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Últimamente me sentía muy desanimado. Acababa de romper hace unos días con mi novia, con quien llevaba más de dos años de relación, y veía que todo mi mundo se derrumbaba a mi alrededor. Unos días antes había cumplido 22 años y de regalo tuve una discusión enorme con mi ahora ex-novia. En ese momento me di cuenta de que lo nuestro ya había terminado.
Un sábado por la mañana, para descansar de los estudios y de mi pensamiento decidí ir al centro y deambular por las calles para despejarme. Mis padres se habían ido ese fin de semana y no volverían hasta mañana por la noche.
Camine y camine por todas las calles sin detenerme hasta que oí una voz que me llamaba:
—Miguel.
Me giré y vi a Carla, una compañera de la universidad. Cuando se acercó y vio mi cara de tristeza me pregunto:
—¿Qué te pasa?
—Nada, cosas sin importancia.
—Estas seguro, si necesitas ayuda o algo sabes que puedes contar conmigo.
—Gracias.
—¿Quieres venir conmigo? Estoy buscando unos zapatos.
—No, seguiré caminando.
Cuando a Carla se le mete algo en la cabeza no para hasta conseguirlo. Finalmente, y no sé cómo la acompañe. Después de toda la tarde mirando zapatos se decidió por unos y nos fuimos a mi casa. Mientras ella se probaba sus nuevos zapatos yo me senté en la cama sin prestarle atención.
Debió de notar de nuevo la tristeza en mi rostro. Dejo los zapatos en la caja y se sentó a mi lado. Poso una mano en mi hombro y me miró fijamente:
—Sé que te pasa algo. Tu eres muy alegre y nunca te he visto así de afligido.
No sé si fueron las ganas de hablar, el contacto con alguien o que me quede sin fuerzas para seguir fingiendo, pero al final me derrumbe. Empecé a llorar y a contarle entre sollozos lo que me había pasado. Me rodeo con sus brazos y dejo que en silencio me desahogara.
Paso el tiempo y me tranquilicé. Respiré profundamente y me fui separando lentamente de mi amiga. Con su mano me limpio las lágrimas que tenía en los ojos y las mejillas. Cuando nuestras miradas se cruzaron una fuerza invisible hacia que no pudiese apartar la vista de sus preciosos ojos marrones, y antes de que me diese cuenta acerco sus labios a los míos y me beso. Fue un beso cálido. Sentía como todo mi cuerpo se accionaba ante el inesperado beso de mi amiga. Al principio no reaccione, y cuando empezó a separarse le agarre delicadamente por la nuca para que no cesara de besarme. Nuestras lenguas empezaron a juntarse con más pasión mientras la saliva se escapaba de nuestras bocas.
—Llevo tiempo soñando con este momento –me dijo mientras separaba su boca de la mía con un hilillo de salivé en sus labios- desde hace meses, pero como tenías novia nunca te dije nada. Sufría en silencio e intente olvidarte sin conseguirlo. Por fin la presión en mi pecho a desaparecido.
Cogió mi mano y la poso en su corazón. Note como, al igual que el mío, tenía el pulso acelerado. Mi mano acabo apoyada en su pecho y mis pantalones ya no aguantaba la erección que me había provocado toda esta situación.
Como si supiese lo que estaba pensando puso su mano sobre mi polla dura:
—Lo tienes duro. Eso quiere decir que te gusto.
En respuesta agarré su mano y la metí dentro de mis pantalones. Su mano caliente agarro delicadamente mi polla y empezó a masturbarme lentamente. Mientras tanto le quite la camiseta y el sujetador liberando dos pechos, no muy grandes, pero si duros. Empecé a chuparle uno de los pezones mientras masajeaba el otro.
Me separé de ella y me empecé a desvestir hasta quedar totalmente desnudo. Mi cuerpo está bien formado, con mis abdominales y bíceps marcado a causa del ejercicio y mi polla de 20 cm ahora erecta cubierta de una mata de pelo. Ella también se desvistió. Su figura esbelta quedo desnuda frente a mí. Con sus pechos duros, su vientre plano, sus caderas algo más grandes y con una fina línea de vello púbico coronando su sexo.
La senté en el borde de la cama y le abrí las piernas. Mi lengua empezó a juguetear con su coño:
—Ahh eres muy bueno. ¿Dónde has aprendido tanto? ahh
—Tú haces que sea bueno.
Lentamente le metí un dedo y después dos. No paraba de gemir mientras me agarraba del pelo y yo pasaba mi lengua con su clítoris mientras mis dedos entraban y salían de ella.
—Quiero hacerte sentir bien ahh a ti también.
Con una sonrisa pícara nos tumbamos en la cama y empezamos a hacer un 69. Su boca era una delicia. Recorría mi pene con su lengua mientras jugueteaba con mis bolas. Estaba tan excitado que mis caderas empezaron a moverse solar mientras mi polla le follaba la boca. Mientras yo, intentando aguantar la eyaculación le seguía haciendo dedos:
—Ahh dios no pares- me gemía- estoy a punto de correrme.
—Yo también.
No tardamos en hacerlo los dos a la vez. Mi semen le inundo la boca, mientras su vagina no paraba de fluir sus jugos:
—Se siente… como si mi cabeza… diese vueltas.
—Y por lo que veo- dijo burlonamente- aun sigues duro.
Mi polla, aun habiéndose corrido hace unos segundos seguía erecta:
—Me parece que tendremos que tener sexo para remediar tu hinchazón.
—Eso parece -le conteste con una sonrisa pícara.
Me tumbe boca arriba y fue metiéndose mi polla en su coño. Estaba caliente húmedo y resbaladizo.
—Ahh dio esta tan duro.
—Entra y sale ahh con mucha facilidad. Tu coño ahh es una maravilla.
—Ahh si miguel dame más fuerte ahh quiero sentirla muy profundo.
Nuestro ritmo iba en aumento con cada vez más fuerza. A continuación, la puse a cuatro patas en la cama y la seguí penetrando con fuertes movimientos de cadera:
—Estas llenando mi interior.
—Ahh se siente tan bien que no puedo detenerme.
—Vas a conseguir que me corra de nuevo.
Cuando mi cuerpo empezaba a calmarse en las embestidas nos tumbamos de lado, le levanté la pierna con un brazo y seguí penetrándola. Mientras tanto le iba dando besos en el cuello y mi mano apretaba uno de sus pezones:
—Me voy a correeeeer- dije en pleno éxtasis.
—Si corretee dentro. Lléname entera.
—Pero no tenemos ahhh puesto el condón te puedes ahhh quedar embarazada.
—Tranquilo hoy es un ahhh día seguro. Llenameee
Sin tener que repetírmelo solté toda la carga que mis huevos había acumulado y mi semen e esparció por su coño.
Ambos exhaustos nos quedamos jadeando en la cama cogidos de la mano:
—Ha sido fantástico Miguel. Eres una máquina.
—Tú también has estado genial.
—Gracias. Novio.
—De nada. Novia.
Note la felicidad con la fuerza que me transmitió en el apretón de mi mano.
—Ya verás cuando se entere Alberto.
—Jajaja se quedará de piedra, aunque con lo cotilla que es no me sorprendería que lo supiese ya. A parte de que follé con él hace unos meses cuando hice un trio con él y mi ex.
—Que me dices. Eso me lo tienes que contar.
—Algún día haremos nuestro Trio Bisexual.
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