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Aburrido, una calurosa noche de mayo, paseando un viernes por las semivacías calles de una mega urbanización en Levante. La gente que me cruzaba caminaba deprisa pero sin rumbo fijo. Un enorme letrero luminoso me indica que he llegado al hotel, un hotel de playa, enorme, con ese semilujo barato que intenta atrapar turistas, y desde luego con éxito. Así como las calles están vacías el interior del hotel está abarrotado. Gente de todas las edades revolotea por las dependencias del hotel, atrapados por su necesidad de creerse que están disfrutando de un fin de semana inolvidable.
No tengo ganas de cenar, y me dirijo a la cafetería, a medida que me acerco una música típica de verbena de pueblo invade el pasillo, hasta ocuparlo por completo. Al entrar me doy cuenta que no menos de 200 personas han invadido lo que yo creía que era una zona desmilitarizada. Hay tres grupos de gente, mayoritariamente hombres y niños en la barra, varias mesas con hombres jugando a las cartas, y mucha gente, casi todo mujeres de todas las edades, bailando.
Me quedo mirando a la gente que baila, mis ojos se detienen en cuatro mujeres de unos 50 años que bailan con todas sus fuerzas. Siempre me han gustado las señoras maduras. Las contemplo, una debe tener unos 50 años, un cuerpo rotundo, su falda negra ajustada resalta unos glúteos grandes, llenos de carne que se mueve al ritmo de la música, adivino unos muslos gordos y apetitosos. Una camisa blanca se mueve violentamente, empujada por unos pechos grandes que no pueden ser sujetados. Sus brazos recorren continuamente el camino que ve de sus caderas hasta su pelo, negro, teñido pero dejando adivinar alguna cana rebelde. Sus amigas, la jalean, intentando rivalizar con ella pero rendidas a su sensualidad. Sonrío y la miro fijamente, hasta me parece ver la marca de sus bragas a través de la falda, al moverse atisbo un tirante rosa por debajo de su camisa, desde sus hombros hacia sus pechos.
Una de sus amigas me mira y se da cuenta que las estoy observando, se ríe y se lo dice a las demás, me miran descaradamente, y sonriendo dirijo mi mirada a los pechos de todas y cada una de ellas, hasta llegar a la del tirante rosa, que sonríe. Un torrente de gente que llega de cenar nos interrumpe.
Asustado por la invasión y harto de la música salgo a la terraza, extrañamente silenciosa y vacía, me acerco a una silla de diseño, fea e incómoda pero de diseño y me siento, respirando aire puro, fresco y silencioso.
Con los ojos cerrados miro a lo largo de las piernas de la chica del tirante rosa, me imagino sus muslos, sus bragas rosas, lo que ocultan.....y empiezo a notar una erección.
La puerta de la terraza se abre, el ruido de la música me interrumpe y me hace abrir los ojos. Es ella, ha salido a tomar el aire, le sonrío, diciéndole con mirada en qué estoy pensando, ella se detiene, me mira, .....
-Hola, hace buena noche, aunque la música está muy alta ahí dentro, me llamo Sergio
-Sí, he salido a tomar el aire y descansar un poco, soy Silvia
No sé qué decir, y mientras lo pienso le miro los pechos descaradamente, ella se da cuenta, y los mueve orgullosamente al respirar
-Te hemos visto mirarnos mientras bailábamos, ¿te lo has pasado bien?
-La verdad es que te miraba a ti, estabas guapísima, bueno le estás
Se ríe
-Eso se lo dirás a todas
-Por supuesto
-Hemos venido las cuatro con nuestros maridos, pero se han puesto a jugar a las cartas y nosotras hemos ido a bailar. Cuando nos hemos dado cuenta cómo nos mirabas nos hemos reído mucho
-La verdad estaba disfrutando viéndote bailar, y como te movías, tan sensual....
-Nos hemos reído, y mis amigas me han tomado el pelo, he hecho una apuesta con ellas, 150 euros a que intentas ligar conmigo y a que no me atrevo a subir a mi habitación contigo ahora mientras mi marido juega a las cartas,
-Yo ya estoy intentando ligar contigo, y si quieres ganarles la apuesta subimos a tomar algo a tu habitación.......y a ver que cara ponen cuando nos vean entrar en el ascensor
Riendo nos dirigimos al ascensor, cando sus amigas nos miran alucinadas, me coge el brazo, y aprovechando la ocasión le rozo los pechos, soberbios, duros, rotundos, palpitantes.
Al entrar en la habitación le acaricio suavemente las caderas, se ríe
-Oye, que esto no hace falta para ganar la apuesta,
Pero tarda más de lo necesario en abrir la puerta
Al entrar en la habitación se sienta en la mesa,
Me dirijo al minibar, y sirvo dos copas de un benjamín de champán
-A ver como le explicas a tu marido lo del champán,
-De él no te preocupes, responde en un tono enigmático
Le digo sentándome en la cama, a un metro de ella, con mi cabeza a la altura de su cintura
Ella bebe un sorbo de champán mientras descuidadamente se apoya en la pared abriendo cada vez más sus piernas, mientras la falda se le sube y me mira
Admiro sus piernas, miro a lo largo de ellas, hasta que mi vista llega a sus bragas rosas, de encaje, estoy tan cerca que veo sus recortados pelos a través de ellas
-Veo que te alegras de verme, me dice al notar mi erección
Le quito los zapatos y le acaricio los tobillos, mis manos recorren sus piernas en una interminable caricia, al llegar a las rodillas las beso, ella abre totalmente las piernas, ofreciéndome sus bragas, y la palpitante carne que ocultan. Le acaricio la parte externa de sus muslos mientras mi lengua recorre sus muslos, suavemente, en círculos, pero avanzando, mi lengua se detiene al encontrar los primeros pelos de su pubis, alrededor de sus bragas, ella respira pesadamente
-Sigue, no te detengas, mientras sus manos sujetan mi cabeza entre sus piernas, contra su caliente pubis, húmedo y hambriento
Aparto sus bragas con la mano y mi lengua se detiene en cada uno de sus pelos, notando cómo sus jugos se mezclan con mi saliva. Sus mojadas bragas me estorban, y se las quito mientras ella se quita el top, saca sus pechos del sujetador y se acaricia los excitados pezones. Beso sus pechos, mordiendo muy suavemente alrededor de sus pezones con mis labios, haciéndola gemir, acariciando con mi mano alrededor de su vagina, de abajo a arriba, cerca de su culo, alrededor de sus labios, metiendo y sacando suavemente mis dedos dentro de su cuerpo, acariciando su clítoris. Mi lengua se desliza entre sus pechos, recorre su cuerpo, hasta llegar entre sus piernas de nuevo, le muerdo el clítoris con mis labios, lo succiono una y otra vez, acariciándola entre sus nalgas, de su vagina fluye un líquido caliente, lo huelo y lo saboreo, mi lengua se mete dentro de su cuerpo mientras acaricio su clítoris, hinchado, con mi nariz, hasta que un torrente de líquidos que salen de su cuerpo inunda mi cara, mi lengua, mi boca.
Nos terminamos de desnudar el uno al otro, le quito el sujetador mientras mi pene, erecto y duro roza la caliente y húmeda piel de sus nalgas, lo sujeta con sus manos a la vez que se arrodilla. Lo acaricia, con su lengua lo recorre, acariciándolo, envolviéndolo, saboreándolo. Me masturba suavemente a la vez que lo dirige a su boca, sus labios lo besan y lo envuelven, su lengua lo acaricia dentro de su boca, sus pechos acarician mis piernas, noto mi semen empezando a salir sobre su lengua, dentro de su boca, en sus labios.
Se para, me suplica
-No quiero terminar así, métemela ahora...recoge con su lengua una gota de semen y lo extiende por sus labios....por favor...
Se recuesta en la cama, abriendo sus piernas, suplicando con los labios de su vagina,
Tocan a la puerta
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-Silvia, soy Sara,
-Es mi amiga Sara, estaba conmigo, y viene a comprobar que hemos ganado la apuesta, dice sonriendo
Silvia se levanta desnuda, excitada y satisfecha a la vez, y abre la puerta.
Sara tiene la misma edad que Silvia, delgada, culo pequeñito y respìngón, pelo rubio teñido, pantalones vaqueros, polo granate que marca unos pechos no muy grandes pero redondos y duros, puede que operados.
-Sara pasa, como puedes ver he ganado la apuesta, este tío lo come de maravilla, mejor que tú incluso. Sabes Sergio, a Sara le gusta comernos el coño a las amigas, lo hace muy bien.
-Pues Sara, si quieres te demuestro como lo hago yo...respondo
-Primero te lo voy a dejar yo a punto, mientras me follas por detrás...dice Silvia
Sara se desnuda, se quita un sujetador negro y un tanga diminuto, mostrando su pubis, tan depilado que hace imposible adivinar el color de su pelo. Mientras dice
-A ver si es verdad que este tío es tan bueno...
Acaricio los pechos de Sara, Silvia la hace acostarse, empieza a besarle entre las piernas, le acaricia el clítoris con la lengua, Sara se acaricia los pechos, Silvia me de la espalda y me ofrece su coño, lo rozo una y otra vez con mi pene, veo la lengua de Silvia en el coño de Sara, en su clítoris, entre sus abiertos e hinchados labios.
Sara gime cuando Silvia recibe mi duro pene entre sus piernas, lo inserto una y otra vez dentro de su cuerpo, muy despacio al principio, incrementando poco a poco la velocidad y la profundidad, hasta que mi cadera choca una y otra vez con sus nalgas. Mi semen explota dentro de ella, continúo bombeando dentro de su cuerpo haciéndola gemir de placer. Silvia no puede continuar dándole placer a Sara, su lengua se separa del clítoris de Sara, y ésta protesta, le ha dejado en el umbral del orgasmo, y exige su ración de placer, lo necesita.
Me separo del rendido cuerpo de Silvia, y la sustituyo en el coño de Sara, mi lengua recoge una mezcla de saliva de Silvia y jugos de Sara entre sus piernas. Sara agradecida, me atrapa la cabeza entre sus piernas, le muerdo el clítoris con los labios, le meto la lengua una y otra vez, siento su desnudo y depilado coño en mi cara, rodeo sus caderas con mis brazos, le acaricio entre sus nalgas, introduciendo un dedo en su otro agujero mientras mi lengua hace fluir un chorro de líquido caliente, de sabor acre, que recibo dentro de mi boca, gime y grita de placer, atrapando entre sus nalgas mi dedo dentro de ella.
Silvia nos observa, y riéndose me dice...
-Sara, ye te lo dije...lo hace mejor que tú...., oye Sergio, Sara tiene un culo pequeño, pero las amigas la llamamos la culona, ¿sabes por qué?
Se ríen las dos, Sara confiesa,
-Cuando me comen bien el coño, después me gusta ofrecer mi culo como recompensa, duele un poco, pero me gusta, y Silvia lo sabe....responde enigmáticamente
Sara se da la espalda, eleva el culo, abre sus piernas, y me lo ofrece, sumisa y entregada, dispuesta, ansiosa....
El pequeño culo de Sara facilita la situación, Silvia me coge la polla, la acaricia hasta que se pone dura de nuevo y la guía entre las nalgas de Sara, dentro de su culo. Sara gime de dolor, pero me suplica que continúe, le duele pero le gusta, y ahora lo necesita, suavemente mi polla entra y sale de su culo, apretado pero entregado, Silvia mira de cerca embelesada como el culo de su amiga se traga mi polla una y otra vez, hasta que exploto dentro de ella y la lleno de semen por dentro.
Rendidos, nos acostamos los tres en la cama, acariciándonos y besándonos, sintiendo nuestros cuerpos desnudos entremezclados y unidos.
La puerta se abre.
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