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NOCHE EN LA RANCHETA

Siempre había sentido admiración por la gente que vive aislada en medio de la naturaleza.

Así conocí en un paraje de la Cordillera Central de República Dominicana un campo aislado donde sólo vivía una familia: Diego, su esposa Marta, y tres varoncitos de 14,10, 9 y una hembrita de 3.

El hijo mayor se llamaba Pablo y ya ayudaba mucho a su padre en los trabajos de la casa: deshierbar,ordenar dos bacas que tenían, cortar forraje para alimentos, echar maiz a las gallinas.

Los pequenos varones mas centrados en su etapa infantil alternaban los juegos, con alguna tarea domestica, mientras la mas pequena tenia bastante con tirar todo por los suelos.

Yo pregunté a Diego, que donde podría encontrar alojamiento en la zona, para poder conocer mas el paraje.

El único sitio que puede disponer es mi casa, somos pobres pero le facilitamos la cama de Pablo por un dolar la noche y él dormirá en un jergón en el suelo.

Me pareció bien y al llegar la noche, encendimos dos velas que me permitian ver el lugar ofrecido disponiendome a pasar mi primera noche.

Pablo trajo un jergón enrollado y como la dependencia era muy reducida, lo extendió próxima a mi cama.

Sentí cierto remordimiento por haber robado su cama, y no pude evitar observar que a pesar de su corta edad, tenía una musculatura muy acusada producto de sus trabajos campesinos.

Su cuerpo moreno, brillaba a la luz tenue de las velas, mostrandome unos pectorales muy bien orneados con cuadritos en sus abdominales y un cabello que me llamó la atención, pues a diferencia de otros muchachos en la zona lo llevaba largo y sin rizos.

Como veía que le estaba observando me sonrió, mostrandome unos blanquísimos dientes y una picardia no exenta de morbo en su cara.

Como ví que se acostaba solo con un pantaloncillo algo holgado, me motivé para hacer lo mismo, sintiendo una presión que presentía la proximidad del cuerpo joven y atractivo.

Tras apagar las velas, y transcurrido una media hora, unos ruidos procedentes de la habitación donde dormian sus padres me hicieron darme cuenta de lo que estaban haciendo.

Vi a Pablo como se incorporaba y ponía su oreja en la pared de madera para escuchar mejor, mientras yo me hacía el dormido.

El bulto que se dibujaba en su pantaloncillo, a la luz de una explendorosa luna que penetraba por la ventana, me produjo una irresistible atracción, que me obligo a preguntarle:

¿Que haces?

No tengo ganas de dormir y estaba levantado, pensando salir a nadar en el rio para combatir el calor.

Estupendo ¿vamos?

Sigilosamente salimos descalzos y semidesnudos al exterior llegando al rio que estaba a unos doscientos metros.

La luna llenaba de iluminación el entorno y yo caminaba detrás, con la emoción del que presiente que va a tener una aventura.

Sin ningún recato, llegámos a una represa que tenían construida, y quedandose totalmente desnudo penetró en el agua, por lo que hice lo mismo secundandole.

Su miembro de unas 8 pulgadas totalmente erguido, torturaba la obsesión que sentía, provocando en mi otra erección.

Que blanquito eres - me dijo -

Tienes una piel que en la escuela todos envidian
Diciendo esto, me coloque en el agua hundido hasta la cintura a su lado muy próximo, tocandose nuestros miembros, y enseguida me colocó su mano en mis nalgas, cosa que aproveché para voltearme ofreciendole un contacto de aquella parte que me parecía buscaba.

Con mi mano puse su miembro apoyado en mi ano que pareceria querer absorverle.

En efecto me empujó en una penetración ruda y violenta hasta su raiz.

Al mismo tiempo su mano me pajeaba, ante mi asombro y felicidad, solo lamentando la rapidez que tenía como buscando su eyaculación rápida.

Sentí el chorro de esperma y cuando pensaba que estaría cansado y ya no querria más, me llevo la sorpresa de que sigue parado e inicia, esta vez muy despacio la segunda penetración.

Esta vez, le interrumpo y le propongo salir del agua, para colocarnos sobre una acogedora hierba que sería el único testigo de lo que ocurrió aquella noche.

Su nueva penetración, coincidió con mi expulsión de abundante esperma, sintiendo al mismo tiempo una fuerte presión anal, seguida de un abundante liquido caliente que enseguida me doy cuenta que me estaba inyectando su orina.

Tal era el climax de la aventura, que me dejé hacer algo que nunca habia practicado en mis numerosas experiencias homo.

Nueva introduccíon en el agua, seguida de una mamada que practico al muchacho, que penetra su órgano a fondo produciendome arcadas y sintiendo sus testiculos chocar contra mi bozo.

Me doy cuenta que su gran desarrollo no incluye bellosidad alguna en sus partes, sintiendo un gran morbo que me lleva a intentar abarcar todo en un ejercicio combinando mi boca, lengua y manos, haciendole gritar de placer hasta que me arroja una nueva descarga de su leche generosa.

A continuación retornamos a la casa y con sigilo, mojados pero felices, nos tumbamos cada uno encima de nuestra cama, durmiendome profundamente.

Pasarían unas tres horas, cuando siento su peso y me asombro al descubrir que me estaba penetrando el ano hacia una cuarta eyaculacion nocturna que al parecer no le satisfizo, pues siguieron tres más, hasta que totalmente derrengados nos arrojamos de nuevo en los brazos de Morfeo.

¿Quereis saber que hicimos la segunda noche?
Datos del Relato
  • Autor: Juan
  • Código: 24346
  • Fecha: 03-07-2011
  • Categoría: Gays
  • Media: 4.58
  • Votos: 26
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3793
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