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Categoría: Confesiones

¿Parcial o sexo?

La tarde caía y uno a uno iban entrando los estudiantes como vacas al matadero. Teníamos parcial y la verdad no estaba para nada fácil. Quizás aquellos que durante el semestre habían estudiado juiciosos lo aprobarían. El resto difícilmente podría hacerlo.



Eran 16 y yo quien los estaría vigilando celosamente. La mayoría de los que estudian lenguas extranjeras en la universidad son chicas, pero la verdad pocas son atractivas para mí. Pero había una que definitivamente me llamaba la atención y le tenía muchas ganas desde que iniciamos nuestro curso de inglés básico. Era ella de estatura mediana (como la mayoría de las colombianas), de cabello rubio natural (como pocas colombianas) y bien esbelta. Sus pechos eran puntiagudos, como un par de toboganes que se curvean al final. Lo había notado, no porque la hubiese visto desnuda antes, sino porque a mis clases esta chica había asistido un par de veces sin sostén. Y ese tobogán de tetas que se mandaba terminaba en la piscina de sus pezones que se le dibujaban vistosos, firmes al horizonte.



Pero extrañamente ella no había llegado aún. Efectivamente, fue la última en hacerlo. Me alegró verla, no sólo porque me atraía demasiado sino porque ese día vestía muy provocativamente. Luego me puse a pensar y me di cuenta que para los parciales por lo general lo hacía, no sabía con qué intención. La ciudad donde vivo en Colombia es bastante calurosa y eso da pie para que las chicas sean generosas al mostrar su piel. Pues bien, mi estudiante iba con minifalda en jean, bastante corta, además, una blusita a tiras que dibujaba la línea divisoria de sus tetas, y unas sandalias con florecitas. Su cabello dorado estaba muy bien planchado aquel día y su maquillaje era algo extravagante, pero la hacía lucir muy bien.



Debido a su tardanza al llegar, y teniendo en cuenta que los estudiantes siempre buscan hacerse en la parte de atrás para presentar cualquier examen o simplemente atender a la clase, a ella le tocó hacerse en primera fila, justo frente al escritorio desde donde los cuidaría y al mismo tiempo calificaría otras evaluaciones. Di las recomendaciones de rutina y les entregué las hojas. Luego procedí a sentarme y a hacer lo que debía hacer. La concentración en estas actividades duró poco, pues al primer vistazo que di al grupo, todo parecía normal excepto una cosa: esta chica estaba mal sentada en su puesto mientras presentaba el parcial. Quise levantarme e ir a decirle en su oído que lo hiciera bien, pero su mirada pícara me detuvo de hacerlo. Entonces comprendí que lo que ella menos quería era que le corrigiera su postura inadecuada en el salón.



Seguidamente, y aprovechando el tamaño de mi escritorio, el cual me tapaba del abdomen hacia abajo, deslicé mi mano izquierda hacía mi pene, dominado por la excitación mientras con la derecha aparentaba estar calificando. Pero ¿con qué concentración iba a hacer mis tareas académicas ante semejante estímulo? Ella siguió con su juego y sin parar de mirarme procedió abrir un poco sus piernas, no tanto para que sus compañeros no la notaran. Yo tocaba mi pantalón y sabía que debajo de él, mi pene palpitaba de la vista tan deliciosa que tenía en ese momento: pues no se había puesto ropa interior y sus ojos brillaban de lujuria. Todos los demás 15 estaban concentrados en sus evaluaciones, con sus cabezas inclinadas a las hojas como pescando en el mar. Sólo ella y yo nos mirábamos frente a frente.



Bajé mi vista y pude notar que mi pantalón se había humedecido, producto de la estimulación que le estaba dando a mi miembro. Tenía miedo que alguien necesitara de mi ayuda y tuviera que pararme, pues notarían la prueba de mi excitación (o pensarían que ya era un viejo incontinente). Afortunadamente, durante todo el parcial nadie lo hizo. Ella seguía ahí, insinuándose y brindándome mucho placer con su minifaldita, sus piernas abiertas y su vulva retadora, como mirándome a los ojos.



Descaradamente, y sin importarle que la vieran, procedió delicadamente a bajar su mano derecha y a tocarse. Yo seguía masajeando mi pene bajo el escritorio porque esto ya se había calentado bastante. Debo confesar que sentí temor de que otros estudiantes me vieran en eso.



El tiempo para el parcial terminó, los estudiantes entregaron y poco a poco fueron saliendo. Ella terminó de última, ya se imaginarán por qué (no había contestado nada por andar de calientahuevos) y una vez estando solos se acerca con sus hojas y me dice:



-- Mire profe acá está mi examen, pero le quiero decir algo



-- ¿Qué será?



-- Yo creo que ese parcial lo voy a perder, y si eso sucede, mi curso de inglés básico lo tendré que repetir.



-- Pues debemos esperar a que lo califique para saber qué podemos hacer.



-- Profe, yo sé que lo pierdo, mejor miremos ya qué vamos a hacer.



-- Pues no sabría qué decirle señorita, necesito conocer primero su nota.



En ese momento, vi que se le voltearon un poco los ojos hacia arriba, como de impaciencia, y con tono algo arrogante me dijo:



-- ¡Ay profesor! No sea tan mojigato, yo sé qué es lo que usted quiere... ¿o me va a decir qué no le gustó lo que acabé de hacer?



Ya descubierto, y embriagado de la emoción sexual derivada de su presencia, no me quedó de otra que aceptar lo mucho que me había gustado.



-- Entonces, me dijo, ¿quiere que le pague ese parcial "en especie"?



-- Pues... dije algo dubitativo, como dándomelas de digno, eso suena bien... sí me parece.



Procedí a levantarme, y al ver la mancha de líquido pre seminal sobre mi pantalón, se rio coquetamente y con sorpresa me dijo:



-- ¡Ve que sí la estaba pasando bien profe!



Entonces la tomé de la cintura y le subí su minifalda, quedando su culo que era vecino de sus cabellos dorados, pues hasta allá llegaban, y su vulvita al aire. No la tenía totalmente depilada pero sí con un corte en forma de rectángulo, como el bigote de Adolph Hitler. Le amasé el culo mientras la besaba (lo cual ella sabía hacer muy bien) introduciéndole mi lengua en su cavidad bucal para que me la chupara. Me encanta que hagan eso con mi lengua, que me la chupen con los labios e incluso que me la muerdan un poco con los dientes.



Era momento de decirle adiós a esa blusita sexy de tiritas que vestía, dejando mis dos tetas, mis dos toboganes al aire, por los cuales me deslizaría mientras la penetrara vertiginosamente. Mi lengua fue exploradora de todo su cuerpo: frente, mejillas, lóbulos, hombros, espalda, piernas, nalgas y pies, en ese orden. Dejé para lo último sus tetas y su clítoris. Al llegar a ellas, me sumergí en la piscina de sus pezones, que erectos permanecían, como hábiles vigilantes. En ese momento, caí en cuenta que no había asegurado el salón para que nadie entrara y hábilmente lo hice y pasé el seguro.



Bajé al mar de su vagina, húmeda, fresca y profunda. Tenía un olor exquisito, no de pescado como muchos piensan, sino de fino perfume, como si se hubiera perfumado la cuca. Mientras mi lengua se entretenía en su clítoris, cumplí mi deseo inicial de lanzarme por los toboganes de sus tetas, terminando en sus pezones que apretaba con mis dedos índice y pulgar de cada mano. Cuando la fui a penetrar me dice la muy asolapada:



-- Profe, mira yo nunca he hecho esto, pero yo no puedo perder este nivel de inglés.



Y yo en tono burlesco le contesté:



-- Pues aquí te voy a calificar con este marcador.



Y se lo metí con ganas. También hice uso de un pequeño marcador de tablero acrílico y se lo introduje gentilmente en su culo, para que el placer de la doble penetración la excitara más. Me confesó que le gustaría mucho subirse en mi escritorio, ponerse en cuatro mientras la penetrara y así lo hicimos por un rato. Luego se puso contra el acrílico y me dijo que dibujara su silueta en el tablero, como cuando te dibujas tu mano en una hoja de papel.



-- ¡Pa’ qué hijueputas eso! pensé.



Pero la dibujé y luego me dijo que cada vez que mirara ese tablero en el futuro que se acordara de ella y de lo rico que la habíamos pasado, en función de salvar su curso de inglés. Luego le propuse que se parara de cabeza, ubicando su agenda como almohada y que sus piernas quedaran arriba para yo penetrarla hacia abajo. Me vio con cara de "qué tipo tan loco, este hijueputa se ha comido a más de una" y lanzándome su mirada traviesa lo hizo. La penetración en esta pose fue deliciosa para mí, pero ella parecía no disfrutarlo mucho, pues le estaba empezando a doler el cuello.



El coito duró como unos 40 minutos y ya me habían dado ganas de venirme. Además, porque tenía clase en media hora. Me imagino que ella ya habría acabado varias veces y me dio mucho morbo hacerlo en sus tetas. Cuando la avalancha de semen se deslizó bajo las montañas de sus tetas, esta quedó en suspensión en la punta de sus pezones, la cual parecían dos hermosas cascadas de aquel líquido blanquecino que se desprendía de ellos.



-- Uff nena, yo creo que sí vas a pasar el parcial jajaja, le dije.



Ella, contestando a mi burla, siguió mi juego:



-- Jajaja pues yo creo que sí, ¿en cuánto califica esta performance?



-- Pues, qué le dijo yo... ¿un 3,5? jajaja no mentiras bien nena, te quedará en 4,5 la nota.



Y luego de mirarme con aceptación por lo que habíamos dicho, se puso su minifaldita, su blusita, sus zapatillas de florecitas y esperó a que yo también me pusiera lo mío. Salió del salón satisfecha no sólo por la culeada sabrosa de aquella noche ya, sino porque su curso de inglés estaba a salvo. Por mi parte, me alisté para la próxima clase, en la cual tenía otro parcial, y otra chica que me encantaba, pero...uno, ya estaba deslechado y dos esa será otra historia.



Epílogo: Yo soy consciente que lo que hago como profesor no está bien, pero debo confesar que la paso muy rico, hay muchas estudiantes que son muy coquetas y si algún día descubren lo que hago, pues lo tendré que aceptar y empezar a buscar trabajo en otro lado.


Datos del Relato
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