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Categoría: Incestos

Nos pertenecemos ...

Lo hago con mi madre, porque solo en ella confío, ella me trajo a este mundo lleno de mojigaterías y mentiras blancas, una media verdad es una entera mentira, mi madre me enseño eso, porque ella fue madre soltera a los 15 años y la sociedad la castigó y la relegó casi a ciudadana de segunda categoría, hija de un dios más pequeño o quizás sin dios.

 

Mi madre hija de campesinos devotos de la fe cristiana, no perdonaron el pecado de mamá, así que ella tuvo que emigrar al norte, donde nadie la conocía ni podían juzgarla, trabajó como esclava por casi seis años, logro mantenernos y también terminar su educación, obtuvo un diploma de secretariado profesional y consiguió un trabajo en una importante empresa, lo que hizo mejorar nuestro nivel de vida.

 

Nos cambiamos a un departamento y comencé mi educación básica en un colegio cercano, el amor de mi madre era infinito, ella conversaba conmigo todas las tardes y me enseñaba la importancia de la educación laica, no asistíamos a la iglesia ni profesábamos ningún credo, tampoco éramos del todo ateos, ella me decía que había una fuerza universal que estaba presente en todos nosotros, tomando conciencia de que esta energía estaba en nuestro interior, seriamos capaces de superar cualquier obstáculo.

 

La confianza en nosotros mismos es la base de esta energía, me decía, así desde muy pequeño me hice cargo de mi personita, mamá me bañaba todos los días después de jugar conmigo, ella se desnudaba junto a mi e ingresábamos juntos en la bañera, yo estaba acostumbrado a verla desnuda y no me causaba ninguna impresión, era una cosa normal, no había malicia en nuestro actuar.

 

De ella aprendí las diferencias entre hombre y mujer, la hembra tiene un ojete entre sus piernas llamado vagina y tiene una canaleta en su interior, el hombre tiene un órgano llamado pene y en edad de procrear, este lo puede inserir en la canaleta para fertilizar un huevo de la hembra de donde nacerá un ser humano, además, este sistema no es solo presente en hombres y mujeres, sino que, en casi todos los animales del planeta, me quedaron muchas dudas, pero el principio lo entendí prontamente.

 

Muchas cosas las aprendía en el colegio, pero mamá era siempre muy clara en explicarme algunas cosas no solo biológicas, sino también de historia, matemáticas, algebra y muchas otras, mamá para mí era un genio, como un ser tan bello, armonioso y femenino podía estar enterada de tantas cosas de este mundo, era una maravilla viviente esta mamá mía.

 

Desde pequeño dormí en un cuarto separado de mamá, ella tenía su alcoba y mi cuarto estaba en el lado opuesto del departamento, pero los fines de semana, a veces nos veíamos alguna película en su alcoba y como yo me adormecía antes del final, ella me arropaba y me dejaba dormir a su lado, muchas veces yo me despertaba durante la noche y me iba a mi cuarto.

 

Mi mundo cambió repentinamente cuando llegó mi pubertad y tuve mis primeras erecciones, mis primeros sueños húmedos, me despertaba en medio de la noche convulsionando en eyaculaciones que dejaban mi pijama imposible.   Así aprendí a masturbarme, no tenía figuras femeninas en quien pensar, excepto mi madre, ella y yo continuábamos a bañarnos juntos, yo cohibido por mis erecciones ante ella y ella muy tranquila diciéndome que eso era normal y natural, que no debía sentirme culpable de nada porque era la naturaleza y nuestros instintos ancestrales, poco a poco me fui desinhibiendo, ya no me importaba estar delante de ella con mi verga apuntando en alto, ella tampoco le daba importancia, así que no era tema.

 

Uno de esos días, cuando estábamos bañándonos, yo con mi verga dura llena de jabón y gozando del roce de la esponja, mamá me preguntó … ¿hijo te masturbas? … yo colorado como un tomate, dije … ¿no mamá? … deberías hacerlo hijo así no tendrías esa cosa tuya tan parada y dura cada vez que nos bañamos, dijo … no sé cómo hacerlo mamá, respondí … es de lo más fácil, dijo ella agarrando mi pene enjabonado en sus suaves y cálidas manos, se hace así … comenzó a moverlo de arriba abajo … quizás porque había estado jugando con mi polla hacía ya largo rato … casi se me cortó la respiración cuando mi pene exploto en sus manos lanzando chorritos en su cara y sus cabellos … mamá estaba impresionada, su boca semi abierta estaba a punto de saborear una lagrima de mi semen que bajaba por su labio superior … mamá excúsame, perdóname, yo no quise hacerlo, fue una cosa refleja que no pude contener … mi amor no es un problema tuyo, es tu edad y es de lo más normal, no te acongojes porque no ha sucedido nada, mamá siempre tan clara para sus explicaciones rápidamente me calmó, luego lavó su rostro cubierto con mí semen y salimos de la bañera.

 

La imagen de mamá con mi semen en su rostro fue mi leitmotiv para pajearme todas las noches, no podía imaginar nada más bello que sus ojos claros sorprendidos recibiendo la lluvia de mi semen juvenil, esas gotas chorreando por la comisura de sus labios carnosos me hacían corcovear en mi cama con acabadas infinitas, pero mamá tenía razón, mi pija ya no siempre se alzaba cada vez que nos bañábamos, solo de vez en cuando.

 

Una noche mientras me masturbaba, estaba sobre mi cama sin mi pantalón de pijama y mi pija la tenía aferrada con mis dos manos, justo cuando un torrente de lava seminal explotaba desde la profundidad de mi cojones, mi querida mamá abrió mi puerta, estaba en éxtasis y mi pene expelía semen a toda fuerza … ¡oh mi dios! hijo … espera, no te muevas … mamá salió de carrera y regreso con un par de toallitas de ella, se sentó a mi lado y agarro mi pene envolviéndolo en una toallita y procedió a limpiarme, limpió mis cojones imberbes y dejó la toallita en mi mueble de cama, agarró mi prepucio lo hecho para atrás y prosiguió limpiándome con la segunda toalla, todo alrededor de mi glande, me causaba exquisitas vibraciones en mí verga casi follaba su mano, ella reía y me decía de calmarme, me quedé acostado de espalda hasta que mi madre terminó de limpiarme, luego me beso en la mejilla deseándome buenas noches y guiñándome un ojo, un feliz descanso, estaba tan aturdido de mi acabada fenomenal que me adormecí casi inmediatamente.

 

A los dieciséis, mamá dijo que me había convertido en un hombrecito, por lo tanto, se acabaron los baños juntos y que de ahora en adelante tenía que hacer mis cosas cuidando mi privacidad y mi autoerotismo debía ser con las precauciones del caso, para no tener que andar limpiando mi semen de todas partes, me dijo que me amaba mucho, pero había que respetar reglas sociales.

 

No entendí por qué, pero me causó una horrible depresión no poder continuar a gozar de la maravillosa figura de mamá, esas piernas largas, estilizadas y sin celulitis, sus glúteos redondos y firmes, sus caderas sensacionales, la hendidura de su peluda vagina y sus exuberantes senos, no me conformaba con la decisión de mamá y ni menos aceptarla, pero fingí de haber entendido y me dediqué a espiarla.

 

Ni por más que hiciese ruidos elocuentes, mamá jamás volvió a abrir mi puerta mientras me masturbaba, pero más de una vez la sentí acercarse a mi puerta y presentí su presencia escuchando mis gruñidos y gemidos de macho caliente en busca de un desahogo y mis gritos finales cuando eyaculaba pensando en ella … Gloria … quiero follarte Gloria … quiero hacerte mía … Gloria, amor mío … mi semen se esparcía sobre mi estomago gritando el nombre de mamá … Gloria.

 

Yo también me acercaba a su puerta cuando me levantaba durante la noche para limpiarme el semen de mis masturbaciones, mamá jamás cerraba su puerta, siempre estaba semi abierta.   Una noche de esas, mamá gimoteaba y suspiraba con afano, me acerqué sigilosamente y el espectáculo fue increíble, mamá tenía sus largas y bien torneadas piernas en alto, sus senos opulentos subían y bajaban, se dejaban ver y se escondían detrás de sus piernas temblorosas que hacían figuras en el aire, tenía una mano por debajo de sus nalgas y dos de sus dedos invadiendo su estrechísimo ano, mientras que con la otra mano sobajeaba frenéticamente su clítoris, no podía ver su rostro, sentía su voz quebrada en sollozos y gemidos … ¡ooohhh! Antonio …. ¡aaahhh! …

 

Mi pene se había puesto duro otra vez, más aún porque yo soy Antonio y mi madre me había nombrado al momento de su orgasmo.

 

Entonces entendí porque ella había tomado distancia de mí, no era solo yo que fantaseaba con ella y todas sus dulces y apetitosas curvas, también ella se sentía atraída por mí, su hijo.

 

Había tardes en que yo y mamá habíamos mantenido la costumbre de ver alguna buena película acostados en su cama, ella debajo de las sabanas y yo cubierto con un chal de su cama o con una pequeña frazada que traía de mi cuarto, generalmente los fines de semana, maquiavélicamente comencé a bajar videos románticos y con un cierto grado de erotismo incestuoso.

 

Un fin de semana vimos la película “Soplo al corazón”, una película de los años setenta, ambientada en la Europa cristiana y religiosa de los años 50, que trata la vida de una madre y su hijo de 14 años con una enfermedad incurable al corazón, los doctores lo habían desahuciado, el muchachito le pide a su mama de dejarlo tener relaciones sexuales con ella, para no irse sin haber sentido lo que es yacer con una mujer, la trama de la película es esa, se trata la temática con las implicancias religiosas y civiles del incesto entre una madre y un hijo destinado a morir, al final de la película, mientras los dos estaban desnudos en la bañera ella accede y se entrega por una vez a su hijo.

 

¿Mamá, tú hubieras hecho lo mismo que esa madre? … mi madre me miró por largo rato y luego dijo … hijo tu siempre has sido sano, gracias a dios, nunca se me ha pasado por la cabeza una situación de ese tipo … sí, pero ponte en el caso de ella, ¿me hubieses dejado hacer el amor contigo? … hijo son cosas hipotéticas, no sabría decírtelo, hay circunstancias y es complejo decir sí o no … mamá, si yo estuviera así de enfermo, estoy seguro de que te pediría que hiciésemos el amor, eres tan bella, definitivamente haría el amor contigo antes de dejar este mundo, mamá … ella me miraba con curiosidad … ¿tú me lo hubieras pedido? … pero por supuesto, mírate al espejo, eres una mujer de ensueño, cualquier hijo hubiese deseado hacerlo con una mamá, así como tú … ella se quedó en silencio y ligeramente turbada, yo recogí mis cosas y me fui a mi cuarto.

 

Mamá llego a mi habitación diez minutos después … ¿de verdad te gustaria hacerme el amor? … sí, mamá … eres una mujer muy linda … pero hijo, yo ya soy vieja … no, mamá no lo eres, tienes apenas 34 años, además muy bien portados … pareces menos de 30 … me halagas hijo … no agregó nada más, me dio un beso en la mejilla y regresó a su pieza.

 

La semana trascurrió en la rutina acostumbrada, mis hormonas me mantenían caliente la mayor parte del día, así que procedía a masturbarme con el fresco de la noche, no había logrado volver a ver a mamá masturbándose, pero no perdía ocasiones para gozar de la vista casual de sus pechos, piernas, glúteos y cualquier parte de su hermosísimo cuerpo que descuidadamente ella exponía en mi presencia.

 

El fin de semana vimos la película “Savage Grace”, donde la madre con un hijo homosexual mantenía relaciones incestuosas con él para curarlo de su homosexualidad, en los tiempos en que aún se creía que la homosexualidad era una enfermedad mental, discutimos la temática con mamá, pero no pude encausar la conversación por el lado erótico

 

Paso otra semana y bajé una película “Womb”, en esta la madre pierde a su marido y con los espermios congelados de él decide engendrar un hijo, con el cual una vez adolescente inicia una relación incestuosa pensando en que su hijo es un clon del marido fallecido, la dramática historia tenía su lado meloso y romántico, las escenas además, eran bastante eróticas, a mamá le gustó mucho la historia, pero no la comentamos porque yo había tenido una semana infernal y lo único que deseaba era irme a la cama y eso hice.

 

Estaba aletargado, como en el primer sueño, sentí que mamá me tocaba el hombro, estaba oscuro así que encendí la luz del velador y me giré hacia ella, mamá estaba sobre mi cama sin su bata, estaba con su neglige celeste y tanga del mismo color, sus largas piernas me hicieron despertar y llamaron mi completa atención, también la bestia entre mis piernas recibió la señal.

 

Hijo yo sé lo que tú quieres y creo que también yo lo quiero … ¡oh! mamá no sabes lo feliz que me haces … nos besamos no como madre e hijo, no … fue un beso de liberación de sentimientos y un despertar a una nueva relación … no perdí tiempo, giré a mi madre sobre su espalda y le arranqué su neglige que voló por los aires, dejando sus tetas libres y bien dispuestas a mis ataques, le mordí los pezones … ¡uuuhhh! … mamá gemía … luego dijo … eran años que no me mordían y besuqueaban y me lamian y me sobajeaban, así tan rico … soy tuya, hijo … alzó sus ojos hacia los míos … ¡oh! mamá … no digas nada hijo … disfrutemos.

 

Poco a poco me fui deslizando hacía la ranura que me había traído a este mundo, admiraba el bosque rizado que tenía en su entrepierna y que parecía vibrar con vida propia, era como un santuario al que siempre había querido visitar, sus opulentos pechos seguían la cadencia de su respiración, con mi barbilla cerca de su pubis, observaba la llanura plana de su vientre que se extendía hasta esas dos colinas turgentes, blancas y redondas que ocultaban su rostro, estaba subyugado por el cuerpo exquisito de mamá.

 

El aroma de su sexo caliente llego a mi nariz, sus enmarañados rizos oscuros eran la ultima defensa que protegía tan preciada fortaleza, mis dedos hicieron espacio y sus gruesos labios vaginales aun estrechamente cerrados, se resistían a mi lengua que comenzaba a saborear las fértiles carnes de mamá, mi lengua invasiva forzaba perentoriamente la ultima obstinada oposición, mi madre se rindió a mis lamidos y abrió sus muslos de par en par.

 

Sentí sus delicadas manos aferrar mis cabellos, mientras su torso se contorsionaba y ondas de placer la hacían gemir en éxtasis, un paroxismo inaudito se apoderó de ella y la hacía estremecerse, forzando mis labios contra su vagina, su orgasmo la hacían morder las sabanas para apagar sus gritos de lujuria, mamá se había corrido en mi boca, su fuente de gozo palpitaba y emanaba sus fluidos que rebosantes yo intentaba beber, mi rostro aprisionado en sus muslos que follaban mi cara en modo incontrolable.

 

Mamá con sus dos brazos tensos y sus manos que aun se contorsionaban, tenía su cabeza hacia atrás y respiraba con su boca entreabierta, parecía como una muñeca inerte, su cuerpo entero estaba cubierto de una brillante y sutil capa de sudor, lucía hermosa, mamá se giró sobre su espalda, puso su brazo bajo su nuca y me miraba con una sonrisa adorable, su monte de venus sobresalía y sus labios vaginales se habían vuelto a cerrar, pero resplandecían invitantes.

 

Mi pene estaba erecto y listo a consumar mi mayor fantasía, me ubique en medio a sus piernas, mamá miraba mi pija que se avecinaba a su chocho, estaba como en un trance, nos mirábamos sin palabras, ella aun respiraba afanosamente, cuando ella abrió sus piernas, fue la señal que yo esperaba, agarré mi miembro durísimo y enfilé la cabezota entre sus grandes labios y empujé hacia su interior, mamá era muy estrecha, así que lo más delicadamente posible, la penetre centímetro a centímetro hasta que mis cojones tocaron sus nalgas, mamá levanto sus piernas y rodeó mi cintura en un abrazo cálido.

 

Sentí sus brazos cerrarse alrededor de mi cuello y tirarme estrecho contra sus pechos, era un abrazo de amante, un abrazo de hembra, un abrazo de concubina, mi madre se entregaba a mi sin puritanismos ni hipocresías, su amor y mi amor eran reales y verdaderos, di inicio a un movimiento suave de mete y saca para acostumbrarla a mi envergadura, mi pene no es exageradamente largo, pero es bastante grueso, mamá mordía mis labios que besaban su boca tierna, dulce y carnosa, nuestras lenguas jugaban entre ellas e incrementaban la pasión al sentir que nuestros sexos se habían unido por la primera vez.

 

No había nada más maravilloso que estar con mi pene deslizándose con bríos dentro la húmeda cavidad vaginal de mamá, ella gemía con pasión y se aferraba a mis hombros, a ratos sus uñas arañaban mi espalda, cosa que me hacía aumentar mis embates a su estrecha chuchita, lo que a su vez sacaba de su boca grititos lujuriosos y sus brazos me apretaban más contra ella, estaba gozando ella y yo, su zona pélvica tremaba y rotaba chupando mi verga hacia sus interiores.

 

Tomé sus muslos y los levanté hasta colocar sus tobillos en mis hombros, su culo se levantó de la cama y yo comencé a martillar su chocho con fuerza, mamá enloqueció, su cabeza se movía de lado a lado, sus uñas se enterraron en mi piel, sus gritos eran audibles a distancia, mis cojones eran un torbellino azotándose contra sus glúteos, la tomé de sus hombros y enterré mi pija con violencia en esa ranura divina de mamá, disparé mi primer chorro de semen con escalofríos en todo mi cuerpo, sus chillidos me excitaban y continué a pistonear su chocho con vehemencia, mi esperma eruptiva venía a colmar su vagina y su cuerpo de hembra se estremecía bajo mis golpes pélvicos al ser inseminada con mi esperma cálido y juvenil.

 

Me quedé dentro su vagina bombeando hasta la última gota de mí líquido seminal, mamá sollozaba y acariciaba mis cabellos dándome repetidos besos … ¡oh! hijo … te amo, dijo mamá … yo también mamá, yo también, respondí besando sus mejillas.

 

Me recosté al lado de mamá y ella se acurrucó junto a mí, con una mano acariciaba mi abdomen cariñosamente, habíamos trasgredido los limites impuestos por la sociedad, éramos dos desalmados a ojos ajenos, nuestro romance debía restar dentro de los muros de nuestra casa, aunque si nuestro amor era gigantesco y completo, era un amor vetado por ley, nos habíamos convertido en proscritos, nuestro amor era ilegal.

 

Nunca tocamos el tema con mamá, yo la deseaba y ella me deseaba, no había momento en que yo pudiese rechazar sus caricias o ella las mías, cuando regresaba del colegio un poco cansado, ella me tenía la bata lista para mandarme a la ducha y apenas salía del baño ella se arrodillaba a mamarme la pija que era pronta a sus tocacíones, mamá se había trasformado en una obsesa de mi verga, no me daba tregua y esto me hacía adorarla con fervor casi religioso.

 

Una noche que estábamos desnudos después de haber tenido relaciones, mamá recomienza el jueguito metiéndoselo en boca, yo la animo acariciando sus cabellos, ella se gira y se pone a horcajadas sobre mi cabeza, su chocho resplandecientemente húmedo y fresco de mi esperma, estaba ahí al alcance de mi lengua, procedo a comerme el coño de mamá con frenesí, mi rostro entero embadurnado con sus fluidos y mi semen, mamá se endereza, pone sus manos en sus caderas y comienza una danza sobre mi boca, casi ahogándome, luego coloca su ano directamente en mi boca y lo ofrece a mi lengua.

 

Delicia de delicias, tomé sus caderas intentando de penetrar su estrecho boquete con mi lengua, mamá tremaba sin control, chillaba y gemía, sus manos se habían desplazado sobre sus tetas jaloneando y pellizcando sus pezones, luego de un rato sentí sus manos en mi pene y sus labios volvieron a succionar mi miembro, después a gatas de desplazó y se enderezó justo sobre mi verga que latía dura como una roca, su mano aferró mi pene con autoridad y lo encamino a su culito redondito, tomó un poco de saliva de su boca y la esparció sobre su ano, luego apuntó mi glande contra su estrechez y lo hizo entrar, acomodó sus piernas y con el peso de su cuerpo se empaló poco a poco toda mi polla en su orificio anal, desde mi posición privilegiada, fui actor y testigo de la primera enculada de mamá, mamá suspirando fuertemente azotaba sus nalgas contra mi pelvis, mi verga horadaba su recto estrecho, la tomé por los hombros y la hice caer sobre mi pecho, mientras jugaba con sus preciosidades redondas y firmes, perforé su canal rectal con todas mis fuerzas, mamá se había venido ya, sus contorsiones y convulsiones no hicieron mas que excitarme y apurar una descarga interminable de esperma, borbotones y borbotones de semen inundaban sus vísceras, mientras apretaba fuertemente sus tetas y mordía su cuello sin piedad, la hice mía … esta mamá es solo mía.

 

Descansamos sin pronunciar palabras, solo nuestras respiraciones afanosas llenaban el sonido ambiental de su dormitorio, mamá inerte sobre mi pecho y regazo, mi pene flácido se deslizo fuera de su culito, ella estiró sus piernas y se acomodó sobre mí, su cabeza restaba hacia atrás sobre mi hombro, comencé a lamer el lóbulo de su oreja, ella giro su cabeza y nuestros labios de encontraron en un beso relámpago.

 

Mi madre había entrecruzado sus piernas y seguía reposando sobre mí, para mi era una carga maravillosamente agradable … hijo, dijo ella … ¿no crees que soy muy puta? … ¡no! mamá, por supuesto que no … no estas vendiendo nada y yo no estoy comprando nada … esto entre tú y yo es diferente … es espontaneo … esto es un acto de amor entre tú y yo … aunque si nuestra relación no esté permitida, no tenemos porque ensuciarla con las pequeñeces y mojigaterías de la sociedad … yo soy un producto de ti madre mía … te pertenezco … es así … nos pertenecemos … la hice girar y ella me beso con un beso infinito.

Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 10
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1 comentarios. Página 1 de 1
anónimo
invitado-anónimo 27-01-2021 08:40:55

Muy bonito! Me has emocionado. Un amor así me encantaría haber tenido. No es un relato de sexo a metro ni de vulgaridades. Es bello y emocionante. Es amor en estado puro!

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