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Noemí, la flaca…

Buenos días mi nombre es Oscar y les voy a contar la experiencia que tuve con una chica, en el puerto de Veracruz, a decir verdad, ella fue a la primera que me tiré aquí.
Tenía 2 meses de haber llegado del entonces Distrito Federal,
Buenos días mi nombre es Oscar y les voy a contar la experiencia que tuve con una chica, en el puerto de Veracruz, a decir verdad, ella fue a la primera que me tiré aquí.
Tenía 2 meses de haber llegado del entonces Distrito Federal, ahora Cuidad de México, encontrando un hermoso Puerto, con sus coloridos carnavales y alegre gente, su tradiciónal danzón, que aprendí a bailar a la brevedad, pues me fascina ese ritmo, que en combinación con su cadencia, elegancia y cachonderia, con sus entradas, melodías, remates y montunos, con sus 11 pasos y cuatro tiempos, que hay que respetarse como una regla de oro, para terminar bien cuadrados con la música, con un espectácular remate, de frente a la orquesta con los brazos abiertos de par en par, se me hacía lo máximo!
Así conocí a Noemí, una chica de diecinueve años que se encontraba sentada, en una de las jardineras del zócalo, escuchando tocar a la orquesta danzonera y conmovida por sus acordes, pues también era de su gusto ese magnífico ritmo, haciendo notar sus ganas de querer bailar.
Como todo nuevo aprendiz y bailador, me animé y me acerqué ella para invitarla a bailar, resulta que ella no era jarocha, también era de la Ciudad de México y practicaba algo de danzón en el centro Nacional de las Artes, en donde tocaba la orquesta Acerina y enseñaban a todo el público en general a bailar, sólo era cuestión de tener ganas y acercarse a aprender.
Ella tenía el aspecto de cualquier jovencita, usaba shorts de mezclilla, una camisetita blanca de tirantitos y una mochila al hombro con unos tenis blancos, casi tan alta como yo, de piernas bastante largas y hermosas, de piel morena y gruesa, complexión atlética y senos diminutos, cabello negro, no tan largo, recogido con una dona casual, sin maquillaje en la cara y sudando con el calor del puerto, mirada coqueta y sonrisa nerviosa, pues siempre me ha pasado que cuando sacó a bailar a una mujer, está se pone nerviosa y le sudan las manos y se sienten temblorinas, no todas claro, tal vez sea mi porte o mi imponente estatura.
Ella me comentó que no bailaba muy bien, pero cuando me di cuenta ya la tenía frente a mí lista para comenzar, con sus manos sudando y temblando jajaja.
Comenzamos a bailar, me siguió perfectamente bien en los primeros pasos, así que comencé a lucir mi repertorio y comenzar a bailar como un experto, fue tanta la química que se dio entre nosotros dos, que nos mirábamos fijamente a los ojos mientras bailábamos, olvidandonos de todo el mundo, el entorno lucía como una imagen barrida y desenfocada con cada vuelta que hacíamos, lo único que podía ver a la perfección, eran sus ojos, y eso! definitivamente nos conectó.
Al día siguiente nos vimos por la mañana y anduvimos paseando por todo el puerto de Veracruz, desayunamos, comimos, platicamos, reímos y nos contamos cada quien nuestra historia, en la tarde volvimos a bailar y al terminar, caminamos hacia el Boulevard, yo ya tenía pensado un buen plan para llevarla a un lugar donde estuviéramos solos, pues ya tenía deseos de hacerle el amor y de ella, que decir… el camino nos fue llevando a una bocana, qué es un brazo cementado en el mar, qué se ocupa para disminuir el oleaje e indicar a los barcos la entrada al puerto, ya que cuenta con un pequeño faro titilante hasta el fondo y en ese faro, había espacio y la oportunidad ideal para estar solos al aire libre.
Para cuando llegamos al final, había otra pareja que se comía a besos y se escuchaba el sonido de sus lenguas sorbeteandose y uno que otro gemido, pero se espantaron al vernos llegar y para nuestra fortuna, se fueron dejándonos completamente solos.
Obligados por la oscuridad y la negrura del mar, Noemí y yo comenzamos a besarnos también, a acariciar nuestros cuerpos y a calentarnos cada vez más, yo la trataba sutilmente, pues evidentemente le llevaba diez años y se me hacía una niña muy tierna.
A veces cometemos el error de llevarnos por la apariencia y vaya sorpresa que me lleve…
Ya entrados en calor, levante su camisetita y deslice su sostén hacía arriba, que era más bulto el que le hacía, que sus propias tetillas. Las comencé a mamar y a succionar, eran tan chiquitas, cómo exitantes, las mordisqueaba y las lamía, yo estaba tan prendido, que mi miembro lo tenía súper erecto y listo para dragar su pequeño y lampiño orificio.
Para mí sorpresa, ella me bajó los pantalones y ha me dado una de las mamadas más ricas de mí vida!
Sus labios semicarnosos y su lengua un poco áspera sucionaban y rozaban mi tronco como si fuera lo último que fuera hacer en su vida, era una mamadora experimentada, se comía mis diecinueve centímetros de largo y dieciséis de ancho, completitos! sin tener ningún tipo de espasmo, como queriendo vomitar, por semejante trozo en su laringe!
mis ganas de venirme eran implacables de lo bien que lo hacía, así que me dije a mí mismo, la voy a poner a prueba a ver qué tan lejos llega. Sin más, eyaculé mi hirviente leche en su boca, el semen se desparramaba de ella, pero no dejaba oportunidad a desperdiciar nada!
Se puso de pie, después de chuparse los dedos con lujuria y mirarme complacida y se bajó el short y la tanguita que traía a media nalga y se puso de espaldas al faro, recargada en la pared con sus brazos, con la cola levantada y me pidió que se la metiera con fuerza, no necesitábamos lubricar nada! mi venudo estaba bien resbaloso de semen y saliva de su mamadora boca y su pepita estaba jugosa, húmeda y hambrienta de sexo, pidiendo a gritos ser penetrada
Como ya describí con anterioridad, ella es casi tan alta como yo, y su moreno fundillo me quedaba el altura de mi pelvis, le talle mi cabezuda en su centro de placer, la tome de los hombros y se la hundí sin cesar, mientras un carguero iba entrando al puerto y sus luces delataban nuestra lujuria, haciendo tocar su potente trompeta mientras sus tripulantes nos saludaban sorprendidos, no se si ellos nos daban la bienvenida o nosotros a ellos, Noemí no sabía si reír o gemir, pues cada que quería articular palabra, arremetía más contra sus nalgas estampandome sobre ellas, hasta que se vino delicioso, sus largas piernas temblaban como si fuera un becerro recién nacido tratando de ponerse de pie y toda su lechita quedó embarrada en mi. Después nos sentamos frente nuestro cómplice, el mar y nos relajamos hasta quedarnos dormidos
En la semana que estuvo aquí de vacaciones, no dejamos de cojer a todas horas, podría escribir un libro completo, tan solo describiendo lo enferma que estaba, como alguien de tan sólo diecinueve años, podía disfrutar tanto del sexo y ser tan experta?.
Le encantaba mi semen, se lo tragaba y se lo embarraba en las tetas y me prohibia que la tocará, así le gustaba dormir, al día siguiente amanecía con una costra que le gustaba comerse, volviéndome loco para montarla y penetrarla por sus por sus dos orificios…
En fin, Noemí la Flaca, se volvió en parte de mi top diez y aún sigue en uno de los primeros lugares
Ahora cada que escucho un danzón, se me hincha mi venudo….

me fascina ese ritmo, que en combinación con su cadencia, elegancia y cachonderia, con sus entradas, melodías, remates y montunos, con sus 11 pasos y cuatro tiempos, que hay que respetarse como una regla de oro, para terminar bien cuadrados con la música, con un espectácular remate, de frente a la orquesta con los brazos abiertos de par en par, se me hacía lo máximo!
Así conocí a Noemí, una chica de diecinueve años que se encontraba sentada, en una de las jardineras del zócalo, escuchando tocar a la orquesta danzonera y conmovida por sus acordes, pues también era de su gusto ese magnífico ritmo, haciendo notar sus ganas de querer bailar.
Como todo nuevo aprendiz y bailador, me animé y me acerqué ella para invitarla a bailar, resulta que ella no era jarocha, también era de la Ciudad de México y practicaba algo de danzón en el centro Nacional de las Artes, en donde tocaba la orquesta Acerina y enseñaban a todo el público en general a bailar, sólo era cuestión de tener ganas y acercarse a aprender.
Ella tenía el aspecto de cualquier jovencita, usaba shorts de mezclilla, una camisetita blanca de tirantitos y una mochila al hombro con unos tenis blancos, casi tan alta como yo, de piernas bastante largas y hermosas, de piel morena y gruesa, complexión atlética y senos diminutos, cabello negro, no tan largo, recogido con una dona casual, sin maquillaje en la cara y sudando con el calor del puerto, mirada coqueta y sonrisa nerviosa, pues siempre me ha pasado que cuando sacó a bailar a una mujer, está se pone nerviosa y le sudan las manos y se sienten temblorinas, no todas claro, tal vez sea mi porte o mi imponente estatura.
Ella me comentó que no bailaba muy bien, pero cuando me di cuenta ya la tenía frente a mí lista para comenzar, con sus manos sudando y temblando jajaja.
Comenzamos a bailar, me siguió perfectamente bien en los primeros pasos, así que comencé a lucir mi repertorio y comenzar a bailar como un experto, fue tanta la química que se dio entre nosotros dos, que nos mirábamos fijamente a los ojos mientras bailábamos, olvidandonos de todo el mundo, el entorno lucía como una imagen barrida y desenfocada con cada vuelta que hacíamos, lo único que podía ver a la perfección, eran sus ojos, y eso! definitivamente nos conectó.
Al día siguiente nos vimos por la mañana y anduvimos paseando por todo el puerto de Veracruz, desayunamos, comimos, platicamos, reímos y nos contamos cada quien nuestra historia, en la tarde volvimos a bailar y al terminar, caminamos hacia el Boulevard, yo ya tenía pensado un buen plan para llevarla a un lugar donde estuviéramos solos, pues ya tenía deseos de hacerle el amor y de ella, que decir… el camino nos fue llevando a una bocana, qué es un brazo cementado en el mar, qué se ocupa para disminuir el oleaje e indicar a los barcos la entrada al puerto, ya que cuenta con un pequeño faro titilante hasta el fondo y en ese faro, había espacio y la oportunidad ideal para estar solos al aire libre.
Para cuando llegamos al final, había otra pareja que se comía a besos y se escuchaba el sonido de sus lenguas sorbeteandose y uno que otro gemido, pero se espantaron al vernos llegar y para nuestra fortuna, se fueron dejándonos completamente solos.
Obligados por la oscuridad y la negrura del mar, Noemí y yo comenzamos a besarnos también, a acariciar nuestros cuerpos y a calentarnos cada vez más, yo la trataba sutilmente, pues evidentemente le llevaba diez años y se me hacía una niña muy tierna.
A veces cometemos el error de llevarnos por la apariencia y vaya sorpresa que me lleve…
Ya entrados en calor, levante su camisetita y deslice su sostén hacía arriba, que era más bulto el que le hacía, que sus propias tetillas. Las comencé a mamar y a succionar, eran tan chiquitas, cómo exitantes, las mordisqueaba y las lamía, yo estaba tan prendido, que mi miembro lo tenía súper erecto y listo para dragar su pequeño y lampiño orificio.
Para mí sorpresa, ella me bajó los pantalones y ha me dado una de las mamadas más ricas de mí vida!
Sus labios semicarnosos y su lengua un poco áspera sucionaban y rozaban mi tronco como si fuera lo último que fuera hacer en su vida, era una mamadora experimentada, se comía mis diecinueve centímetros de largo y dieciséis de ancho, completitos! sin tener ningún tipo de espasmo, como queriendo vomitar, por semejante trozo en su laringe!
mis ganas de venirme eran implacables de lo bien que lo hacía, así que me dije a mí mismo, la voy a poner a prueba a ver qué tan lejos llega. Sin más, eyaculé mi hirviente leche en su boca, el semen se desparramaba de ella, pero no dejaba oportunidad a desperdiciar nada!
Se puso de pie, después de chuparse los dedos con lujuria y mirarme complacida y se bajó el short y la tanguita que traía a media nalga y se puso de espaldas al faro, recargada en la pared con sus brazos, con la cola levantada y me pidió que se la metiera con fuerza, no necesitábamos lubricar nada! mi venudo estaba bien resbaloso de semen y saliva de su mamadora boca y su pepita estaba jugosa, húmeda y hambrienta de sexo, pidiendo a gritos ser penetrada
Como ya describí con anterioridad, ella es casi tan alta como yo, y su moreno saca leches me quedaba a la altura de mi pelvis, le talle mi cabezuda en su centro de placer, la tome de los hombros y se la hundí sin cesar, mientras un carguero iba entrando al puerto y sus luces delataban nuestra lujuria, haciendo tocar su potente trompeta mientras sus tripulantes nos saludaban sorprendidos, no se si ellos nos daban la bienvenida o nosotros a ellos, Noemí no sabía si reír o gemir, pues cada que quería articular palabra, arremetía más contra sus nalgas estampandome sobre ellas, hasta que se vino delicioso, sus largas piernas temblaban como si fuera un becerro recién nacido tratando de ponerse de pie y toda su lechita quedó embarrada en mi. Después nos sentamos frente nuestro cómplice, el mar y nos relajamos hasta quedarnos dormidos
En la semana que estuvo aquí de vacaciones, no dejamos de cojer a todas horas, podría escribir un libro completo, tan solo describiendo lo enferma que estaba, como alguien de tan sólo diecinueve años, podía disfrutar tanto del sexo y ser tan experta?.
Le encantaba mi semen, se lo tragaba y se lo embarraba en las tetas y me prohibia que la tocará, así le gustaba dormir, al día siguiente amanecía con una costra que le gustaba comerse, volviéndome loco para montarla y penetrarla por sus por sus dos orificios…
En fin, Noemí la Flaca, se volvió en parte de mi top diez y aún sigue en uno de los primeros lugares
Ahora cada que escucho un danzón, se me hincha mi venudo tronco….

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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