La vida con Angélica resultaba cada vez más difícil. Estaba harto de su manipulación, de sus chantajes, de su eterno juego de “el día que me quieras engañar, voy a tomar venganza con todos tus compañeros de división, me los voy a coger uno por uno, todos en la misma noche hasta que todos se vengan y ya no puedan más.”

Así es, mi novia era una manipuladora ninfómana que disfrutaba de nuestra relación pero era posesiva y egoísta como nadie. Me quería sólo para ella. Nunca le faltaron pretendientes ni antes ni durante nuestra relación. Aún recuerdo el día que nos conocimos. Ella estaba sentada sola en un bar de moda en la zona más céntrica y moderna de la ciudad, yo llegué ahí por razón de mi trabajo. En aquel entonces estudiaba en la fuerza aérea la carrera de piloto aviador, lo cual me permitió después desertar y dedicarme a otros negocios, mucho menos respetables pero bastante más redituables.

Así las cosas, estaba de paso en la ciudad por un fin de semana, con la libertad de salir a conocer alguna mujer con quien tener un encuentro sexual fugaz y sin compromiso, lo cual no me había costado trabajo en anteriores ocasiones debido a mi buena forma física y lo atractivo que resulta a las damas encontrarse con un piloto del ejército. Pero en esta ocasión yo fui la presa.

Allí estaba angélica, sentada sola en la barra tomando un cosmopolitan. Botas negras, jeans grises entallados, blusa negra ajustada y un escote irresistible, delicioso, simplemente increíble. Eran los senos más hermosos que jamás hubiera visto, levantados, de buen tamaño pero no exagerado, su piel blanca hacía imaginar que sus pezones serían color rosado, y se podía apreciar su forma a través de la delgada blusa pues no llevaba brassiere y sus pezones estaban firmes y levantados. Simplemente era un reto no devorarla con la mirada. Afortunadamente, ella no me veía desde su lugar, así que pude notar cómo despreciaba a los hombres que la abordaban, uno por uno. Parecía no estar interesada en ligar esa noche, llevaba una sencilla cola de caballo y maquillaje ligero. Pelo negro, altiva, hermosa.

De pronto vi que se levantó y pagó en efectivo los dos cosmos que había tomado, su culo era simplemente perfecto, apretado y grande, denotaba la práctica frecuente de spinning, me causó una erección instantánea. Estaba yo deleitándome con esa vista cuando volteó a verme mientras yo tomaba un sorbo de cerveza, traté de voltear la mirada pero ella ya me había notado. Preguntó algo al barman y éste le respondió algo. Ella hizo un rostro de sorpresa y de pronto me llamó con el dedo índice. Incrédulo, sólo asentí con la cabeza y caminé hacia ella. Cuando llegué me dijo con elegante voz: “Le pregunté al barman si te conocía y él contestó que no, pero que te ha visto antes bebiendo aquí con un grupo de soldados o algo así del colegio militar, es eso cierto?” “ Bueno, es cierto, soy piloto aviador” respondí. Esbozó una sonrisa de complicidad y me dijo: “he estado buscando un soldado o un policía, podrías hacerme un favor?”. Resultó ser que necesitaba darle una golpiza a un tipo que la acosaba, su jefe en la oficina. Accedí con gusto.

Así comenzó nuestra relación, el acosador fue golpeado como ella lo pidió y a cambió fui invitado a una fiesta en su casa. Resultó ser que vivía en el mismo edificio donde estaba ubicado el bar y ella solía bajar a tomar una copa o dos mientras sus amigas de cuarto se arreglaban para salir por la noche. Esa noche me recibió con un ligero vestido negro, sin escote pero muy corto en las piernas. Las tenía largas, de buena forma y tamaño. Después de charlar y coquetear un rato me llevó al baño del departamento, había tanta gente en la reunión que nadie notó que entramos juntos. Me sentó sobre la tapa del baño, me sacó la verga y me dio una mamada espectacular, fuerte, intensa. Estaba por venirme cuando apretó mi pene con su puño y me dijo retadoramente: “crees que puedes conmigo?” Saqué un condón de mi bolsillo y se lo mostré como respuesta, pidió que me lo colocara y se puso de espaldas a mi. Se levantó la falda, mostró su delicioso trasero y comenzó a bajar su tanga negra de encaje cuando noté que estaba escurriendo en lubricación hasta las inglés. Comenzó a sentarse en mi y casi grito de placer cuando penetré su empapado y apretado sexo. Estaba caliente, suave y apretaba mi pene con sus paredes vaginales como si lo hiciera con el puño. Sentí sus contracciones, empezó a moverse como haciéndome un lap dance, se agachó, se agarró los tobillos y empezó a embestirme cada vez mas duro y más rápido, volteó a verme con lascivia y me preguntó si era tan hombre como para cuidarla y cogerla cada vez que lo necesitara, le dije que sí con firmeza mientras la sostenía por la cintura y como respuesta gimió que tenía la verga más deliciosa que hubiera probado, comenzó a apretarme tan duro y a gemir tan sucio que me vine como un loco. Mi semen y su venida empezaba a escurrirnos por las piernas mientras disminuíamos el ritmo. Cuando acabamos, me dio sus bragas en la mano, un beso en la boca y em llevó a dormir.

Había comenzado la historia con la mujer más importante de mi vida, una vida de lujuria y manipulación, de chantaje y remordimiento, de sexo y pecado. De prácticas sexuales más allá de todos mi sueños y de una esclavitud en la que habría de caer poco a poco, hasta que convirtió a un joven estudiante de piloto en un tratante de blancas y transportador de droga de nivel internacional, todo con tal de satisfacer sus costosos caprichos y elevado estilo de vida, por darle una vida a la que siempre estuvo acostumbrada y a la que no estaba dispuesta a renunciar…