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Sonó el teléfono temprano justo el día que pensaba dormir hasta tarde porque no tenía clases durante la mañana en la universidad donde cursaba noveno semestre de Ingeniería Civil.
Era Pepe, mi mejor amigo y confidente.
Pepe: La desperté Marceluchis?
Marcela: No que va, Pepe inmundo, gracias por llamar hoy lunes, a las 6 de la mañana a deleitarme con su hermosa voz.
Pepe: si quieres te llamo mas tarde o tu me llamas...
Marcela: Ya que, ya me despertó, hable, que pasa...
Pepe: Es que hoy es lunes.
Marcela: Dígame algo que yo no sepa mijo.
Pepe: Ya se le olvido que dijo que me iba a acompañar al cementerio?
Marcela: (aún medio dormida) Quién se murió o que?
Pepe: (Para si) Definitivamente se le olvido....
Marcela: Todavía esta pensando en esa estupidez que le dijo esa bruja?
Pepe: No es una bruja, es una amiga de mi mamá, dotada de poderes extrasensoriales, me está ayudando con esto de Camila.
Marcela: Si lo se,.... bueno... ya me levanto y nos vemos en una hora en la universidad... o mejor por que no me recoge y vamos hablando por el camino?
Pepe: Listo, la recojo en una hora. Gracias amiga.
Marcela: si, si chao.
Me metí a la ducha enseguida, algo disgustada aún, pero no podía incumplirle a mi amigo y menos aún después de prometerle que lo iba a acompañar. Hacía un par de semanas que su exnovia Camila se había marchado a su ciudad de origen y Pepe no sabía nada de ella.
Todo había comenzado hacía unos seis meses cuando Camila, de segundo semestre de Ingeniería Industrial, le había dado el si a Pepe, mi amigo, de último semestre de Ingeniería Civil para que fueran novios. Camila era una rubia despampanante, algo loba para mi gusto, pero Pepe estaba loco por ella y nada de lo que la gente dijera, incluso sus propios padres, podría hacerlo cambiar de opinión.
Al principio todo era romance, besitos por aquí y por allá, siempre juntitos y felices, hasta el punto que yo empecé a sentir algo de celos, pues Pepe ya no me dedicaba el mismo tiempo de antes, y cuando estábamos junto no hacía otra cosa que hablar de las maravillas de Camila: que Camila era divina, que lo complacía en todo, que le dio una súper mamada de verga dentro de su carro en el propio parqueadero de la universidad, que todas las tardes iban a un motel a follar y se quedaban hasta el amanecer, en fin.... la mujer ideal para el.
Tanta dicha acabó cuando Pepe se dio cuenta que la "perfecta" Camila tenía un defecto: era extremadamente celosa, y Pepe nunca ha sido precisamente un santo... lo llamaba al móvil 10 veces seguidas cuando no estaban juntos, ninguna otra mujer se le podía acercar porque de inmediato se ponía a la defensiva, todo esto sumado a que en casa de Pepe no la podían ver ni en pintura. Con decir que Camila tenía celos hasta de mi, aunque en menor grado, pues Pepe le había explicado hasta el cansancio que yo era "felizmente" casada y hasta tenía un hijo.
La cosa explotó una tarde cuando, aprovechando que sus padres no estaban Pepe llevó a Camila a su casa. Estábamos mi esposo y yo con el haciendo un trabajo cuando ella llegó. Empezaron a discutir sobre el recibo del móvil de Pepe, sobre unas llamadas, que según Camila, eran hechas por Pepe a otras mujeres que tenía aparte de ella. Mi esposo y yo escuchábamos todo desde la habitación contigua. La discusión se acaloró tanto que Camila rasguño a Pepe en la cara y este a su vez le adornó el ojo a ella con un tremendo puñetazo.
Eso fue el acabose puesto que Pepe no recordó en ese momento al par de hermanitos de Camila de 1.9 m y dispuestos a todo con tal de defenderla. Afortunadamente para Pepe, su tío contrató unos escoltas armados que lo acompañaron durante casi un mes, hasta para ir al baño.
Los padres de Camila decidieron devolver a Camila a su ciudad de origen para que así prosiguiera con sus estudios y tenerla mas controlada.
Desde entonces Pepe lo había intentado todo pero hasta el número de teléfono lo habían cambiado y no podía aparecerse por su casa porque temía por su vida.
Coincidimos en que la única manera sería que ella lo perdonara y decidiera volver por sus propios medios, cosa que parecía imposible.
Pepe decidió comentar entonces el asunto con una amiga de su mamá, experta en magia blanca como el mismo Pepe decía. Ella le recomendó lo siguiente: Necesitas nueve fotos de Camila y nueve velas blancas. Cada lunes, iniciando el lunes próximo y durante nueve lunes en total, siempre a la misma hora, deberás tomar una vela, pegar debajo de ella una foto de Camila y escribir en el cuerpo de la vela con un objeto puntiagudo, lo que está escrito en una hojita que te voy a dar. Luego deberás ir al cementerio y escoger una tumba que aparentemente sea poco visitada. A continuación encenderás la vela y recitaras lo siguiente: "estimado señor: (nombre del difunto) le ruego me traiga el alma de Camila Durán para amarla por toda la vida. A cambio yo prometo rezar por su alma durante estas nueve semanas que dura mi calvario. También prometo amar a Camila Durán por siempre".
Todo esto a mi me parecía delicado, una completa locura, una estupidez, pero quien convencía a Pepe?
Volviendo al tiempo presente, Pepe me recogió pasadas las 7 a.m. Tenía ya lista la primera vela con su respectiva foto pegada y las inscripciones que la bruja esa le había dado. Fuimos al cementerio que queda justo al lado de la universidad y caminamos bien al fondo para estar mas seguros que nadie nos fuera a descubrir. Hicimos todo tal y como nos lo indicó la bruja, aunque nos costó trabajo mantener la vela encendida mientras duro el ritual.
Por fin nos fuimos de allí y yo ya sentía escalofríos, de por sí nunca me han gustado los cementerios y pienso que uno debe respetar el descanso de los muertos y los lugares sagrados. Sin embargo Pepe era un testarudo y yo una alcahueta.
Entramos a la cafetería de la universidad, ya eran las 9 a.m. y aún no habíamos desayunado. Tomamos un café simplemente y charlamos un rato.
Pepe: Recuerdas cuando tu te ibas a casar por que estabas embarazada?
Marcela: Como olvidarlo, tu estuviste siempre ahí conmigo, cuando tuve que darle la noticia a mis papás de mi embarazo, de mi boda, de mi retiro temporal de la universidad... en fin...
Pepe: Recuerdas cuando te pedí que no te casaras?
Marcela: Por supuesto amiguito.... ojalá te hubiera hecho caso.... tu bien sabes que mi matrimonio es un desastre.... ni siquiera vivo con mi esposo ahora, las pocas veces que nos vemos es casa de mis papás cuando el va a visitar al niño o en la universidad, porque por desgracia el estudia aquí también aunque afortunadamente ya sale este semestre.
Pepe: Y yo también.... lástima que tu hayas tenido que retirarte ese semestre, ya saldrías también...
Marcela: Si gordito... pero ni modo...
El lunes siguiente todo se repitió.... El tercer lunes caía un aguacero terrible a la hora elegida para hacer toda esa payasada. Así, mojándonos y todo y sin un paraguas para medio cubrirnos, nos fuimos estoicamente para el cementerio y lo repetimos todo como las veces anteriores. Después de eso salimos, no para la universidad sino para la casa de Pepe. Allí nos secamos y nos pusimos a tomar Vodka, eran las 10 de la mañana y no teníamos nada en el estómago pero no nos importó, queríamos entrar en calor y Pepe quería ahogar las penas. El estaba muy triste porque en el fondo sabía que todo lo que estábamos haciendo era una tontería, Camila nunca lo iba a perdonar y muchísimo menos iba a volver a su lado, así que todos nuestros esfuerzos eran en vano. Debido a los tragos Pepe comenzó a llorar. A mi se me encogió el estómago pues nunca lo había visto llorar y estaba segura que nadie mas lo había visto hacerlo. Me abrazó y yo lo consolé como a un niño pequeño. Se calmó y me dijo:
Pepe: Perdón por todas las estupideces que he cometido y en las que tu me has seguido la corriente.
Marcela: No seas bobito... hace cuanto somos amigos? Como 4 años, y siempre hemos sido como uña y mugre, en las buenas y en las malas y todas esas babosadas. Somos mas unidos que un matrimonio.
Y siguiendo con el tema de los matrimonios, las relaciones el sexo, etc....
Pepe: Tu sabes que yo llevaba a Camila cuando queríamos hacer el amor, a la suite de un motel donde tengo un pase de cortesía y puedo entrar gratis cuantas veces quiera.
Marcela: Si Pepe, tu me has comentado que es una suite grandísima, con cama redonda, sauna, jacuzzi etc.
Pepe: Te gustaría conocerla? No pienses nada malo, tu bien sabes que entre los dos hay confianza. Yo muchas veces he ido solo y me gusta meterme un rato al sauna y al jacuzzi para relajarme. Por qué no llevamos lo que queda de esta botella y allá pedimos algo de comer.
Marcela: Bueno Pepe, sería rico. Además como tu dices, entre los dos hay confianza y respeto a pesar de lo despechados que estamos.
Nos fuimos enseguida al lugar. Sentí un poco de miedo que alguien me viera entrando a un motel con un hombre que no era mi esposo, pero como los tragos lo envalentonan a uno, seguimos con nuestros planes.
Llegamos al lugar y era tal como Pepe me lo había descrito. Yo nunca había ido con mi esposo a un motel. Con mi primer novio si fuimos pero era la primera vez que iba a una suite.
Me desnudé en el baño y me envolví en una toalla. Pepe hizo lo mismo pero junto a la cama, y pidió algo de comer y dos vasos para servir el Vodka que llevábamos. Esperamos la comida, la cual consistía en un par de hamburguesas y papas fritas. Sentados en la cama comenzamos a comer y continuamos bebiendo. Pepe pidió entonces otra botella y nos metimos en el sauna. Estuvimos un rato allí y nos metimos al jacuzzi posteriormente. Sentí un poco de pena de meterme allí desnuda con Pepe que solo me había visto en ropa interior, así que le dije que se volteara y me metí y me tapé como pude con las manos. El es menos tímido que yo, así que botó la toalla y se metió. Yo no pude evitar mirar lo bien dotado que estaba, pero deseche enseguida esos pensamientos y miré para otro lado.
Nos servimos otra copa y seguimos charlando, de todo menos de Camila. Ella desapareció por un rato de nuestras mentes, al igual que Andrés, mi esposo. Encendimos el hidromasaje y nos relajamos un rato. Salimos una hora después, envueltos en nuestras respectivas toallas, muertos de risa debido al alcohol y nuestras ocurrencias, siempre hemos sido muy afines en cuanto al sentido del humor.
Encendimos la tele y pusimos el canal porno. Nos acostamos en la cama uno al lado del otro, ya sin toalla, bajo las sábanas. El pasó el brazo por mis hombros y comenzó a acariciar mi brazo desnudo. Teníamos el cabello y parte de nuestro cuerpo aún mojado, y un leve vapor emanaba de nuestra piel. En el canal porno pasaban una de esas tontas películas con las cuales es inevitable que uno se exite. Estábamos completamente en silencio, los cuerpos desnudos muy cerca pero apenas rozándose, nuestras respiraciones entrecortadas eran cada vez mas agitadas. No se cual de los dos tomo la iniciativa, el caso es que nuestras bocas se fundieron en un tierno beso. Los labios se rozaban, las lenguas jugueteaban entre si, nuestro aliento se mezclaba, fue un beso delicioso, me supo a gloria, sentí que lo había deseado siempre y sin embargo lo aparté de mi.
Marcela: (como buena mujer...) Esto no puede estar pasando. Yo te quiero mucho... y puede sonarte charro pero... no quiero que nuestra amistad se acabe con esto.
Pepe: (como buen hombre...) Yo también te quiero mucho.... y no te preocupes que no va a acabarse... al contrario, se va a fortalecer...
Y diciendo esto nos abrazamos. Pero ambos sabíamos que queríamos mas que un simple abrazo... así que comenzamos a besarnos de nuevo y el se colocó encima mío, pasando su manos de arriba a abajo por todo mi cuerpo. Yo tenía las piernas completamente cerradas pero el se las ingenió para penetrarme. Me confesaría mas adelante que penetrarme así, con las piernas cerradas, había sido delicioso.
Empujó su verga con fuerza dentro de mi mientras nuestras manos recorrían el cuerpo aún mojado del otro, conociendo cada una de sus cavidades, de sus formas. Dimos mil vueltas en esa cama, revolviéndolo todo, con esa pasión que nos consumía, completamente desinhibidos por los tragos, exitados por la situación, por la película, por la atracción que sin saberlo, tal vez había existido siempre entre nosotros.
Cuando ambos saciamos nuestras ganas, nos acostamos de nuevo y seguimos viendo la película. Nos metimos de nuevo al sauna y allí lo hicimos otra vez; completamente llenas de sudor, nuestras pieles se resbalaban de una manera muy sensual para ambos. Nada arruinó ese momento, salvo la incomodidad del lugar, puesto que sinceramente las tablas laceraban mi espalda. Decidimos colocar un par de toallas y cambiar de posición. El se sentó y yo me senté sobre el dándole la espalda. Fue delicioso también. Esa tarde la recuerdo con mucho cariño y deseo.
De allí pasamos al jacuzzi, queríamos hacerlo en todas partes y de todas las formas posibles, explorar cada lugar de esa habitación y también cada lugar de nuestros cuerpos.
En el jacuzzi tuve su verga frente a frente pues el se sentó en el borde y metió solo los pies. Yo estaba adentro y me arrodillé frente a el para hacerle una buena mamada. Estaba decidida a hacerlo mejor de lo que lo había hecho Camila, para que dejara de pensar en ella de una vez por todas, y parece que lo conseguí porque a los pocos minutos el estaba gimiendo. Me tomo entonces de la cintura y me dio la vuelta. Arrodillándose detrás de mi penetró mi siempre dispuesta conchita por última vez aquella tarde.
Salimos de allí una hora después cuando se nos secó el cabello, porque yo debía llegar temprano a mi casa y el a la suya. Camino a mi casa el paró junto a una caneca y botó allí las 6 velas que le quedaban.
Marcela: Que pasó con los nueve lunes por Camila?
Pepe: Yo se que entre los dos nunca va a pasar nada porque a pesar del resentimiento que sientes por tu esposo no está dentro de tus planes separarte de el, al menos no por ahora. Por mi parte yo voy a dejar quieto todo este asunto de Camila, voy a comenzar a olvidarme de ella.
Marcela: Lo de hoy... quiero que lo tomemos como lo que es... una aventura que tuvimos, una tarde de locura, algo hermoso pero no por eso deja de ser lo que es: algo que debemos olvidar. Siento como si estuviera vengándome de mi esposo por todos los desplantes, humillaciones, lagrimas... no se si fue un error.
Pepe: No te preocupes por eso ni le des mas vueltas Marceluchis, por mi encantado que quieras seguir vengándote....
Marcela: Pues no te niego que la pasé muy bien contigo hoy, tal vez en otra ocasión lo repitamos, por que no.
Y así fue, lo repetimos varias veces durante los siguientes 2 años, de manera esporádica porque el salió de la universidad, comenzó a hacer un posgrado y a trabajar, mientras yo terminaba mi carrera y miraba que hacer con mi vida. Entre una cosa y otra nos quedaba muy poco tiempo para vernos y pasó lo que yo temía: no se si a raíz de la distancia o el habernos convertido en amantes pero nuestra amistad se enfrió, nos hablamos muy poco y menos aún nos vemos, aunque seguimos siendo confidentes... en fin.... fue bonito mientras duró.
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