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Desde mi despertar sexual he dado rienda suelta a mi deseo y me he complacido en el cuerpo de muchos amantes y aunque sé que no está bien visto, me he dejado llevar hasta el punto de disfrutar de algunos hombres de mi familia. Desde que descubrí el secreto deseo que sentía mi padre hacia mí, comencé a coquetearle hasta que finalmente me entregué a él un día, que mi mamá y mi hermano estarían fuera de casa. Luego de eso, mi papá y yo hemos sostenido varios encuentros, algunos rápidos y otros donde hemos formicado con más calma. Todo fue muy bien, hasta el día en que presenté a mi novio en la casa de mis papás; y aunque mi padre lo conocía, pues era un compañero de mi escuela que algunas veces iba a buscarme a la casa, cuando supo que empezábamos nuestro noviazgo, lo comenzó a tratar como a un intruso y, supongo que llevado por los celos, aprovechaba cada oportunidad para arremeter verbalmente contra mi novio, haciéndole bromas pesadas y comentarios mal intencionados, que Ricardo, mi galán en turno, tomaba de la mejor manera posible cuando mi papá lo atacaba. Por otra parte, mi mamá, que al principio me restringía en todo, tratando de controlar hasta mi forma de vestir; con el paso del tiempo fue tomando una actitud más relajada, hasta convertirse en una especie de cómplice para mi. Ella trataba siempre bien a Ricardo y hacía lo posible por incluirlo en algunas actividades familiares, como fiestas de cumpleaños y las fiestas por navidad y año nuevo. Fue en una de esas celebraciones en que la bomba de tiempo que estuvo acumulando fuerza en el corazón de macho herido de mi papá, finalmente estalló, y como sucedieron las cosas, pienso que pudo haber sido mucho peor.
La madre de Ricardo había accedido a que su hijo nos acompañara a mi familia y a mi a pasar las vacaciones de diciembre en Culiacán, Sinaloa, que es donde nació mi mamá y donde vive gran parte de mi familia materna. Bueno, pues allá fuimos, mi madre sentada al lado de mi papá, que conducía sumido en un impenetrable silencio la camioneta alquilada para hacer el viaje, y mi hermano, mi novio y yo, acomodados en el asiento trasero, tratando de sobrellevar de la forma menos aburrida posible las horas 12 horas que duraría el recorrido desde la Ciudad de México hasta Culiacán. En la parada que hicimos en Guadalajara para comer, mi papá por fin habló y fue para comenzar un incisivo "bullying" contra Ricardo, que continuó hasta que una vez terminada la comida, mi madre le prohibió a mi papá pedirle al mesero una cerveza -Nada de alcohol para ti hasta que lleguemos con el abuelo, cabrón- cosa que hizo regresar a mi papá a su modo de viaje silencioso.
Horas después, llegamos a la casa de mi abuelo y mi papá recibió casi victoriosamente la cerveza helada que le ofrecía una de sus cuñadas, esa cerveza fue la primera de una larguísima ronda que se extendió hasta muy tarde en la noche y fue el mejor escape de la incómoda situación que habíamos pasado en el camino hasta Culiacán, pues ya entonado, mi papá platicaba alegremente con sus cuñadas y su suegro, otro campeón olímpico en la ingesta de alcohol y se olvidó de la presencia de Ricardo por algunas horas.
Llegamos un 23 de diciembre, así que el día siguiente mi mamá y mis tías se organizaron para hacer las compras y la preparación de la cena navideña, ese día también llegó el resto de las hermanas de mi mamá, con mis primos. Aquí en México, los primos suelen ser asiduos compañeros de parranda entre ellos, y los mío no son la excepción. Por la mañana mi papá aguantó estóicamente su cruda llevando a mi mamá y a su hermana mayor, primero al mercado y luego al centro comercial. Yo aproveché el día para ir con mi hermano, mis primos, mis tres tías más jóvenes y Ricardo a la playa, en donde lucí un traje de baño muy chiquito que había comprado unos días antes del viaje. Ricardo y yo nos metimos a nadar en el mar y supongo que mi semi desnudez y el constante roce de mi cuerpo al de mi novio, mientras jugueteábamos en el mar, provocó que él tuviera una erección que me invitó a sentir llevando mi mano a su entrepierna por debajo del agua. -Ay, mi amor, qué rico se te pone, al ratito que lleguemos a la casa nos escapamos y te lo mamo- le propuse a mi novio mientras acariciaba su pene erecto sobre el bañador, pero Ricardo tenía otros planes. Me tomó de la muñeca y no dejó que quitara mi mano de su miembro, luego se acercó y me besó en la boca, y yo le correspondí abriendo mis labios para que metiera su lengua, me empezaba a poner tan caliente como mi novio -¿Quieres cogerme aquí?- le pregunté riendo nerviosa por la cercanía de mis tías, y de otras pocas personas que nadaban algo cerca de nosotros.
-Sí, Candy, ven-.Me respondió Ricardo llevándome a donde la profundidad del mar hizo que el agua nos llegara a los hombros y aprovechó para hacer a un lado mi bañador y toquetear mi vagina. Me gustó lo que hacía y con la emoción de hacer algo sexual en público, me abracé a mi novio, rodeando su cadera con mis piernas. -Bueno, un rapidito está bien, pero me lo sacas si te aviso que hay gente cerca ¿de acuerdo?- le propuse a mi excitadísimo novio.
Abrazada a él con brazos y piernas, dejé que Ricardo maniobrara para hacer a un lado mi bikini y sacara su pene para ponerlo en mi entradita. El agua hacía que mi novio prácticamente no tuviera que cargarme, pero tenía la desventaja de disolver mis fluídos, haciendo que la penetración fuera difícil, pero mi calentura pudo más y ansiosa por sentirlo dentro, moví mi cadera hacia abajo, hasta que el miembro de Ricardo entró en mi cavidad y me puse a subir y bajar el culo despacio, mientras besaba de nuevo la boca de mi novio, quien con los pies bien plantados en la arena del fondo ofrecía soporte suficiente para que yo me ensartara a gusto en su verga y sintiera sus manos en mis nalgas marcando el ritmo de la cogida que me estaba dando en una playa pública.
Estaba disfrutando tanto que no me di cuenta cuando mi tía Casandra se acercó a nosotros y con una cara muy seria me dijo -Dulce, esas exhibiciones aquí no, suéltalo- Yo, sorprendida por escuchar la voz de mi tía tan cerca, pero segura de que no veía lo que pasaba debajo del agua, le contesté -No tiene nada de malo ¿a poco tú no abrazas a tu novio cuando van a nadar? Mejor déjanos en paz- mi tía se quedó viéndome, muy enojada por mi respuesta y antes de retirarse nadando hacia la orilla, me dijo -Bueno, como quieras, pero le voy a decir a tus papás-. Yo me enojé y no pude evitar contestarle parodiando su voz en un tono infantil -"Vis i vir quin tis pipís" Como quieras, tía, pero no lo voy a soltar nada más por que te sientes pudorosa-. Finalmente mi tía se alejó y yo seguí disfrutando y besando a mi novio mientras estrechaba intencionalmente mi vagina hasta que ordeñé su verga y un chorro calientito de leche llenó mi cavidad. Cuando terminamos, estuve nadando un rato más para darle tiempo a mi coño de expulsar todo el semen con el que mi novio me había llenado y seguí nadando para que no quedara alguna mancha en mi traje de baño, mientras mi novio se veía muy contento después de eyacular dentro de mi prácticamente en frente de todos.
Regresamos a la casa de mi abuelo para prepararnos antes de la cena navideña; mis papás llegaron un rato después que nosotros y mientras yo ayudaba a mi mamá a descargar las compras en la cocina, mi tía, la que se nos había acercado mientras mi novio y yo estábamos cogiendo, entró y así, sin más, le dijo a mi mamá -Tu hija anda desatada con ese chamaco que trajo. Ay andaba muy abrazada de él dizque nadando, pero para mí que estaban faje y faje los muy cochinotes ahí en frente de todos-. Afortunadamente mi mamá se puso de mi lado y solo dijo, mientras me hacía un guiño de complicidad -Ahorita vas a ver niña, te voy a meter en cintura- Y luego dirigiéndose a mi tía agregó -No ves que está "en la edad", nada más le salieron tetas y ahí anda, haciendo lo que quiere, y si te espantaste con lo que viste en la playa, espérate a que veas el vestidito que se compró para la cena jaja... Y con ese padre que tiene, que le solapa sus payasadas ya sabrás que no hay quien le de una buena chinga, pro tú no te espantes, Casandra-. En todo eso había algo de extraño, digo, por que a esas alturas mi mamá ya había dejado de criticar mi forma de vestir o de ser, pero tanto como para bromear con eso... Además, luego de escucharla hablar un poco más, noté que arrastraba las palabras y reía más de lo acostumbrado, parecía que mi papá no era el único que había usado el calor que hacía como pretexto para tomarse unas cervezas.
-Mamá ¿estás borracha?- Le pregunté divertida acercándome a ella.
-Ay, hija, qué cosas se te ocurren, si nada más fueron unas cervecitas que nos invitó tu papá.
-Si sigues tomando así, no llegas a la cena, eh. Y con lo persignadas que se ponen mis tías, nos van a querer exorcizar a media fiesta-. Le contesté a mi madre mirando a mi tía en la última frase para molestarla.
Pensé que el asunto de la playa se había quedado ahí, por que en la cena, todo fue muy bien, lo de siempre, un atracón monumental entre romeritos, pozole y mezcal. Así siguió la celebración hasta las primeras horas de la madrugada, entre música, baile y mucho "chupe" y yo en el patio exterior de la casa de mi abuelo, echando desmadre con mis primas y primos, mi hermano con sus graciosadas haciéndonos reír hasta doblarnos; y la menor de mis tías, Alondra, a la que le llevo tres meses de edad, sentada en frente de mi, se estaba saboreando, casi comiéndose a mi hermano con los ojos. Siempre me ha parecido que le tiene un tipo de afecto más bien perverso a mi hermano, pero esa noche se le notaba más que nunca. -Bueno, luego le preguntaré a mi hermano si alguna vez se le ha insinuado mi tía-, pensé antes de levantarme para ir al baño.
Hice lo mío en el WC y luego aproveché el lavabo para mojarme la cara, por que había estado tomando mucho y me empezaba a sentir mareada; me acomodé el vestido que había elegido para la cena, que era un modelo de algodón blanco, con una falda cortita y suelta que me llegaba más arriba de medio muslo, mientras la parte de arriba del vestido estaba compuesta por dos cintas gruesas que hacían de copas para mis tetas y se anudaban atrás de mi cuello. Cuando salí del baño, voltee al lado contrario de donde estaba la fiesta, hacia la parte de la casa donde están las recámaras, y en la semi oscuridad del vestíbulo, vi a mi tía Casandra (la que me acusó con mi mamá) de pie en el marco de una puerta hablando con mi papá, quien al verme, salió a mi encuentro hecho una furia. -¡Voy a enseñarle algo de respeto a ese mocoso!- Detuve a mi papá sujetándolo del brazo cuando pasó por donde yo estaba.
-¡No papá! ¡No hagas una escena! además estás tomado, le vas a echar a perder la fiesta a todos. ¡Piensa en mi mamá!
-¡Pues me vale madres que se les aguade la fiesta! Eso hubieras pensado antes de dejar que ese pendejo te manoseara en frente de todos- Me respondió mi papá mientras intentaba seguir caminando conmigo casi colgada de su brazo y al borde del llanto. De verdad no quería que las cosas terminaran mal.
-Déjame explicarte, papá. Cálmate y déjame explicarte. Te lo suplico.- Le dije sintiendo que las lágrimas de desesperación se me escapaban, y entonces mi tía se acercó a donde mi papá seguía avanzando conmigo a rastras y se paró frente a nosotros.
-Mira, cuñado, si te dije las cosas que vi, fue por que quiero que Candy se cuide y que tú también la cuides, no para que te pongas así de pendejo y salgas a madrearte al chamaco ese.
Mi papá lo pensó un momento y luego le dijo a mi tía que nos dejara solos. -Está bien, voy a hablar con Candy, tú vete a la fiesta y prométeme que no vas a decirle a nadie más lo que viste, cuñada, por que si no, cuando termine de destripar al tal Ricardo, te madreo a ti también por chismosa-. Mi tía se rió nerviosa y accedió a dejarme a solas con mi papá. Cuando ella se fue, mi papá soltó un profundo suspiro, luego me miró a los ojos y me dijo -Esto es lo que pasa por haber dejado que las cosas entre nosotros pasaran los límites, Candy. ¿Ahora qué vamos a hacer? Mira, yo entiendo que tienes que hacer tu vida y que lo que pasa entre tú y yo está mal, pero no puedo dejar de sentirme celoso ¡No puedo! Y cuanto más te veo con ese muchacho más ganas me dan de que seas solo mía-. Cuando terminó de decir eso, mi papá me tomó con fuerza por la nuca y me dió un profundo beso en la boca y yo traté de separarme en seguida, por que no quería que nadie nos viera besándonos, pero cuando quise zafarme, mi papá me rodeó con su otro brazo por la cintura y me apretó contra él. Estaba borracho, loco de celos y de calentura, por que en seguida sentí cómo su verga se iba poniendo dura. Logré separarme un poco de su beso y le dije -No papá, por favor, nos van a ver, espérate- Pero él seguía forcejeando para besarme. -¡Suéltame, papá! Me lastimas-. Pero él no hacía caso, me miraba con sus centellantes ojos enrojecidos por el alcohol y me apretaba cada vez con más fuerza contra su cuerpo e insistía en buscarme la boca para besarme. Entonces, me abrazó más fuerte y me cargó, dio unos pasos hasta que me puso contra la puerta del baño y él la abrió con un rápido movimiento, para después encerrarse ahí conmigo.
-Tienes que entender que eres mía, nena- Me dijo comenzando a besarme en el cuello.
-No soy tuya, quien tiene que entender eso eres tú. ¡Soy tu hija! ¡Ya no quiero que me toques!- Pero mis palabras solo lograron enojarlo aún más y entonces sentí su mano bajo la falda de mi vestido, abriéndose camino entre mis piernas. Con lo holgado y cortito de mi falda, a mi papá no le tomó mucho esfuerzo meter la mano hasta llegar a mi panochita e intentar meter un dedo en mi cavidad. Mi papá nunca ha sido un hombre violento, muy firme y temperamenteal, eso sí, pero siempre fue muy cuidadoso con mi hermano y conmigo, jamás nos pegó si nos portábamos mal, por eso, aquella navidad yo estaba muy asustada, por sentir su violencia contra mi, y más por que la usaba para someterme y tocarme contra mi voluntad.
Cuando mi papá se dio cuenta de que yo no iba a dejar que me tocara tan fácilmente, usó el peso de su cuerpo para atraparme contra la pared del baño y luego desató las cintas de de mi vestido tras mi cuello, haciendo que los dos tramos de tela que me cubrían el busto cayeran a los costados de mi cuerpo y mis tetas quedaran al descubierto. Cuando mi papá comenzó a tocar mis senos y a besarlos, mi cuerpo reaccionó aún en contra de mi y comencé a sentir que mi vagina se humedecía; y en un último intento por detener a mi padre, le dije -No lo vamos a hacer aquí, papá, por favor. Deja que me vaya, perdóname- y no pude aguantar más las ganas de llorar. Mis sollozos rebotaban contra las paredes del baño devolviendome el eco de mi voz pidiendole a mi papá que parara, pero él no se detuvo y cuando me bajó las bragas supe que nada de lo que hiciera impediría que mi papá me tomara ahí mismo.
Mi papá cargó y me sentó sobre la plataforma de concreto que sirve de lavabo, se colocó entre mis piernas y comenzó a frotar su paquete contra mi vulva ya desprovista de la tanga mientras yo seguía retorciéndome y tratando de impedir que él siguiera. El metal de la hebilla de su cinturón sonó al caer en el piso del baño y un instante después, sentía la gruesa verga de mi papá a punto de penetrarme. Aunque yo en verdad no quisiera, mi panochita estaba lubricando y cuando el glande de mi papá abrió mis labios interiores, sentí que me dolía, pero también sentí muy rico y no pude evitar que me saliera un gemidito. -No papi, no me penetres, me duele-. Pero para él fue como una invitación a empalarme, así que empujó de un golpe su cadera hacia mi y me ensartó toda su verga, obligándome a tomar ruidosamente una bocanada de aire para después comenzar a sentir cómo mi papá me daba unas fuertes embestidas, que más que dolerme, me empezaron a gustar. Mi cadera comezó a balancearse hacia adelante y hacia atrás sobre el lavabo, incrementando la fuerza con la que mi papá me penetraba y haciendo que su polla me llegara muy adentro y me diera mucho placer, el miedo que sentía hasta hacía unos instantes desaparecía y en su lugar me dejaba un intenso deseo por mi papá; entonces, viendo lo mucho que le excitaba a mi papá que yo me opusiera a ser fornicada por él, seguí mi juego y mientras apretaba intencionalemtne mi coñito contra su verga, le dije entre gemidos -Ay papi, me estás cogiendo muy duro, me duele- y en mi estado de excitación, me abracé de su cuello y abrí más las piernas para que mi papá me cogiera como a una puta -Ay, papi, me lastimas-. Él se inclinó sobre mí para disfrutar de mis senos y hacerme gemir cuando mordió uno de mis pezones, luego ahogó mis gemidos rodeando mis labios con su boca, haciendo que nuestras lenguas se frotaran muy rico una contra la otra.
Pasamos unos minutos así, yo estaba a punto de venirme y sentí que mi papá también estaba cerca, por que dejó de besarme para empezar a bufar como un semental que monta a su hembra. Él siempre se preocupa mucho por que su lechita pueda terminar inseminándome, así que han sido pocas veces las que me ha cogido sin condón y hasta esa noche, nunca había eyaculado dentro de mi vagina. Pero así como estaba yo de cachonda, fantaseaba con que termináramos al mismo tiempo y su semen me inundara mientras yo también me corría. Para provocar más a mi papá, le dije con una voz muy inocente -Marca a tu nena con tu semen, papi, soy tuya- y mientras se lo decía, lo rodeé con mis piernas sintiendo que él aceleraba el ritmo de sus movimientos. -Soy tu puta, papi, relléname con tu leche-. No pude seguir hablando, por que una deliciosa sensación invadía mi cuerpo para luego convertirse en un fuerte orgasmo cuando sentí que mi papá eyaculaba en mi interior, quedándose muy quieto con su verga bien enterrada en mi cavidad arrojando gruesos chorros de semen.
Cuando descendía de mi clímax, sentí que los brazos de mi papá sostenían mi agotado cuerpo, eso me hizo sentir protegida y segura de que todo saldría bien y entonces él me dijo con una voz dulce -Lo siento, Candy, no pude controlarme-. Yo le contesté que lo perdonaba y que no importaba si tenía novio, -Tú puedes tomarme cuando quieras, por que soy tuya, papi- y acaricié mi vulva llena de su semen, dejando que mis dedos resbalaran hacia mi interior mientras besaba la boca de mi papá.
Después de asearme un poco, me puse mi tanguita de nuevo y salí del baño, y luego de asegurarme que no había nadie cerca, corrí hasta el cuarto donde había dejado mi maleta cuando llegamos a la casa de mi abuelo; mi papá se quedaría unos minutos más en el baño para que nadie nos viera salir de ahí juntos. Busqué entre mi ropa un cambio de bragas para quitarme las que tenía, pues el semen de mi papá las había ensuciado ahora que mi vagina comenzaba a expulsarlo. Encendí la luz de la habitación, por que era imposible encontrar algo en la oscuridad, además no quería ponerme una prenda que pudiera contrastar a través de la tela blanca de mi vestido; y cuando me senté en la cama para quitarme la tanga que había ensuciado, recordé demasiado tarde que no había asegurado la puerta y entonces alguien la abrió... Era mi primo Víctor, un tipo casi de mi edad, muy alto y algo tímido y no tan favorecido por la belleza heredada por la familia de mi mamá, pero que tampoco está nada mal. Fueron dos segundos de incómodo silencio en donde supongo que él trataba de asimilar que lo que estaba viendo era a su prima, sentada en la cama con el vestido subido a las caderas y las piernas levantadas mientras se ponía unas braguitas ralladas en rosa y blanco.
-¡Perdón, Candy, perdón!- Se apuró a decir Víctor, mientras cerraba de nuevo la puerta.
Cuando salí de la recámara, Víctor estaba recargado en el muro contiguo, con la vista dirigida al techo y cuando me volteó a ver, se disculpó otra vez airadamente, argumentando que su maleta también estaba en ese cuarto. Su solemnidad me provocó una mezcla de ternura y compasión, así que me le acerqué y le di un beso en la mejilla y luego le dije -Está bien, Vic, no te preocupes, fue un accidente, se me olvidó ponerle el seguro a la puerta, eso es todo-. Él se me quedó viendo como tonto y sonrió nervioso -De verdad lo siento, Dulce, no era mi intencion que...- Lo interrumpí para abrazarlo e intencionalmente dejarle sentir mis tetas en su pecho y con mis labios muy cerquita de su oído le recordé que la noche de mi cumpleaños, cuando él ya se iba y estaba algo ebrio, me dijo que yo estaba muy buena.
-Pu.. Puess... es que es la verdad, Candy. Estás buenísima, y perdón que te lo diga, pero es que...- Lo interrumpí de nuevo para preguntarle -¿Ah, sí? ¿Y te gustó lo que viste?- Y luego dejé de abrazarlo, y obedeciendo a un impulso que no sabría explicar, le di un besito en la boca, salí de ahí casi corriendo y cuando volteé sobre mi hombro para ver la reacción de mi pobre primo, vi cómo se metía al cuarto y cuando escuché que puso el seguro en la puerta, me sentí caliente de solo pensar que se masturbaría pensando en lo que acababa de pasar.
Cuando regresé a la fiesta, todos seguían ahí, hasta mi madre y su hermana mayor, que regularmente son las primeras en irse a dormir. En cuanto a mi novio, lo encontré al otro lado de la sala, sonrió al verme y me ofreció un vaso con bebida. -¿Dónde andabas, Candy? ni te imaginas lo que pasó- me dijo sonriendo y haciéndome sentar en el mismo sofá donde lo había encontrado. -Tu papá vino y me dijo que quería hablar conmigo- Yo esperando lo peor, volteé en seguida a donde estaba mi papá, quien me guiñó un ojo y luego siguió con lo que estaba. Ricardo me platicó que mi papá finalmente había hecho las paces con él y que le había dicho que nadie aguantaría la "carrilla" que le "cargaba", que esperaba que se siguiera portando como un hombre, y sobre todo conmigo. Respiré aliviada y abracé emocionada a Ricardo, pensando en que seguramente había sido la cogida que me había dado mi papá la que lo había hecho cambiar su actitud hacia mi novio. De cualquier forma, eran buenas noticias. En eso estábamos, cuando mi primo Víctor regresó también a la sala y por su forma de caminar, adiviné que había aliviado la tensión que le había generado nuestro accidente. -Hey, Vic- le llamé y dándole mi vaso a Ricardo, me levanté para invitar a bailar a mi primo, quien aceptó de buena gana.
Así siguió la fiesta durante toda la noche. Y poco a poco, mis parientes se iban despidiendo para irse a dormir. La casa de mi abuelo en sus buenos tiempos fue una hacienda de agave, y aunque por eso tiene varias piezas que se acondicionaron como recámaras, en esa fecha se había dado cita buena parte de la familia de mi mamá, así que asignarnos a todos un lugar para dormir luego de la fiesta, bajo el más riguroso estándar antisexual de mis tías, fue todo un logro de su logística. Al final, se suponía que en el cuarto con dos camas, donde estaba mi maleta, dormiría mi hermano con mi primo Víctor, y yo, en la otra cama, con la hermana menor de Vic. Pero los planes cambiaron. Mi hermano se había quedado dormido en uno de los sofás, recostando la cabeza en las piernas de mi tía Alondra (la que yo pensaba que está loca por él), quien le acariciaba el pelo mientras fumaba en silencio. Me acerqué hasta donde estaban y luego de bromear con mi tía acerca de mi hermano, me incliné sobre él y le dije que era hora de irnos a dormir, entonces noté que Érick, mi hermano, sólo fingía estar durmiendo sobre las piernas de mi tía para aprovechar y poner su mano en la cara interior de las piernas de mi tía. "Con razón está tan quietecita esta zorra" pensé y ayudé a Érick a incorporarse hasta quedar sentado en el sofá y entonces Érick me preguntó -¿Ya te dijeron cómo nos vamos a acomodar? No mames que me dejaron con el primo Víctor, ronca muy cabrón ese güey, mejor me quedo aquí.- entonces mi tía Alondra intervino -Se supone que Frida (la hermanita de Víctor) se quedaría con ustedes, pero su mamá se la llevó a dormir con ella, así que voy a ocupar su lugar contigo Candy ¿está bien?- -Claro que está bien, solo que ahora tendré que culparte a ti si mojo la cama jaja- le contesté y luego les pedí que me esperaran -Voy a decirle a Ricardo que ya nos vamos a dormir-.
Mi novio seguía tomando y platicando con algunos de mis tíos, cuando me acerqué a ellos, uno de mis tíos, algo borracho, me invitó a tomarme un trago -Uno no más, hija ¿a poco me lo vas a despreciar?- y luego de que los demás apoyaran su invitación, accedí y me senté a la mesa junto a Ricardo. Luego vi que mi hermano y mi tía se retiraban hacia las recámaras y para su mala suerte, mi primo Víctor se apuró a hacerles compañía. Cuando terminé mi trago, bastante cargado, por cierto, le pregunté a mi novio en dónde dormiría, él me contestó -Me dijo tu mamá que le apenaba mucho, pero que me quedaría en uno de los sofás y tu tío Ramón en el otro, ah, y mira, nos trajo sábanas y todo. Pero estoy a gusto aquí, seguro que me amanezco echando desmadre con tus tíos ¿no te quieres quedar a tomar con nosotros?- Su propuesta no se me antojaba ni un poquito, así que le dije que mejor me iba -Estoy cansada. Si me extrañas mucho, entra al cuarto donde dejaste mi maleta, voy a dormir con mi tía Alondra, ella no la va a hacer de emoción si te hago un huequito para que duermas aunque sea un ratito conmigo- le dí un beso y me despedí de mis tíos, que insistieron sin éxito para que me quedara un rato más con ellos.
Cuando entré a la habitación, me encontré a mi tía sentada en una de las camas, otra vez con mi hermano recostado sobre sus piernas, ella me vio y sonrió con algo de culpa, y yo me dije"¿por qué no me sorprende?", pero me limité a devolverle la sonrisa y a buscar mi pijama en la maleta -¿Víctor está en el baño?- le pregunté a mi tía al notar que mi primo no estaba con ellos. -Sí, se está cambiando- "qué conveniente, ¿no tiíta?" pensé y cuando encontré mi pijama volteé a ver a mi tía, que seguía con su ropa de fiesta igual que mi hermano y le dije -Bueno, voy a cambiarme rápido aquí, así que voy a apagar la luz- y me desvestí en la oscuridad para luego ponerme un ligerito camisón de satín que había llevado para usarlo de pijama y cuando terminé, no me molesté en encender la luz de nuevo, corrí las sábanas en la cama y me acosté -Buenas noches, chicos. Cuida a ese borracho, Alondra- le dije a mi tía, que casi se atraganta para contestarme, sorprendida de que yo no hiciera nada para impedirle dormir con mi hermano. Víctor entró a los pocos minutos y haciendo un chasquido con la boca, expresó su confusión ante la oscuridad y luego cerró la puerta tras de sí,buscando a tientas el apagador; yo me incorporé un poco sobre la cama y en voz baja le dije -A tu derecha, Vic y no prendas la luz, por favor-. Con paso lento, Víctor se encaminó a la cama que yo le había indicado y cuando se acostó a mi lado boca arriba, yo me acerqué a su oído y en voz baja imité a un infantil fantasma -¡Búh!- escuché cómo los tres se reían bajito por mi sonido y luego mi tía se acomodó para acostarse bien junto a mi hermano en la otra cama.
Como no queriendo, Víctor se dió vuelta sobre su espalda hasta quedar de costado frente a mi y luego se acercó más hacia el centro de la cama y me dio un tímido beso en la frente. -Que descanses, Candy- -Gracias, Vic, tú también descansa- y llena de curiosidad por saber hasta dónde llegaría Víctor si yo no me alejaba de él, me acomodé en la almohada acercando mi cara a la de mi primo. Estábamos tan cerca que sentía nuestra respiración mezclarse a pocos centímetros de mi boca, la sensación me gustaba y me ponía nerviosa y excitada, disfruté de sentir cómo mis juguitos empezaban a humedecerme y decidí que fuera él quien tomara la decisión de besarme o no. Entonces deslicé una de mis manos hasta ponerla entre mis piernas y comencé a frotar mi vagina sobre mi slip con el canto de mis dedos, gozando de la tensión del momento y preguntándome cuánto más aguantaría mi primo antes de besarme, y también, si estando tan cerca de mi, sentiría el movimiento de mi mano entre mis piernas. Pasaban los minutos y el tacto de mi mano en mi vulva me iba excitando más, entonces sentí que mi respiración se agitaba y lo que escuché después me prendió aún más. Desde la otra cama, se escuchaba el inconfundible sonido de dos bocas que se besan con intensidad; entonces, mi primo, estimulado por mi respiración excitada y sin duda por escuchar los besos que se estaban dando mi tía y mi hermano en la otra cama, finalmente rompió la barrera invisible que separaba su boca de la mía y comenzó a besarme, al principio muy despacio, pero cuando metí mi lengua en su boca, Víctor se doscontroló y comenzó a comerme prácticamente y luego de acercarse para abrazarme, yo le subí una de mis piernas sobre el costado y también lo abracé. La boca de mi primo comenzó a bajar por mi cuello hacia mis tetas, que se apretujaban debajo de mi pijama una sobre la otra, con los pezones duritos esperando a ser lamidos por su boca. Mientras Víctor avanzaba hacia mis senos, una de sus manos exploraba la piel de mis piernas y mis nalgas, para luego internarse en la rayita de mi culo en busca de mi ano.
Yo estaba perdidamente cachonda disfrutando que mi primo me manoseara y escuchando que mi tía comenzaba a gemir muy despacito desde el otro lado de la recámara y supuse que mi hermano ya la estaba montando. La curiosidad me llevó a asomarme sobre la espalda de mi primo hacia la otra cama mientras él seguía lamiendo mis senos y aunque la oscuridad de la pieza era casi total, alcancé a distinguir el bulto que hacía el cuerpo de mi hermano sobre mi tía que lo recibía con las piernas abiertas y flexionadas mientras él la follaba. Víctor me tocaba de una forma deliciosamente inexperta, y cuando guié su mano de mis nalgas hacia mi vagina, él se precipitó a dedearme sin clemencia, entonces lo sujeté de la muñeca y comencé a mover la cadera para indicarle el ritmo al que me tenía que masturbar y luego en voz muy bajita le dije -Tócame aquí, pero despacito- indicándole el lugar donde estaba mi botoncito, deseoso de ser estimulado. Víctor lo hizo inesperadamente bien y por poco logra que me viniera. Excitadísima como estaba, se me antojó sentir la verga de mi primo y le bajé el short que se había puesto para dormir; me quedé pasmada cuando me dispuse a tocar su miembro y sentí en mi mano la verga más grande que había tocado hasta entonces, mis dedos no alcanzaban a rodear por completo el grueso tronco de esa delicia y cuando lo recorrí acariciándolo de la punta a la base, sentí que era en verdad enorme. Mi impresión pasó del pasmo al implacable deseo de complacerme con tan gigantesco ejemplar y le susurré a mi primo -¿me dejas chupártelo?- y acontinuación, él se separó un poco de mi, permitiéndome bajar hasta poner mi cara frente a su miembro. El desmesurado tamaño de su pene me excitó tanto que dejé las lamiditas para otra ocasión y me apresuré a sujetarlo por la base y a envolver el glande con mis labios para después introducirlo en mi boca rápidamente hasta que la punta del palo me llegó a la garganta y por mucho que intentaba engullirla completa , a penas conseguía comerme poco más de la mitad de esa enormidad cuando ya sentía que me ahogaba.
Seguí dándole una riquísima mamada a mi primo cuando noté que en la otra cama, mi hermano y mi tía se olvidaban por un momento de que no estaban solos en la habitación y se podía escuchar levemente el choque de las nalgas de mi tía contra la pélvis de mi hermano, mientras ella gemía bajito, pero tan rico que me dieron ganas de tener un orgasmo como el que ella seguramente estaba por alcanzar; así que me di media vuelta sobre la cama y bajé mis bragas hasta la mitad de mis piernas, y le ofrecí mis nalgas a mi primo, quedando de costado y de espaldas a él, quien inmediatamente comenzó a frotar su suculento trozo de carne contra mi culo mientras estrujaba mis tetas bajo mi camisón, poniéndome ansiosa por que me penetrara y cuando vi que él no se animaba a hacerlo, me arqueé sobre su pecho y le susurré -Ya, entra- mientras paraba el culo invitándolo a llenarme la vagina con su enorme herramienta. Mi primo obedeciendo mi petición, llenó mi entradita con su glande, que era como un arpón que coronaba su larga verga, me abrió las nalgas y muy despacio comenzó a ensartarme su fierro en la vagina, que iba abriéndose paso dolorosamente por mi canal. Cuando ya tenía adentro, yo supongo que por la mitad de esa cosa, pensé que me iba a partir en dos, ni siquiera podía brindarle los apretoncitos que tanto les gustan a mis amantes para que el pene de Víctor quedara bien estrechado por las paredes de mi vagina y mientras yo me aferraba de donde podía para mitigar el dolor y no gritar, Víctor se apiadaba de mi y me cogía despacio, sin meterme toda la longitud de su miembro. Sentirme abierta de tal modo, me puso la mar de caliente y una vez que mi vagina se acostumbró al grosor del gigantesco invasor, comencé a moverme como una loca, clavándome cada vez más la verga de mi primo y en un ataque de cachondés, sujeté mis nalgas abriéndolas lo más que pude y le dije a Víctor -Métemelo todo, quiero sentirlo-. Estuve por arrepentirme de haberle dicho eso, cuando sentí que mi primo me dejaba ir toda su verga, hasta que sus testículos estuvieron en mis ingles y la punta de su glande topaba con la base de mi útero, luego Víctor me abrazó apretando mis senos en sus manos y me cogió lenta pero profundamente para no hacer ruido, luego me dijo al oído -Qué estrechita estás, Candy ¿te gusta que te lo meta todo?- Y yo, que estaba haciendo mi mayor esfuerzo por no gritar, solo pude responderle asintiendo desesperadamente con la cabeza mientras mi coño era masacrado.
Escuché un ruido que me asustó y pensé que Ricardo o alguien más estaba por entrar, así que poniéndole la mano en la pierna a mi primo, le indiqué que se detuviera. Pero afortunadamente no era nada de eso, supongo que el ruido fue provocado por mi tía y mi hermano cuando terminaban de coger. Entonces aproveché la pausa para darme vuelta y quedar boca abajo, Víctor entendió mi movimiento y sin sacarme su verga, se puso sobre mi, y yo abrí mis piernas y paré las nalgas para que él continuara penetrándome y yo pudiera darle un intenso masaje a mi clítoris. Estábamos tan calientes que en un momento perdimos el control y cuando me di cuenta, Víctor ya me tenía empinada con las rodillas apoyadas en la cama y la cabeza hundida en las almohadas, con mi primo igualmente hincado detrás de mi, tomado de mi cintura, cogiéndome tan fuerte que terminé tapándome la boca para aguantar los furiosos embistes que me daba. Luego él acercó su cara a un costado de la mía para avisarme que estaba por venirse -Ya no aguanto, Candy, es que estás muy apretadita- -Está bien, Vic, yo también quiero venirme, sácalo antes de eaycular y vente en mis nalgas ¿está bien?- -Perfecto, primita- y sintiéndome llena de verga como nunca me había sentido, empecé a subir y bajar el culo, ensartándome solita en el asta de Víctor, que permaneció quieto detrás de mi, con las manos apoyadas en la cama, disfrutando mis movimientos. A pesar de su inexperiencia y del enorme deseo que Víctor sentía por mi, aguantó un buen rato antes de venirse y cuando lo hizo, sacó su miembro de mi coño, como se lo había pedido, así que como premio, lo ayudé con mi mano entre las piernas a sacar toda su lechita que iba cayendo tibia, en mis nalgas. Para mi mala fortuna, Víctor se había salido cuando yo estaba por tener un orgasmo y para cuando su semen me escurría por las piernas hacia la cama, me sentía terriblemente cachonda, así que decidí hacer algo para no frustrar mis ganas. -Perdón, Vic, ya se que te pedí que termianras afuera, pero es que me encanta tu verga. ¿Me la puedo meter? Quiero venirme contigo dentro- le susurré bajito a mi primo, quien gustoso me clavó de nuevo su recién eyacualdo monstruo y me lo hundió hasta el fondo las veces suficientes para que yo me viniera antes de que su verga perdiera su duereza.
Desperé muy tarde al día siguiente, y cuando abrí los ojos, la luz del medio día se filtraba por las orillas de la cortina que cubría la única ventana de la habitación. Un poco desorientada, levanté la cabeza y vi que la otra cama estaba vacía y hasta estaba hecha; a mi lado, el lugar vacío de Víctor parecía devolverme la mirada ante mi desconcierto. Me puse a buscar mis bragas sin encontrarlas por ningún lado y entonces percibí el rico olor de la comida calentándose en el fuego de la leña en la vieja cocina de mi abuela. Moría de hambre, así que me apuré a vestirme para salir a desayunar y cuando salí al patio, mi familia estaba acomodada en dos largas mesas de madera a la sombra de los árboles milenarios de la casa de mis abuelos. Ricardo me hizo señas desde una alejada esquina para que me sentara junto a él, y allá fuí. En cuanto llegué, se acercó mi tía Alondra, con una sonrisa radiante que no pudo ocultar y me ofreció un rebosante plato de pozole y luego se sentó junto a mi.
-¿Dormiste bien, Alondra?- Le pregunté mirándola de reojo para molestarla.
-Bastante bien, Víctor casi no hizo ruido; quiero decir... que no roncó como nos tiene acostumbrados- Casi me atraganto con mi primera cucharada de comida al escuchar la respuesta de mi tía, que me miraba divertida. -Al rato hablamos, mujer. Come-.
Mi tía Alondra se dio cuenta cuando Ricardo me codeó y me miró como queriendo enterarse de qué iba el asunto -¿Desde cuándo andas con esta vieja loca, Richard?- Le preguntó mi tía para romper la tensión, logrando distraer a Ricardo, quien no volvió a tocar el tema de mi plática secreta con mi tía.
Cuando terminó el desayuno, sentí la mirada fija de Alondra, quien desde el pasillo que une al patio con las recámaras, me hizo una discreta seña con la cabeza para que fuera hacia ella. Me paré de la mesa con el pretexto de ir a cambiarme antes de ir a la playa y cuando llegué a donde había visto a mi tía, ella ya no estaba; entonces escuché un ligero silbidito desde la recámara donde me había despertado, y en la puerta estaba esperándome mi tía.
-Estaba borracha- Comenzó a decirme luego de cerrar la puerta tras de mi. -Estaba borracha y me sentía sola. Ya se que eso no justifica lo que pasó anoche, pero no tengo más razones.
Lo que platiqué con mi tía, te lo contaré en otra ocasión, mi amor. Por ahora terminaré diciéndote que esa misma tarde ella y yo nos pusimos de acuerdo para ir a la farmacia por unas "pastillas del día siguiente", que yo no necesité, afortunadamente, por que un poco antes de ir a comprarlas, llegó mi periodo, puntual, como siempre.
Espero que te haya gustado esto que te platiqué, corazón. Te dejo mis más húmedos besos.
Tu puta, siempre.
Dulce F.
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