Eran las fiestas de mi pueblo. Aquella noche estábamos todos contentos. Pleno verano y el que no festejaba algo tenía algo para celebrar. Un triunfo de una carrera, un nuevo novio, quizás aquella chica que ya te hacía caso.. En fin, no voy a enumerar uno por uno todos los motivos para festejar por no alargar demasiado este cuento.

Sonaba la orquesta para nosotros la mejor, pero sobre todo yo era la más interesada pues cómo me gustaba el cantante. No he percataba aún que Julio se fijaba también en mí. En mi dicharachería de mis 17 años, en mi silueta delgada y en mi cara de niña pícara o incluso en mi pelo dorado y acaracolado, tenía dos ojos azules como el mar al atardecer cuando se torna entre azulado y verdoso por los rayos del sol.., y le solía quitar a mi hermano mayor aquellos pantalones ajustados vaqueros, que me quedaban de madre. También en mi forma peculiar de bailar. Pues siendo mi afición profesora de baile de salón era todo un lujo verme bailar.

Ya sabía que le excitaba mucho. Así que dejé como caer que aquella noche "la playa no estaría desierta", como decía la canción. E iba a ser verdad. Acabada la verbena, decidimos ir mi cuadrilla de 5 chicos y 3 chicas a darnos un chapuzón. Llevamos 3 botellas de cava, fuimos reservando los vasos de plástico, no teníamos copas, y entre risas y bromas, fuimos los unos y los otros quedándonos en traje de baño, y metiéndonos en el agua.

El agua estaba calentita en pleno verano, así que además con la "moña" que teníamos no nos afectaba mucho. De pronto vi como desde lejos, desde las escaleras había una silueta. ¡SOS! dije, un hombre. Todos nos echamos a reír. Era Julio. Julio bajaba por las escaleras y le invitamos a la fiesta.

Poco a poco el ambiente se iba caldeando. Y las parejitas haciéndose. Mikel se lió con Ana, Txiki y Lucía, que siempre habían estado enamorados, se alejaron hacia las rocas, incluso nuestros amigos Jesus y Ander (eran especiales, pues ellos eran también una bonita pareja, pero no nos importaba) y Carlos y Blanca que estaban comprometidos para casarse al siguiente verano, pudieron disfrutar antes de sus cuerpos.

Yo me quedé sola, (bueno sola no), con mi Julio. Julio, se quitó la chaqueta y se la puso al hombro, se sentó en la arena y me dió la mano para sentarme a su lado. Lo que hice muy satisfecha. Los dos entablamos una larga y bonita conversación. Aquel día me dijo que yo era la fuerza por la que cantaba y eso me dejó sock. Qué palabras más bonitas. Y bueno, tomamos un sorbito de champán, y entre sorbito y sorbito nos fuimos a bañar.

Allí en el agua, me cogió por la cadera y me llevó hacia él. Me dio un beso que todavía lo recuerdo, y bueno los dos estabámos super excitados. Así que os diré que acabamos haciendo el amor. Qué acto más bonito de amar, qué forma más linda de entregarse dos personas libres y solteras, fue, el nacimiento de un amor correspondido.

Ya no nos importaba el resto de la gente, pues todos éramos mayores y sabíamos cuidar de nosotros mismos. Sólo se veía entre las rocas siluetas, al lado izquierdo otra pareja, y así sucesivamente veíamos a nuestros amigos. Nosotros desde aquella noche, decidimos vivir juntos.

Me llevó en su coche a su casa. Era un chalecito pequeñito, pero era un chalecito. Para mí, era el reino del cielo, tenía una cocina, 3 dormitorios, y una salita pequeña, al fondo, era su dormitorio, yo ya veía todo chiviritas, así que me dejé caer encima de la cama.

Allí fue cuando me quitó la ropa, y besando todo mi cuerpo, se echó sobre mí. El final, no os lo voy a contar, pues todos sabreís más o menos cómo pudimos acabar. De todas posturas, besos por todo el cuerpo..., a la mañana siguiente no puedo decir que mi cabeza estaba más despejada, pero nos dimos una ducha. Me invitó a tomar un café y me dio las llaves de su casa.

Desde entonces, Julio y yo formamos una pareja que duró dos años y medio. Nuestro amor, no pasó por la iglesia, sino por el juzgado, pues a los dos no nos importaba para nada, unos papeles que firmar.