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Categoría: Orgías

Nuestra primera vez con otra pareja fue increíble

Por curiosidad entré en una página de contactos sexuales, sobre todo de intercambios, mi interés iba en aumento. Notaba como mi corazón palpitaba de una manera mucho más acelerada y en mi estómago sentía como un cosquilleo.

Me estaba poniendo cachondo, esos anuncios me daban mucho morbo. Imaginaba esas escenas eróticas de gente normal y corriente intercambiando sexo con otras personas, gente como vosotros y como yo haciendo el amor en grupo y disfrutando, que me ponía la verga dura y el pensamiento a mil.

Unos días más tarde y sin decir nada a mi mujer, escogí unas fotos que tenia de ella y mías, escribí un anuncio y lo envié a una página de intercambios, confieso que me dio mucho morbo.

A la mañana siguiente, esperé el momento adecuado y se lo conté a mi mujer. Le dije que tenía una fantasía sexual que me rondaba por la cabeza y se la conté sin reparos, le dije también lo que había hecho con las fotos, se escandalizó un poco, le dije que esa fantasía quería hacerla con ella, siempre y cuando estuviera de acuerdo y que no quería hacer un intercambio con penetración.

Unos días más tarde recibí un e-mail de una pareja de Girona, interesándose por mi anuncio, se lo conté, ella me dijo que si algún día lo hiciera no sería con una pareja de desconocidos, que tendría que ser alguien de nuestro entorno y aún.

Empezamos a buscar posibles candidatos sin éxito, todos se iban descartando por un motivo u otro. Mientras tanto los e-mails con nuestros nuevos amigos de Girona, se iban incrementando, a la vez que crecía el interés mutuo por conocernos.

Un día cenando con mi mujer y a mitad de una botella de Lambrusco, dijo… ¿por qué no los invitamos a cenar un día?, me quedé helado, le dije que si lo decía en broma y dijo que no, que hablaba muy en serio, solo quería organizar una cena con ellos para conocernos mejor ya que solo los conocíamos en fotografía y de escribirnos E-mails.

A la mañana siguiente, antes de que se lo pensara mejor, les envié nuestra invitación por correo electrónico. Tardaron poquísimo en aceptar, seria ese mismo sábado ya que se marchaban unos días de vacaciones fuera.

Llego el día para conocerlos en persona

Eran las diez y media de la noche cuando sonó el timbre de casa, eran Ellos, mis manos empezaron a sudar de lo nervioso que estaba, mi mujer estaba un poco nerviosa y muy guapa, llevaba unos pantalones de piel negros y una blusa de manga corta ceñida y con un sugestivo escote. 

Abrimos la puerta y recibimos a nuestros invitados, ella estaba muy guapa y él parecía un buen chaval. Les ofrecí asiento mientras mi mujer les preparaba unos Martinis y unas aceitunas. Enseguida noté como se fijaba en ella, como la analizaba de arriba a abajo con mucha discreción, de hecho yo ya lo había hecho con su mujer, antes que él. La verdad es que estaban los dos muy bien.

La cena estaba preparada, todos a la mesa que se enfría, nos sentamos yo al lado de ella, él al lado de mi mujer y nos dispusimos a cenar.

Después de un rato y tras haber apurado un par de botellas de vino, salió el tema a relucir, nuestros propósitos, los suyos, las reglas, su primera y única experiencia con otra pareja y lo maravillosa que había sido. De hecho mi mujer estaba muy interesada en su relato y yo también, claro. 

La noche empezaba a calentarse por momentos, las preguntas y las respuestas cada vez eran más picantes, el erotismo empezaba a entrar en escena, los corazones latían cada vez con más fuerza y el cosquilleo en el estómago ya no solo lo provocaba el exquisito manjar, sino, la excitación que por momentos invadía el comedor de casa.

De repente, un silencio y ella le dice a mi mujer con semblante serio y voz algo Tímida… ¿Por qué no lo probamos ahora?, a lo que mi mujer mirándome dijo… ¿porque no? Tardamos dos segundos en subir todos juntos a la habitación y desnudarnos, no dimos oportunidad de pensarlo otra vez.

Estábamos metidos en la cama, el momento había llegado

Las cartas estaban sobre la mesa y las reglas pactadas, no había marcha atrás, todo estaba preparado para empezar, de hecho mi mujer, ya se había agarrado a mi pene para chuparlo con ganas. Mientras lo hacía, veía sus pechos como se movían a la vez que rozaban mis piernas.

No me atrevía a girar mi cabeza hacia un lado, no podía saber que estaba haciendo la otra pareja, pero oía al él como gemía y pensaba que mal tampoco se lo estaría pasando.

Al momento sentí como una mano me acariciaba el pecho y al bajar mi cabeza descubrí que no era la mano de mi mujer, si no la de Anna, que así se llamaba, era una sensación acojonante, que excitado estaba. Anna acerco su cara a mi pecho y empezó a besarlo mientras mi mujer, no ajena a lo que estaba pasando, seguía con mi polla.

Juan, que así se llama él, empezó a acariciar a mi mujer muy tímidamente a lo que ella respondió cogiendo su mano y acercándosela a su pecho. El no declinó a su invitación y se puso manos a la obra a la vez que le besaba el cuello. 

Anna dejó de besarme el pecho para ir más hacia abajo, compartir con mi mujer mi polla. Increíble, eso era increíble, Juan tocando y lamiendo los pechos de mi mujer y ella haciendo lo mismo con mi polla además de compartirla con Anna.

Mi mujer chupando otra polla

Estuvimos así un rato, cuando de pronto, mi mujer deja mi polla para Anna y decide continuar con la de Juan, impresionante, qué raro y a la vez excitante se hacía ver a mi mujer chupando otra polla, estaba a punto de explotar.

Fue muy instintivo pero decidí ayudar a mi mujer a chupársela a Juan, era una cosa que me atraía, sentir lo que siente mi mujer cuando me lo hace a mí, de hecho ella no se inmutó a diferencia de Juan, claro, que se quedó un poco parado pero se dejó hacer.

Ya solo faltaba que Anna se liara con mi mujer. Y lo hizo. Empezó a acariciar su culo y a lamerlo con mucho afán mientras mi mujer gemía como una Loca.

Yo ya no podía aguantar mas, le pedí a Anna que me dejara ese culo a mí que era mi turno, a lo que ella aceptó, le metí mi polla hasta el fondo y me la follé un buen rato hasta que me corrí como un animal.

Anna, mientras tanto se había sentado sobre Juan, que al igual que yo, se la follaba con mucha afición hasta correrse como un bestia mientras mi mujer y yo contemplábamos la escena.

Nos quedamos los cuatro estirados sobre la cama, respirando profundamente y comentándonos, lo bien que nos lo habíamos pasado y lo mucho que nos había costado algo tan impresionante como lo ocurrido esa noche.

En realidad no hubo mas noches con ellos; pero lo que paso fue increíble y maravilloso.

By: Anónimo

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1 comentarios. Página 1 de 1
osito28
invitado-osito28 20-08-2020 12:58:25

Buen relato pero con sabor a poco

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