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~UNA NOCHE DE PERVERSIÓN TOTAL EN PÚBLICO parte 5 (El semen que lubrica la ciudad)
Fue el otro, mi compañero, quien se acercó y tomando las piernas del viejo las levanto hacia sus costados, de tal manera que el viejo quedo con las piernas abiertas y mi compañero en medio elevándoselas lo suficiente para que el culo del viejo quedara a su alcance, supe entonces que él iba por una penetración, me acomode en la banca de espaldas al asiento dejando que la espalda del viejo se venga encima de mi pecho, para que así abriera bien las piernas y las flexionara sacando el culo dirigido hacia adelante, el otro comenzó a penetrarlo, el viejo recibió aquella verga gimiendo y agitándose más, el otro comenzó a darle una buena penetración y en poco tiempo ya se estaba moviendo dentro de su culo, hasta que el viejo sin resistencia se dejó follar, yo sentía la espalda huesuda del viejo sobre mi pecho y a momentos también sentía sus nalgas rozar mi vientre muy cerca de mi verga y eso mantenía mi erección, en un momento determinado sentí los testículos del otro que iban y venían sobre la punta de mi verga, fue exquisito rozar sus testículos mientras su verga la tenía metida en el ano del viejo; pero a lo así se detuvo y se incorporó un poco para dirigirse a mí y decirme que le hiciéramos una doble penetración al viejo.
Yo acepté y agarré mi verga para dirigirla al ano del viejo en la pose en que se encontraba sobre mí, tanteando con la punta de mi verga alcance su ano y empecé a cogerlo, no tarde mucho en penetrarlo por completo, entonces el otro hizo lo mismo, agarro su pene y lo dirigió al ano del viejo metiéndoselo lentamente con algo de dificultad, pero logro meter su verga junto a la mía y ambos comenzamos a mover nuestros penes dentro del culo del viejo, aquella mujer sesentona que recién había llegado y que disfrutaba de vernos muy de cerca, se había excitado tanto de ver esa doble penetración que le hacíamos al viejo, que se atrevió a subir su larga falda hasta arriba y comenzó a tocarse encima del pañal que traía puesto y en poco, abriéndolo levemente por uno de los costados de abajo que daba a su entrepierna, libera su vagina y empieza a tocársela disfrutando de la doble penetración y se toca más hasta orinarse, lo que distrae por un momento la atención de nuestros espectadores, pero yo seguía y sentía como nuestras vergas se movían apenas ahí dentro, por lo estrecho de ese ano, pero sentir el rose de esa otra verga en la mía en ese ano tan estrecho me causo una gran satisfacción y lo disfrute a mas no poder, no puedo negar que escuchar los meos de la mujer precipitarse y estrellarse contra el piso me excitaba aún más, ya iba a eyacular y se lo hice saber al otro, quien se incorpora sacando primero su verga, ahí siento lo suelto que ha quedo ese ano en el que mi verga ahora se siente más libre, pero pronto empujo al viejo para que se levante y no pudiendo sostenerse en sus pies queda hincado en el suelo, es ahí que agarro su quijada y dirijo mi verga a su boca, me da un par de chupadas pero viendo que ya voy a venirme, hace que lo suelte, y entonces agarro mi verga y la fricciono hasta venirme con unos buenos chorros de semen que van a regarse sobre la cara y parte del pecho del viejo, quien parece no recibir mi descarga de buen agrado, pero termino por completo mi descarga de semen sobre él, quedo exhausto ahí parado al lado del viejo regado por mi semen, y el otro se le acerca por el otro extremo agarrado de su verga y masturbándose con energía, él agarra con firmeza de las mejillas al viejo impidiendo que se le suelte y masturbando descontroladamente su verga comienza a llenarle de su semen, esta vez el viejo resignado recibe los chorros en su boca, y aunque los deja caer por los costados de su boca queda con la boca llena. Y así terminamos de darle al viejo lo que tanto deseaba.
Después de eso, el viejo se limpió y se vistió a prisa mientras que nosotros dos nos quedamos relajados encima de la banca, viendo en frente nuestro a aquella mujer que aún se tocaba tras el pañal y se mostraba excitada incluso después de haber dado por terminado nuestro acto sexual con aquel viejo. Ella deslizaba su robusta mano encima de su pañal, acariciaba la zona de su genital resistiendo al mismo tiempo el peso de su falda para que no cayera, se acariciaba y su mano se perdía entre sus piernas y ese grueso pañal que la cubría y que de seguro no le permitía sentir del todo sus caricias pero que igual disfrutaba al hacerlo. Y más se tocaba, entre las piernas metiendo la mano más abajo del pañal, arqueando levemente las rodillas de tal manera que sus piernas quedaran más abiertas para recibir su mano firme ahí al centro y abajo. Más se tocaba y a medida que lo hacía, volvía a mojarse ya que su meada chorreaba del pañal por el costado de su entrepierna, aquella que precisamente rato antes había aflojado para empezar a masturbarse mientras nos veía follarnos al viejo. De nuevo mojaba el piso, pero aquello parecía que no le importaba y seguía tocándose. A mí parecer, disfrutaba más el hecho de que todos estuviéramos expectantes de esa su masturbación con ese pañal de por medio y sus meadas que pasaron de ser escandalosas a muy provocadoras.
Al instante, se acercaron las dos muchachas que habían estado presentes ahí desde un principio viéndonos, y una de ellas, exactamente la que estaba tocando el culo de su acompañante en plena plaza, se pone a rodear a la mujer y con mirada desafiante acercándose lo suficiente a su oído le dice que se ha estado mojado como una puta, y la mujer sin sentirse avergonzada ni echarse a menos, le responde que sí, y le devuelve la mirada desafiante a la chica para acotar, “¿quieres que sea tu puta?” echa un suspiro y mira a la otra muchacha, la mira con deseo y vuelve a mirar a su interlocutora para decirle “ y si quieres soy su puta de ella también” y termina lanzando una carcajada que la oímos todos los ahí presentes.
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