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Para S. (VIII)

Hacia tiempo que no escribía sobre S. Pero lo último que ha hecho merecía ser escrito para que todos lo sepáis.

Si os acordáis de los anteriores capítulos de la serie "Para S.", S. era una antigua alumna mía que trabajó luego para mí como becaria. Es rubia, 28 años, altura mediana y guapa. Comenzamos una relación de maestro-lolita que nos ha deparado muchas satisfacciones. Pero como era lógico mi lolita fue aprendiendo poco a poco y ya es ella misma una pequeña maestra.

Hace ya dos meses que dejó la oficina y empezó a trabajar en una empresa no muy lejos de la mía. De vez en cuando nos llamamos y quedamos en un Hostal que queda a medio camino. Allí se deja atar y sigue siendo obediente para dejarse hacer todo lo que se le pide.

Pero la semana pasada fue distinto. Ella venía de una viaje a París de varios días y al parecer traía ganas.

El miércoles me dejó un mensaje en el correo: "Mañana, en el Hostal X, habitación X, a las 2 de la tarde. Te quedas sin comer. Confirmame hoy, que tengo cosas que preparar" Mi respuesta fue escueta: "Confirmado".

A las 2 ya estaba esperando en la puerta del Hostal. Nos saludamos y entramos. Ella ya tenía las llaves. Me abrió la puerta de la habitación convenida y me empujó a la cama. Nunca habíamos estado en ese Hostal. La habitación era amplia.

- Desnudate- me ordenó. Hoy quería mandar ella. Me desnudé de inmediato.
- Pasa a la ducha que te quiero fresquito- me sorprendió, pero no me iba a negar. Me metí a la ducha. Al cabo de un par de minutos S. entró al baño:
- Venga, sal ya - Ella seguía vestida, lo cual me sorprendió. No sabía porqué me había tenido esos minutos sólo en la ducha. Con la toalla a la cintura volví a la habitación.

De los cuatro extremos de la cama salían cuatro cuerdas atadas a las patas idénticas a las que yo le había puesto tantas veces.
- ¿Hoy me toca a mí?- pregunté.
- Hoy tú te callas - me contestó imitando mi tono cuando jugamos a que la domino.

Obedecí y me tumbé. S. me ató bien fuerte y al terminar me colocó antifaz para lo ojos y por encima un pañuelo. Estaba claro que no debía ver nada. Me quitó la toalla bruscamente y ahí quedé. En aspa, desnudo y estirado.

A ver por dónde empieza esta zorrita, pensaba yo. Pero los segundos pasaban y nada sucedía. No oía nada, así que ella no se movía, no se desvestía. La oí maniobrando su móvil tic-tic-tic... quien sabe si desconectándolo o enviando algún mensaje urgente, pensé. Un minuto eterno pasó.

- ¿Qué pasa? - dije
- Como vuelvas a abrir la boca me voy y te dejo ahí así - me contestó después de darme una cachetada.

Justo entonces sonaron unos nudillos en la puerta. Toc-toc.

- Ostias - dije nervioso creyendo que sería el encargado con cualquier problema. Pero entonces me cayó otro sopapo y comprendí que estaba todo pensado. Guardé silencio pero mi cabeza daba vueltas.

S. se acercó a la puerta y abrió.
- Pasa - dijo en voz baja, nerviosa pero divertida- ya ves que está preparado.

La otra persona no contestó.

Ahora sí sentía cómo se quitaban la ropa. S. me lo empezó a describir:
- Aquí delante tengo a una amiga que quería conocerte. Es una pena que no la veas. Es muy tímida pero es muy mona. Lleva unas braguitas negras muy bonitas. Ya no... se las ha quitado y está un poco depilada. Las tetas... las tetas mejor las pruebas tú...

En ese momento ella se acercó y sentí primero su calor acercándose por la derecha, su peso sobre la cama y lo último su pezón en mis labios, suavemente, como queriendo acariciar mis labios secos con su pezón. Yo me pasé la lengua por los labios para humedecerlos y de paso rocé con ella el pezoncito que me ofrecía. Estaba estirado y durito. Se veía que ella estaba excitada. Mi sexo reaccionó. Pasado el susto y con el sabor de ese pecho desconocido en mis labios recuperó su fuerza.

- Mirá cómo lo has puesto- dijo S. atenta a mis reacciones - yo no lo voy a desaprovechar.

No sé su amiga, pero yo sabía bien a qué se refería S. Y no me equivoqué. La lengua de S. estaba ya explorando su lugar preferido.

Tenía el pecho de una desconocida en mi boca y a una maestra del sexo oral comiéndose mi sexo. Hacía tiempo que no estaba tan excitado.

S. se las arregló mara moverse de tal forma que colocó su sexo sobre mi mano izquierda sin sacar mi sexo de su boca. Mis dedos empezaron a jugar con sus labios. Estaba muy húmeda. S. reacciona fácil. La sentía temblar. Bajé el ritmo para que no perdiera la concentración de los que estaba haciendo y mi glande acabó en su garganta. Yo se lo enseñé y ahora lo hace cuando quiere premiarme. Yo contesté acelerando el ritmo de mis dedos y aprentando fuerte, como sé que a ella le gusta.

No sé si su amiga lo vió. El caso que de pronto note que su sexo apretaba mi otra mano. Era un sexo más caliente, más aguado. Metí un dedo y lo sentí prietito.

Me apliqué todo lo que pude con las dos manos atadas. S. se llenó de sexo. No podía más y dejó de comérmela. Quería concentrarse en su propio orgasmo. La conozco bien. Pero tuvo la cortesía de no olvidarse de mí:

- Pruebalo tú. Esta muy rico. Pero no te olvides de que es mío - le dijo a su amiga fingiendo ser una niña mimosa y acaparadora.

No sé si su amiga era o no tímida, como me había dicho S., lo único que sé es que no esperó para levantarse, ir hacía la parta baja de la cama y desde allí, arodillada entre mis pies agacharse, coger entre sus manos mi sexo y metérselo a la boca sin ni siquiera lemetearlo antes. No tenía la misma técnica, el mismo saber hacer que S., pero le ponía empeño.

De pronto me preocupé. Estaba tan excitado que si esa chica seguía sorbiéndome la iba a inurdarla boca y luego tendría problemas en conseguir una erección rápida... no quería decepcionarles. Tuve que hacer un esfuerzo por concentrarme en no correrme.

La que se vino en mi mano fue S. Pero S. no se queda contenta tan fácilmente.

Todavía con los espasmos de sus buenos orgasmos le dice a su amiga con voz entrecortada:

- ¡Basta de chupaditas! Si no te sientas tú me siento yo.

No sé qué gesto le haría su amiga. No dijo palabra. Todavía no había oido su voz. Pero las sentí moverse. Una de ellasme puso un preservativo. Noté las piernas de una de ellas tomando posición y un culo que caía sobre mi sexo. Corrigió su posición y noté el calor de un sexo. Parecía el de S. Se movía y por el jadeo noté que sí era ella.

- No te quedes ahí. Ahora le toca a él comertelo, ¿no?

Su amiga obedecía. Se acercó a la cabecera de la cama, abrió las piernas y colocó sus rodillas a ambos lados de mi cara. De nuevo noté el calor de su sexo. Era de esos que no sólo se humedecen, sino que producen líquido. Lo empujó contra mi boca. Casi encerró mi cabeza sin dejarme mover, pero aún así hice lo que pude. Me excitaba la idea de comer el sexo a una chica desconocida. Ella ya gemía. Era de reacción más lenta que S. pero no inmune. Yo prestaba atención a sus gemidos. Intentaba reconocerla por el sonido. Si me habían hecho taparme los ojos tal vez fuera porque yo conocía a la sujeta... si era alguna delas amigas que me había presentado quería reconocerla, quería imaginarme el rostro del coño que me estaba comiendo. Pero no podía. Los rosotros delas amigas que yo le conocía pasaban por delante y eso me excitaba aún más, pues parecía que me las estaba follando a todas, que todas pasaban por mi cama.

S. se corrió por segunda vez y su amiga la acompañaba con gemidos que parecía inequívocos. Yo seguía muy alicado. Quería que se corriese antes de que mi polla explosionase.

Las dos se vinieron juntas y por un momento llegó la paz. La amiga se sentó en mi pecho. S. sacó mi polla de su sexo y se sentó temblorosa sobre mis muslos. Me pesaban, pero estaban contentas y por eso yo también.

- Son las tres - Dijo S. según recuperó el aliento - Tenemos que terminar. ¿Quieres cabalgarlo o le hacemos la mamadita final?

Su amiga se movió. Sentí que se posicionaba, cogía mi sexo con una mano y de un golpe se le metió hasta adentro. Moví las caderas porque esta vez quería correrme. S. me besó y las lenguas jugaban juntas. Así me vine.

Su amiga se dió cuenta y paró. Se levantó y rápidamente se vistió, pasó rápidamente por el baño y se acercó a la puerta.

- Luego te llamo y hablamos- le dijo S.

La puerta se abrió y se cerró.

S. me quitó la venda y el antifaz. Me miró con su cara de niña satisfecha, de lolita que ha hecho sus deberes y mira al maestro en busca de una palmadita, de una buena palabra.

- ¿Qué te ha parecido?
- Te has superado. Gracias. - contesté todavía atado, sudoroso y con el sabor de los jugos de su amiga en la boca.

Me desató, nos preparamos y salimos de vuelta al trabajo. Era tarde. No intercambiamos palabra.

Le escribí un correo esa misma tarde de dos palabras: "¿la conozco?"

La respuesta fue igualmente breve: "Nunca te lo diré. Será mi secreto."

Tengo otra pregunta ahora: "¿lo repetiremos?". Espero tu respuesta, S.
Datos del Relato
  • Autor: Miguel
  • Código: 5332
  • Fecha: 18-11-2003
  • Categoría: Varios
  • Media: 6.39
  • Votos: 51
  • Envios: 1
  • Lecturas: 2819
  • Valoración:
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
ANFETO
invitado-ANFETO 19-11-2003 00:00:00

Miguel, ducho, vuelve a las andadas con su S, tan viciosa como hermosa, y se recrea contando las puercadas que a dúo le hacen dos libidinosas.

_Jana
invitado-_Jana 18-11-2003 00:00:00

lo sabras en su debido momento;no hay que ser impaciente,todo llega...

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