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Nuevamente les escribo amigos míos para contarles otra aventura de su servidor, cabe mencionar que todas las historias que vaya narrándoles son ciertas, ya que además de no ser mal parecido, la suerte no me abandona con las mujeres por la forma de acercarme a ellas y tratarlas, sin ofensas ni apresuramientos, con galantería y detalles, así que no tengo porqué fantasear más allá de la realidad.
Pues esta historia se remonta al año de 1997, yo tenía 36 años y por mi trabajo continuamente estoy en la calle o de viaje visitando clientes. Por ello moviéndome por el sur de la Cd. de México en un crucero de una calle secundaria, me paré y le cedí el paso a una madurita de poco más de 44 o 45 años, quién vestía una falda arriba de las rodillas y a quien se le marcaban unas piernas bien formaditas, al agradecerme con un gesto el que le cediera el paso le dije sin grosería que era un gusto dejar pasar a ese par de piernas tan bonitas y lejos de molestarse sonrió y siguió su camino; al sentir que me daba entrada con su sonrisa, me estacioné y como pude la alcancé y comencé a hacerle platica y pedirle acompañarla o que me dejara llevarla a donde iba. Me dijo que se dirigía al centro de la cd. para comprar materia prima para vestir navajas para Gallos de Pelea, actividad que en mi País si bien no es ilegal, se da en la Provincia o en las Ferias y/o Palenques, mostrándome curioso por la actividad que desempeñaba logré que aceptara tomar un refresco y seguir platicando un rato, así lo hicimos y volví al ataque de las piernas bonitas y otros piropos para ver si se lograba algo y me fue platicando que era casada, que tenía dos hijos jovencitos, pero como no rehusaba la plática un poco mas personal y subida de tono de mis preguntas de que si el marido la tenía bien atendida, que con esas piernas y ese cuerpecito (más bien pequeño, con bonitas formas y cuidado), debía de hacer maravillas en la cama, que si su mirada se veía picara, hasta que en cierta parte de la plática aceptó que su temperamento estaba más allá de las atenciones de su esposo y si bien hasta la fecha no se "había portado mal", es decir que no le había sido infiel, no le espantaba el tema....
Por ello además de ponerme a sus órdenes para tratar de apaciguar su temperamento entre los dos, con la consabida promesa de que "la llevaría al cielo sin quitarle los zapatos",,,, logré que aceptara vernos unos días después.
La fecha llegó (con la impresión de que los días pasaban menos rápido de lo deseado), y pasé por ella a una estación del Metro sobre Tlalpan y de ahí solo logré que aceptara "una copita" y seguir conversando. Nos metimos en un pequeño Bar y elegí una mesa más o menos apartada del bullicio y así poder seguir con mis acercamientos y coqueteos verbales, y al estar un poquito largo el mantel de la mesa, pude poner mi mano en su pierna de forma discreta y al ver que no rechazaba la acción, me fui acercando hablándole de forma ya francamente cachonda, de que si me permitía llevarla a un lugar más privado.... la podíamos pasar muy bien y seguí subiendo mi mano ya por debajo de su falda acariciando sus muslos y la franjita del resorte de su pantaleta.
Ante mis tocamientos e insistencia verbal aceptó que fuéramos a otro lado con la promesa de mi parte que no haríamos nada que ella no quisiera y entramos al famoso Hotel Tlalpan.
Ahí nos empezamos a acariciar con la ropa puesta y si bien no rehusaba mis besos y caricias, como que no se soltaba del todo y separándose un poquito como que desviaba mis intenciones con plática. Le dije entonces que si no le molestaba y ante el calor que estaba sintiéndose me daría una ducha rápida, prendiendo la TV. Para que se entretuviera puso un canal de novelas.
Salí de la ducha solo con la toalla alrededor de mi cintura, ella sentada en la cama veía la Tele y yo acerqué un taburete y me puse frente a ella y volví al ataque sin apuros, se dejó recostar en la cama y por encima de la ropa le fui acariciando los pechos al mismo tiempo que la besaba en la boca, cuello y lóbulos, con lo que empecé a sentir que se soltaba y empezaba a emitir unos pequeños jadeos, al lograr meter mis manos y acariciar sus pechos y pezones, sus quejidos se elevaron de intensidad y ella empezó también a acariciarme la espalda y las nalgas por encima de la toalla. Se separó y como quien no quiere la cosa me empezó a preguntar de que si de veras pasaban películas "porno" en estos hoteles, que nunca había visto una, por lo que le contesté que si había y que si quería la veíamos juntos. Se metió al baño en lo que sintonicé una de esas películas, en las que dos negros se cogían a una mujer blanca y un poco gorda, se sentó junto a mi en la orilla de la cama y preguntó después de ver con interés algunos minutos de la película, que como la encontraba de físico en comparación a la mujer de la película, le respondí que ella estaba mucho mejor, que no había punto de comparación, ya que a su edad, remarcando esta sin ofender ni queriendo decirle vieja, que se sentía firme de sus carnes, que estaba como me gustan las mujeres, más bien delgada pero con buenas formas y que además decía la Leyenda Urbana y mi propia experiencia personal que las "delgaditas comen más", es decir que tragan más... paré e insistió en que acabara la frase y al decirle que tragaban más verga, se empezo a transformar, se me acercó y comenzó a acariciarme y entonces sí me fui al ataque y entre que la desnudaba, la acariciaba y le seguía con el lenguaje más fuerte, le salió el temperamento que ya había yo hecho referencia de ella, no paraba de acariciarme la espalda, las nalgas y de sobarme y acercar su cara a mi verga jadeando y pediéndome que me la cogiera, que la traía atrasada y que desde que nos vimos la primera vez no paraba de imaginar como me la iba a coger. Me siguió acariciando la verga y me la empezó a mamar con muchas ganas por varios minutos, pero antes de que me fuera a venir, la desnudé completamente, le mamaba sus pezones y con mi mano le hurgaba en su almejita, la cual ya la tenía escurriendo de jugos y conforme le metía uno o dos dedos más jadeaba, le acerqué mis dedos humedos a su culito y si bien no puso reparos, si sentí que lo tenía totalmente cerradito, por lo que me imaginé que además de darle servicio a su atraso, si la jugaba bien quizá hasta estrenaría una buena colita.
Seguí bajando y bajando, llegué hasta su vagina y con mis labios y lengua seguí con las caricias hasta que se vino fuerte, realmente bramó bien sabroso y sin esperar mucho, a la orilla, patitas al hombro y para adentro (verán como en mis relatos esta posición es recurrente, ya que además de profunda, permite llevar la cadencia de la rotación en la penetración, el ritmo de las embestidas, el masajeo de clítoris y si tienes juguetes a la mano se abren las posibilidades, adelante, por el culo, a dos fuegos,etc.), por el mismo momento de éxtasis que recién había alcanzado mi gallera, con esta buena dosis de verga y caricias se prendió muy rico y sin mentirles, antes de que me fuera a venir (que fue en su boquita, tragándose todo y me la dejó bien limpiecita), fácilmente alcanzó unos 5 o 6 orgasmos más, experimentando varias posiciones, de a chivito, de cucharita, misionero, ella cabagando con la vista al frente, etc., (quizá crean que alardeo pero he ido desarrollando la habilidad de prender en forma multiorgásmica a la gran mayoría de las parejas que he tenido), lo cual ni es magia ni es pose o alardeo, es cuestión de práctica, paciencia, intuición y trabajo, ya que a base de sensaciones, toques, caricias, besos, etc., se va descubriendo el punto, la intensidad requerida, el lenguaje y demás para que la pareja se suelte, se prenda y disfrute a gusto de una buena cogida.
Pero volviendo al relato, una vez terminado el primer round y sin falsas pretenciones, al compañero fiel hay que darle descanso para que repita la función, la cual normalmente en su segunda vuelta se puede disfrutar más a gusto ya que tarda uno más en venirse con lo que si la manejas a tu favor, más gusto puedes dar y porqué no, recibir del acto sexual.
Por ello y después de otra buena ducha, (el buen sexo no está peleado con la limpieza, antes al contrario), se aprecia mejor el gusto..., se dio el segundo encuentro, el cual además de haber sido tan satisfactorio como el primero, me permitió solidificar una relación sabrosa con mi gallera que se prolongó por varios meses e incluyó estreno y multiples incursiones a su culito, uso de vibradores (los cuales realmente le gustaron ya que normalmente entre el calentamiento era común que ella misma se metiera el vibrador hasta venirse y cuando se la metía le gustaba también que le pusiera la vibración en el clítoris o en su culito), doble penetración(vibrador y yo), etc., que poco a poco vamos a saborear en las próximas entregas de estos relatos, si así les parece.
Saludos.
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