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Hola a todos, mi nombre es Nora, tengo 62 años de edad muy bien llevados, tanto así que parezco de mucho menor edad, soy casada y ama de casa. Hoy les voy a contar una historia que me tiene como protagonista. Esto lo estoy escribiendo de puño y letra, así que cuando si lo están leyendo en alguna página de internet, sepan que fue pasado a computadora por mi hijo.
Si, ya se imaginaran por donde viene la mano, pero por las dudas se los voy a aclarar: desde hace ya un año que estoy manteniendo una relación oculta con mi hijo Martin, él es el menor de la familia, mi niño mimado. El me insistió mucho tiempo para que decida abrirme y contar esta historia desde mi perspectiva, y, a decir verdad, me terminó convenciendo… supongo que es por la excitación que me produce lo que estoy por escribir, y el hecho de que otras personas puedan leerlo.
Bueno, mejor me dejo de preámbulos y paso directamente a contarles la historia, como les dije Martin es el más chico de mis hijos, siempre fue el más mimado por mí, y también reconozco que lo he malcriado mucho más que a sus hermanos mayores, podrían contarles sobre ellos, pero no viene al caso. Actualmente él tiene 26 años de edad, pero el comienzo de este relato se remonta hace unos años atrás, a principios de marzo del año 2011. En ese momento mi hijo tenía 21 años y yo 57 respectivamente, recuerdo ese año porque fue muy difícil a nivel económico, no la pasamos bien. Martin se quedó sin trabajo y estuvo varios meses de parate, mientras que mi marido la luchaba en una agencia de autos cuyo dueño no era alguien digno de confianza. Cabe destacar que en casa solo quedamos nosotros tres porque mis otros hijos ya se independizaron.
Pero bueno no quiero abrumarlos con esa situación porque no es lo que tenía pensado contarles. Volviendo al tema, todo sucedió durante el verano de 2011... el clima en casa no era el mejor debido a la situación económica, mi marido no estaba la mayor parte del día en la semana, así que yo me quedaba sola todo el día con mi hijo, que me ayudaba a cuidar a mi nieta, que llega al mediodía del jardín. En el momento en que esto sucedió, las clases todavía no habían empezado, así que mi nieta no venía a casa, con lo cual los días se hacían sumamente aburridos.
Martin se la pasaba mucho tiempo encerrado en su pieza, supongo que, del bajón de haberse quedado sin trabajo, estaba muy enchufado en su computadora o en la PlayStation, aunque también suele dibujar mucho, uno de sus mayores hobbies. La cuestión es que una mañana que él no estaba en casa, me puse a hacer limpieza y a pasar la aspiradora en su habitación, todo era un desorden y tenía el escritorio lleno de lápices, revistas y hojas. Necesitaba acomodar primero para poder limpiar bien, así que me dispuse a hacerlo, pero cuando estaba acomodando sus hojas, encontré algo que me dejó perpleja.
Eran como 10 hojas de cuaderno en las que había dibujada una historieta de temática pornográfica, pero eso no es todo… lo que dejó consternada, fue darme cuenta de que los personajes dibujados eran una reproducción con lujo de detalles de él y de mi misma. Si, así es… era una historieta porno cuyo argumento era el incesto entre una madre y su hijo… y esos dos personajes, eran nada más y nada menos que él y yo. Mis ojos no podían creer lo que estaban viendo, pero podría describirles con lujo de detalles como yo me veía dibujada en muchísimas posiciones sexuales junto a un muchacho que la mismísima historieta decía que era "mi hijo"… y no exagero, hasta teníamos los mismos nombres que la vida real.
Me sentí humillada, triste, y muchos otros sentimientos que me llevaría tiempo enumerar… no sabía qué hacer, guarde silencio un tiempo, pero una vez que el llego a casa me decidí planteárselo y a preguntarle a mi hijo porque había dibujado todo eso, que quería que quemara todos esos dibujos y que tenía que ir a ver a un psicólogo. El entre lágrimas me pidió disculpas, asegurando que fue algo que le pidieron dibujar a cambio de dinero, fue una situación muy incómoda y algo que me costó bastante tiempo perdonar… y aunque con el tiempo lo hice y la relación volvió a la normalidad, en mi cabeza no podía olvidar lo que había visto… y si en realidad era todo mentira y esos dibujos eran producto de sus más íntimas y profundas fantasías sexuales? y si en realidad a mi propio hijo le excitaba su madre...??
Lo cierto es que, necesitaba comprobarlo… y solo había una manera… tenía que ponerlo a prueba. Pasaron como 2 semanas luego del incidente, cuando me decidí a llevar a cabo un plan para verificar si efectivamente mis sospechas eran ciertas. Transcurrió toda una semana donde me dediqué durante varios días a hacer quehaceres domésticos, pero con una clara intención: hacer periódicas "insinuaciones" de carácter provocativo a ojos de mi hijo… para ver cuál era su reacción.
La primera prueba fue ir a su cuarto una tarde que él jugaba a su PlayStation con la excusa de que tenía que guardar una ropa en su placard, él estaba en la suya, y yo… en un instante, decidí simular que se me caían un par de prendas del estante en el suelo, y al hacerlo, incliné mi cuerpo agachándome hacia adelante durante algunos segundos, procurando estar de espaldas a mi hijo para dejarle una vista privilegiada de mi culo. Llevaba puesta una pollera hasta las rodillas que se me levantaba sutilmente cuando me empinaba… y fue en ese momento, cuando al mirar de reojo, pude darme cuenta de que Martin me estaba mirando el trasero. Un calor intenso recorrió todo mi interior, y es el día de hoy que esta es una de mis más acaloradas anécdotas, la que más le gusta oír a él.
Así fue como me di cuenta en una primera instancia de que ser su madre no era un impedimento para que me mire de la forma en la que cualquier hombre mira un trasero.
Al día siguiente, él estaba en el comedor desayunando y viendo algo con el teléfono celular, yo me puse a pasar la aspiradora, y en un momento me puse delante suyo y me agaché otra vez, dejando mi culo en primer plano… por el reflejo del televisor, que suele iluminarse con la luz natural del día, pude ver que me estaba mirando. Nuevamente me acaloré, ¿ya era la segunda vez que veía como mi hijo me miraba la cola… acaso mi sospecha era cierta? Durante varios días mas repetí el mismo proceso en los distintos quehaceres, hasta incluso me puse en cuatro patas a "rasquetear" mugre del piso de madera… y mientras hacía eso en mi habitación, pude ver como mi hijo al pasar por el pasillo me miró… imagínense la escena, imposible para cualquier hombre no mirar a una mujer en tal pose, por más que fuese su propia madre, yo estaba arrodillada en cuatro patas en el suelo, mostrando toda la cola… mi pollera se levantaba levemente y se veían parte de mis muslos. Me sentí acalorada, pero también me dio vergüenza pensar en que mi hijo podía verme de esa forma, el hecho de pensar de que me viera de una manera sexual, despertó en mí una gran cantidad de sentimientos encontrados.
Finalmente, decidí llevar a cabo la última parte de mi plan: Decidí que tenía que poner en prueba definitiva mis sospechas, así que mi idea fue, simular un descuido mío, y guardar una bombacha mía en el cajón de la cómoda en donde guardo parte de sus remeras y demás ropas. Eso lo hice una tarde, y a la mañana siguiente fui a revisar el cajón para ver si seguía ahí… y para mi sorpresa, ya no estaba.
Lo primero que hice fue revisar mis cajones para ver si es el que el la había devuelto, pero no… no estaba por ningún lado. Así que como él no se encontraba en casa me puse a revisar su pieza, no podía encontrarla hasta que de repente se me va por revisar la cama y la encuentro… estaba escondida debajo de su almohada, y tenía un olor muy particular que parecía ser semen. Me quedé consternada al descubrir que efectivamente mi hijo en el fondo sentía algún tipo de atracción/deseo sexual hacia mí, su propia madre. Me sentí muy mal, sinceramente no sabía qué hacer, pero a pesar de la vergüenza, el pudor y demás sentimientos negativos, muy en el fondo sentía una sensación extraña de excitación cargada de una fuerte cantidad de morbo. No sabía cómo encararlo, que decirle, eso no era algo normal… pero en el fondo, sentía un extraño calor al pensar en el asunto, el cual intentaba desvanecer diciéndome a mí misma cosas como "estás loca, esto no es normal" etc.
Pero aún no sabía qué hacer y necesitaba estar del todo segura antes de tener algún tipo de charla con él, así que me decidí a llevar mi plan a una instancia definitiva. Esto sucedió una tarde muy calurosa de aquel verano, la temperatura estaba cerca de los 40 grados, la casa era un horno y realmente era difícil de soportar… Martin dormía la siesta en su pieza, mi marido no estaba… cabe destacar que nuestras habitaciones están pegadas una a la otra.
Ahí puse en marcha en mi plan, lo que hice fue acostarme de costado, dando la espalda a la puerta de entrada al dormitorio, y lo que hice fue levantarme la pollera, simulando que la misma se había corrido sola sin que me dé cuenta, dejando al descubierto mi bombacha y gran parte de mi trasero y piernas. Era la prueba de fuego para descubrir hasta qué punto era capaz de llegar mi hijo, y luego de un rato de estar esperando sentí como él se levantaba aparentemente para ir al baño. Sentí el ruido de la puerta cuando entro al mismo, estuvo un rato y luego salió, yo simulaba roncar y estar profundamente dormida… y fue en ese momento cuando lo escuche acercarse lentamente, cuando escuche sus pasos venir desde la puerta. Se paró al costado de la cama y se quedó ahí quieto… yo guardaba profundo silencio y trataba de simular estar dormida. De repente empecé a escuchar leves suspiros, y un suave ruido de "chasquidos" ustedes me entienden, el clásico "chick chick" que suele hacer el pene cuando el hombre se masturba y tiene mucho semen en sus depósitos. No me cabían dudas, mi hijo se estaba masturbando mientras me miraba el culo… no lo podía creer, me sentía avergonzada, pero a la vez agitada, acalorada… sabía que eso estaba muy mal y trataba de convencerme a mí misma de ello, pero lo cierto es que, en el fondo, llámenle morbo quizá, me estaba excitando.
Pasaron un par de minutos, así estuvo pajeándose mientras me veía hasta que se fue, fueron aproximadamente 5 minutos. Me sentí sucia, mi conciencia me jugaba una mala pasada, divagando entre lo que está bien y lo que está mal. Sabía que no era algo bueno ni normal que un hijo se excite con su propia madre, y también sabía que no está bien visto para la sociedad algún tipo de relación entre madre e hijo que fuese más allá de los parámetros establecidos.
Pero… aunque mi mente me decía "esto está muy mal" mi vagina me decía otra cosa… me había mojado pensando en eso, y es que… hacía mucho tiempo que mi esposo y yo no tenemos relaciones, ya estaba olvidando lo que se sentía, mi vida sexual ya era nula. Y que de repente, a mi edad, que un chico joven se sienta atraído sexualmente hacia mí me hacía sentir de una forma extraña, ¿acaso el no será el único que me mira así? nunca me puse a pensar eso cuando salgo a la calle… pero… y si a Fulanito, o Menganito de la esquina le excito? ¿y si me miran y no me doy cuenta? todos esos pensamientos encendieron en mi, los más profundos deseos de lujuria y de morbo. Tanto así que me quedé pensando en lo sucedido, y no pude evitar masturbarme pensando en que todavía era una mujer deseada por los hombres.
Tras tener un profundo orgasmo, en completo silencio, me quedé pensando en que decisión tomar. ¿Dejarlo pasar? hablar con él? durante un rato estuve así hasta que, tomé una decisión. Tomé una lapicera y una hoja de mi mesa de luz y le escribí lo siguiente: "vos y yo tenemos que hablar, cuando leas esto por favor vení a mi pieza".
Al despertarse, efectivamente vino haciéndose el desentendido, a todo esto, olvide mencionar que la bombacha fue devuelta a mi cajón un día después de que yo la descubriese. En fin, Martin ingreso a mi pieza y yo le pedí que se sentara en la cama porque teníamos que hablar. Seria tedioso escribir con detalles los diálogos porque no los recuerdo exactamente, pero al decirle que había descubierto una bombacha mía debajo de su almohada se quedó pálido, se puso nervioso y no supo que responder. Fue en ese momento cuando yo le confesé haberla dejado en su cajón a propósito, y le indagué para que me respondiera si efectivamente tenia deseos sexuales hacia mí. Él lo negó rotundamente, y yo simulé creerle, me dijo que en realidad le gustaban las mujeres maduras y que si uso mi prenda para masturbarse.
Yo le dije que lo perdonaba, pero en el fondo no le creía, así que luego de unos días volví a repetir la misma prueba, esta vez me acosté boca arriba y levante levemente mi pollera, para que se viese mi entrepierna… pero lo diferente esta vez, es que no llevaba puesta ropa interior… si, así es… me atreví a dejar al descubierto mi intimidad, y tampoco tenía corpiño debajo de la remera, así que los pezones se me marcaban también. Simulé estar dormida, y de repente mi hijo sale de su pieza, cruza el pasillo y se queda parado frente a mi habitación mirándome. Desde allí tenía una vista privilegiada de mi entrepierna… fue en ese momento cuando él no lo dudo un segundo, se bajó los pantalones y comenzó a masturbarse mientras me espiaba… yo seguí con el plan y esperé al que el terminara con el asunto.
Luego de un buen rato decidí que era de arreglar el asunto, fui hasta su pieza, él estaba acostado y lo desperté… y fui muy clara, le dije: "Escuchame una cosa, no me tomes por estúpida, sé muy bien lo que hiciste… contestame la pregunta: ¿tenés deseos sexuales hacia mi SI o NO? no quiero que me sigas mintiendo".
Él se quedó duro, petrificado, sin saber que responder… en principio lo negó, pero no supo que decir cuando le dije que fingí estar dormida y que lo vi masturbarse mientras me espiaba. Su silencio no hizo más que responder mi pregunta, pero yo necesitaba respuestas y le dije: "Si te gusto decime porque, a ver… al menos tené el valor de decirme porque, que es lo que te gusta de mí? porque te excito?" le dije que le iba a romper la PlayStation y a cortar internet si no me respondía… y finalmente lo hizo, me dijo: "Si, me gustas má… no puedo ocultarlo más, si, lo admito… me masturbo pensando en vos…" a lo que yo retruqué "No te voy a perdonar al menos que digas por qué… que es lo que te excita de mí? contestame esa pregunta…" y el tímidamente respondió: "Tu cola...".
Un calor me recorrió de la cabeza a los pies al escuchar esa respuesta… me quedé en silencio unos segundos, pero luego le dije: "Con que eso era… mira Martin, esto no es normal… yo soy tu madre, necesitas ayuda…". Él se largó a llorar suplicando perdón, pero me dijo que no sabía si iba a poder seguir así, que, aunque fuese a un psicólogo eso no iba a solucionar la excitación que sentía por mí.
Eso me dejó estupefacta sin saber que responder, una madre hace lo que sea por ver felices a sus hijos… y fue en ese momento en el que supe que debía tomar una decisión. En el fondo todo este morbo me producía excitación, pero sabía que nosotros no podíamos tener ese tipo de acercamiento, que no es algo bien visto para la sociedad desde un punto de vista ético y moral. El seguía llorando sentado en la cama, y yo no pude evitar consolarlo. Lo abracé y le dije que lo perdonaba, y fue en ese momento cuando ambos nos miramos fijo a los ojos y nos dimos un apasionado beso en la boca. El beso se fue prolongando, yo me fui dejando llevar, Martin con su mano derecha comenzó a acariciarme la pierna, yo intentaba bloquearlo, pero al final terminé cediendo.
Su mano subió hasta casi mi entrepierna, en ese momento la cadena se me soltó y lo hice recostarse, seguí besándolo mientras lo acariciaba, y el llevó ambas hacia mis pechos, masajeándolos mientras nos besábamos. El morbo, la lujuria y la excitación pudieron más que la razón y fue en ese instante cuando me dejé llevar por la situación. Estaba realmente caliente, hacía mucho tiempo que no tenía relaciones. Dejé de besarlo un momento y al desviar mi mirada pude ver como su pene estaba erecto y como se le marcaba con pantalón y todo, se me hizo agua la boca y un intenso calor recorrió todo mi cuerpo internamente.
Ya no había marcha atrás… me paré enfrente suyo, y ante su atónita mirada me bajé la bombacha, pero sin quitarme la pollera, y tras esto se la revoleé en el rostro. Estaba completamente excitado, la olió durante un momento mientras me miraba incrédulo, me quité la remera dejando al aire mis tetas, se quedó petrificado al vérmelas, y eso me calentó demasiado. Me acerqué y le quité el short y el slip, y al ver su tremenda verga erecta no me pude contener… me subí encima suyo, tomé su pene con mi mano derecha y lo introduje hasta el fondo de mi intimidad, mientras lo miraba a los ojos me quité la hebilla y solté mi cabello, luego apoyé mis manos sobre su pecho y empecé a balancearme lentamente sobre su miembro. El me sujetó de las caderas y comenzó a mover las suyas para embestirme, su verga entraba y salía de mi vagina y eso me estaba volviendo loca, el morbo de pensar que ese hombre que me penetraba era mi propio hijo, me hizo sentir como toda una puta.
Mis gemidos se fueron intensificando mientras Martin me cogía con fuerza, pero a la vez con pudor y timidez, sin poder creer lo que estaba pasando, su fantasía se estaba haciendo realidad, se estaba garchando a su propia madre, a la mujer de sus más pervertidas fantasías.
En ese momento fue cuando le pregunte:
-MMM… te gusta esto papito? te gusta cogerte a tu mami…? ¿Eh…? te gusta…?
Sus labios pronunciaron un leve "SI… " y eso me puso en un nivel extremo de calentura, estaba completamente entregada al placer. Yo seguía agitándome y balanceadme sobre el con cada entrada y salida de su verga, sus manos sujetaban y apretaban mi cola y yo me estaba volviendo loca de placer, gritando como puta. Lo cabalgué durante un buen rato hasta que no se pudo aguantar más, y fue en ese instante cuando él me eyaculo adentro de la vagina, que yo tuve un orgasmo intenso, como hacía mucho tiempo no tenía.
Me quedé un rato encima suyo, nos dimos unos cuantos besos y le pedí que por favor no hablara de eso con nadie, que no se le ocurriera contarlo, que por favor guardara el secreto por nuestro propio bien. El me juró completo silencio, yo me retiré de su cuarto con la certeza de que a partir de ese momento nada volvería a ser como antes.
Y es el día de hoy, que puedo decir eso con total seguridad, actualmente seguimos manteniendo relaciones a escondidas de su padre, siempre que estamos solos en casa aprovechamos para dar rienda suelta a nuestros más bajos instintos y deseos carnales. Sé que no es algo normal, que no es moralmente aceptado por la sociedad y que de seguro la mayoría de la gente repudiaría lo que estoy haciendo, pero una vez que se cruza esa línea que marca el límite del amor de madre e hijo, ya no hay vuelta atrás. Y, a decir verdad, fue lo mejor que me pudo haber pasado, hoy soy una mujer activa y feliz y dejé de lado mis mal humores, mi depresión y mi sentimiento de insatisfacción gracias a mi hijo. Tenerlo como amante me cambio la vida, lo amo y estoy completamente entregada a él, y mientras esto dure pienso disfrutarlo.
Próximamente les contaré más cosas sobre esta historia…
Un beso a todos.
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