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Nuevas compañeras, nueva experiencia
Empezare contando como era ella. Morena, de altura media (1,65), con piernas delgadas que terminaban en un culito redondo, abierto y respingón, que invitaban a tocarlo y masajearlo. Sus pechos no eran grandes, pero lo suficiente para abarcar la mano. Muchas veces, al no llevar sujetador, se podía apreciar como se ponían duros con los cambios de temperatura que le podían originar el pasar de un lugar cálido a otro mas frió, o el simple hecho de beber alguna cosa helada.
Yo andaba buscando piso para compartir, y a ellas les hacía falta alguien para alquilar habitación. No conseguían encontrar a nadie que les diese la suficiente confianza como para que se quedara a vivir con ellas. A través de una amiga en común nos pusieron en contacto. La primera vez que aparecí por el piso para concretar lo del alquiler y si les parecía bien mi persona, como decía me tope con Silvia, que era la otra compañera. Esta era un poquito mas rellenita, iba vestida con ropa holgada, en donde apenas podían apreciar su figura, aunque de aspecto era bonita, ojos azules, y pelo rubio, de carácter tímido, daba a entender que ocultaba placeres a la vista, que tal vez, por un mal entendimiento de la belleza, daba lugar a no dejar ver la suya.
Pues como decía, fue con ella con la primera con quien me tope. Llevaban tanto tiempo sufriendo los gastos de 3 personas, que me dijo que le venía de perla que me mudase cuanto antes, pues mis referencias, las que había dado la amiga en común, les era suficiente.
Así que allí me tenéis, conviviendo con dos chicas, un tío que lo mas cerca que había estado de la ropa interior de una chica, había sido en algunos grandes almacenes, y por casualidad.
La chica morena que os había descrito al principio, la conocí esa misma noche, casi de pasada. Se llama Rosa, y llego sobre las 11 de la noche. Yo estaba viendo la tele, pues Silvia, según fui viendo posteriormente, se pasaba el día en su habitación, sin apenas relacionarse con nadie. Rosa venía de haber estado todo el día fuera, con las amigas. Estudiaba magisterio, y como torpe en los estudios no era, se pasaba el día de un lado para otro.
- Hombre, hola.- me dijo al verme.
Hola, soy Marcos, el....-no me dejo terminar, mientras me daba dos besos en la mejilla.
Si, sí, ya se, el nuevo. Siento el tener que dejarte, tengo una fiesta y no llego. Ya conoces a Silvia, ¿no?, si tienes alguna duda se lo preguntas a ella. ¿Vale?.
Todo esto me lo dijo de correprisa, y con una voz delicada y suave, vamos, que en cuando la vi, me deshice de placer. Llevaba unos vaqueros ajustados, tanto que se le metía incluso por la raja del culo.
Bueno, voy a darme una ducha rápida, y me marcho- me decía mientras se alejaba por el pasillo, mientras que yo no podía despegar mis ojos de aquel culito.
Tardo como 10 minutos en ducharse, y después salió de estampida, vestida con una faldita y una blusa, que llevaba entreabierta, dejando ver parte de los senos. Era demasiado para mí.
- Nos vemos, no me esperéis levantados.- Gritaba, mientras cerraba la puerta.
Allí me quede, excitado por la visión que había presenciado, con la idea de que no se como podría resistir sin masturbarme con el pensamiento de Rosa. Con las mismas, me dirigí al cuarto de baño, a mojarme la cabeza, y poder relajarme. No era cuestión que el primer día de estancia en el piso ya andara que pareciera un mono. Gran error. Al pasar al baño, aún se podía apreciar el ambiente caldeado por la ducha de Rosa. Me la podía imaginar, allí desnuda, dentro de la ducha, mientras el agua le caía por su cuerpo, resbalando por sus senos, y goteando por aquel culito, que no era capaz de dejar de pensar en él. ...
Metí la cabeza debajo del grifo, y con esto pude relajarme un poquito, hasta que mi vista dio con algo en el suelo. Me acerco, y compruebo que son unas braguitas, blancas, y sin lugar a dudas, que pertenecían a Rosa. Esto era demasiado para mí. Las cogí, y después de un momento de duda, me las acerco a la nariz. Uhmmm, que olor tan delicioso, nunca había imaginado que pudiera oler de esa manera. Seguramente que mi excitación me llevaba a apreciar delicias que ese olor, que en condiciones normarles no lo haría. Se podía apreciar que las había llevado puesta todo el día, pues daban muestra de sudor, tanto en la zona que recubre su coñito, como el trozo de tela que quedaría atrapado en la rajita de su culo.
Tales imaginaciones, como el olor de la prenda, hicieron que me pusiera a cien. Aproxime mi mano a mis pantalones y empecé a frotarme por encima la ropa, mientras con la otra mano aproximaba las braguitas a mi boca. Con mi lengua lamí toda la tela que protegiese su coñito momento antes, mientras sacaba mi polla fuera del pantalón, totalmente erecta. La fuí acariciando poco a poco, suavemente, simulando la introducción en el coñito de Rosa, y cuanto más rápidos eran mis movimientos, mas podía apreciar el sabor de Rosa en sus braguitas, Me imagina su culito delante de mí, ofreciéndomelo para que me lo comiera, mientras yo le lamía todo el, mordisqueando, y penetrándola. No aguantaba mas, cogí mi polla, y empecé a pajearme con firmeza, mi respiración era cada vez mas fuerte, y comenzaba a emitir pequeños gemidos...
Pare, estaba siendo demasiado escandaloso, y pudiera ser que Silvia me oyera. Trate de respirar tranquilamente, pero seguía con las braguitas de Rosa en las manos. Coloque las braguitas cubriendo mi polla, que estaba brillante por los jugos que desprendía mi capullo, de tal manera que tocaba mi puntita con la parte de la tela del coñito de Rosa. El solo hecho de rozar mi polla con la braguita me puso a mil por hora, se me iba la cabeza, me imagina el coñito húmedo de Rosa, mi polla entrando y saliendo, no podía más, y sin poder remediarlo, me corrí. Mi semen salió a borbotones, empapando las braguitas.
Allí me quede, apoyado en la pared, con las braguitas en mi polla, totalmente mojadas por mi semen. Nunca había imaginado que algo tan simple como unas braguitas podría hacerme llegar a tal éxtasis.
Me supuse que Rosa no se daría cuenta de lo que había hecho, así que volví a dejar las braguitas donde las había dejado, al fin y al cabo, las metería directamente a la lavadora, como así ocurrió. Esta no fue mi ultima experiencia, hay mas cosas, que iré contando mas adelante en otros relatos, puesto que Rosa se volvió en una obsesión para mí, y de Silvia....
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