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"Por fin se cumple una de sus fantasías... tres hombres a su entera disposicón para lo que ella quiera."
Esta historia le pasó a una amiga hace cosa de dos semanas.
Entre nosotras habíamos hablado de nuestras fantasías sexuales, las típicas cosas que tienes en mente cuando te masturbas, pero que sabes que probablemente nunca realices. Pues bien, hace un par de semanas, como iba diciendo, me contó lo siguiente.
Era martes y había pedido el día libre en el trabajo porque tenía que esperar a que llegasen los de la tienda de muebles con algunas cosas que había comprado. El caso es que estaba allí sola esperando y empezó a ponerse cachonda pensando en guarradas varias (siempre le pasa lo mismo cuando le va a venir la regla, y a mí también) así que empezó a desnudarse y terminó masturbándose. Cuando lo hace le gusta meterse un dedo o dos por el culo, dice que la excita mucho.
La cuestión es que justo cuando estaba corriéndose llaman a la puerta de arriba (ella pensaba que, en el peor de los casos, le daría tiempo a arreglarse, mientras llegaban a su piso desde el portal), lo cual la pilló de sorpresa ya que tenían que haber timbrado en el portal. Se arregló como pudo intentando aparentar que no había pasado nada y fue a abrir la puerta. Cuando lo hizo vió a tres chicos jóvenes, no demasiado guapos, pero con los cuerpos de quienes realizan trabajos físicos duros. Ella aún se sentía acalorada por el orgasmo que acababa de tener, pero empezó a excitarse otra vez al ver a los chicos. Mientras hablaba con ellos no paraban de sucederse imágenes sexuales en su cabeza. Intentaba concentrarse en otra cosa, pero tenía la líbido a mil por hora y no podía. Empezó a encontrarse incómoda pensando que los chicos podían notar algo.
Dos de ellos bajaron a por más cosas y el otro se quedó arriba recibiendo instrucciones. Ella gesticulaba mucho para explicarle donde quería colocar las cosas, por lo que él debió notar algún olor "extraño" en sus manos. Sin saber muy bien como el chico había cogido la mano que antes había estado en su culo y, después de localizar los dedos utilizados para la penetración anal con la nariz, procedió a introducirlos en la boca y a chuparlos. Ella estaba alucinando, pero, como me contó más tarde "estaba tan salida que no pensaba en nada".
Después de chuparle los dedos comenzó a desabrocharle la camisa y, cuando acabó de hacerlo, se la sacó y la tiró al suelo. Sacó sus tetas del sujetador, dejándolas colgando por encima del mismo y se puso detrás de ella. Metió sus propios dedos en la boca de ella y empezó a frotar los pezones con fuerza, deteniéndose de vez en cuando para pellizcarlos y que se pusieran duros. Mientras hacían eso llegaron los otros dos y se encontraron con el espectáculo. Se miraron con cara de alucinados, pero ella los invitó a participar y no se lo pensaron demasiado. Antes de nada puso una regla: nada de exhibiciones masculinas, ella quería gozar como nunca lo había hecho, tenían que esmerarse. Ellos asintieron, pero ya tenían la polla a punto de reventar.
Se desnudaron en el salon. Ella se había sentado en un sillón dejando las piernas colgando de los apoyabrazos, de manera que sus piernas estaban completamente separadas y su coño quedaba totalmente abierto ante ellos. Había uno a cada lado del sofá y empezaron a chuparle los pezones, que los notaba mas duros que nunca. El tercero se puso de rodillas en el suelo y, separando sus labios mojados al máximo empezó a pasarle la lengua por el clítoris bajando de vez en cuando para introducirla profundamente en la vagina. Cuando hacía eso le daba vueltas dentro, algo que a ella la volvía loca. Estuvo haciendo eso un rato, hasta que ella le dijo que le gustaría que se lo hiciese en el culo. Así que se dió la vuelta en el sofá. La postura era la misma, con las piernas colgando, pero de espaldas a el. En esa posición las nalgas se separaban muchísimo, dejando a la vista el ano y dilatándolo bastante. El chico comenzó a pasar la lengua por su agujero, preparándolo antes de introducirse en él. Mientras tanto, ella había comenzado a chuparle la polla a uno de los chicos y a hacerle una paja al otro, mientras este último le acariciaba el clítoris con la mano.
El que estaba arrodillado ante su culo tomó una nalga en cada mano con los pulgares hacia dentro e introduciéndolos ligeramente en el ano. Quería que estuviese totalmente abierta. Cuando lo estuvo su lengua empezó a penetrarla analmente. Al principio tenía un sabor extraño, pero poco a poco empezó a transformarse en algo sexual: el ano empezó a segregar lubricante que, meclado con su propia saliva caía en el tapizado del sillón. Ella se movía como queriendo meterse toda su lengua en el culo, nunca había hecho eso y le estaba gustando mucho. Estaba al borde del orgasmo y sentía el ano tan dilatado que quería introducirse algo cuanto antes. En ese momento, la polla que chupaba explotó en su boca, lo que hizo que el semén cayese por las comisuras de sus labios. Cuando se lo tragó todo, empezó a chuparle la polla al otro chico.
El que le estaba comiendo el culo paró para ponerse un condón y le dijo que se la quería meter ya. Se sentó en el sofá y ella empezó descender sobre su polla. Tenía el coño tan mojado que entraba muy fácilmente. Empezó a moverse sobre él mientras él le lamía los pezones, que ya los tenía duros como piedras. Le dijo al que ya se había corrido que le metiese algo por el culo. Él se arrodilló detrás de ella y le introdujo un dedo en el ano, pero estaba tan dilatado que era como si no hubiese hecho nada. Le metió otro. Eso ya era otra cosa, el ano se contrajo alrededor de ellos y él empezó a moverlos en círculos, hacia adentro y hacia afuera. Mientras, ella le chupaba la polla al otro chico y se acariciaba el clítoris con la mano que tenía libre. Poco después, una segunda polla se corría en su boca. Cuando el chico se recuperó fue el quien se encargó de tocarle el clitorís. Ella ya no pudo soportarlo más, una polla en su coño, una mano en su clitorís, dos dedos metidos en el culo y ella pellizcándose los pezones como si quisiera arracarlos... era demasiado excitante. Se corrió casi al mismo tiempo en que notó que el tío al que se estaba follando se iba a correr. Notó todos sus músculos en tensión y luego se quedó sin fuerzas. Fue increíble.
Cuando terminó de contármelo yo ya estaba tan cachonda que no me lo podía creer (más o menos igual que ahora, que recuerdo la historia). Nos fuímos a su piso a solucionar el calentón... pero eso será otro día.
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