Esta historia, algo larga, pero que espero les guste, es un sueño que tuve hace algunos días y que comenzaré a relatarles, pues es muy interesante y fogoso y tiene como protagonista a Olya Lushnynovna, una pequeña y adorable huaripolera de 14 años de edad, estudiante del (imaginario) colegio Perkins y que a raíz de la convocatoria de las tropas de la república de Camelot a la guerra, fue enviada a "animar" a los soldados rusos enlistados y que tenían 21 años. Los entretuvo con sus usuales acrobacias. ¡Y terminó siendo desvirgada y follada por tres de ellos y lo que fue mejor, con su pleno consentimiento!
Pero forzado a relatarles la historia completa es que me veo precisado a situarlos a ustedes amables lectores en el panorama en el que se desarrolló la historia:
En el terriblemente frio invierno de 2010, cuando las temperaturas, usualmente templadas e inclusive cálidas durante las mañanas, comenzaban a variar, nadie en la población de la República de Camelot se imaginaba que nuevamente entraría su país en guerra. A diferencia de otras veces, en las que las disputas se daban por razones de expansión territorial, el conflicto bélico ahora tendría como telón de fondo el honor patrio.
El gobierno del citado país, hipotético por cierto, utilizó como "casus belli" o motivo del enfrentamiento a lo que denominaron "el atentado de atentados" que no fue otra cosa que un simple accidente, pero muy fatal, que fue una caida terrible desde un cuarto piso, que no obstante casi le costó la vida a Karen Besukova Mason, una sexy y tierna jovencita nudista de 17 años que era la adoración de las tropas de Camelot (mayormente masculinas)
Aunque Karencita salió por suerte solamente con un brazo fracturado y se salvó de algo peor, la situación copó los titulares de la prensa quienes tildaron de manera unánimemente sensacionalista a la gobernante de Migdal (también ficticia) quien practicaba amarres y hechicería como la responsable principal del "ataque fruto de la magia negra". Ella, que era enemiga acérrima y la ex del gobernante de Camelot, se convirtió entonces en blanco de una campaña bélica sin precedentes.
En apenas 3 días el país reunió un colosal ejército de 18 mil soldados y pensaba reunir luego un total de 80 mil. La cuestión fue que a los 18 mil iniciales los aprestó con equipo especializado, armas y uniforme invernal, para que atacaran en el norte a la nación enemiga de Migdol. Pero lo interesante de este relato no son las tropas en si, ni la guerra, pues esto no es un relato bélico, obviamente.
Lo verdaderamente importante era que el conflicto englobó a toda la nación y entre tanta gente movilizándose no podían faltar las personas civiles que se ofrecián a levantar la moral y el ánimo de las tropas que partían prácticamente a una segura muerte en un campo de batalla sin ninguna ruta de escape, a pelear a la desesperada en una guerra de trincheras, en terreno plano y peor aún, faltos de cobertura.
Entre esas personas que alentaban se encontraban las porristas y huaripoleras (animadoras con sexis falditas, trajecitos coquetos y bastoncitos) que mientras los soldados desfilaban al combate, se colocaban en las aceras de las calles y con sus números gimnásticos los animaban y les quitaban el estrés. Las animadoras de Camelot, tenían como requisito tener desde los 13 hasta los 24 años de edad y ser muy sexys, coquetas y sobre todo desinhibidas en extremo. Así era como hasta el enemigo comentaba que las porristas de Camelot eran más efectivas elevando la moral de la tropa que las suyas que no conseguían ponerlos "fogosos" para el combate.
Pero en este caso vamos a centrarnos en las huaripoleras y entre ellas escogeremos a una en especial, cuya historia llegó a conocerse en el Canal Erótico 69. Como anteriormente les dije, Olya Lushnynovna, u Olita, como le gustaba que le dijeran con cariño, era una bastonera adolescente de 14 años y una colegiala muy dulce. A sus añitos, como se pueden imaginar, tenía un cuerpito menudo, ojitos brillantes de niña y una carita y sonrisa angelicales.
No era la más sexy, debo decirlo. Ese mérito se lo llevaba su amiguita Vika, también rusita, pero lo que tenía Olita era que su mirada cautivaba y más aún su pequeño cuerpo debió haber sido un pecado para los soldados Ilya Dévorov, Nikolai Frekorovich y Stefan Belushnyvev, los tres de 21 años, así que yo no hago más que relatarles lo que me ellos me contaron.
Ilya me describió que Olya era blanca, rubiecita y de espectaculares ojitos color cielo. Tenía unos piecitos de bailarina de ballet, delicados, suaves como terciopelo y menudos como de un angelito. Sus piernas esbeltas y finitas la hacían más adorable todavía y su cinturita chiquita tenía en medio un ombliguito que daba ganas de acariciar y cosquillear hasta hacerla retorcerse de risa. Sus tetitas eran pequeñas, redondeaditas pero apenas desarrollando sus pezones rosados de botoncito que al menor roce se erquían tiernamente.
Todo era suave y puro en Olita, desde el pelo corto hasta la punta de los pies y su coñito no era la excepción. Su cosita era pequeña, algo abultadita de los costados, como la de las adolescentes y la entrada era muy apretada y pequeña.
Cubría su pubis, pero no de forma grosera sino solamente en las partes que era necesario cubrir, un finísimo y delicado vello entre ondulado y lacio y de color rubio oscuro, que según me comentó Stefan, le encantaba acariciarse y jugar con él mientras se enjabonaba y bañaba en una ducha del cuartel Wellington al que un día fue enviada desde su colegio a animar a las tropas del ejército. Stefan la espió y así puso ver lo que ella hacía mientras se duchaba sin que la jovencita se diera cuenta.
Fue en ese mismo día, el 26 de julio, que estando sola por la noche a las 8 en el cuartel, se encontró con los tres soldados que mencioné, quienes eran miembros de la sección "Laika" y le pidieron que les hiciera un número de acrobacias para animar a su agrupamiento. Sin embargo, Olya a la vez era muy sofisticada y coqueta. Le encantaba no solo bailar, saltar y hacer movimientos con su waripola que eran muy sensuales, sino también cantar música romántica. Su lado travieso era el reggaetón, que también adoraba y jamás dejaba de bailar una parte de su esketch con ritmo de perreo.
Olya estuvo bailando vestida de waripolera con su faldita que sólo le cubría el calzón y su chaquetita, gorro y guantes largos durante una hora. Cuando el número, a eso de las 9 la puso exhausta y comenzó a subir de tono, porque los soldados del pelotón, que tenían todos 21 años y eran 600 le pidieron que se comenzara a tocar sus partes, que simulara felaciones y que hiciera números de strip tease, ella se negó y se fue enojada hacia el camerino de suboficiales para ponerse su ropa habitual. Los tres soldados que la habían invitado también se fueron enojadísimos.
Ellos la siguieron despacio y notaron que ella corrió y se encerró en el camerino a sentarse en una banca. La pequeña estaba llorando asustada y los soldados Ilya, Nikolay y Stefan ingresaron a consolarla y también se sentaron, a su lado.
-No llores chiquitita. Perdona a nuestros compañeros que son unos torpes e idiotas. No saben tratar a una chica tierna como tú. Y perdónanos por pedirte que nos hicieras un número para la sección. No pensamos para nada que se subiera de tono.-Le dijo Nikolay.
-Nosotros te vamos a proteger. No temas. Los soldados no son malos. Sólo que parecen perros en celo a veces y se confunden. Pero el Mariscal ha dicho que si abusan de alguien los fusila, así que no hay acá un sólo abusivo.-recalcó Stefan.
-¡Pero qué! ¿Acaso no vieron que me pedían que me acaricie la vulvita? ¡Son unos cerdos degenerados! Y yo soy chica aún -contestó Olya.
-¿Y a ti no te gusta?-Replicó Ilya.
-¡No! ¡Soy una chiquilla de su casa!-respondió Olita.
-¿En serio?-Le dijo Stefan.
-¿Por qué?-Contestó.
-Porque te hemos visto tocarte tus partes en la ducha mientras te bañabas.
-¡Oye! ¿Entonces me espiaron? ¿Ustedes me espiaron? ¡Son unos cochinos!- gritó Olya.
-¡Espera, espera, no fue intencional!-dijo Nikolay.
-¡Claro! ¿Y yo soy una tonta, no?
-N no no. En serio no fue intencional. Solamente estábamos acomodando cosas en la habitación al lado del baño y te vimos por la ventana.-exclamó Ilya.
-Ya ya. ¡Déjense de tonterías! ¿Así que les gusto, no? Pero no los dejaré. ¡No!
-¿De veras? Tu cosita me dice lo contario.-Le contestó.
Y sin que se diera cuenta la dulce Olita, Stefan la tomó de un muslo y la comenzó a acariciar, mientras Ilya le tocaba la vulva con le mano, frotándole el pubis encima de sus braguitas que se le comenzaron a humedecer.
Olita, quien todavía llevaba puesto el uniforme rojo pasión, de huaripolera, estaba aún con su microfaldita pequeña, sus mediecitas pantis y sus botitas y guantes de terciopelo. Eso la puso muy cachondita, a pesar de su corta edad y comenzó a sudar, a excitarse y a sonrojarse. ¡Ah! Ah! Sí, que rico! Lo confieso! Lo confieso! Me toco mis partes. Ayh! Ah! Porque se siente muy rico que me acariciene ahí, ahh!
-¡Por fin lo aceptó!-expresó Nikolay.
-¡Si. Es una calenturienta y no lo parecía!-habló Stefan.
-¡Si! Y ahora déjenme chupar!-dijo desenfadada Olita.
Olita entonces empezó primero a lamer tiernamente con su lengua chiquitita de niña y a succionar luego con su boquita las pollas de Stefan y de Ilya, quienes se turnaban por llenar esa pequeña abertura con sus enormes vergas. Les recorría la cabecita en círculos y posteriormente lo hacía en toda la extensión de la pinga, deteniéndose en el frenillo de cada pene. Le daba pene primero uno y luego el otro. Poco a poco. Todos estaban muy excitados. Ella hacía esfuerzos para contener las arcadas y ellos para evitar correrse en su garganta, porque su boquita era muy sexy y cálida.
Después le quitaron la gorrita y las botas. Los tres se desnudaron completamente y la echaron en el suelo del camerino, mientras la despojaban de sus prendas. Ella dócil, adorable, totalmente se entregaba sin oponer resistencia. Pedía más y lo obtenía. Le comenzaron a acariciar los piecitos menudos y aterciopelados y a hacerle cosquillitas. Ella se reía como chiquitita. Luego se los chupaban, deteniéndose en cada pequeño dedo. Ella gemía de placer. ¡Ah! ¡Ah!
Después le quitaron sus guantes y acariciaron sus pequeñas manos, uno después de otro beso sus deditos de niña. Primero Ilya, luego Nikolay y finalmente Stefan. Al cabo de cinco minutos le empezaron a desabrochar el vestido de huaripolera y a quitarle la faldita. Pero al llegar a su sostén tuvieron problemas.
-No se preocupen, que yo soy la experta en esto. Desde los 10 lo he hecho solita-Dijo Olya, mientras se quitaba el sostén abrochado detrás.
Y así quedaban esas maravillosas y pequeñas tetitas de pezones puntudos a la vista de los tres soldados que se turnaban para chuparlos, lamerlos y por ratos estrujarlos suavemente y jugar con ellos, haciéndola excitar muchísimo.
Posteriormente Illya le quitó las bragas a la mocosita y le comenzó a lamer el coño. La echó en una banca, ella totalmente desnuda y con las piernas elevadas y abiertas, mientras él deslizaba su húmeda lengua por los también empapados labios vaginales y el clítoris de Olita. ¡Ahh! ¡Ahh! Uf! Umff!! Ay! suspiraba entre convulsiones de placer extremo.
Y así tuvieron su ocasión de hacerlo los otros dos. Cada uno a su modo. Alguno chupaba, otro besaba, pero todos disfrutaban. La adolescente lo pasaba en grande. Las manos de los tres fornidos y atléticos soldados la tocaban por todas partes. Acariciaban su culito y su coño, hasta que llegó la hora de meterle algo por allí.
-Tengo mucho miedo. Nunca lo he hecho. Soy virgen.-dijo Olya.
-Despreocúpate. No te dolerá. Lo haré con cuidado.-Dijo Ilya.
-Nosotros también.-Le dijeron sus compañeros.
-Pero tengo mucho temor. El sangrado me va a doler.
-No. Bueno, un poco pero te haremos que se te pase.-le respondió Stefan.
-Mmm. ya pues. Háganmelo. Soy toda suya.-Respondió Olita.
Y sin mayores preámbulos los fogosos soldados, con sus cuerpos cubiertos de sudor y las mentes llenas de lujuria comenzaron a penetrar el coñito apretado y corto de la chiquilla con mucha delicadeza al principio. Se sortearon quién la desfloraría y ganó Nikolay. Él tenía una verga pequeña, pero muy gruesa. No le dolió mucho a Olya cuando se la empujó, pero igual gritó de dolor por la ruptura de su himen y más por el sangrado que vio que salía de su vagina.
A él lo excitó mucho el calor de esa cosita apretada e inocente que medía de profundidad muy poco, así que su verga de 9cm cabía perfectamente en esa vaginita hasta el fondo. Además sentir que algo más o menos tenso le impedía la entrada y que luego lo obligaba a empujar y se rompía, lo puso como potro en celo y la comenzó después a montar en todas las poses posibles. Cuando estuvo muy excitado por las contacciones de ella, sacó la verga de su coño para evitar embarazarla y se corrió en su boca.
¡¡Mm que delicia!! decía ella.
Illya le dio primero por la conchita y luego por el culo, que se lo dejó tan abierto que la pobre niña tuvo que hacer caquita con sangre durante una semana, pero le encantó sentir que los jugos de él se venían dentro de su ano menudo y virginal.
De los tres, no obstante, Stefan se llevó el premio mayor, pues se vino con su vergota de 15cm dentro de la niña como un cañón ardiente en un chorro espeso y abundante de fresco y cremoso semen que la inundó por dentro e incluso se derramó al momento de eyacular pues era mucho y ya no cabía en esa pequeña vagina.
¡¡Aaah! Qué ricura! Vente más, dentro de mí! dame tu rico semen! Ahh!!
Al día siguiente la chiquita tenía miedo de haber quedado encinta de Stefan, pero felizmente no fue así. ¡Uf! ¡Qué alivio! Fue sumamente suertuda, pues pudo haber quedado embarazada. El ginecólogo le dijo que, por haber sido un día después de su regla el día en el que folló (bueno, se lo dijop con otras palabras) ella estaba en su único día de no concepción.
Esta historia y muchas similares ocurren desde el 1997 y a diario entre los soldados del Ejército de Camelot y las chiquillas porristas y huaripoleras que van a animarlos. A la próxima, si prometen leer mi relato les voy a contar una historia mucho mejor.