La queridisima Yessenia toda una prendita de grandiosas sorpresas quizás muy engañosas pero glorificadas, que según su conceptos no le dañan a nadie igualmente quedan felices hasta satisfechos el hombre y la mujer que la induce a tener un sexo esplendoroso como maravilloso sin compromiso alguno para ambos.

Encontrandose en el medio de las piernas del cardenal, agarrandole fogosa y lujuriosamente el pené que se lo lame constantemente, mirandola con una cara de degenerada y pervertida sonrientemente al darse una gustosa saboreada al cardenal, desabrochada y mostrandole los pecaminosos senos muy voluminosos como puntiagudos muy parecidos a unos fructuosos como jugosos melones.

El cardenal no aguanta las ganas asimismo, desvirgandose le dice te excomulgo hija mía por los favores personales que tienes comingo al calmar estas tentaciones inmorales; que observo a diario en mis paseos diurnos fuera del vaticano en los barrios de extreme pobreza con una sonrisa de maquiavelo moderno.

Le paga se acomoda todo el vestuario Yessenia, al menearle toda su anatomia femenina, y mostrandole sus gluteos con todo y falda ajustada entallada luciendo y modelando sus medias grises al mismo cardenal que estreno sus sexualidad reprimida por más de treinta años de salibato como silencio sacerdotal.