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Nos volvimos encontrar por casualidad, en el cine

Aquel sábado andaba de fiesta con los amigos, habíamos estado en la calle de la Franja, tomando unos porrones de vino en el Priorato, donde además del clásico porrón de vino, habíamos comido unos cacahuetes, y varios amigos fumado unos porros. Porros, que compartieron, y aunque yo no fumaba porros, había dado varias caladas. Luego de salir del Priorato, ya bien puestos, nos metimos en el Veade, una tasca que había en la calle de la barrera, allí nos pusimos a beber unas tazas de ribeiro, y por supuesto seguimos fumando porros. Yo que no suelo fumar porros, ya estaba medio cardiaco, y por encima pasábamos de beber priorato, a tazas de ribeiro. En la tercera jarra de vino que pidieron, yo tuve que salir a la calle, no aguantaba más, tenía un sudor que me recorría todo el cuerpo y la cabeza ya me empezaba a dar vueltas.



Al salir a la calle, empecé a andar sin rumbo, cuando me di cuenta, ya había entrado al cine, era el cine Rosalía Castro. No sabía ni que película echaban, ni porque había entrado. El caso es que, ya que estaba allí, iba a ver la película y a ver si me recuperaba del colocón que empezaba a tener.



Estaba sentado en la butaca, cuando tuve que ir a los aseos, tenía que devolver. Como aún no había empezado la película, las luces estaban encendidas, por lo que me levanté sin problemas, acudiendo rápidamente a los aseos.



Cuando entré al baño, fui directo a uno de los retretes, donde eché toda la papilla. Después de devolver todo y quedarme el estómago aliviado, fui al lavabo, donde además de lavarme la cara, bebí un poco de agua y me enjuagué la boca para quitarme aquel mal sabor.



Estando agachado bebiendo del lavabo, se acercaron a mí, tocándome la espalda.



¿estás bien? Me preguntaron.



Me giré a la vez que me erguía, contestándole que sí, que solo era que había devuelto.



Al vernos a la cara, reconocí a aquel hombre, era Jaime, el maduro que me había citado en su casa, después de sodomizarme en los aseos públicos de la calle Fernández Latorre, hacía ya unos meses.



Hola le dije a modo de saludo, al reconocerlo.



Hola me contestó él. Te he visto en la sala del cine y he visto que salías un poco apurado, y te he seguido por si te pasaba algo, ¿de verdad que estás bien?



Si sí, le contesté, es que estaba con unos amigos bebiendo, me dieron de fumar un porro, y he tenido que dejarlos. Me vine al cine, y nada más sentarme, tuve que venir a los aseos a devolver.



A, por eso estabas bebiendo agua del lavabo, ¿no?



Sí, estaba enjuagándome un poco la boca, para quitar ese mal sabor.



Toma, toma este chicle que tengo, es de menta, yo los compro para quitarme el olor del tabaco. Sacó una pastillita de chicle, llevándola a mi boca.



Yo como si fuera un niño pequeño, abrí la boca, dejando que el llevara sus dedos, metiendo en ella aquella pastillita. Gracias le dije empezando a masticar aquel chicle.



Cuanto tiempo sin verte, no volviste a llamarme, me decía llevando su mano a mi entrepierna, sobándome el paquete, dejando su mano apoyada en el cachete de mi culo. Es que no te gustó lo que hicimos en mi casa, ¿eh?



Sí, sí que me gustó, pero… me encogí de hombros, dándole a entender que realmente no sabía el porqué no lo había vuelto a llamar.



Pues yo me he quedado con ganas de volver a estar contigo, eres muy sexi, me decía acariciándome el paquete por encima del pantalón. Y esta boquita que tienes me vuelve loco, decía llevando la mano a ella pasando su dedo por mis labios.



¡Ufff! Que ganas te tengo, decía resoplando mientras pasaba su dedo por la comisura de mis labios.



Ven, dijo cogiéndome por la mano, tirando por mí hacia uno de los aseos. Nos metimos dentro, cerró la puerta, y pegándome a la pared, llevó su boca a la mía empezando a morderme los labios, mientras sus manos buscaron mi cinturón, empezando a aflojarlo, luego siguió desabrochándome el pantalón, mientras yo con las manos sobre sus hombros, dejaba que me fuera bajando los pantalones y mordiera mi boca.



Después de conseguir desabrocharme el pantalón, tiraba de ellos para abajo, metió su mano por dentro de mi camisa, frotó mi barriga, y sin más preámbulo metió su mano por dentro de mi slip.



Excitado y deseoso por hacerme suyo, mientras seguía mordiéndome los labios, iba bajándome poco a poco el slip, mientras me sobaba con su mano.



¡Ohhh! Suspiré al notar su mano acariciar mis órganos sexuales, mientras me mordía la boca y metía su lengua en ella, ¡ooohhh! Volví a suspirar cuando su mano empezó a descapullarme la polla mientras me acariciaba los genitales.



Subía sus manos por mi barriga y pecho, acariciándome, mientras me susurraba, quiero follarte, déjame meterte la polla.



Anda, déjame darte por el culo, decía llevando su boca a mis pezones mordiéndolos.



¡Ohhh dios! Aquello me estaba calentando y revolucionando las hormonas, haciendo que mi polla se pusiese tiesa y dura. Llevé mis manos a su cinturón, empezando a aflojarlo, siguiendo al igual que él, desabrochándole el pantalón, luego busqué su polla, sacándola de aquella prisión donde se encontraba.



¡Ohhh dios que gusto! Estaba acariciando aquella polla que estaba tiesa y caliente a más no poder. Ya deseaba que me diera la vuelta y metiera aquella polla caliente en mi culo, haciéndome suyo.



Y eso fue lo que hizo, me dio la vuelta poniéndome de cara a la pared, subió mi ropa a los hombros, llevó su mano a mi agujero, pasó saliva por él, presionó con su dedo en mi esfínter haciendo que mi esfínter se abriera, dejando pasar su dedo, volvió a llevar saliva a él, y sin más perdida de tiempo, colocó la punta de su polla en la entrada de mi ano, y mientras tiraba de mis caderas hacia él, dio un movimiento a sus caderas, enterrándome prácticamente toda su polla en mi culito.



¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gemí al notar como su polla entraba en mí.



Así, dame tu culito, déjame follarte maricón, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto!



Yo que todavía estaba medio colocado, y hacía un momento que estaba con mis amigos bebiendo, me encontraba ahora en el aseo de un cine, medio colocado, con los pantalones y slip sobre los tobillos, siendo sodomizado por un tío maduro.



Que gusto estaba sintiendo, al notar como aquella polla me abría el culo follándome, haciendo que le entregara mi culito a aquel hombre maduro. Estaba gimiendo como una perrita en celo, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Mientras me sodomizaban en el aseo de aquel cine.



Jaime, que así se llamaba el maduro que me estaba sodomizando, mientras me daba por el culo, con sus manos me iba acariciando la barriga y pecho, a la vez que me susurraba al oído, ¡ay maricón que bueno estás! Te voy a llenar este culito con mi leche, ¡ooohhh que gusto maricón! Te voy a dejar preñada esta barriguita, te la voy a preñar con mi semen, ¡ahhh como me gustas maricón! Tienes un culito que me vuelve loco.



Me tenía pegado cara a la pared, pasaba sus manos por mi barriga y genitales, acariciándome, mientras me daba por el culo, metía y sacaba su polla manteniéndome pegado a él.



Yo notaba como su polla entraba en mí, llegándome al fondo de mi culo, haciéndome poner de puntillas, y como rozaba mi próstata, cada vez que me la metía.



Dios, jamás pensé que, al salir de aquella tasca a tomar el fresco, iba a estar siendo sodomizado, en el aseo de aquel cine. Pero así era, aquello era real y me estaba sucediendo a mí.



Jaime ya arremetía con más fuerza y rapidez, sus envestidas eran más profundas. Me ensartaba la polla en el culo con rabia, su corrida era eminente.



Empezó a jadear y gemir más fuerte, cuando noté como su polla se hinchaba y empezaba a escupir semen dentro de mi culito.



¡Ohhh maricón! Me corro, me corro, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba llenándome el culo con su leche. Ya maricón, ya te he preñado, ya te he dejado mi semen en tu barriguita, me decía frotándome la barriga, mientras su polla terminaba de soltar todo el esperma dentro de mi culito.



Cuando terminó de correrse y recuperar el aliento, sacó su polla de mi culo, subió mi slip y pantalón, y después de vestirnos, salimos del aseo, y mientras íbamos para la sala del cine, con su mano tocándome el culo, me decía que cuando terminara la película, quería llevarme a su casa y volverme a follar en su cama.



Quiero que vengas a dormir esta noche conmigo, quiero volver a darte por el culo, quiero sodomizarte en mi cama hasta dejarte preñado, ¿Qué te parece?



Yo que no me había corrido, ahora que estaba caliente y excitado a tope, claro que no le iba a decir que no, me encogí de hombros, diciéndole, bueno.



Entramos a la sala del cine, la película estaba empezando, por lo que con la luz que emitía la película, buscamos sitio donde sentarnos. Lo hicimos los 2 juntos, casi al final y quedando en una esquina de la fila de butacas. No había mucha gente viendo la película, por lo que el maduro, Jaime, aprovechando la ocasión que se le había presentado, no dejaba de meterme mano.



Yo que estaba caliente a tope y medio colocado, con el culo recién preñado de leche, y no haberme corrido, dejaba que me metiera mano. Me agarraba la polla por encima del pantalón, y de vez en cuando se arrimaba a mi oreja, diciéndome lo caliente que estaba.



Tienes ganas de más verga, ¿eh putito? Mira que dura tienes la polla.



No te preocupes, que cuando salgamos de aquí, te llevaré a mi cama y te daré lo que necesitas.



Yo apenas prestaba atención a la película, entre el manoseo de Jaime, y el medio colocón que llevaba, me quedaba medio dormido, solo me despertaba por culpa de los apretones que me daba de vez en cuando en la polla.



Cuando me di cuenta, ya había acabado la película, y ambos salíamos del cine. Yo todavía iba medio adormilado, y con más colocón que cuando entré al cine, los efectos del porro me tenían atontado.



Cogido del brazo por Jaime, este me llevó hacia la marina, allí pegado a la dársena, tenía el vehículo aparcado.



Cuando llegamos donde tenía el vehículo, abrió la puerta del copiloto, me sentó en el asiento, cerró la puerta, yendo por el otro costado del vehículo, sentándose al volante.



En menos de 10 minutos ya estábamos en el portal del edificio donde vivía. Abrió la puerta, entrando ambos, esperamos a que bajara el ascensor, nos metimos en él, subiendo hasta el último piso, piso 12, que era donde vivía.



Cuando me di cuenta, estaba tumbado boca abajo sobre la cama, los efectos del porro habían acabado conmigo.



Allí después de desvestirse él, me desnudó por completo a mí. Me había sacado toda la ropa, y no me había enterado, solo sé que estaba desnudo y caminaba sujetado por él. Me llevaba al baño.



Nos metimos ambos en la ducha, donde me duchó a conciencia, y donde pude espabilar un poco, sobre todo cuando metió 2 de sus dedos en mi culito.



Después de ducharnos ambos, más bien ducharme él a mí, me sacó de la ducha, me secó con un enorme toallón, luego se secó él, me puso un albornoz al verme tiritar de frio, llevándome de nuevo para su cama. Allí de pie frente a su cama, me levantó el albornoz, dejando mi culo y polla al aire, se pegó por detrás a mí, empezando a restregarse a mi culito, mientras me sujetaba y mordisqueaba la oreja, susurrándome lo bueno que estaba y lo que me iba hacer gozar.



Terminó por sacarme el albornoz y poniéndolo sobre la cama, me hizo subir poniéndome a 4 patas sobre él. Quédate así putita, que tengo una sorpresa para ti. Fue al armario empotrado que tenía, sacó unas cosas que en ese momento no pude ver, volviendo desnudo como estaba, colocándose detrás de mí. Pude escuchar como sacaba algo de una caja, ordenándome que apoyara el pecho sobre la cama y que quedara así recostado, llevando mis brazos hacia atrás. Me agarró por las muñecas llevando mis brazos hacia mi espalda, donde poniéndome unas esposas, me los dejó sujetos.



¿Qué me vas a hacer? Le pregunté algo nervioso, al verme con los brazos esposados a mi espalda.



Nada, mi putito, solo te voy a inmovilizar dejando los brazos esposados a la espalda, y follarte así esposado. Quiero verte así sumiso y entregado a mí.



Con la postura que tenía, y todavía con el medio colocón que padecía, quedé así medio tumbado sobre la cama, encima del albornoz, esperando a que me diera por el culo.



Noté de repente, algo frío sobre mi ano, era lubricante que Jaime me estaba echando en mi agujerito. Primero me dio un escalofrío, luego al notar pasar sus dedos por mi ano, y ver como iba introduciéndome un dedo, abriendo mi esfínter, solté un gemido, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gemí al notar entrar su dedo en mi culito, esparciendo aquel lubricante.



Fue poco a poco lubricando mi agujerito, primero fue un dedo, luego pasaron a ser 2 dedos, y ya estaba metiéndome un tercer dedo, cuando mis jadeos y gemidos eran cada vez mayores. La polla ya la volvía a tener a reventar, deseando que me enculara de una vez y me diera por el culo, dejándome preñado con su esperma.



Pero Jaime seguía metiéndome sus dedos, ya metía 3 de sus dedos y no paraba, quería saber cuantos dedos podía aguantar mi culito. Empezó a meter el cuarto dedo, y mis gritos iban en aumento. No, le pedía yo, no lo metas, que me estás haciendo daño. Pero él no cejó en su empeño, y hasta que consiguió meterlo no paró.



No chilles tanto putito, que vas a armar un escándalo y se van a enterar todos los vecinos.



Como vio que ya no cabían más dedos, se limitó a abrirme el culo con sus 4 dedos, hasta que mi esfínter los dejaba pasar. Ya me había abierto el esfínter a su máxima capacidad, y ahora metía y sacaba aquellos 4 dedos en mi culito, haciéndome llorar de gusto. La polla la tenía a reventar, hacía tiempo que no paraba de gotear semen sobre el albornoz. Lloraba y gemía de placer, pidiéndole que me follara de una vez. Quería que me diera por el culo y que me hiciera correr, ya no daba aguantado más.



Pero mis suplicios no terminaron aquí, aquello solo era el comienzo. Volvió a buscar algo en la caja, extrayendo un enorme consolador. Que hijo de puta, aquello me iba a reventar el culo. Lubricó la punta de aquel enorme consolador, lo llevó a mi abierto agujero, empezando a presionar para irlo metiendo en mis entrañas.



Yo lo miraba con ojitos de suplicio, pero él poco a poco consiguió meterlo por completo. Yo chillaba de placer, notando como aquel consolador se introducía poco a poco en mí, abriéndome en canal.



Pulsó un botón que tenía aquel consolador, empezando este a vibrar, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Empecé a gemir y llorar por el placer que aquello me estaba haciendo sentir.



Te gusta, ¿eh putito? Decía empezando a pasar su mano por mi barriga y pecho, acariciándome. Llevó sus manos a mis pezones, empezando a pellizcarlos y retorcerlos, mientras besaba mi espalda, y aquel enorme consolador taladraba mi culito, enviándome continuas descargas sobre mis entrañas.



Ya no resistía más, aquello era demasiado, mi polla no paraba de gotear semen, en cualquier momento me correría. Y no tardé mucho en hacerlo, tan pronto llevó sus manos a mis genitales, acariciándolos, empecé a gritar que me corría.



¡ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gritaba empezando mi polla a expulsar todo el semen que mis huevos contenían.



Llevó su mano a mi polla, empezando a meneármela mientras me corría sobre ella, y otra parte que fue a parar al albornoz, mientras me besaba la espalda y me decía, así putito, así, suelta tu lechita.



Después de terminar d correrme, siguiendo con el enorme consolador metido en mi ano, llevó su mano a mi boca, haciéndome tragar parte de mi corrida.



Toma tu lechita, me decía mientras yo lamía su mano y sus dedos. Así mi nenita, así, límpialos y saborea tu semen.



Después de lamerle la mano y dejarle bien limpios los dedos, paró el consolador, lo fue sacando de mi super abierto culito, me sujetó por las caderas, y arrimándose a mí, me enterró de una estocada su polla.



Ahora me toca a mí, maricón. Te voy a preñar y hacerte mi nenita, te voy a llenar este culito con mi leche, y dejar mi semilla en tus entrañas. Voy a dejarte preñada esta barriguita con mis hijos, pedazo de maricón.



¡Ahhh que gusto! ¡ahhh que gusto! ¡aaahhh maricón que gusto! Gritaba metiendo y sacando su polla en mi abierto culito.



La cama rechinaba cada vez que me ensartaba la polla en el culo, se escuchaban sus gritos, el rechinar de la cama, mis jadeos, y el chof chof chof chof, de su polla entrando en mi culo.



¡Ohhh maricón! Me corro, me corro, ¡ooohhh me corro! Gritaba llenándome el culo de leche por segunda vez en la noche.



Cuando su polla dejó de derramar el esperma que iba soltando en el fondo de mi culito, soltó las esposas que me tenían las manos sujetas a mi espalda, dejándomelas libres. Me sujetó metiendo sus manos por debajo de mis sobacos, y mientras nos tumbábamos sobre la cama, me iba mordiendo la nuca y hombro, mientras su polla iba saliendo de mi abierto y preñado culito.



Una vez recuperado el aliento y normalizada la respiración, nos levantamos, recogió los juguetes, abrió la cama, metiéndonos los 2 abrazados en ella, durmiendo hasta la mañana.



A las 7 de la mañana nos despertamos, tomamos un café los 2 juntos en la cocina, y después me vestí, marchando para mi casa a seguir durmiendo, iba reventado, el culo más abierto que el canal de la Mancha, todavía oliendo a semen, y preñado con su leche.


Datos del Relato
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