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Este es el cuarto relato que envío y lo hago pues es algo que acaba de sucederme. Como sabrán soy un abogado chileno de 29 años que ha tenido suerte con las mujeres ya entradas en años y ahora volvió a repetirse esa especie de química que tengo con ellas.
En Chile estamos en plena época de verano por lo cual tuve la buena idea de ir a pasar un fin de semana de relajo a un balneario que queda cerca de Santiago, llamado Viña del Mar que en esta época está llena de turistas. Tomé mi auto y partí el pasado viernes al caer la tarde, conducía fumando un porro por la carretera cuando a mitad de camino me encuentro con un auto detenido en la berma. Imaginé que era alguien con algún problema por lo que me detuve para poder ayudar en algo. Me salió a encontrar un señor de aprox. 50 años diciéndome que su auto se le había recalentado y no podía seguir su viaje, pidiéndome si yo podía acercarlos a su destino. Lo invité a subir a mi auto y me dijo que estaba con su familia, mujer e hijo, le dije que no había problema pues yo estaba sólo. Sacaron su equipaje y cerraron el auto mientras yo le decía que en Viña podían llamar al Auto Car y pedir que le entregaron otro en esa ciudad.
Agradeciéndolo me presentó a su mujer e hijo, el niño tenía 18 o 19 años y cara de pocos amigos, en cuanto a su mujer tendría 40 años aprox. y llevaba unos short hasta medio muslo pero apretados como una segunda piel a sus piernas y sobre todo a un espléndido trasero, y en su cara me pareció ver una expresión de calentura como si fuera habitual en ella. Ya en camino nuevamente, me contaron que eran una familia española que visitaban por primera vez Sud América y querían conocer Chile, ahora venían del sur de mi país y querían estar en Viña pues habían oído hablar mucho de ella. Les pregunté que era lo que más les había gustado, el marido me dijo que estaba enamorado de la vegetación que encontró en el sur, al hijo le habían gustado las mujeres y la esposa dijo que lo mejor que había visto eran los hombres chilenos. La miré a través del espejo retrovisor y me devolvió nuevamente esa mirada de calentura que ya me estaba poniendo algo nervioso.
Llegando a Viña les pregunté donde se hospedarían, me pidieron que les aconsejara algún hotel y se me ocurrió la brillante idea de llevarlos donde alojaba yo durantes mis estadías en esa ciudad. Nos registramos y me despedí de ellos para ir a mi habitación. Después de descansar un rato hice algunas llamadas para ver quien estaba disponible para una buena noche de carrete. Luego me duché disponiéndome a pasar un buen fin de semana, estaba secándome cuando llamaron a la puerta, con la toalla anudada a mi cintura abrí la puerta y me encontré con Montserrat (así se llamaba la mujer).Disculpa que te moleste- dijo-pero quisiera que me aconsejaras donde podemos salir mi marido y yo esta noche.
La invité a pasar pero no cerré la puerta, me dijo que
su marido e hijo habían bajado a buscar algún informativo para ver donde divertirse. Se había duchado y traía puesto un vestido ajustado que hacían resaltar sus pechos y sus pezones que se marcaban como dos granos de uva a través de la tela. Le recomendé un par de lugares donde pensé que se divertirían y también le hablé del casino, mirándome con esos ojos calientes que tenía me preguntó- tú sabes divertirte? - sonreí y le respondí que pocas veces me aburría, recorrió mi cuerpo con su mirada y repitió- pero sabes realmente divertirte?- y rozó sus pezones en mi brazo como de casualidad, la miré directamente a los ojos y me devolvió una mirada que demostraba decisión cuando quería algo y deseaba realmente tomarlo ¿son todas las españolas así de amistosas?. Con sus pezones presionando mi brazo me disponía a tomarla de la cintura para restregarme contra ella cuando sentimos que volvían su esposo e hijo por lo que se separó rápidamente y despidiéndose salió de mi cuarto antes que ellos la vieran. Por mi parte la calentura se había concentrado en mi pene que sobresalía como un mástil bajo mi toalla, tratando de sacarla de mi cabeza me vestí rápidamente y salí a ver que me deparaba la noche. El carrete con mis amigos fue para recordarlo mucho tiempo y terminé, en mi cama, con una antigua amiga que resultó una experta en el arte del Kamasutra, estuvimos lo que quedaba de noche y hasta bien entrada la mañana fornicando desaforadamente, como el hotel no es 5 estrellas, las paredes no tienen el grosor que debería esperarse, por lo que los gemidos y jadeos deben haberse escuchado por todo el pasillo.
Después de dormir un par de horas desayunar y almorzar, me puse mi traje de baño y bajé a la playa a recrear la vista durante la tarde. Cuando volví al hotel encontré a la familia disfrutando de la piscina, ewl marido dormía bajo una sombrilla y el hijo había metido conversación a un par de chicas y se encontraba de lo más entretenido, cuando me dirigía a las escaleras Montserrat volteó la mirada hacia dentro y me vió, la saludé con un movimiento de cabeza y seguí mi camino. Al comenzar a subir ví que ella se paraba de la reposadera donde se encontraba, le decía a su hijo algo que no pude escuchar, y se encaminaba hacia dentro del edificio. Cuando habría la puerta de mi cuarto ella doblaba en el pasillo y se encaminaba al suyo, un presentimiento vino a mi cabeza y no cerré la puerta, cuando ella pasaba se detuvo y giró hacia mí, la saludé y pregunté como estaba ( pregunta idiota pues estaba con un bikini que hacía resaltar todos sus atributos y que luchaban por escapar de debajo de la diminuta tela). Rió y dijo que estaba con sueño pues el ruido que llegaba desde esta pieza la noche anterior no la había dejado dormir. Se acercó un poco diciendo - que afortunada la chica que estuvo aquí anoche -.
Mi polla comenzó a cobrar vida y ella lo notó de inmediato, fijó ahí su vista y me dijo que su marido también había escuchado la jarana pero que se había dado vuelta y siguió durmiendo como si nada mientras ella imaginaba lo que estaba pasando en mi cuarto. Noté que sus pezones crecían a través del corpiño de su bikini y no despegaba la vista de mi paquete que seguía creciendo y endureciéndose rápidamente, su mirada de deseo fue decisiva para tomarla de un brazo y atraerla hacia mí, su abandono fue total y su boca se entreabrió ofreciéndome sus carnosos labios que no tardé en tapar con los mios y meter mi lengua hasta su garganta, su respuesta fue inmediata y su lengua se enroscó en la mía batiéndose furiosamente, su mano bajó hasta mi entrepierna y metiéndola por dentro de mi traje de baño agarró mi pene y lo sacó de inmediato de su celda. Mientras yo bajaba con mi boca hasta sus senos que ya los había liberado de su sostén y atrapaba con mis labios pezones, al parecer ese era su punto débil pues sus gemidos aumentaron de volumen y su mano se aferró a mi tranca fuertemente, seguí chupando sus tetonas mientras ella me pajeaba, le bajé la tanga y tomándola desde las nalgas la levanté y la senté en una mesita adosada a la pared.
Ella me bajó el traje de baño mientras yo ensalivaba mi mano y se la pasaba por su coño, este estaba ya encharcado completamente por lo que Montserrat sin perder tiempo enfiló mi polla directamente a ella y la enterró de un solo envión, abrió sus y mirándome salvajemente engarfió sus piernas en mi cintura y me apretó contra ella. Sentada como la tenía, con su espalda pegada al espejo que había sobre la mesita, no era mucho el movimiento que ella podía hacer, por lo que me dí a embestirla sin cansancio hasta que sus gemidos se convirtieron en jadeos y sus labios vaginales estrujaron mi polla anunciando un orgasmo que la dejó con sus piernas tiritando convulsivamente alrededor de mi cintura, seguí con mi mete-saca dándole duro hasta hacerla correrse dos veces más, cuando mi eyaculación fue inminente ella me pidió que lo hiciera en su boca, bajándola de la mesita, la arrodillé frente a mí y metí mi nabo en toda su extensión entre sus labios vaciando todo el semen acumulado en mis testículos, tragó todo, sin desperdiciar una gota, y siguió chupando hasta dejarlo reluciente y listo nuevamente para el combate, la enderecé y besé sus tetas y sus labios mientras mis manos amasaban sus nalgas y las suyas mi polla.
Después de un rato la volteé y apoyando sus manos en el espejo sobre la mesita la incliné un poco y le restregué mi pene contra su clítoris hasta ponerla en marcha nuevamente, reclinó más su cuerpo para ofrecerme su trasero en todo su esplendor y ni lento ni perezoso se lo mandé a guardar hasta que mis testículos chocaron con su cuerpo, la sinfonía de jadeos, gemidos y pequeños grititos se confundían con el tap-tap que producían nuestros cuerpos y aprovechando otro cúmulos de orgasmos que le sacaba a ella me vacié nuevamente, ahora dentro de su concha, mientras miraba, a través del espejo como su cara se contraía de placer al recibir mis chorros.
Besándonos y magreándonos descansamos un par de minutos y luego ella se vistió y se despidió antes que notaran demasiado su ausencia, diciéndome.
- Espero que esta noche no llegues muy tarde y llegues
sólo pues estaré esperándote.
Lo que pasó esa noche en un nuevo capítulo.
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