~~Bueno,
al final me he decidido a escribir un relato, después de mucho
tiempo leyéndolos en esta página. Lo que voy a contar
pasó hace creo que algo más de tres años y aunque
no es cierto que sea un relato totalmente real, sí diré
que será cierto en un 95% además del inevitable cambio
de nombres. Todo sucedió en una ciudad del interior de Catalunya
(lo siento por algunos pero realmente me duele la vista verla escrita
con ñ). Empezaba
la primavera de 2000 cuando, después de algo más de
dos años del inicio de mi primera relación estable y
tras varias semanas de discusiones constantes y pensar mucho acerca
de ello, decidimos dejarlo correr. Como he dicho, Ana fue mi primer
amor y creo que coincidiréis conmigo cuando digo que no puede
olvidarse: el primer cosquilleo en el estómago, el primer te
quiero , la primera relación sexual (a medias en un callejón
y entera en casa) todo. Cuando empezamos a salir yo tenía
17 años y ella 16, y claro, también yo era su primera
relación estable. Durante más de año y medio
todo fue casi perfecto, éramos diferentes pero nos entendíamos
muy bien y en cuanto a la cama bueno, realmente era la relación
perfecta, nos entendíamos de puta madre y llegó un momento
en que la intimidad afectiva y sexual era tal que cada uno sabía
perfectamente lo que quería el otro en cada momento. Y por
supuesto, pasados los primeros meses de probar experiencias nuevas
(y que en ocasiones habían terminado con negativas por parte
de ella), ya estábamos dispuestos a hacer prácticamente
de todo en el terreno sexual. Pero
llegó un momento en que, por varios motivos que no creo que
os interesen, todo empezó a cambiar de signo, empezamos a discutir
continuamente, a pensar que debíamos dejarlo estar y de hecho,
lo dejamos una vez pero volvimos nos costaba mucho separarnos
definitivamente. Pero a los dos años de salir ya no aguantaba
más y pese a que todavía la quería, veía
que no llegaríamos a ningún lado y que lo mejor sería
cortar ya. Tras un día de bronca lo solté y ella estuvo
de acuerdo, así que se acabó. Pero terminamos bien,
sin tirarnos los platos por la cabeza (es muy triste que una pareja
que se ha querido pueda terminar así). De hecho, yo necesitaba
verla de vez en cuando y ella también a mí. Empezamos
viéndonos una vez a la semana para contarnos cómo iba,
qué hacíamos creo que nos fue bien para poder
elaborar bien el hecho de dejar la relación después
de dos años juntos. Pero
yo sentía que me faltaba algo, que no quería terminar
así con ella, necesitaba despedirme como merecíamos,
es decir, necesitaba hacer el amor por última vez sabiendo
que sería la última vez. Creo que así podríamos
despedirnos dándonos todo y aprovechando esos últimos
momentos para expresar todo lo que habíamos sentido el uno
por el otro. Teníamos entonces 19 y 18 años (si no recuerdo
mal). Un
día que quedamos se lo dije: Ana, no sé cómo
decírtelo pero no quiero terminar así, quiero poder
hacer el amor contigo por última vez porque la última
vez que lo hicimos no lo sabíamos y creo que merecemos algo
mejor . Puso cara muy extrañada No, ya hemos terminado
y creo que puede ser peor, no quiero jugármela . Le dije
que necesitaba realmente hacerlo, sentía que me quedaba algo
vacío si no podía despedirme como quería pero
no cedió, aunque vi que le costaba decidirse por el no. No
sé si pasaron dos o tres semanas y tuvo que venir a casa a
pedirme lago (no recuerdo qué era). Joder cómo estaba.
Ana tenía el pelo negro, largo y liso (no sé vosotros
y algunas de vosotras, pero a mí donde esté una morenaza
que se quite cualquier rubia sí, si es guapa lo es sea
morena o rubia, pero me dan mucho más morbo las morenas). Para
mí gusto (y para el de mi mejor amigo) era bastante guapa,
con unos ojos negros rasgados que realmente me tenían loco
(otro vicio mío, lo reconozco, los ojos rasgados),
y con unos labios que tenían la forma y la medida perfecta
para besarte y levantártelo todo sin ni siquiera acercarse
a tocar. Y en cuanto al cuerpo, pese a que ella decía que le
sobraban un par de kilos, a mí me parecía no perfecto,
pero sí muy pero que muy apetecible. Tenía unos pechos
de tamaño medio (ya sabéis, perfectos para agarrarlos
con las manos) con unos pezones rosaditos pero que cuando se excitaba
(y era mucho) se volvían marrones y duros como piedras. Tenía
un culo precioso y lo sabía explotar poniéndose pantalones
ajustados y, por supuesto, tangas minúsculos que éstos
sí que me volvían loco del todo. Ufff, creo que esto
de los tangas sería digno de un estudio o investigación
psicológica para entender lo que nos pasa a los tíos
cuando intuimos (ya ni siquiera cuando vemos) que una tía lleva
tanga. Al menos a mí me saca de mis casillas. El
día que vino a casa llevaba un pantalón negro muy ajustado
que le marcaba perfectamente la forma del tanguita. En la parte superior
llevaba un top blanco con una sola manga ya que del otro lado era
más bajo y le llegaba por debajo del brazo. Estaba preciosa,
y más después del tiempo que llevaba sin poder hacer
nada más que ejercicios manuales. La hice pasar a la habitación
y estuvimos hablando bastante rato hasta que empecé a excitarme
mucho, sin siquiera hacer nada, sólo verla me ponía
malo. No
recuerdo si le planteé el tema del que habíamos hablado
la última vez o no, pero al cabo de un rato empecé a
besarle el cuello. Siempre que hacía esto empezaba a gemir
suavemente, y efectivamente, esta vez no fue una excepción.
Mientras le mordía el cuello y se lo besaba oía un leve
Mmmmmm a la vez que empezó a acelerar la respiración.
Se estaba excitando claramente pero no me atrevía a seguir
por miedo a ir demasiado rápido y que ella aún no estuviera
convencida de lo que quería hacer. Ella seguía pasiva,
no hacía nada, lo que me indicaba que aún no estaba
decidida. Sabía que si seguía así no tardaría
mucho en llevar la iniciativa, porque durante los dos años
que estuvimos, en cuanto empezábamos a liarnos, rápidamente
se excitaba y hacía todo lo que le venía en gana. Al
poco tiempo empecé a besarle los labios, primero suavemente,
solo labio con labio, pero enseguida no pudimos aguantar y empezamos
a besarnos salvajemente, le mordía los labios, ella hacía
lo mismo, violentamente, me metía la lengua todo lo que podía,
yo se la chupaba cuando ella entraba en mí y cuando salía
era yo el que me metía en su boca. Cada vez estaba más
excitada y empecé a acariciarle el cuerpo. Primero sólo
los brazos, el vientre, la espalda hasta que bajé al precioso
culo que tantas veces había besado. Mientras la acariciaba
ella me besaba con más pasión. Ya no tenía vuelta,
estábamos empezando lo que tanto había deseado, poder
despedirme de ella como merecíamos. Todavía los dos
completamente vestidos, empecé a acariciarle los pechos, aunque
a veces, más que acariciárselos, se los agarraba fuertemente,
la verdad es que empezaba a estar muy caliente y no podía controlarme.
Por su parte, ella empezó a acariciarme el cuerpo pero aún
sin desvestirme. Estábamos
aún sentados en la cama así que me levanté y
nos estiramos bien. Me miró con la típica cara de deseo
con la que me miraba siempre que no podía aguantar más.
Sabía que estaba muy caliente y al mirarme con esos ojos rasgados
incendiados me estaba poniendo más caliente. Hacía ya
rato que estaba completamente duro y aunque no tengo un trancazo enorme
(tampoco he necesitado más centímetros hasta ahora)
empezaba a necesitar sacarla. Sin embargo, aguanté, quería
que ese momento no lo olvidara nunca, ni ella ni yo, quería
hacer durar esa situación. Me
estiré a su lado y seguí besándola, ahora quitándole
el top y dejándola en sujetador, blando y sin tirantes superiores.
Empecé a acariciarle los pecho y poco tiempo duró el
sujetador allí. Se lo quité y empecé a acariciarle
completamente hasta que dejé de besarla y baje a ellos. En
cuanto besé y lamí uno de sus pezones oí un Aaaahhhhh
que me confirmaba su estado. En un momento sus pezones se volvieron
marrones y se endurecieron. Estuve un buen rato mordiendo, besando
y lamiendo sus pechos, no sólo los pezones, sino también
la parte inferior y lateral de los pechos. Cada vez estaba más
excitada y notaba su respiración más agitada, con más
Mmmmmmmm . No hablábamos, sólo nos entregamos.
Empecé a bajar y cuando creía que le quitaría
los pantalones volví a subir y empecé a besarla. Me
miró muy extrañada, como diciendo Qué
haces ahora? . Sabía que deseaba que le quitara los pantalones
pero quería hacerla sufrir. Seguí comiéndole
la boca y esta vez me estiré encima de ella, aún vestido.
Empecé a moverme suavemente de forma que mi paquete quedaba
encima de su coño, también con pantalón. Empecé
un suave movimiento que ella acompañó con pequeños
movimientos pélvicos y con gemidos ahora más perceptibles.
Se estaba calentando mucho y yo disfrutaba como un enano (aunque totalmente
empalmado). ¿Quién puede decir que no le gustan los
preliminares y que sólo quiere meter? Tras
un buen rato moviéndonos cada vez más rápido
decidí que ya era hora de seguir. Bajé a la altura de
su cadera. Le desabroche el pantalón. Seguía mirándome
con esos ojos negros rasgados que me volvían loco y que cuando
se excitaba emanaban algo especial. Le quité el pantalón
finalmente y apareció el tanga uffff cómo me
estaba poniendo, necesitaba hacer algo ya. Le hice dar la vuelta para
apreciarla de espaldas y sólo con ese tanga puesto. Realmente
esta visión me pone como una moto, ver la tirita del tanga
metiéndose por entre los cachetes del culo, apreciando el bulto
de los labios vaginales. Empecé a acariciarla y besarla, no
podía más y se giró. Le saqué el tanga
porque sus gemidos ya eran importantes y lo que vi realmente me sorprendió.
Estaba totalmente empapada y ni siquiera le había acariciado,
no le había tocado por encima de la pequeña tela negra.
Le metí un dedo y mirándola me lo llevé a la
boca, lamiendo, saboreando ese jugo que hacía semanas que no
probaba. Me miró sorprendida y le dije Estás
empapada, hacía tiempo que no te veía así cariño
(sí, se me escapó lo de cariño, ella se dio cuenta
pero bueno, seguimos a lo nuestro). Empecé
a hacer algo que me encanta. Suavemente le lamí los labios
exteriores, no quería empezar directamente. Tenía los
pezones muy duros, el coño empapado y sus gemidos me ponían
a mil. Aaaaahhhhh mmmmmmmmmmm no dejaban
de salir de su preciosa boca. Hasta que decidí meterle la lengua,
empezar a hacer movimientos rápidos, ahora lamiendo su clítoris,
ahora metiendo la lengua entre sus labios, ahora metiéndole
los dedos. Era una auténtica loba aullando, creo que me gustaba
más darle placer oral y ver cómo se retorcía
que muchas otras cosas. No quería que se corriese sólo
con mi lengua así que me separé, me levanté y
me quité el pantalón. Me
puse de rodillas al lado de su cabeza, aún estaba en calzoncillos.
Con una mano seguía tocándole su empapada cueva mientras
con la otra empecé a acariciarme. Estaba como una piedra y
ella me miraba con unos ojos lujuriosos que me sacaban de quicio.
Me la saqué y se le escapó un pequeño suspiro
que interpreté (y no me equivoqué) como un joder,
por fin te la sacas, hace mucho que no te la como y enseguida
se la metió en la boca. La postura no era cómoda para
mí y me estiré, quedando como un 69 pero los dos encima
de la cama, de lado. Empezó a hacer lo que tanto me gustaba
y tan bien sabía hacer. Me cogió la polla y empezó
a lamer el glande, dando pequeños golpecitos con su punta en
la mía y recorriendo el borde del glande, sin tocar el tronco.
Yo gemía como un loco, realmente lo estaba esperando. Se la
metió de golpe y empezó un sube y baja increíble,
como siempre hacía pero creo que lo sentí más
por todo el tiempo que hacía que no teníamos nada. De
repente, sin avisar, mientras seguía chupándomela y
acariciándome los huevos, me metió un dedo en el culo.
Me sorprendió porque ella nunca me lo había hecho. La
miré pero no dije nada, no me desagradó, la verdad.
Ella sonrió. Pero esto no iba a quedar así. Durante
todo este tiempo yo había estado acariciándole el coño.
Por supuesto también le metí un dedo en el culo y empecé
a meter y sacar. Estuvimos así un buen rato, ella gimiendo
con un dedo en cada agujero y yo retorciéndome por la mamada
queme estaba pegando (dedo en el culo incluido). Me
levanté dispuesto a follarla ya. Me puse encima de ella y de
un solo golpe la penetré. Entró con una facilidad enorme
ya que estaba totalmente encharcado. Soltó un pequeño
grito y empecé una follada rápida, había aguantado
ya demasiado my deseo. Ella gemía y me pedía más,
aaaaaaahhhhhh, siiiiiiiii. mmmmmmmmm .
Sólo nos movíamos deseando llegar a lo que tanto tiempo
habíamos postergado para poder conseguir lo que tanto deseaba.
Quiso ponerse ella encima. Ahora podía agarrarle los pechos,
besarle los pezones, besarle la boca mientras pensaba en cómo
echaría de menos eso, sigo pensando que en cuanto al sexo difícilmente
encontraré una chica con la que comparta tanto. Ahora
ella llevaba el ritmo. Tenía los ojos cerrados. Suspiraba.
Gemía. Se entregaba al placer. Aceleraba le ritmo. Lo aflojaba.
Hasta que llegó lo inevitable. Empezó a gemir cada vez
más fuerte hasta que estalló en un grito AAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!!!!!!
que era típico de ella, siempre que se corría lo hacía
escandalosamente, no gemía, gritaba como si la estuvieran matando.
Yo disfrutaba de su cara, sus ojos cerrados frunciendo el ceño,
la boca abierta imaginando penetrarla hasta la garganta. Cuando terminó
de gritar la besé apasionadamente. Yo
aún no había terminado y se levantó. Me besó
el cuello, me lamió los pezones, hasta llegar a mi polla empapada.
Me sacó el condón. Se la metió en la boca y empezó
a chuparla con fruición, me chupaba los huevos mientras me
pajeaba, otra vez se la metía entera y sin usar las manos subía
y bajaba moviendo dentro la lengua para lamer el glande y el borde
del tronco. Joder cómo sabía chuparme, me deleitaba.
No tardaría mucho en correrme. Deseaba correrme en su boca
pero nunca me dejó, sólo una vez y con condón,
así que mis esperanzas se reducían. Olvidé esto
y seguí disfrutando. Ella
me miraba y yo la miraba a ella cómo me la chupaba. Estaba
punto. Era inminente y se lo dije Me corro sabía
que no le quería que me corriera en su boca y la avisé.
No sé si no me oyó porque no se apartó y se lo
volví a decir Que estoy a punto cariño
(otra vez el cariño). No hizo caso. Joder, quería que
me corriera en su boca! Lo que había deseado durante dos años
me lo concedería el día de nuestra despedida! No pude
más y empezó a brotar de la crema de mi polla. Fueran
4 o 5 chorros que fueron a parar directos a la boca de Ana, inundé
su garganta y seguía chupándomela. Creía que
me deshacía. Era mi sueño, correrme en su boca. Siguió
chupándomela hasta que empezó a debilitarse por haber
descargado ya. Me miró, sonrió, le devolví la
sonrisa y subió para besarme. Me besó. Joder! Todavía
tenía mi semen en la boca. La verdad es que ya no me importó.
Si ella había sido capaz de ofrecerme su boca y cumplir mi
deseo, no iba yo ahora a rechazar su deseo. Seguimos besándonos
y acariciándonos durante un buen rato. Estábamos los
dos felices por haber cumplido y saber que nos habíamos despedido
como merecíamos, que dos años no son cuatro días
y habíamos compartido mucho durante mucho tiempo. Nos despedimos
con un beso en la boca. Ahora sabíamos que era el final, el
final de una relación bonita, intensa y duradera. Habíamos
terminado pero a ambos nos quedó un muy buen recuerdo por todo
lo compartido. Espero
que os haya gustado mi relato, como ya he dicho 95% real. Me gustaría
que me hicierais llegar vuestras opiniones a mi mail. Supongo que
entenderéis que me haga más ilusión recibir mails
de chicas ; )