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Lo que pase en la fiesta se queda en la fiesta
Autor: Lorena.
A finales de la primavera pasada recibí un whatsapp de nuestra amiga Estefanía un tanto especial. Decía algo así: “Estás invitada a un fin de semana inolvidable. Te esperamos el próximo 7 de julio a las 12:00. La fiesta será en una aislada casa rural en un pueblo de Toledo. Vestimenta: ropa de baño. Sólo para mayores de edad”. Acompañaba al texto una imagen con un logo redondo donde aparecía la cabeza de un toro y la siguiente frase alrededor: “Lo que pase en la fiesta se queda en la fiesta”.
A continuación leí otro mensaje, esta vez de Mario: “¿Has visto el mensaje de Estefanía? He hablado con ella y le he dicho que cuente con nosotros”. Reconozco que me quedé perpleja. Intenté hablar con Estefanía sobre cómo iba a ser la fiesta, qué gente iba a ir… pero solo me daba largas y evasivas. Me dijo que me contaría todo cuando llegara el momento.
La información nos fue llegando poco a poco a través de mensajes de whatsapp. Según se acercaba la fecha los mensajes eran más frecuentes y con más información. Incluso nos mandaron un cuestionario sobre qué nos gustaría que hubiera de comer y beber; si éramos alérgicos a algo y sobre nuestros gustos sexuales.
Reconozco que según iban llegando los mensajes iba aumentando en mi la curiosidad y el morbo por saber qué podría pasar. Esos mensajes hablaban de una fiesta entre amigos, con juegos picantes y poco más. Por supuesto, en esos juegos podría participar la gente que quisiera y cada uno podría poner los límites que creyera conveniente.
Según nos habían dicho íbamos a ser 10 personas; 3 parejas, incluyendo a Estefanía y a su amigo Juan, dos chicos y dos chicas.
Aunque Estefanía nos había insistido mucho en que iba a ser una fiesta light, Mario y yo hablamos mucho sobre qué hacer en caso de que hubiera mal rollo o no estuviéramos a gusto durante el transcurso de la velada.
Cuando llegamos a la casa nos dieron una serie de indicaciones y se lo montaron de tal manera que acabamos todos en el salón de la casa con los ojos vendados, en silencio y sin haber visto antes a ningún otro invitado a la fiesta.
– Sin quitaros la venda giraros hacia mi y quedaros en el sitio – oí a Juan con un tono muy serio – Ya estamos todos los asistentes a la fiesta. Para conocernos vamos a hacer un pequeño juego. Una vez que os quitéis la venda tendréis que dar un abrazo y luego dos besos a la persona que tengáis al lado. Los hombres a la mujer que tengáis a vuestra izquierda y las mujeres al hombre que tengáis a vuestra derecha. ¿Entendido?
Se oyeron risas y los primeros comentarios. Parecía una tontería pero estaba nerviosa. El tiempo de espera y ese momento con los ojos tapados, sólo con el bikini, y sabiendo que ibas a conocer a varios hombres era excitante.
– Cuando suene un pitido os quitaréis la venda y directamente iréis a abrazar a la persona que os corresponda. Luego sonará otro pitido, entonces los hombres se desplazarán a abrazar a la mujer que tengan a su izquierda. Las mujeres se quedarán donde están. ¿De acuerdo? Y así hasta 5 pitidos.
De nuevo se oyeron risas y comentarios más o menos graciosos.
Unos segundos de silencio y “piiiiiiiiii…”. Aún no me había quitado del todo la venda cuando ya tenía a alguien abrazándome.
– Espero que disfrutéis mucho – me dijeron al oído.
Cuando se separó de mi pude ver a Juan con una amplia sonrisa en su cara. Me sujetó por los hombros y me dio dos besos. Era más mayor que nosotros, de unos 50 años o más, aunque bien llevados. Alto y fornido, era todo un hombretón.
Sonó de nuevo el pitido y apareció otro hombre ante mí. Y así, sin tiempo para hablar, fuimos conociéndonos todos los integrantes de la fiesta. Los cinco hombres estaban entre los 30 y los 50, mientras que las chicas estábamos entre los 35 y 45 años más o menos.
– Ahora que ya nos conocemos todos, vamos a tomar algo junto a la piscina – dijo Juan.
Seguimos al anfitrión hacia el lugar de donde venía la música que se oía, un porche que había junto a la piscina. Allí estaban a nuestra disposición diferentes bebidas: cerveza, cava, tinto de verano, vino blanco y refrescos. También algo de picar. Y al fondo, una barbacoa donde ya ardían algunas pequeñas ramas.
Allí comenzamos a charlar con la otra pareja de la fiesta, se llamaban Sergio y María. Tendrían unos 35 años. Conocían a una pareja amigos de Juan. Éstos finalmente no pudieron venir pero ellos decidieron apuntarse igualmente. Físicamente eran muy distintos; él era incluso más alto que Juan, pero muy delgado. Era muy callado y algo desgarbado. Ella era más baja que yo, guapa, con poco pecho y ancha de caderas. Era muy dicharachera y como a mi también me gusta mucho hablar me sentí a gusto con ellos desde el principio.
Los cuatro que iban sin pareja eran: Santi, primo de Juan, de unos 30 años. Sin duda el más guapo y buenorro de todos. Ya desde el principio apuntaba maneras de querer dar la nota y sentirse especial. Miguel Ángel, fugaz amante de Estefanía en el pasado, de unos 45 años. Tenía su atractivo aunque no tuviera un cuerpo diez. Esmeralda, amiga de una amiga de Juan. Tendría unos 40 años pero estaba espectacular. Cuerpo de gimnasio, guapa, simpática… lo tenía todo. Y finalmente Rocío, una mujer de unos 40 también, con algún kilo de más pero bien proporcionada. Al principio me pareció un poco rara porque estaba muy callada y observándolo todo. Venía invitada por Estefanía, a quien conoció por el blog de relatos eróticos 40 historias de sexo.
– Acabar de tomar lo que estéis bebiendo porque llega el siguiente juego – dijo Estefanía.
Juan colocó en fila cinco tumbonas junto a la piscina y sobre cada tumbona una toalla.
– Llega el momento de echarnos cremita – dijo Juan.
Las chicas nos pusimos boca abajo en cada una de las tumbonas, con la peculiaridad de que volvíamos a tener los ojos vendados. Sin hablar, cada chico nos tenía que echar crema en una parte del cuerpo y claro, no podíamos saber quién era quien nos echaba la protección solar en cada momento.
En cuanto sonó el primer pitido sentí un chorro de crema caer en mi espalda. A continuación unas manos fuertes me fueron repartiendo el protector solar por la parte alta de la espalda y los hombros, para luego bajar a la zona de los riñones y lumbares. Me gustó sentir las manos de otro hombre acariciando mi espalda mientras se oía alguna risita de fondo.
Después de cada pitido cambiaba el hombre y la zona del cuerpo. El que me dio crema por la parte de atrás de las piernas y culo se puso las botas. No solo dedicó más tiempo del necesario a mi culo, sino que llegó a tocarme varias veces entre las piernas.
Luego nos dimos la vuelta y recibimos protección en hombros, escote y tripa; luego los brazos y finalmente la parte delantera de las piernas. No se oía nada, sólo algunas risas de alguna chica de vez en cuando y el ruido que hacían los chicos cuando cambiaban de tumbona.
No supimos en ningún momento quién nos dio crema en cada parte del cuerpo. La verdad es que estuvo divertido e incluso excitante. Fueron 5 hombres diferentes sobando tu cuerpo en solo unos minutos.
A continuación fue al revés, nosotras tuvimos que ir de hombre en hombre tras cada pitido.
Primero me tocó echar crema a la espalda de Miguel Ángel. Luego a las piernas de Sergio. Ahí me di cuenta de que tenía unas piernas muy fuertes, nada que ver con su parte superior. Y la verdad, también me fijé en que se le marcaba un buen bulto en el bañador. A continuación di crema a los brazos de Juan, al pecho de mi marido y a las piernas de Santi, sin duda el de mejor cuerpo de todos. Ahí sí que lo pasé un poco mal, lo reconozco. Santi llevaba un bañador tipo slip, muy cortito. Tuve que esmerarme en echar crema por todos lados sin tocar nada… aunque al final no pude evitar rozar un poco su paquete.
Estefanía nos mandó a la zona de bebidas y los chicos se levantaron. Todos aplaudimos tras este segundo contacto entre todos los integrantes de la fiesta.
– ¿Quién ha sido el que me ha metido mano? – pregunté entre risas.
– Nadie puede decir qué parte del cuerpo le ha tocado con cada uno – dijo Estefanía – Es secreto.
Entre risas hicimos un corrillo comentando lo vivido con el juego mientras nos refrescábamos con algo de beber. Yo iba mirando a cada uno a ver si era capaz de adivinar quién era el que me había metido mano. Les miraba a los ojos para ver cómo reaccionaban, me fijaba en sus manos… pero nada, ni idea.
Juan se puso con la barbacoa y Estefanía con los entrantes y las ensaladas. Intentamos echarles una mano pero no nos dejaron de ninguna de las maneras.
Y a la piscina que fuimos.
Santi fue el primero que se metió seguido de Esmeralda, que se abalanzó sobre él para intentar hacerle una aguadilla. Rocío se sentó en el borde, Miguel Ángel se acercó a ella haciendo un amago de tirarla al agua pero el que cayó fue él empujado por Estefanía entre risas. Así poco a poco fuimos metiéndonos todos en el agua, charlando y jugando con unos flotadores gigantes que allí habían. Se estaba creando un buen ambiente.
Durante la comida y la sobremesa los anfitriones organizaron unos pequeños juegos con la intención de que fuéramos interactuando unos con otros y así ir cogiendo más confianza entre nosotros.
Todo discurrió con bastante tranquilidad hasta media tarde, cuando Santi y Esmeralda se tiraron a la piscina y empezaron a hacer el tonto. Esmeralda se quitó la parte de arriba del bikini y comenzó a moverla sobre su cabeza. El agua le llegaba por el cuello por lo que apenas se la veía nada. Santi se fue hacia ella para quitarle la prenda y comenzaron a forcejear. Los dos cuerpos se frotaban uno contra otro sin ningún disimulo.
Santi consiguió quitarle la parte superior del bikini y la lanzó fuera de la piscina. Esmeralda hizo que estaba enfadada, aunque en realidad le daba igual, y siguió frotándose con Santi. En medio de la lucha él se quitó su bañador e invitó a su compañera de juegos a que hiciera lo mismo. Al principio dudó un poco pero sí, se quitó el bañador y quedaron los dos desnudos en la piscina agitando sus bañadores por encima de la cabeza.
Todos empezamos a jalear y a dar palmas animando a la pareja.
– Vamos, ¡todos en pelotas! – gritó Esmeralda mientras tiró su bañador a la zona de las tumbonas.
María fue la primera que se quitó la parte de arriba y poco a poco el resto de chicas fuimos imitándola. Todas nos agrupamos junto a la piscina dando botes agitando nuestras prendas antes de lanzarlas por ahí. Los hombres no paraban de silbar y aplaudir disfrutando del espectáculo.
Sergio, sin decir nada, se quitó el bañador y se lanzó a la piscina de cabeza. Su mujer se lanzó tras él, abrazándole y besándole con ganas. Esmeralda ya no pudo aguantarse más y fue a comerle la boca a Santi, que la recibió con deseo.
Sergio llevó hasta el borde de la piscina a su mujer sin dejar de besarla, dándonos las espalda a todos. Se podía adivinar que se estaban masturbando mutuamente y no paraban de besarse con ganas. Mientras tanto Esmeralda estaba literalmente enganchada a Santi, que la cogía del culo mientras se besaban.
Desde fuera de la piscina se pudo ver perfectamente como María se abrió de piernas para luego aferrarlas alrededor del culo de su marido. Dejaron de besarse y ella se agarró al cuello de Sergio gimiendo por el placer que le producía sentir a su marido embistiéndola.
Santi salió de la piscina totalmente empalmado entre aplausos y gritos de los presentes para entrar en la casa. Mientras, Esmeralda salió por la otra escalera, cogió una toalla y se la enrolló. En seguida volvió Santi y se dirigió rápido hacia su amante. Ella le recibió abriendo la toalla para que pudiera abrazarla y volvieron a besarse.
Sergio y María siguieron follando un poco más, hasta que Santi se tumbó boca arriba en una tumbona, se puso un condón y recibió a Esmeralda que comenzó a cabalgarle lentamente, de espaldas a nosotros.
Todos estábamos disfrutando del espectáculo. Juan estaba detrás de Esmeralda, abrazándola y seguro que haciéndola sentir lo excitado que estaba. Miguel Ángel tenía los ojos como platos y no podía disimular que estaba empalmado. Rocío se sentó en el borde de la piscina para disfrutar de las dos parejas de amantes. Y Mario y yo estábamos uno junto al otro, agarrados por la cintura, tocándonos el culo mutuamente sin atrevernos a hacer nada más.
María y Sergio, dentro del agua, se pusieron uno junto al otro viendo como disfrutaban Santi y Esmeralda. La rubia amazona, totalmente erguida, se frotaba cada vez más fuerte sin apenas sacar la polla de su amante, que le agarraba las tetas con ganas. Ella, sintiendo que le llegaba el orgasmo, se dejó caer sobre el pecho de él besándole con ganas, poniendo el culo en pompa hacia nosotros y sin dejar de frotarse hasta que se corrió entre espasmos y gemidos, quedando parados uno sobre otro.
Se hizo un leve silencio hasta que todos nos pusimos a aplaudir y a silbar. Pero el espectáculo no había terminado. Santi se incorporó, puso a su amante a cuatro patas sobre la tumbona y se la introdujo con facilidad. Ahora estaban de perfil por lo que podíamos verlos mucho mejor.
Mientras Santi bombeaba el duro trasero de Esmeralda, Estefanía se sentó en una silla y atrajo hacia sí a Juan para hacerle una mamada. Mientras se la chupaba llamó a Miguel Ángel picaronamente con el dedo y éste reaccionó como ella quería, quitándose el bañador y acercándose a la cara de la anfitriona. Ella agarró cada polla con una mano y las fue chupando alternativamente.
En ese momento, con todos dándonos la espalda, Mario aprovechó para meterme mano por detrás del culo. Le ayudé echando a un lado mi pequeño bañador y me dejé hacer. Aunque ya he visto varias veces a gente teniendo sexo cerca de mi, sigue siendo una situación que me produce nerviosismo y excitación a la vez.
Esmeralda aguantaba como podía las embestidas de Santi, con sus pechos operados balanceándose al ritmo de cada golpe, hasta que finalmente su amante paró y dio por finalizado el polvazo que nos habían dejado disfrutar junto a ellos.
Sergio y María se giraron hacia nosotros y pudieron ver a Esmeralda exprimiendo las pollas de sus dos hombres. Miguel Ángel no tardó en correrse sobre los pechos desnudos de nuestra anfitriona. Entonces Juan la levantó de la silla y la puso de pie de espaldas a él. Ella se flexionó noventa grados apoyándose en el respaldo de la silla para facilitar a Juan que la penetrara por detrás.
Rocío también se dio la vuelta para ver el espectáculo pero no intervino en ningún momento. Yo a esas alturas estaba súper excitada, entre ver follar a tanta gente y tener dos dedos de Mario masajeando el interior de mi coño no pude más que coger a mi marido de la mano y llevarle al interior de la casa. Le quité el nudo del bañador y se lo bajé hasta los tobillos. Le empujé para que me sentara en el sofá y me puse sobre él. Eché a un lado mi bañador y me metí su polla hasta el fondo. Empecé a moverme hacia delante y hacia atrás cada vez con más intensidad. Mientras me mantenía erguida Mario me sobaba las tetas y se las metía en la boca para darme pequeños mordisquitos en los pezones. Eso me vuelve loca.
– ¿Y tú decías que esta fiesta era light? – le pregunté al oído – como esto siga así voy a intentar follarme a Santi, que lo sepas.
En seguida aceleré mis movimientos, animada por la excitación y por imaginarme follando con el más joven, fuerte y guapo de la fiesta.
– ¿Tú a quién quieres follarte, cabrón? – le pregunté entre jadeos.
– A todas, por supuesto.
– Jeje, aquí hay varias que como te cojan te destrozan – dije mientras jadeaba.
Me dejé caer sobre Mario, me aferré fuerte a él con mi cintura y sin dejar de frotarme dejé escapar varios gemidos. Mi marido estaba tan cachondo como yo y rápidamente llegamos juntos al orgasmo fundidos en un abrazo.
Después de coger un poco de aire nos animamos a salir a la piscina, donde la situación había cambiado.
Lo primero que vi fue a Rocío, que seguía sentada en el borde de la piscina, chupando la larga polla de Sergio. Me sorprendió mucho la situación, y también, no os voy a engañar, el tamaño del miembro del marido de María, que por cierto, no se la veía. Avanzamos hacia el porche donde estaba el resto del grupo, unos con bañador, otros desnudos, otros envueltos en una toalla… y nos sentamos en uno de los sofás a refrescarnos un poco con algo de beber.
– ¿Qué tal te lo estás pasando? – me preguntó Estefanía mientras apoyaba una mano sobre mi muslo.
– Tenía entendido que esto iba a ser una fiesta light– la contesté con una sonrisa.
– La verdad es que no pensé que acabáramos follando tan pronto; y menos aquí delante de todos… Quizás por la noche, pero ahora… Puffff!!!!
Me giré para ver a Rocío y Sergio y entonces pude ver a María. Aún estaba dentro de la piscina con su cabeza metida entre las piernas de Rocío, que la acariciaba el pelo suavemente.
Estefanía miraba al trío, como yo, sin dejar de acariciarme la pierna.
– Me encantaría ser Rocío en este mismo momento – me dijo bajito al oído.
– ¿No te has quedado a gusto o qué?
– Sí, pero no me vendría mal un poquito más de marcha. Tengo un calentón…
Rocío y Sergio se incorporaron. Todos pudimos disfrutar del cuerpo desnudo de Sergio y de su gran erección mientras iban de la mano a la zona de las tumbonas. María salió de la piscina, se enrolló en una toalla y cogió un condón que le pasó Juan. Estaba claro lo que iba a pasar a continuación.
Rocío se quitó la parte inferior del bañador y se tumbó. Sergio se puso el preservativo que le pasó su mujer y se colocó encima de Rocío que le recibió con las piernas bien abiertas.
Desde donde estábamos sólo podíamos ver la espalda y el culo de Sergio moviéndose a buen ritmo mientras las piernas de Rocío se movían al compás. María se colocó a un lado para poder besar y acariciar las grandes tetas de la amante de su marido.
Enseguida empezaron a oírse los primeros gemidos de Rocío acompañados incluso de algún pequeño grito. No se cortó nada, fue impresionante. Sergio se creció con los gemidos y aceleró el ritmo bastante. Ella prácticamente no tardó nada en correrse. Sergio paró de empujar aunque se mantuvo dentro de ella. No sé qué se dijeron pero María y Rocío comenzaron a reírse. María ayudó a Rocío a levantarse y cuando lo hizo la dio un morreo impresionante, con qué ganas le devoró la boca. Mientras, Sergio se había tumbado boca arriba y esperó pacientemente a que las dos mujeres dejaran de besarse. Luego, se recostaron junto a él, una a cada lado, y comenzaron a chupársela alternativamente.
Desde donde estábamos podíamos ver perfectamente el largo miembro de Sergio y los culos de las chicas, sobre todo el de Rocío. La situación era bastante excitante.
María comenzó a pajear la polla de su marido mientras seguían las bocas chupando alternativamente, hasta que llegó el orgasmo de Sergio. De nuevo se oyeron algunos aplausos entre los que estábamos sentados junto a la barra. Los tres, tras levantarse, hicieron un saludo como el hacen los artistas de teatro al acabar la función, y se incorporaron al grupo envueltos en sus toallas.
El resto de la tarde transcurrió bastante tranquila, hasta que poco a poco todos nos fuimos yendo a las habitaciones a ducharnos y cambiarnos.
En ese momento de descanso e intimidad hablé con Mario sobre lo que podría pasar esa noche. Él me confesó que le encantaría liarse con Rocío y poder disfrutar de sus grandes tetas y de su generoso cuerpo. Yo le volví a decir que Santi me parecía que estaba muy bueno y que tampoco me disgustaba Sergio, aunque dudaba mucho de que todo lo que tenía entre las piernas pudiera entrar dentro de mi.
Hablando y hablando nos calentamos lo suficiente como para acabar enrollados sobre la cama, besándonos y acariciándonos, hasta que Mario se puso sobre mi y comenzó a darme bien fuerte mientras yo mantenía mis piernas abiertas para poder sentirle bien dentro. Estaba muy cachonda, la verdad, y sólo después de unas cuantas embestidas sentí cómo mi cuerpo comenzaba a temblar y pude disfrutar de un nuevo orgasmo.
Me puse a cuatro patas y ofrecí mis encantos traseros a mi marido, que desde luego supo aprovecharlos. Es una postura que sé que le vuelve loco y es corrida asegurada. Y así fue.
Después de descansar un poco nos vestimos para bajar a cenar. Mario llevaba un pantalón corto vaquero y un polo color cereza. Yo me puse un ligero vestido de algodón de color rojo; debajo, únicamente un tanga negro.
Bajamos con intención de pasarlo muy muy bien, pero la noche no salió como nos la habíamos imaginado.
Esmeralda y Santi estuvieron toda la cena en plan adolescente total. No se separaron el uno del otro ni un segundo en toda la noche. Después de cenar, tras la primera copa, desaparecieron y ya no se les vio más el pelo. Alguno dijo después que habían oído ciertos sonidos eróticos salir de la habitación de Esmeralda, jeje.
Sergio, María y Rocío tampoco no tardaron mucho en subir a la planta de las habitaciones. Y se fueron juntos.
Poco después nosotros decidimos también irnos a nuestra habitación, dejando a Estefanía, Juan y Miguel Ángel con una nueva copa en la mano, charlando amigablemente.
Mario y yo estuvimos hablando un buen rato hasta que echamos el tercer polvo del día. Sí, nos hubiera gustado que la noche hubiera acabado de otra manera, pero a veces las cosas no salen como uno espera. Aún así, lo pasamos muy muy bien, tanto que estamos deseando que Estefanía organice esa nueva fiesta que nos ha prometido. ¿Quién se apunta?
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