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Categoría: Incestos

Orgia con mi suegra y esposa

Anoche llegó de sorpresa a mi casa mi suegra Silvina, el motivo era que se había peleado con el marido y este, la había echado. Mi señora salió urgentemente a consolarla, mi suegra pidió quedarse a dormir esa noche en mi casa, porque no tenía a donde ir.



Ante ese pedido mi señora le arregló el cuarto vecino al nuestro, le preparó la cama para que ella durmiera, mientras tanto, yo me fui a acostar de nuevo, ya que al día siguiente tenía que levantarme temprano, a las ocho de la mañana, para ir a trabajar en una construcción que es donde yo estaba empleado.



Mi señora, cuando regresó a nuestro dormitorio estaba contenta porque había logrado tranquilizar a su madre, y la había dejado dormida. 



A los 30 minutos sentimos que alguien tocaba la puerta de nuestro cuarto, mi señora se levantó, para ver quién era y se vio que era la madre, la cual, en medio de lágrimas, le explicaba que no podía dormir sola, ante esa situación mi esposa me pidió autorización para que su madre durmiera junto con nosotros en nuestra cama. 



Yo acepte ese pedido ante el rostro compungido que tenía mi suegra Silvina, a los veinte minutos de haber comenzado a dormir, sentí que mi suegra se levantaba de la cama, para ir al baño, ella estaba durmiendo sobre uno de los costados de la cama, al lado de su hija, yo estaba en el otro costado, bien que se puso de pie y a medida que se dirigía a la puerta yo le miraba de reojo su bombacha negra, a medida que daba los pasos podía ver como una parte de esta entraba dentro de su culo, hasta tenía la sensación que sus glúteos bien formados y parejos tenían un pulmón propio para respirar.



Ella no cerró la puerta del dormitorio y se fue al baño, allí tampoco cerró la puerta, por lo cual yo desde mi posición en la cama, ya con el silencio de la noche, pude sentir el chorro de orina que ella lanzaba en el inodoro.



Yo en ese momento sentí que mi pene estaba comenzando a endurecerse con toda la fantasía que me hacía en la cabeza, en una fracción de segundos, decidí levantarme de la cama, muy despacio por supuesto, para que mi señora no se despertara, y en punta de pies salí del dormitorio en dirección al baño, aprovechando que la puerta del baño estaba ligeramente entre abierta, me puse a espiar que hacia mi suegra, ella estaba sentada en el inodoro, su bombacha negra que tenía hermosos bordados y dibujos, estaba cinco centímetros por debajo de sus rodillas, yo no di más y entré, cerré tras de mi la puerta del baño con llave. Doña Silvina, ante esa actitud mía, se puso de pie, pidiéndome que saliera de ahí, yo no le di tiempo de nada, atrape su mano derecha y a la fuerza se la hice introducir dentro de mi calzoncillo, a medida que sus dedos iban tocando mi pene y mis testículos, su rebeldía se desvanecía aceleradamente, ella me dijo que aquello no podía ser, porque ella era la madre de mi señora.



Para convencerla empecé a besarle el cuello con pasión, luego ella se sacó su porta senos y dejó libre sus pechos jugosos a merced de mi boca, yo las lamí en toda su extensión, mordí su pezón para hacerla sentir mi furia sexual, pero a esa altura para mí eso ya era poco, así que decidí sentarme yo en el inodoro y le pedí a doña Silvina que se sentara sobre mi tronco, ella no entendía que era lo que yo quería hacerle, por tal razón, agarre mi tronco con mi mano derecha y le pedí que se sentara sobre mis piernas, bien que lo hizo, la penetre analmente, tuve que taparle la boca con mi mano izquierda, ya que casi pega un grito descomunal, después de sacudir mi pija dentro de su culo por unos diez minutos, recién le quite mi mano de su boca, ella en forma de susurro me confeso que jamás en su vida había recibido una culeada ¡¡ es decir que su culo era virgen ¡!!, yo podía sentir que ella disfrutaba toda nuestra sesión de sexo, a todo esto su bombacha negra seguía en su posición, debajo de las rodillas, eso me excitaba aún más, sabía que estábamos haciendo algo prohibido.



Pero de pronto a mi suegra le vino las ganas de orinar, ella quería levantarse porque estaba sentada sobre mi pene, para así poder orinar cómoda, pero yo no estaba con ganas de interrumpir nuestra clase de penetración anal, además mi pija ya estaba llegando al clímax máximo, así que le sugerí que orinara en esa posición en la que ella se encontraba, ella después de dudar un par de segundos, lanzó el chorro de orina, yo podía sentir ese líquido tibio corriéndome entre las piernas, eso me calentó mucho más y mi tronco aumentó de grosor alcanzando su calibre máximo, doña Silvina notó ese incremento, ya que liberó un suave gemido de placer, en ese momento, mi leche salió disparada a toda velocidad, para llenar por completo el culo de mi suegra, ella suspiró aliviada y satisfecha, se puso de pie se acomodó su bombacha negra con dibujos y se apresto a salir del baño, cuando abrió la puerta nos dimos con que mi mujer había escuchado toda nuestra orgía de sexo, detrás de la puerta del baño, yo y mi suegra no sabíamos que explicación dar, pero mi señora rompió el silencio, diciéndonos que estaba muy enojada con nosotros por no haberla hecho participar de la mini fiesta.



Acto seguido, yo salí del baño y me fui a acostar, ya que estaba muy cansado, pero mi suegra Silvina y mi señora tenían otros planes, las dos ingresaron al cuarto desnudas exigiendo servicio completo, antes que yo pudiera reaccionar, mi mujer atrapó mi pene con sus dos manos y empezó a mamarlo, mientras mi suegra se colocaba detrás de mí, con sus piernas entre abiertas, solicitando que le lengüeteara su concha, ante ese tipo de ataque solo procedí a rendirme y obedecer las órdenes, chupeteé por largo rato la concha de mi suegra, jugué con su clítoris, finalmente mi mujer me hizo eyacular en su boca, yo ya estaba súper caliente de nuevo, así que procedí a culear a mi esposa, pero mi suegra Silvina muy enojada, exigía la misma atención, yo no podía culear al mismo tiempo a madre e hija, así que me fui hasta la cocina y busque algo que fuera similar a un pene allí encontré, una zanahoria larga y un poco más gruesa que mi pija, volví al cuarto y le pedí a madre e hija que se pusieran de cuatro patas, una al lado de la otra, a mi esposa la penetré analmente con mi pija y en forma simultánea, al ano de mi suegra le metí la zanahoria grande y gorda, así pude culear en simultaneo a la madre y a la hija, las dos estallaron de placer, después intercambiamos, pene para el culo de la suegra y zanahoria para el culo de la hija, así finalmente, terminé eyaculando en la espalda de las dos.



Muy contentas se bajaron de la cama y de un manotazo agarraron mi tronco para mamarlo, allí largue el chorro más grande de mi leche, le bañe la cara a las dos, lo cual terminó por ponerlas felices por completo. 



Cuando yo me disponía ya a descansar, mi señora se me acerco y me dijo que su mama se estaba quejando de que yo no la había penetrado vaginalmente, ante la súplica de mi esposa, decidí hacer ese último esfuerzo, Silvina, mi suegra, se recostó en la cama, mientras su hija le ayudaba para que estuviese cómoda, pude ver que mi suegra era preparada, como si fuera que ella iba a ser dada en sacrificio a algún Dios poderoso, la hija le arregló su cabello, puso perfume en las tetas de su madre, le pintó los labios y finalmente entre las dos acomodaron el pelaje abundante de la concha de mi suegra, ante esos preparativos mi pija ya había recobrado toda su fortaleza y se alzaba erecto como un lanza, duro como el acero y con toda su magnitud de longitud y calibre.



Ante tal panorama, mi señora no quiso salir de la habitación, se sentó al costado de la cama y tomó una de las manos de su madre, como si Silvina mi suegra, estaría pronto a sufrir un parto, sus piernas estaban ampliamente abiertas, su cola estaba apoyada en el borde de la cama, sus pies colgaban a diez centímetros del suelo, sin pensarlo más, procedí a penetrar vaginalmente a Silvina, hice ingresar lentamente mi tronco en su cavidad vaginal, a cada centímetro de penetración el cuerpo de Silvina enloquecía de dolor, suplicio y placer, mientras su hija le sostenía una de sus manos, con el objeto de que Silvina no se moviera de esa posición ideal, finalmente mi miembro penetró por completo, hasta el fondo, allí, mi suegra lanzó un grito enorme de placer, el cual había sido contenido toda la noche, la monte varias veces para que así no hubiera más quejas, terminé lanzando mi semen en forma completa en la vagina de Silvina, ella lanzó un suspiro de felicidad.



Cuando terminó toda nuestra orgía sexual, ya eran las siete de la mañana, faltaba una hora para irme a trabajar, así que mientras yo trataba de recomponer fuerzas, durmiendo por lo menos 30 minutos, mi señora y su madre se fueron a la cocina a prepararme un desayuno completo, con café, tostadas con manteca y huevos fritos. Cuando me levante de mi pequeño sueño y me dirigí a la cocina, las dos estaban solamente vestidas con bombachas, sus tetas estaban al descubierto, por la forma en que ellas conversaban, parecían dos chiquillas que eran cómplices en alguna travesura, finalmente antes de irme a mi trabajo, mi señora me comunicó que su padre había llamado por teléfono, pidiendo que mi suegra regresara a su casa, lo cual ella aceptó y se despidió de mi diciéndome que se iba tranquila, ya que si su esposo la volvía a echar de la casa, ella ya sabía que aquí la íbamos a recibir con mucha alegría y satisfacción.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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