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Desde chamaco en el barrio donde me crie, teníamos la costumbre de reunirnos con la palomilla en una esquina, Vicente, alias la lombriz, Salvador alias el loco, Jorge alias el nene y yo. Crecimos juntos y fuimos a la misma primaria y secundaria. Ya cursábamos la prepa cuando una noche llego el hermano de Vicente, Kike, con un moretón en el ojo izquierdo y el hocico roto. Le preguntamos qué le había pasado y nos dijo que un vato de la secundaria junto con otro lo había agarrado en el baño y le habían golpeado, agandallandole el reloj, dinero y una gorra. Le preguntamos si lo conocía y nos dijo que era del turno de la tarde y que iba en tercero. Nos pusimos de acuerdo en que iríamos a cobrársela al día siguiente. Fuimos como acordamos, llegamos a eso de las 06:45pm previniendo que fuera a salir temprano. Finalmente salió a las 08:00pm, pero no iba con el otro vato, iba acompañado de una chavita bien buena, alta, piernuda, de cinturita estrecha y cadera ancha, nalgona, de pechos ya pronunciados, cabello corto castaño oscuro, blanquita ella, con carita angelical, era una muñequita la chavita.
Sin importar que no fuera el otro vato, decidimos, cobrársela a este, más porque Kike y Vicente tenían ganas de madrearlo, aparte de Jorge y Salvador. Sin que se diera cuenta el vato, lo fuimos siguiendo y para nuestra suerte, vimos que le dio por un callejón donde a esa hora es rara la gente que pasa y hay poca luz. Ya que hay varias casas abandonadas, así como carros y un viejo taller.
Tanto la chavita como el vato iban bien distraídos y no se dieron cuenta de que íbamos detrás de ellos. Ya a medio callejón le llegamos por detrás, Kike, Vicente, Jorge y Salvador se fueron directo contra el vato agarrándolo de ambos brazos y metiéndolo a empujones dentro de unas de las casas abandonadas, yo me fui sobre la chavita, la agarre por la espalda, la tome por la cintura con el brazo derecho y con la mano izquierda le tape la boca mientras la empujaba casi cargando hacia dentro de la casa también. Al vato lo metieron hasta el fondo de la casa, yo me quede un poco atrás para que la chavita no viera las caricias que le iban a ser al vato.
Entre el forcejeo y los pataleos que hacia la chavita por liberarse, casi se tiraba al suelo, por lo que al levantarla, sus caderas se presionaban contra las mías y sus nalguitas presionaban mi hombría y me iba excitando y más porque sentía como su falda se iba enrollando sobre sus nalgas. Mi excitación aumentaba, por lo que decidí gozar un rato con ella. Casi cargándola la subí al segundo piso de la casa, la metí a uno de los cuartos, cerrando la puerta con mi pie. La empuje contra la pared, le quite su mochila y la eche al piso. La chavita se resistía, manoteaba tratando de girarse, por lo que saque una navaja del pantalón y se la puse en la mejilla derecha, que sin soltarle la boca le dije que se quedara quieta y que no gritara, que no le haría daño, que la bronca era con el vato. Y realmente no pensaba hacerle daño, sólo pensaba en tocar su delicioso cuerpo, nada más caldearla un poco, acariciar sus pechos, sus nalgas y tocar su panochita.
Entre los lloriqueos de la chavita, finalmente se quedó quieta, apoyó las manos sobre la pared, le dije que separara las piernas, obedeció pero no mucho, le repetí la orden y las separo más cuando le presioné un poco la navaja en su mejilla, ya cuando lo hizo, guarde la navaja, entonces bajé mi mano derecha y le comencé a acariciar su muslo derecho, subiéndole despacio su falda. Sentí como la chavita temblaba a mis caricias mientras no paraba de sollozar. Despacio y con la punta de mis dedos iba recorriendo su aterciopelado y firme muslo hasta que llegué a su cadera y papé el elástico de su pantaleta. La chavita no traía short y eso más me excitó provocando que mí verga se pusiera más dura y palpitara entre sus nalgas, que muy seguramente si la sentía. Le metí los dedos entre su pantaleta, los hice hacía adelante, palpando su suave vientre, ocasionándole que de sus labios escapara un suave gemido y que su bello cuerpo se estremeciera, empujando sus duras nalgas hacía atrás y arquearse su espalda. En mí calenturienta mente se me cruzo que la chavita se estaba calentando y quise comprobarlo. Le dije que le iba a soltar la boca, pero que no gritara, ya que de lo contrario se darían cuenta mis amigos y subirían a querer agasajarse con ella y que entonces sería peor para ella. No contesto, pero justo en ese momento se escucharon las voces de mis amigos quienes me buscaban, la deliciosa niña se quedó callada, sin mover el cuerpo, trató de girar el cuello de un lado y del otro buscando mí cara, pero no me podía ver bien pero yo sí, y entre la penumbra de la oscuridad pude ver el temor en su rostro. Puse mí dedo índice en sus labios y ella se quedó en completo silencio. La niña estaba bastante buena y ya estaba comenzando a cooperar, por temor o por gusto, no lo sabía, pero no me agrado la idea de compartirla. También me quede callado, no hice ningún ruido, tenía la esperanza que no me buscarán cuarto por cuarto, ya que entonces nos descubrirían y pedirían también mano con la chavita y si me negaba o salíamos mal o ahí acababa todo y tendría que dejar que se fuera, pero ellos la molestarían posteriormente, ya que estaban medios locos. No tenía la idea de forzarla o provocar una violación múltiple, solo, deseaba fajarla y caldearla.
Después de varios segundos que se nos hicieron eternos, oímos cuando salieron. Enseguida que se fueron, la chavita me pidió con muy poca insistencia y voluntad que la dejara ir, le conteste que no, que a hora estaríamos más tranquilos. Entonces metí mi mano más a dentro, hasta que sentí un suave, pequeño y aterciopelado montecito, fui más allá y por fin alcance esa virginal frutita. A penas si la toqué al meter mi dedo medio entre sus labios íntimos, me di cuenta que estaba empapada, así como su pantaleta. En ese instante, un fuerte gemido se escuchó de los labios de la chavita que arqueo su espalda y empujó sus duras nalgas contra mí ya dura y erecta verga que se acomodó enseguida entre ellas. No me fue difícil encontrar un punto de excitación en ella, ya que nada más movía tantito mí dedo y los gemidos no paraban de escapar de sus labios, esa niña estaba súper excitada. Comencé a mover mi dedo con suavidad y encontré su diminuto botoncito, mientras que con la mano izquierda le subí la falda arriba de las caderas. La suavidad de su pantaleta y lo aterciopelado de la piel de sus muslos y parte de sus nalgas me excito aún más, por lo que sin pensarlo más, me desabroche el pantalón, me lo baje un poco y me saque del bóxer mi erecta y dura verga, se la puse entre medio de sus nalgas y se la comencé a tallar mientras le acariciaba sus pechitos sobre su blusa con la mano izquierda. La chavita al sentir mis caricias y mi trozo de carne comenzó a mover sus caderas como si la estuviera penetrando, pero eso me hizo desear más con ella, así que me separe un poco y de un par de jalones le baje su pantaleta hasta los tobillos. Ella quiso voltearse y oponerse, pero débilmente, ya que sus gemidos la traicionaban en sus intentos, aunque junto un poco las piernas.
-¡Separa las piernas!- Le dije.
-¡No por favor!- Me contesto entre gemidos.
-Sepáralas, solo quiero seguir tallándotela.- Le dije. Pero esta vez con mis propios pies se las separe, pero ella levanto un poco su pierna derecha y se liberó de su pantaleta, luego solo recargo la cara sobre la pared y paro un poco más sus nalgas, mientras le volvía a acomodar la verga entre medio de ellas. Estas aprisionaron mi trozo de carne, la cual rápido se empapo con los calientes jugos que emanaban y goteaban de su rica frutita. Por unos instantes le volví a acariciar sus pechos con mi mano izquierda, por sobre su blusa, luego la metí por debajo de ella y su brassier y se los acaricie, eran suaves y firmes. Esto la hizo gemir aún más y comenzó a mover más sus caderas, su empapado sexo se golpeaba con la punta de mi verga y se estaba convirtiendo en un riesgo exquisito. Las levantaba y bajaba mientras las movía, en tanto yo arquee mis caderas al frente buscando que ese riesgo se convirtiera en una letal estocada. Mi verga estaba al máximo de dura y firme. Y en un instante, ella movió sus caderas al frente y cuando las vuelve hacer hacia atrás y las levanta, al mismo tiempo que yo me hago hacia atrás y las vuelvo a regresar con fuerza, pero más arriba, de un solo golpe entra en su estrecha, caliente y virginal cuevita.
-¡¡¡¡Hhhaaayyyy!!!! No, no por favor, no me la metas, me duele.- Me dice entre sollozos y gemidos.
Quiso hacerse hacia adelante y sacársela, pero, la agarre firme de sus cadera y no la solté, la mitad de mi verga estaba dentro de ella.
-No preciosa, no, estas bien rica. Que rico se siente, que apretada estas.- Le dije mientras me quedaba quieto por un instante. Sollozaba cuando de otra fuerte embestida se la metí más adentro y me quede quieto unos segundos, esta vez ya no se resistió, solo sollozaba.
La comencé a bombear despacio, sus sollozos fueron cambiando por suaves gemidos que poco a poco fueron más fuerte. Que rica y apretada estaba su cuevita.
-¡Ha! ¡Ha! ¡Ha!- Gemía con fuerza, lo estaba disfrutando ya que movía sus caderas al mismo compas que las mías.
-Que rica estas, que rica están tus nalgas mi niña. Vas a ser mi putita de ahora en adelante.- Le dije entre bufada y bufada. Entre embestida y embestida. Ella no me contestaba, solo jadeaba y gemía.
-Que rica mi putita, que ricas tetas tienes.- Le repetí.
En eso sentí como se contrajo su vagina y apretaba mí verga, estaba teniendo un orgasmo, ya que dejo de moverse y un largo gemido se escapó de sus labios. Pero yo aún no acababa, por lo que arrecie mis embestidas hasta que por fin pude estallar dentro de ella. Una, dos, tres explosiones inundaban su caliente y apretada cuevita con mi leche. Seguí bombeándola hasta que ya no salió ni una gota más, entonces me recargue sobre su espalda, así, sin sacársela, hasta que sola se fue relajando mi verga y se salió de su vagina, mientras le acariciaba sus suaves nalgas.
-Que rica estas mi putita y que rico te mueves. - Le decía mientras le acariciaba sus aterciopeladas nalgas. No dijo nada, solo se separó un poco, la solté y me hice hacia atrás, rápido me acomode la ropa mientas la miraba. La chavita no volteo, simplemente se agacho y se subió la pantaleta, se medió arregló la ropa y el cabello. Comenzó a buscar su mochila, la cual levante y se la di. Ella no me miraba, agachaba la cabeza para no hacerlo. Luego, la agarre del brazo y salimos de la casa, nos enfilamos hacia la avenida, no hizo el intento de mirarme. Unos metros antes de llegar a la avenida donde había más luz, la abrace por la espalda:
-Te dejo mi putita, otro día nos vemos. Que rico coges.- Le dije mientras aspiraba el aroma de su cabello y le besaba la nuca, ella no dijo nada. La solté y siguió caminando. Yo la mire y sin acercarme, a lo lejos fui observando que fuera segura.
Cuando llegue al barrio no estaba en la calle ninguna de la palomilla, así que me fui directo a mi casa. Llegue y me subí a bañar, ya ni cene, me fui directo a acostar. Esa noche no pude dormir de solo pensar en aquella chavita y que había cogido a una nena virgen.
Unas semanas después, un sábado para más exacto, oí que tocaron a la puerta, no baje, ya que oí que mi madre lo había hecho y hablaba con otra señora, me desentendí por completo. Unos minutos después me hablaba mi madre, con cierta pereza bajé, pero más que nada para también salirme a ir a ver a mi novia Saraí. Iba bajando las escaleras cuando oí que mi madre estaba presentando a mi hermanita Adriana y cuando iba casi llegando, ya me estaba presentando con la señora:
-Este es mi hijo, el mayor.- Dice mi madre.
Veo a una señora sonriéndome, le sonrió y al terminar de bajar la saludo.
-Esta es tu tía Edith, la hermana menor de tu papá.- Dice mi madre.
-Y ella es su hija Karina.- Me presenta mi madre a una chica de falda floreada, amplia y corta, con una blusa azul cielo, cabello corto y hermosa sonrisa, alta ella. Al tiempo que levanto bien la mirada y la veo y ella me ve. Le saludo con una sonrisa forzada, pero…sorpresa, era la chavita que había gozado semanas atrás en esa vieja casa abandonada. Esa chavita que al principio se había resistido y que termino por gozar de aquella cogida.
Me di cuenta que me había reconocido por la voz y tal vez también un poco por el físico, pese a que según yo no me había visto bien o no me había querido ver bien. Con nerviosismo le extiendo la mano para saludarla, ella no me extiende la mano luego y en su rostro también hay nerviosismo. Nuestras madres se dan cuenta y preguntan si ya nos conocíamos, y antes de que pudiera decir algo, ella contesta.
-Sí, ya nos conocíamos.- Contesta Karina.
- ¿Y en donde se conocieron?- Preguntan nuestras madres.
Karina me mira y sonríe un tanto seria. Espere lo peor. Sin dejar de mirarme contesta ella:
-Es que un día cuando salí de la escuela con unas amigas, me lo encontré, él iba con otros chavos y me comenzó a tirar piropos, me dijo que ¿si no quería ser su novia? Y ¿Qué si no quería ser su novia? Así me siguió por un buen rato.- Dijo ella.
Nuestras madres no aguantaron la risa y se carcajeaban mientras “mi prima” Karina clavaba su mirada en mis ojos, le sostuve la mirada, ya que en sus ojos se reflejaba entre coraje y sorpresa.
-Y tal vez si me convendría como novio, ya que hay muchos pandilleros cerca de la escuela, así como mi novio, tendría que ir por mí a la escuela y me cuidaría de cualquier desgraciado que me quisiera hacer daño.- Dijo sin dejar de mirarme ya seria.
Mi tía la secundo en ese aspecto, el que había muchos pandilleros cerca de la escuela y que semanas atrás a su hija la habían querido asaltar ¿asaltar? Ósea ¿que no había comentado nada sobre lo que le paso o lo que le hice?, a lo que mi madre también comento que yo conocía a algunos y que me respetaban. Entonces Karina dijo:
-Bueno, entonces con mayor razón le diré que si quiero ser su novia. A ver si así me respetan sabiendo que ando con él.- Sonreí levemente, mientras me miraba fijamente con unos ojos penetrantes.
Luego comento que unos días atrás, unos pandilleros habían golpeado a un alumno de la secundaria, pero que también él era pandillero y que en la escuela hacia sus fechorías con otros más. Varias veces pensé que me acusaría, porque yo estaba seguro de que si me había reconocido, pero no sabía porque no me delataba y acusaba ahí con nuestras madres.
En eso mi madre nos invitó a sentar para estar cómodos y seguir platicando, quise desafanarme de ahí, pero mi madre, mi tía y mi prima me lo impidieron, así que me quede ahí con ellas. Mi tía y mi prima se sentaron en un sillón juntas, mientras mi madre y yo, juntos en otro sillón frente a ellas. Mi madre frente a mi tía y yo frente a mi prima. La plática se fue extendiendo y se fueron adueñando de ella mi madre y mi tía, por lo que a Karina y a mí no nos iban tomando en cuenta, pero si nos nombraban. Mientras yo, a discreción miraba de arriba abajo a Karina, centrando la mirada entre sus piernas, ya que por lo corta de su falda le costaba un poco cubrir entre medio de ellas. Trataba de no mirarme, pero ante la insistencia de mi mirada, término por mirarme, su mirada era seria, entonces con discreción le hice seña de que separara las piernas, Karina me miro seca y con un tanto de coraje. Le sonreí con discreción, pero mirándola fijamente, ella esquivo mi mirada por unos segundos, miro a mi madre y a la suya, luego recargo sus antebrazos sobre sus piernas y las separo un poco, no podía ver mucho. Levanto su mirada hacia mí, entonces le hice seña de que separara aún más sus piernas. Despacio se enderezo y recargo su espalda, puso sus brazos cruzados en su abdomen y separo sus piernas dejándome ver claramente el color y parte del adorno de su pantaleta color rosa. Le sonreí, pero su seriedad era tremenda. Volvió a juntar sus piernas, pero le hice señas que no lo hiciera, ella con discreción protestaba que ya me había complacido, pero deseaba ver que tanto dominio tenía sobre ella, así que le hice señas que las volviera a abrir, en eso mi madre se paró y le pregunto a las invitadas si querían algo de tomar, a lo que respondieron que sí, en eso mi madre me dijo que la acompañara a la cocina para ayudarle, ahí me arruinaba todo, pero en eso se paró mi tía y se ofreció a acompañarla para seguir platicando, se fueron ambas a la cocina, dejándonos solos, entonces mire a los ojos a Karina y luego baje la mirada a sus piernas, las separo aún más de lo que lo había hecho, mostrándome mucho más de su parte intima, ¡¡uuff!! Por poco y me le voy sobre, pero me contuve.
-¿Contento? ¿Ya?- Reclamaba Karina.
Le hice con el dedo que se callara, pero no por miedo, sino en señal de dominio, no podía protestarme.
-Tranquila nena, eres mi putita y harás lo que te diga ¿ok?- Le dije sonriendo y con voz firme.
En eso oímos cuando regresaban, Karina cerró sus piernas y le sonreí. Nuestras madres pensaban que ya íbamos entrando en confianza e incluso nos dijo mí tía que porque no íbamos al cine, ya que su hija no salía y si iba conmigo así se distraería, le conteste que sí, que luego que hubiera una película buena, le invitaba. En eso me ofrecí a ir por ella a la escuela, para que no se regresara sola, a lo que mi tía estuvo de acuerdo así como mi madre. CONTINUARA.
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