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SINOPSIS: Madura mujer pide a su joven vecino que le rompa el culo… Pero él no se decide y sale corriendo hacia su casa… Con el paso de los días y aprovechando la embriaguez de la madurona se decide y ve los gestos de dolor que marcan su rostro, cuando le va introduciendo el pene.
ECSagardez
Doña Mercedes primero sonrió, pero su sonrisa era nerviosa, y cuando pudo articular palabra, me dijo:
— Román… Quiero darte la única virginidad que tengo… Hace rato anduviste explorando por ahí con tu lengua y sentí un bonito cosquilleo… Quiero que me rompas el culo…
Su petición me sorprendió, me costó trabajo digerirlo. Pero tampoco podría echarme para atrás. Sin embargo, lancé una mirada al reloj-despertador que estaba sobre el buró y las manecillas habían avanzado. Por lo que no dije nada, sólo me puse mi short, calcé mis tenis y me coloqué la playera, para salir de inmediato de la recámara de doña Mercedes…
Ella se me quedó mirando. Pero tampoco dijo nada… Así que salí al patio, brinqué la barda y a través de la escalera del terreno vecino subí a la azotea para brincar al techo de mi casa y de ahí desplazarme hacia mi habitación… Todo estaba en calma…
II
Cuando llegué a mi recámara, me tiré sobre la cama, pero me quedé pensando en lo que me había pedido doña Mercedes, además de mi reacción. En ese instante pensé haber quedado como un idiota, cuando tuve la oportunidad de haberle roto el trasero, como ella quería…
Pero tuve que conformarme con pensar en que ya sería en otra ocasión, cuando pasara eso… La relación con doña Mercedes continuó y tuvimos sesiones intensas de absoluto placer, los cuales disfrutábamos como si fuéramos dos adolescentes… Jamás se volvió a tratar el tema del trasero y eso me preocupó. Aunque no dije nada…
Era la noche de un sábado, cuando un taxi se detuvo frente a mi casa y bajó doña Mercedes, vestida con su uniforme de vigilante aduanal y se le veía la mirada vidriosa… Tocó a la puerta y salí a abrirle… Preguntó por mi abuela y se introdujo para platicarle algunas cosas…
En verdad no podía articular palabra, porque sólo decía incoherencias. Por lo que me atreví a disuadirla de continuar y la tomé del brazo para llevarla a su casa. Algo que agradeció mi abuela, porque si algo le molestaba era la gente ebria…
Llegamos a su casa y le saqué las llaves de su bolso, abrí la puerta y la llevé directamente a su recámara. Antes de acostarla la despojé de su chaquetín y le quité su falda, medias y la descalcé, quedando sólo con un juego de ropa interior de color beige. Le quité el sostén y sus senos cayeron, así que los tomé con ambas manos y se los apreté, además de pellizcarle sus pezones…
La respuesta no se hizo esperar… Ella jadeó y se abrazó a mi cuello para propinarme varios besos… Acerqué mi boca a sus tetas y se las chupé como si fuera un bebé ansioso de beber leche fresca y en abundancia.
Ella lanzaba gemidos que me tenían empalmado y que ya deseaban tener un guante, como su boca o su vagina. Pero vino a mi mente, darle lo que ella había pedido aquella noche…
Así que la acosté y me metí entre sus piernas, para oler la humedad de sus bragas. Era un aroma exquisito al conjugarse los residuos de su orina por tantas cervezas ingeridas con los fluidos de su marcada excitación…
Le hice a un lado su bikini y metí mi lengua a todo lo que daba y lamí con ansiedad su vagina, sus labios superiores y su pubis. Estaba encantado con ese sabor, el cual describiría entre acre y salado.
Asumí posición para hacer un 69. Aunque ella prefirió actuar con su mano, ya que me subía y bajaba el prepucio, a veces me lo jalaba tan fuerte que me provocaba ligero dolor, pero me gustaba, no lo podía negar. Ella sólo sonreía de ver mi reacción…
III
Enseguida empezó a lamer la punta de mi pene y me provocó un ligero cosquilleo que me transportó a otra dimensión erótica… En tanto yo seguía con mi exploración vaginal, hasta que logré capturar su clítoris, el cual le apreté con mis labios y ella estiró sus piernas. Fue una reacción que le provocó un enorme suspiro y no logró contenerse, porque arqueó el cuerpo y tuvo el primer orgasmo de esa noche…
A pesar de haberse distraido para dar rienda suelta a su fenomenal venida, en ningún momento soltó mi verga, la cual se había introducido en la boca, por lo que intensificó su mamada y ya no pude más, hubo un ligero anuncio de que eyacularía y la penetré más hasta que solté mis descargas de sémen que ella se tragó, sin hacer gestos… Sólo alcanzó a decirme:
— Lo esperaba, mi amor… Lo esperaba ya…
En menos de quince minutos, ambos nos habíamos corrido en forma escandalosa… Porque lanzamos gritos que bien pudieron haberse oído en varias millas a la redonda (figurado).
IV
La sesión continuó y no quise esperar más tiempo, así que sin decirle nada le pedí que se volteara, porque le iba a dar lo que ya me había solicitado… Ella se me quedó mirando y me expresó:
— Román… En verdad me romperás el culo hoy… Creí que te daba asco… Porque ese día no me respondiste y te fuiste a la carrera…
Mi respuesta fue la siguiente:
— Es que me sorprendiste con tu petición y no pude descifrar el mensaje en ese momento… Pero que te parece si hay menos plática y vamos a la acción…
Me contetó:
— Si amor… Soy toda tuya… Nadamás que deseo que me lo hagas de frente…
Y dicho lo anterior, doña Mercedes se volteó y empecé a meterle la lengua en el centro de sus nalgotas, hasta conseguir llegar a su ano, donde empecé a ensalivarle y le introducía la punta… Ella jadeaba y expresaba:
— Ahí… Ahí… Ahí… Ahí… Así amor, me está gustando…
Yo seguí mi exploración anal y de sus mismos fluidos embarré mis dedos y se los pasé por el ano, hasta que logré penetrarla con el medio y comencé la labor de distenderle el culo para después meterle el índice, lo cual aceptó, sin chistar, pero lanzando gemidos que denotaban el placer que estaba sintiendo…
Mi labor de mete y saca, pero con los dedos adentro, le estaba gustando… Ella metió sus manos por abajo y agarró mi verga, la cual respondió a la caricia, porque se fue erectando y ella se maravilló de sentir como mi verga cobraba vida…
Cuando sentí que estaba preparada para el ataque anal… La acosté boca arriba y le levanté las piernas, para colocar sus pies en mis hombros y mientras ella se abría las nalgas, mi verga se fue acercando a su ano, hasta que logré introducirle la punta…
V
No me precipité, porque vi su rostro y noté un gesto de dolor. Pero no dijo nada, no hubo un quejido ni el deseo de abortar la acción, porque era lógico que ella lo había buscado y lo deseaba…
Yo seguí en mi acción y le introduje otros cinco centímetros más que ella aceptó y sentí como hizo un ligero movimiento, como si acomodara sus nalgas para recibir el extraño cuerpo que se le metía en el culo…
Cuando le metí hasta la mitad del pene… Ella me dijo:
— Espera, por favor, no te muevas… Porque ahora si siento que me quema por dentro… Me está ardiendo…
Sus palabras me enardecieron y halagaron mi ego, porque nadie me había dicho que meterle mi verga le ardía o le quemaba… Así que en ese momento me sentía como el único hombre vergudo de la tierra…
Pero ya no aguanté más y sin misericordia a mi víctima anal, le introduje el resto de miembro y ella sólo se me quedó mirando en silencio, pero no hubo un signo de reproche…
Con toda la verga adentro del culo, doña Mercedes, se quedó impávida, pero se mordía los labios… Yo la veía, pero no alcanzaba a decirle nada… Mi virilidad estaba en todo su apogeo y disfrutaba de lo apretado de ese culo… Era curioso, pero había desvirgado a doña Mercedes por el ano y ella a pesar del dolor lo disfrutaba…
Poco a poco comencé a moverme y se la saqué de golpe, para introducirlo en toda su longitud… Ella se fue adaptando al movimiento y también hizo lo suyo… Ya su cara denotaba felicidad y gusto, parecía que el dolor había cesado y se disponía a disfrutar por el ano mi verga…
Cabe mencionar que en este acto habían colaborado las cervezas que llevaba dentro, porque a pesar del ardor inicial, ella se entregó por completo y sus movimientos se hicieron más frenéticos. Mientras yo le acompañaba el mete y saca con gran ritmo, además de aprovechar para besarle las plantas de sus pies y le mordía sus talones…
Ambos estábamos enfrascados en un mete y saca, pero a la vez disfrutando el acto en toda su intensidad. De vez en cuando miraba su rostro y la veía feliz… Bajaba la vista y veía como mi pene parecía estar más grueso que de costumbre… Era del tamaño de un bate de béisbol… Sin exagerar…
VI
Los dos intensificamos nuestros movimientos y su cuerpo se levantó de la cama, arqueó su espalda y bajó sus piernas para colocar los pies en la cama hasta fundirse con mi cuerpo… Estaba teniendo un orgasmo sensacional… Se quedó fija y ese instante se prolongó por escasos dos o tres minutos que a mi me parecieron siglos…
Era una realidad, doña Mercedes había gozado su desvirgada anal y ese orgasmo lo decía todo… Mientras yo seguí moviéndome lentamente para que siguiera concentrada en su corrida…
Hasta que ya no aguanté más y le aventé seis o siete chisguetazos de sémen que inundaron su culo y fue cuando ella recobró el sentido, porque me dijo:
— Que caliente está tu esperma… Siento que me arde… Pero estoy feliz de haber sido tuya por el culo… Te lo agradezco Román… Tu eres el primero y ese sitio siempre será tuyo…
Yo sólo sonreí y le saqué la verga… Así que me dirigí al baño y busqué una bandeja, la cual medio llené de agua y tomé una pequeña toalla, para darle un lavado de asiento… Lo cual me agradeció, porque era lógico que le ardía esa parte de su cuerpo…
Luego del lavado en el ano y limpiarle su vagina con el agua fresca de la bandeja… Tiré los residuos del líquido en la taza del inodoro y la enjuagué en el lavabo para colocarla en en lugar donde la había encontrado…
Cuando me devolví a la cama donde estaba doña Mercedes, ella dormía plácidamente… Por lo que no hice ningún ruido y me retiré a mi domicilio, dejando todas las puertas de la casa bien cerradas, excepto la que daba al patio…
VII
Al llegar a mi casa fui interrogado por mi abuela, quien me preguntó por qué había demorado tanto… Y sólo le dije:
— Lo que pasa es que siguió platicando de la fiesta a la que había ido y en que se festejaba el Dia del Agente Aduanal… Hasta que se quedó dormida…
Mi abuela Faustina, muy perspicaz, con el gesto de su cara me dio a entender su incredulidad, porque era lógico que no se había tragado la píldora… Pero no comentó nada… Al cabo que ella siempre decía:
— Cuídense gallinitas, porque traigo mi gallo suelto…
VIII
Cerca de la medianoche volví a mi incursión nocturna y a través de la azotea vecina, brinqué la barda y llegué al predio de doña Mercedes, para dirigirme a su recámara… Ella seguía profundamente dormida y me volví a desnudar para acostarme a su lado…
Cuando sintió mi verga parada que rozaba sus nalgas… Puso su mano en mi virilidad y la comenzó a aprisionar y masajear, al tiempo que me buscaba los testículos para apretarlos como a mi me gustaba…
Despertó y golosa, como era, se bajó para introducirlo en su boca y lamerlo, relamerlo y engullirlo en toda su longitud, para sacársela y volvérsela a meter, hasta que ya no aguanté esa forma de mamar y le llené la boca de leche caliente… Que ella saboreó, porque le gustaba el sabor de mi sémen…
Pensando que estaba adolorida de su ano… No me imaginé lo que a continuación describo… Me volvió a pedir que se la metiera por detrás, así que no puse objeción alguna y la puse en la posición de "perrito", para buscarle su ano y así como estaba de caliente, introducirsela poco a poco…
Su ano, en esta ocasión, no opuso resistencia, la verga entró como si fuera su funda ideal y la primer acometida fue hasta la mitad, para detenerme un instante… Pero ella se hizo hacia atrás y completó la faena… Todo mi miembro quedó adentro…
Mientras yo empujaba, ella se repegaba y logramos que nuestros movimientos se acompasaran y se volvieran rítmicos… Ahora si los dos disfrutábamos de ese momento y no queríamos que terminara, sino que se prolongara por mucho tiempo…
Pero llegó lo inevitable… Ella me pidió que nos viniéramos juntos y no fue necesaria tal petición… Porque en el momento en que ella lanzaba un fuerte alarido, yo llegué a lo máximo y le volví a llenar el culo de esperma…
Antes de que mi verga se pusiera flácida, ella se salió y se bajó para lamerla y dejarla limpiecita… Había gozado de nuevo… Aunque en esta ocasión, me dijo:
— Román, ahora si que me arde todo el culo… Pero lo he disfrutado… Gracias por hacerme tan feliz… Gracias por quererme y darme gusto, además, también te doy las gracias por preocuparte por mi… Me di cuenta cuando me trajiste y me acostaste, luego de lavarme… Eres un buen chico…
IX
Las incursiones nocturnas continuaron por algunos años, hasta que mi adorada Mercedes se enamoró de un comandante aduanal, quien se obsesionó con ella, al grado de divorciarse de su esposa y abandonar a sus tres hijos, para pedir su cambio a la frontera con Estados Unidos.
Ella no lo pensó mucho y en su despedida, me dio a entender que no quería interponerse en mi camino, porque era joven y yo encontraría una mujer de mi edad, con la cual hiciera mi vida marital…
Antes de irse y a pesar de andar con su nuevo enamorado, sostuvimos encuentros sexuales de gran intensidad y debo decir que el susodicho nunca entró al domicilio de doña Mercedes. Porque ese lugar sólo era mío y se tenía que respetar…
Llegó el día de la despedida y me dejó una carta, donde me decía lo mucho que significaba para ella y la consabida frase: "Ojalá y seas feliz".
Con el paso de los años, sólo supimos que había fallecido de cáncer en el estómago y su cuerpo nunca fue devuelto a Veracruz, sino que quedó en un cementerio de Ciudad Juárez… Hasta sus hijos le perdieron la pista…
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