto no tenía que hacer acto de presencia en el instituto, pero podría buscar alguna excusa para encontrarse allí si alguien la preguntaba, al fin y al cabo pasaba mucho tiempo aun sin tener clases, el mero hecho de verla no sorprendería a nadie; además ya no podía esperar más, los minutos eran horas y las horas se convertían en días.
Su copa volvía a estar vacía, hecho un vistazo a la mesa, pero en la botella tampoco quedaba liquido, se incorporo y sus pasos la llevaron hasta una pequeña habitación situada en el hueco de la escalera, allí estaba su pequeña colección de vino, busco con la mirada otra botella igual que la que acababa de beberse, pero no la encontraba a pesar de ser de la clase que más había, debido a eso supo que su grado de embriaguez era un poco alto, tomo una de las botellas de la parte de arriba del todo, pues eran las más corrientes y volvió al salón, asta sentarse en el sillón.
Comenzaban a correr las horas de la mañana siguiente, daban las diez y media ya en el reloj, los alumnos correteaban por los pasillos, buscando su nombre en los tablones de anuncios, donde se encontraban los resultados de las notas, en uno de esos tablones se encontraba David mirando todos aquellos folios sujetos al corcho con chinchetas de colores, sus ojos se salían de las orbitas pues después de revisar varias veces el listado no encontraba su nombre, su profesora no le había incluido entre el resto de sus compañeros. Un compañero le vio con cara de pocos amigos
- ¿David que te pasa?
- Nada, esta mujer que comienza a tener demencia senil ya, que no me a incluido y no se si he aprobado o que a pasado
- Bueno, búscala en la sala de profesores, seguro que es un error
- Claro, será eso. Ahora mismo voy para allá
Se giro y acto seguido su mirada se cruzo con Dafne que sonreía de oreja a oreja, eso era prueba de que había aprobado, venia a buscarle para darle la noticia, se abrazo a él, le beso y abrazo
-¡Paso de curso!
- Genial, entonces no pierdas tiempo y ve a por los formularios de matricula, yo voy a hablar con carmen que no a incluido mi nota en el tablón
- ¿Quieres que te acompañe? Seguro que no te ha incluido por lo que paso aquel dia
- No tranquila, si me cruzado a antes con un compañero y me ha comentado que la vio a primera hora muy contenta, así que será un error
- Bueno voy contigo y ahora vamos juntos a por los impresos
Sin decirla nada, asentí con la cabeza y comenzamos a andar uno al lado de otro, asta llegar a la sala donde se reunían, en la puerta me cruce con un profesor que no conocía de nada
-¿Eres David? ¿Verdad?
- Si, ¿como lo sabes, sino nos conocemos?
- Carmen me ha dicho que vendría un chico rapado buscándola, y que te dijera que estaba en su despacho
Algo había que me escamaba, no estaba en la sala sino en su despacho, la nota de mi examen iría acompañada de una charla o de una sanción, sin pensarlo, llegue asta la puerta de su despacho, aporree la puerta y sin esperar contestación entre en la estancia, Dafne me seguía a la carrera, pues no se esperaba mi reacción, entro tras de mi y cerro la puerta.
-Carmen, ¿Qué pasa con mis notas?, ¿No están en el corcho?,
- Tranquilo no te alteres, sentaros
- Quiero respuestas, no me vale que te escondas aquí
- No me escondo por mí, lo hago por ti, bueno por vosotros
Sus palabras nos desconcertaron por completo, aunque ahora entendía el motivo de no encontrar sus notas en el tablón, de que dijera a aquel profesor le dijese que estaría en su despacho esperándome, quería decir algo sobre el día que me pillo con Dafne.
Carmen, al ver la expresión de los muchachos en sus caras, se acomodo un poco más en el sillón del despacho, estaba disfrutando de la incertidumbre que había creado en tan solo unos segundos. Tras unos minutos pensando, la profesora decidió romper el silencio y los pensamientos de los alumnos que tenia delante, mientras se incorporaba de su cómodo asiento y se dirigía a la puerta para cerrarla y así no tener interrupciones.
A su vuelta se sentó encima de la mesa muy cerca de ellos, con las piernas cruzadas, mientras su falda se subía por acción de estar más alta
- Sabéis perfectamente que lo que ocurrió hace poco entre vosotros dos en un aula de este centro, no se puede permitir y que se merece un castigo
- ¿Castigo? Somos mayorcitos ya, sabes perfectamente que pasan cosas peores dentro de estas paredes, que de verdad merecen castigo
- Puede que tengas razón David, pero como educadora, estoy en mi derecho de que esta acción no quede sin castigo
- Por ese motivo querías que viniera aquí, ¿vas a suspenderme como escarmiento? A ella no la puedes hacer nada ya que no es alumna tulla
- NO, mis intenciones no son esas, mira tus notas
Extendió unos folios hasta dejarlos al alcance de mis manos y comprobé que eran mis notas y los formularios para el último curso, había aprobado. Ahora si que no entendía nada.
- ¿Entonces que castigo nos vas a imponer?
- Pues tengo una idea, que seguro que os agrada, tenéis varias opciones, si queréis escucharlas claro
- Habla de una maldita vez, no te quieras hacer la interesante
- Muy bien Dafne, por fin reaccionas y quieres saber que se me esta pasando por la cabeza, os voy a dar dos opciones, una es que os sancionaran, probablemente os expulsen durante un mes o de forma indefinida, sabéis que el director es muy conservador
- Esa no es la opción que tú quieres
- Por supuesto que no es esa, mi opción es que accedas a acostarte conmigo, en forma de pago por mi silencio
Nuestra cara lo decía todo, como podía ser tan arpía, quería acostarse con él con la condición de que mantendría su boca cerrada, pero la otra opción no era mucho mejor la verdad, pero ambos estábamos comenzando a salir juntos y todo esto desbarataba todo.
Yo podía afrontar el que me espolsasen, vivía con mi hermano mayor, él podría afrontar mejor ese motivo de expulsión a que fuera por una pelea, pero y en casa de Dafne que pasaría, eran más liberales con el tema del sexo pero no sabía si hasta el punto de que la expulsasen por ello.
- Bueno os dejo un par de días para decidiros, aquí os dejo mi dirección, en dos días os espero, podéis venir los dos o solo tu David, si no acudís a la cita, entenderé que os habéis decidido por la sanción.
Cogimos el papel con la dirección, nos levantamos de nuestras sillas y salimos del despacho dando un sonoro portazo.
Pasados dos días, acudí a la cita, con el papel en la mano, esa zona de la ciudad no la conocía, pero tenia aspecto de cara, allí no pegaba ni con cola, la gente me miraba con cara de pocos amigos a mi paso, esa sensación no era nueva, cuando llegue a una casa con una gran puerta metálica y un portero con cámara de vigilancia, era allí.
Respire profundamente sin saber si aquello era lo correcto o si solo alimentaba las llamas del infierno, Dafne no sabía nada de aquello, ella prefería cargar con la culpa, pero no quería que la expulsasen, por eso me encontraba delante de aquella casa, sin saber que hacer si llamar al timbre o irme por el mismo camino.
Con lo que no contaba era que en la entrada había un sistema de vigilancia, el cual se activaba por la voz y que Carmen no se separaba del monitor, cuando vio que me apoyaba en la pared y encendí un cigarro, pulso el botón que abría la puerta exterior, sin saber muy bien el porque mis pasos se dirigieron al interior de aquel patio que se divisaba desde la puerta, asta una puerta grande de madera, apague el cigarro en una maceta y entre.
Antes de llegar a recorrer unos metros por la casa, salio a mi encuentro esta mujer con una bata transparente, por la cual pude observar que no llevaba ropa interior.
- Pensaba que no vendrías ya
- No tenía muchas opciones, tampoco
- También tienes razón, jajaja
- Acabemos con esto rápido
Me señalo a una habitación contigua y comprobé que era un salón, me acerque al sillón que allí había y me senté, mi compañera se acerco con una copa de vino en la mano la soltó sobre la mesa y me ofreció otra a mi, tras servirme, me indico que me desnudara, pues el precio a pagar no se podía dar con ropa.
Una vez desnudo en aquel sofá, tan solo con los calzoncillos, tome la copa de vino y de un trago me la bebí entera, no sabía si por ansiedad o más bien a modo de anestesia, para que no doliera lo que fuera a para en aquella habitación.
Se notaba como Carmen estaba impaciente por aquel momento, sus ojos la delataban, pues solo miraba mi entrepierna, mordía sus labios y suspiraba. Me incorpore a por un cenicero mientras encendía un cigarro, cuando se quito la bata y dejando su cuerpo al desnudo, se abalanzaba sobre mí, ahuecando mis calzoncillos y tirando de ellos hasta que me los quito.
Como no sabía que hacer ni como actuar, me deje llevar y viendo por como se movía estaba deseosa de que aquello pasase, para mi era un trance por el que quería pasar cuanto más rápido posible y olvidarlo tan rápido como fuera posible.
Se puso de rodillas en el suelo entre mis piernas y comenzó a observar mi miembro, después de varios años de sequía se le antojo muy apetitoso y como si hiciera años que no comiera se lanzo con su boca abierta a lamerlo, desde la base asta el glande, con los jugueteos e su lengua, paso de estar fláccido a crecer por segundos asta alcanzar un buen tamaño. Aunque era una profesora y aquella situación fuera más compromiso u obligación no dejaba de excitarme.
El que tras unos segundos lamiendo hiciera que se activase como un resorte la excito mucho más y comenzó a lamer con más fuerza, se la metía por completo en la boca, así varias veces hasta que la saco de dentro de sí y escupió sobre el glande, su saliva escurría por toda ella , para después colocarla entre sus grandes pechos y comenzar a masturbarme con ellas.
Me tuve que acomodar en el sillón mejor, pues los esfuerzos de la cuarentona porque me gustara eran más que obvios.
Cuando vio que me acomodaba cada vez más, comprobó que me estaba gustando y con cara morbosa me miro mientras seguía masturbándome y acercaba su cara a mi miembro, sacando su lengua comenzó a lamer su punta y a succionar.
Si esa mujer seguía así no podría aguantar mucho tiempo más, se notaba que estaba deseosa de sacar el líquido que guardaba en mi interior y hasta que lo tuviera no pararía.
Por un instante la saco de su boca y grito
-Dame ya lo que quiero, estoy sedienta
Tras esa breve pausa volvió con su tarea, no podía aguantar más mis gemidos se oían cada vez más altos, asta que note que lo soltaba todo saque el miembro de su boca y poniéndome de pie, eyacule sobre la cara, boca y pecho de la profesora.
Sonó un golpe y cristales rotos, Carmen estaba tumbada en el sofá de casa, pero estaba sola, el vino se derraba por su cuerpo, se había dormido, todo era un sueño, pero el charco del sofá indicaba que le había gustado, asi que cuando fuera de verdad lo gozaría mucho más.
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