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Categoría: Maduras

No hay nada como una madura insatisfecha como Tere

Ya habían pasado varios días de la última vez de Esther, con Sofi y conmigo. Durante esos días, Sofi seguía pensando en Maite y su marido. La calentaba mucho saber que eran muy sumisos, sobre todo el, que siempre dio miedo su simple presencia, no por nada en particular, pero siempre fue así. A Sofi la excitaba mucho la simple idea de dominarlos. Pero no había manera, porque tanto Maite como David, últimamente no paraban, estaban siempre fuera.



Pero mientras planeábamos nuestro encuentro con ellos, Sofi me fue contando vida y milagros de muchas parejas de allí. Cosas que yo no tenía ni idea, pero que ella se enteró por su madre y por cotillear muchas veces, las conversaciones de su madre y amigas, que por lo que me contaban algunas eran muy subidas de tono.



Así descubrí lo caliente que eran muchas vecinitas maduras, bueno cuando digo lo de calientes, por lo menos me refiero de palabra, luego la realidad podía ser bien distinta. Pero todo lo que me conto Sofi, hizo que me imaginara muchas situaciones, que antes veía más que lejanas y ahora las veía, no cercanas, pero si posibles.



Un día mi madre me dijo, que sin falta teníamos que ir a comprarme ropa y otras cosas, ya que me iba a estudiar a Alicante, decía que no podíamos retrasarlo más. Por lo que nos tocaba al día siguiente ir temprano a comprar. Cosa que no me hacía mucha gracia, ya que suponía, toda la mañana comer por ahí y regresar tarde, que a mi madre había que conocerla.



Por la tarde estando con Sofi tomando algo, aparecieron Ramón (un vecino) y mi padre, que fue verme y los dos se partían de risa. Yo en un principio pensé que sería alguna broma sobre Sofi y sobre mí, pero me equivoque. Se reían porque al día siguiente, el día de ir a comprar me tocaba ir además de con mi madre, con otra vecina que se llamaba Lola y con Tere la mujer de Ramón, riéndose me decían que me había tocado la lotería, eso me enfureció más. Ya me las imaginaba… “cuanto has crecido, eres un hombrecito ya, nos hemos enterado de que estas con Sofi…”.



Sofi me había contado de Lola que la gustaba calentar por lo menos de boquilla y de Tere que estaba más salida que el pico de una plancha (un dicho muy español).



Al día siguiente, con cara de resignación por mi parte, nos fuimos mi madre, Tere, Lola, Ramón, mi padre y yo hacia el metro. Que ellos vendrían con nosotros pero no a comprar. Las mujeres iban delante y nosotros detrás, ellos iban hablando de política y yo me limitaba a mirar los culos de Lola y Tere, Lola no estaba mal, pero Tere estaba de infarto, las dos poseían buenos culos, pero la delantera de Tere era XXL. Como llevaban faldas y tacones se notaban unas piernas estilizadas, aunque Lola se movía con más gracia. Ninguna de las dos estaban para hacerlas ascos.



Cuando llegamos al metro, nos enteramos de que había huelga, por lo tanto quería decir retrasos y mucha gente. Mi padre se ofreció a ir por su coche, en ese momento y en cuestión de segundos se me ilumino la mente, mi padre y Ramón sentados delante, lógicamente yo con las mujeres detrás. Pero Ramón insiste en ir en el metro, alegando que nosotros no tenemos prisa y que todo el mundo anduviera con coche, que será un follón circular y aparcar mucho más. Todos hacen caso a Ramón y yo mentalmente lo maldigo.



El andén está repleto, mi padre me avisa de que una vez dentro del vagón, no quite ojo a las mujeres que hay mucho listo. Yo digo que si con mi cabeza. Entramos como podemos en el vagón y yo por los empujones me quedo justo en la puerta contraria a la de la entrada, ellos se acercan a mí, cubriendo ellos a las tres mujeres. La que queda más cercana a mi es Tere. Ramón y mi padre siguen hablando de lo mismo, Lola y mi madre de una boda que tienen ese verano.



Me daba la sensación de que Tere iba abstraída en sus pensamientos, como me quedaba medio de lado, yo observaba esas tetas enormes que tiene. Que gusto daría perderse entre ellas, estaba pensando yo. Cuando me pilla mirándoselas. Estaba quieta ni pestañeaba. Estaba indiferente, como si estuviera por encima del bien y del mal. Ahora estaba más de frente a mí, me la quede mirando fijamente. Ella también hizo lo mismo sin inmutarse. Y como en un desafío ninguno aparto la mirada de los ojos del otro.



Seguimos mirándonos los dos quietos y sin mover un músculo. Me estaba poniendo nervioso, no sé si de excitación o de timidez, pero no deje de mirar. Al llegar a la siguiente estación, al abrirse las puertas entro mucha más gente, no cabía ni un alfiler más, eso hizo que hubiera movimientos. Quedando Tere más cerca de mí, pero se dio la vuelta para hablar con Lola y con mi madre. A mí también me empujaron y movieron, quedando justo detrás de Tere. Me agarre a la barra donde Tere iba agarrada también, cuando mi mano hizo contacto con la suya, fue como una descarga, me empecé a excitar. Yo movía la mano como quien no quiere la cosa y ella aguantaba el tipo.



En otro movimiento de la gente y lo digo de verdad, sin querer le puse todo mi paquete en su culo, que tuvo que notar la media erección que tenía. Yo creo que hasta me puse rojo.



- Perdona, pero están empujando de atrás



 



Ella en tono comprensivo y con una gran sonrisa, me dijo…



-No te preocupes.



Le devolví la sonrisa. Pero estábamos tan apretados que yo seguía pegado a ella. Yo ni respiraba, para no rozarme y no llegar a una erección total. Pero con el traqueteo y tanta gente era imposible del todo. Ahora la punta de mi polla quedo en el mismo centro de su culo. Si no llevara esos taconazos no hubiera llegado a estar ahí. Pensé yo.



“Eso” empezó a crecer de una manera rápida y bestial, no se podía ocultar. Ella se quedó quieta. Se giró y me miro directamente a los ojos, la mirada no supe interpretarla, si era una mirada o no. Mi movimiento era mínimo, yo diría que imperceptible. Ella tomo otra actitud, se movía suavemente, yo no sabía si por el movimiento propio del vagón. Decidí salir de dudas. Me moví y empuje descaradamente. Ella carraspeo, le debió pillar de improviso. Después de un ratito haciéndolo, pare y trate de no rozar. Cuando noto, que como quien no quiere la cosa, como si fuera accidental ella se pega a mí. Tengo una erección como nunca, me pierde el peligro y el morbo. Ya estamos en otra estación, sale gente pero yo creo que entran más, esta vez logro colocarme otra vez pegado a la puerta que no se abre. Posición más discreta para mí. Cogí por la parte de atrás de ella su cintura, atrayéndola de forma discreta hacia mí. La sentí muy nerviosa, pero se dejó llevar, no creo que nunca ella se hubiera visto en una igual.



El metro se puso en marcha de nuevo. Ahora saldríamos ella y yo de dudas. Mi mano se abrió paso por debajo de su falda, recorriendo sus muslos de abajo hacia arriba. Yo esperaba su reacción y fue, ponerse el bolso delante, sujetándolo con las dos manos y no opuso ninguna resistencia. Lo que no sabía si por no montar un escándalo o simplemente por gusto. Cuando mis manos llegaron a sus bragas me detuve. Quería ver como reaccionaba, quería saborearlo. Recorrí muy lentamente el contorno de sus bragas. Llegando con mis grandes dedos a tocar su rajita desde delante hacia detrás. Notaba aunque trataba de disimularlo, que la respiración había variado y donde más se notaban, eran en sus enormes tetas.



Para mi estaba siendo súper excitante. Ver la sonrisa estúpida de su marido, además de recordar lo gracioso que fue el día anterior. Fue acordarme de eso y no me lo pensé más, con mi hábil mano, aparte a un lado las bragas y lo que con ellas solo parecía humedad, era un rio. Desde atrás y con mi dedo llegue al clítoris, moviéndolo en círculos.



Lola la pregunto ya que la parecía que tenía mala cara. Ella como pudo la contesto que era por el agobio de tanta gente. Ahora aproveche y la metí dos dedos, que creí que lo mismo costaría, pero entraron como en un tarro de miel, sin ningún problema.



Quedaba poco para llegar a nuestro destino, pero la siguiente estación mientras yo metía hasta lo más hondo y sacaba mis dedos, entro más gente, que parecía imposible, pero entraron. Fuertemente empujaron y todo el mundo se movió, quedando Tere y yo separados un poco del resto. Ramón y mi padre me hicieron señas de que estuviera pendiente y yo con la cabeza les hice señas de que no se preocuparan, pero pensando a la vez “metieron al lobo a cuidar las gallinas”.



Ella quedo de frente, lo que aproveche sin cortarme nada, para con disimulo chuparme los dedos. Ella me miraba con ojos encendidos (no sé si de enfado, excitación o ambas cosas). Ya me daba igual todo y con el mismo disimulo, puse una mano de tal manera que podía tocar sus esplendidas tetas, ella me miraba con insistencia y fijamente a los ojos. Se acercó a mí y me dijo al oído…



-Ya vale hijo puta, o te estas quieto o monto el follón.



Deje de tocarla las tetas, pero no me rendí, a la misma vez que le metía ahora la mano por delante y sus bragas seguían como las había dejado, llegue a su clítoris  el cual estaba como una piedra inclinándome un poco la dije al oído…



-Monta el follón que quieras. Sabía que seguías mojadita para mí.



Ella miraba incrédula



-Ahora putita abre las piernas para mí.



Ella con la cabeza y un gesto duro, de rabia, dijo que no. Pero al rato su calentura la traiciono y yo creo que sin querer, en contra de su voluntad abrió bastante las piernas. Yo con una sonrisa malévola la dije…



-Así me gusta putita que te abras para mí.



Ella no decía nada, pero yo seguía martilleando su clítoris. De pronto agacho un poco la cabeza, me agarro clavándome las uñas con una mano en mi pecho, la otra mano apretó fuertemente mi brazo, con la cara desencajada. Así estuvo un rato, luego poco a poco fue relajando sus manos. Era evidente que había tenido un buen orgasmo.



Pero yo no había acabado, como pude la gire de nuevo, la pegue mi polla entre sus dos nalgas, un culo por cierto muy durito. Ella se giró un poco y me dijo con voz seria…



-¿Ahora qué esperas… jooooder?



Ni me moleste en contestarla, volví a meter mi mano de nuevo por detrás, moje nuevamente bien mis dedos. Ella otra vez se dejaba hacer, se estaba excitando cada vez más. Ahora quise comprobar cómo era ese culito. Dirigí uno de mis dedos a su culito. Ella dio un respingo, costaba entrar, yo no sabía si era por la posición, pero ella agarro mi brazo fuertemente y me lo quitaba, logre meter mi dedo, ella se medió giro y me dijo…



-Por favor, para, por ahí nadie me ha tocado.



Quite mi dedo, no por lo que me dijo, fue porque la siguiente estación era la nuestra. Pero aproveche para decirla…



-Que eso había que solucionarlo. Que era un desperdicio no aprovechar un culito tan precioso como ese.



Ella me miro con cara de alucinamiento.



Llegamos a la estación y nosotros bajamos los últimos. La volvieron a preguntar qué tal estaba. Ella se limitó a decir, que seguro que en la calle sin tanta gente se sentiría mejor. Todos y todas empezaron a decir que era muy agobiante, etc.



Yo iba callado solo pensando en la forma de rematar la faena. Porque sabía que no sería nada fácil. O por lo menos lo intuía. Pero sabía que no era imposible. Mi padre y Ramón se despidieron marchándose. Ramón hizo la gracia de decirme, que como era capaz de aguantar a esas tres pesadas y sobre todo a la suya, que ya me cansaría de oír sus consejos. No hice ningún comentario, pero pensé en lo que haría si podía, entonces nos reiríamos nosotros, por lo menos yo.



Marchamos hacia unos grandes almacenes muy famosos, las tres iban hablando de ropa y unas cosas que habían visto con anterioridad. Tere hablaba normal, se encontraba ya más tranquila. Eso sí, ni una mirada hacia mí. Pero como si no hubiera pasado nada. Lo primero que hicimos nada más llegar, fue comprar todo lo necesario para mí, bueno, lo que mi madre consideraba que era necesario para mí, para mi estancia de un año en Alicante.



En la zona de pantalones vaqueros no hubo ningún problema, los que elegí me quedaban perfectos. Luego fuimos por polos y camisas. Cogimos varios polos y camisas. Fui al probador. Salí y dije que los polos ninguno y que las camisas me quedaban pequeñas. Hay empezó la “guerra”, ya que según ellas era imposible que me quedaran mal. Me hicieron volver al probador y ellas detrás. Las dependientas mirando, era vergonzoso, un tío tan grande como yo aguantando a las tres.



Me puse un polo azul y abrí la puerta, todas diciendo que me quedaba perfecto, que vaya hijo más fuerte, como lo disimulaba… y mil cosas más. Pero a mí no me gusta ni me gustaba llevar la ropa tan ajustada, no lo creía necesario. Mientras las oía decirme un montón de cosas, me probé una de las camisas, que pasaba como con el polo. Me la vieron y me dieron un poco la razón, ya que los botones parecían que saltarían. Lola mirando y tocando, para ver lo justo de la camisa, me sobaba los brazos y decía, caramba con el niño. No parece la edad que tiene, es dos veces mi hijo.



Al final conseguí unas camisas con una talla que me gustaban más. Pero los polos los que eligieron, digo eligieron porque lo decidieron entre las tres. No me moleste en decir nada más, porque sabía de antemano que era una batalla perdida. Cuando termino en el probador, salgo y no están, salgo fuera y las veo mirando ropa. Tere estaba de espaldas medio agachada y vaya culazo, con lo que me ponen.



Yo creía que ya había terminado mi parte, cosa que me alegraba, ya que se estaba llenando de gente. Sorpresa la mía cuando mi madre dice de ir a la zona de ropa de vestir. Ella me ve la cara de mala leche que pongo, me mira y me dice, algo de vestir tienes que llevar por si vas con tus tíos a algún sitio. No quiero que mi hermana me diga luego nada. Por cierto unos tíos que llevaban cinco o seis años sin verlos, ya que cuando venían en verano, yo solía estar de campamento.



Con resignación y por no discutir, fuimos a donde la ropa de vestir, ropa que probablemente no usaría. Aquí si hubo problemas con las tallas, ya que los que me quedaban bien de cintura y de piernas, hacían que se me notara el paquete más de la cuenta, con los vaqueros se disimulaba más. A mi madre eso la ponía de mal humor, no le gustaba. Tere no decía nada, Lola decía barbaridades y que si la naturaleza había sido buena conmigo que lo luciera.



Mi madre ante esos comentarios se disgustaba más. Me paso otros pantalones y mientras oía como en voz baja, mi madre le decía a Lola que no se pasara conmigo y esos comentarios, que yo era cortado y muy tímido. Se me escapo una sonrisa viéndome en el espejo del probador, pensando en la car de Tere y si mi madre supiera.



Los nuevos pantalones eran de chiste, me sobraban de cintura y de pierna. Nuevamente abrí la puerta y cuando me vieron se rieron todas menos mi madre. Así que al final los otro pantalones, pero eligió tres de colores oscuros.



Yo ya estaba “feliz” por hacer acabado. Ahora mi mente volvía a estar en acción, para ver como poder “entrar” otra vez a Tere. Que además se notaba que estaba a la defensiva.



Llegamos a la primera sección de mujeres, se pusieron a mirar toda la ropa habida y por haber. Yo solo tenía en esos momentos ojos para Tere. Nuestra mirada se cruzó, cuando me di cuenta que ella me observaba mirando a un espejo. Dirigí mi mirada al espejo y la guiñe un ojo, rápidamente miro para otro sitio.



Llego una dependienta, se pusieron a hablar, eligiendo la dependienta ropa que le fue pasando a cada una. Dijo que ahora traía lo otro que le habían pedido y lo tendrían preparado. Mi madre la dijo que no se preocupase y señalándome a mí, que yo se las pasaría. Tere se quedó como un poco tensa, cuando oyó a mi madre.



Una vez que la dependienta trajo la ropa que faltaba, me fui hacia los probadores, que se oía que había más gente, no tenía ni idea donde estarían ellas. Allí estaba yo en ese minúsculo pasillo. Oigo a Lola que dice… “¿Carlos estas ahí?, respondiéndola que sí, me acerco a donde he oído la voz, se abre la puerta y esta vestida con un vestido de los que se está probando, mira la ropa que llevo y coge parte de ella.



Luego pasa lo mismo con mi madre. Oigo a mi madre y a Lola, diciendo que tienen dudas… pero la que no dice nada es Tere. Abrió Tere la puerta, me pillo fuera de juego, salió y cogió el resto de la ropa, me dio la espalda y se dirigía a su probador. Otra cosa no será, pero osado, atrevido y decidido, lo soy mucho. Y si la mujer me gusta no me da temor el sitio, todo lo contrario me da mucho morbo.



Seguí ese culito que me llamaba, metiéndome detrás de ella y poniendo el pestillo. Vi por el espejo su cara de asombro. A la vez que la comía el cuello, metí mi mano por detrás, no estaba mojada como antes, pero note que a pesar de su “resistencia” su coñito la traicionaba, por lo rápido que se mojaba. La veía mordiéndose el labio, ya era mía, o eso creía yo. Con toda la tranquilidad del mundo y musitando, me dijo que ahora le tocaba a ella.



Se dio la vuelta, me desabrocho el pantalón, me toco por encima del boxers y me dijo que me sentara en el asiendo que había, que lo pasaríamos bien, todo esto me lo dijo al oído con una voz muy sensual, mordiéndome al final el lóbulo de la oreja. Me tenía excitadísimo, cuando de pronto abre la puerta, que no me di cuenta cuando quito el pestillo, saliendo al pasillo, diciéndome en voz alta que le hiciera el favor de coger toda la ropa. Me recompuse como pude rápidamente y salí fuera.



Ella me miraba y tenía sonrisa de una mujer perversa. Cuando salió mi madre y Lola, se acercaron a la dependienta y le dijeron lo que querían llevarse. Por detrás se me acerco Tere, en voz baja me dijo…



-Por muy grande que seas, para mi sigues siendo un mocoso. No permito ciertas confianzas al gilipollas de mi marido y mucho menos a ti. (Dijo con cara de orgullo, victoria y de ser superior)



En ese momento me dio igual todo, donde estábamos y con quien. Me di la vuelta y mirándola fijamente a los ojos dije…



-No sé lo que le consientes o dejas de consentir al gilipollas de Ramón y no me importa. Pero sabes muy bien que nunca te habías mojado de esa manera y no te acuerdas de un orgasmo igual que el del metro. Pero lo más importante que me pedirás que te folle y que te estrene ese culito tan desaprovechado.



A ella se le quito esa cara que puso y no aguanto la mirada. Quedándose seria, bueno más que sería pensativa.



Iba tan fuera de juego, que llego donde la dependienta diciéndola que se llevaba todo. Lola y mi madre, la decían con ese cuerpo es que todo te queda bien y se rieron. Pero ella seguía a lo suyo. Mi madre la dijo que la pasaba, que mañana más rara llevaba. Ella contesto que lo mismo era que tenía el estómago vacío. Rápidamente Lola y mi madre dijeron de ir a la última planta que estaba la cafetería.



Cuando llegábamos a las escaleras mecánicas, las primeras que pasaron fue Lola y mi madre, agarrando yo con disimulo a Tere, para que una mujer pasara delante y nosotros detrás, ella me miraba con cara muy seria. La miro y la digo…



-En una cosa tenías y tienes razón.



-¿En que si se puede saber? Pregunto extrañada.



-En que tu marido es un gilipollas.



Yo creo que se oyeron sus risas en todas las plantas de los grandes almacenes. Mi madre y Lola, se giraron y la miraron con cara de incredulidad. Seguimos subiendo y la dije que además ella era “mucho arroz para tan poco pollo”, esta vez se aguantó la risa, pero note que le hizo gracia.



Lola dijo que le contáramos el chiste, para reírse ellas también. Yo haciéndome el tonto, apoye a Lola diciéndome que no tenía ni idea de esas risas, que la había preguntado y no me quiso contestar. A Tere no el quedo más remedio que dar una explicación, alegando que se había acordado de un chiste que la contaron, que en el momento no lo pillo y pero ahora sí. Dijimos todos que lo contara, pero dijo que la daba vergüenza y zanjo el asunto. En la cafetería nos tocó sentarnos en unas mesas de esas que quedan dos cara a los otros dos. Yo sin pensármelo me senté con Tere y nadie le dio importancia, exceptuando Tere que seguro que algo estaría pensando sobre eso.



Pedimos las consumiciones. Mientras hablaban yo aprovechaba para tocar la pierna de Tere con mucho disimulo. Ella se levantó del asiento me pidió que la dejara pasar, ya que en esos asientos todos entran por el mismo sitio y dijo que iba al servicio, automáticamente las otras dos mujeres, dijeron que ellas iban también, dejándome a cargo de todas las bolsas.



Cuando regresaron ya estaban las consumiciones en la mesa, pero me lleve un chasco cuando Tere dijo que prefería sentarse en el otro lado, que donde se sentó antes le daba el aire acondicionado en la espalda. Mi madre cambio el sitio, me contrario, pero Lola la dijo que pasara ella primero, que no le gustaba quedarse contra la pared. Me sonreí porque quedaba justo enfrente de mí.



Como las mesas quedan ciertamente demasiado justas, me valdría para poner en marcha mi nuevo plan. Ellas tomaban café y una porción de tarta. Yo solo café. Me quite el zapato y con las piernas grandes que tengo, no fue ningún problema poner uno de mis pies entre las piernas de ella. Cuando la noto casi se atraganta. Me miro, que parecía que se le saldrían los ojos de sus orbitas.



Trato como pudo de impedir que mi pie avanzara, pero no lo logro. Jugaba con mi pie en su entrepierna, al ratito notaba la humedad. Mucho protestar, mucho decir no, pero su coñito la seguía traicionando. Y sus pezones también. Se le notaban cada vez más marcados. Eso me excitaba a mí. No lo podía evitar unas buenas tetas me podían cachondo siempre, al igual que un buen culo.



Estaba tan acelerada que se comió la tarta la primera y con diferencia, el comentario de Lola y mi madre, fue el de que sí que tenía hambre. Ella se limitó a decir, que había prisa, que si querían llegar puntuales a donde habíamos quedado con Ramón y mi padre, para comer. No podíamos entretenernos mucho, ya que nos quedaríamos sin cosas que tenemos que comprar.



Yo no sabía nada de la comida, por lo que pregunte. Diciéndome mi madre que creía que lo sabía. Acabaron rápido de desayunar y nos levantamos. Cuando salimos de la cafetería, note un pellizco fuerte y era Tere con cara de mala leche. Sonreí pensando que ya me vengaría yo.



Fuimos por varias secciones, hasta que mi madre me dijo, que si quería podía y a ver lo que quisiera. En mi cabeza algo me decía, que era una forma sutil de decirme que molestaba, en ese momento concreto. Dije que daba igual que estaba bien ahí.



Pusieron cara rara y entendí el porqué, íbamos a la zona de lencería. Entonces las dije que estaría dando alguna vuelta por otras secciones. Se quedaron más tranquilas. Pero antes de irme, le dije al oído a Tere que seguro que el color blanco a ella la quedaría de 10, además es el que más me gusta. Hizo que me ignoraba, pero vi cómo se aguantaba una sonrisa.



Acabaron y ya llevábamos el tiempo justo. Llegamos al restaurante y ya nos estaban esperando. Golpecitos en el reloj para que lo viéramos, siempre igual, no se puede quedar con vosotras… mayormente todos los comentarios de Ramón, eso si mi padre le reía las gracias. Quedamos sentados de tal manera, que Lola quedaba a mi derecha, Tere a mi izquierda, luego su marido, el siguiente mi padre y para terminar mi madre.



Mi padre pregunto y en qué momento pregunto, que si habían comprado mucho. Todas dijeron cosas y Lola añadió sin ninguna mala intención, que también vuestras mujeres han comprado una ropita que os gustara. Lógicamente se refería a la lencería, pensé yo. Fue acabar de decirlo cuando ramón dijo mil barbaridades, que para que, si ya estaban muy vistas, que no tenían 18 años, etc.



La cara de todas y todos era un poema. No me corte y dije…



-Más de una de 18 quisiera estar así. (Sentencie)



-¡CARLOS! Dijo mi madre con cara seria y de asombro.



-¡AHORA MISMO PIDE DISCULPAS! Ya hablaremos en casa, dijo mi padre con cara de pocos amigos.



Mirando a mi padre me quede callado.



-He dicho que pidas disculpas, volvió a decir mi padre.



Note la mano de Tere agarrando mi muslo, como diciéndome que hiciera caso a mi padre.



Yo con mi mano izquierda toque y agarre la mano de Tere, pero esta vez no era para toquetear, era para que sintiera.



Pedí disculpas de aquella manera y cuando Tere saco la mano de donde la tenía, me dio dos suaves toquecitos en mi mano.



Todo decidido le dije a Tere, pues teníamos toda la razón, a ella le cambio la cara, aguanto la risa y todos extrañados me preguntaron de que hablaba. Yo con total soltura dije que al salir de los grandes almacenes Tere y yo dijimos, que ahora mucho calor y cuando lleguemos al restaurante nos helaremos.



Nadie le encontró la gracia salvo Tere y yo, porque ella sabía que me refería al comentario de lo gilipollas que era su marido. Durante toda la comida estuve con mi pierna pegada a la de ella, no me siguió el juego como me hubiera gustado, pero tampoco se quitó ni trato de evitarlo.



Mi madre me miro, pero esta vez era con una mirada de que me comprendía, pero…



Llego un hombre que conocía a mi padre y a Ramón, se pusieron de pie se saludaron, estuvieron hablando. Lo que aproveche para acercarme al oído de Tere, diciéndole…”no se hizo la miel para la boca del asno” y tú eres las más rica miel añadí.



Ella se volvió a reír. Mi madre aprovecho también para decirme que me estuviera calladito el resto de la comida, que mi padre estaba bien cabreado.



Me quede callado pero no quieto. Seguía rozando mi pierna con la de Tere. Me gustaría cogerla allí mismo, apoyarla sobre la mesa, levantarla la falda y follarmela delante del gilipollas de su marido. Estando en estos pensamientos, no me entere de que me estaban hablando y mi madre me dijo que me daba lo que quisiese por mis pensamientos. Sonreí y no dije nada.



Ramón dejándole una cartera grande a su mujer y con muy mala leche dijo… los hombres nos vamos, vosotras y el “niño” a seguir de compras. Tere me vio que le iba a contestar y me agarro más fuerte que antes el muslo, me hizo hasta daño con esas uñas.



Nosotros fuimos a un par de tiendas más, en el camino a ellas, mi madre quiso ayudar a Tere que iba muy cargada, cogiendo la cartera de su marido. ¿Qué lleva tu marido aquí? Pesa como un muerto. Carlos tu que estas más fuerte llévala. Así lo hice y era verdad que pesaba bastante. Tere me lo agradeció con una sonrisa.



Yo solo pensaba en la hora de la vuelta en metro, me iba a poner las botas. Pero mi gozo en un pozo. Decidieron que con tantas bolsas y el metro como estaba, mejor era coger un taxi. No me gustó nada. En el taxi iba yo delante, más enfadado que un mono. Todo se había ido al traste.



Pero nunca es tarde si la dicha es buena. Llegamos al barrio y mi madre me dijo, ayuda a Tere, sobre todo con la cartera esa. Tere abrió la boca para protestar o para decir que no hacía falta, cualquier cosa de esas. Pero mi madre la dijo que no se hablaba más, que yo la ayudaría, que ellas llevaban poco peso.



Tere con cara resignada, dijo que yo seguro que tendría ganas de irme por ahí, que estaría ya cansado de el día tan aburrido… yo dije que era un momento, que no me costaba nada.



Yo solo deseaba que su hija no estuviera en casa. Cuando pasa una moto que se para justo a nuestro lado. Era la hija con el chico que salía, la pidió dinero diciéndola que casi seguro que llegaría tarde por la noche y a mí me dijo riéndose… Carlos que te pague que la esclavitud ha sido abolida, nos reímos todos. Aunque yo creo que Tere un poco forzada.



Ella debió leer mis pensamientos, ya que nada más arrancar la moto e irse la hija, me miro diciéndome que no me hiciera ilusiones y que no me equivocara con ella. Lo dijo además muy seria, con firmeza.



Yo hacía muchos años que no entraba en esa casa, cuando lo hice me di cuenta que estaba cambiada. Tere se dirigió al salón, diciéndome que lo podía dejar todo ahí mismo. Lo hice y se produjo un silencio, ella no decía nada y yo tampoco. Ella como si no hubiera pasado nada, solo me dijo que diera las gracias a mi madre por todo. Yo mirándola y en tono jocoso, la dije y a mí que he sido el que he cargado… que me zurzan. Eso me pasa por ser bueno.



Ella me miro sin sonreír y me dijo ¿tu bueno?, tú eres un sinvergüenza depravado. Era el momento de hacerme el indignado, pensé. Con tono seco dije ¡ADIÓS! Encaminándome a la salida. Ella se quedó cortada y me pidió perdón. Que no me había portado bien por la mañana, pero que tenía que reconocer que fui el único que la defendió en el restaurante.



-No me lo recuerdes, la dije.



-¿Por?



-La que me espera con mi padre va a ser buena. Ya sabes la mala leche que tiene y como se las gasta. Dije exagerando.



-De verdad que lo siento.



-Es problema mío, ya saldré de él.



-Si te pudiese ayudar o compensar en algo… pero no en lo que tú quieres. No te equivoques.



-No tienes ni idea de lo que yo quiero.



-Lo sé de sobra.



-Te equivocas de medio a medio seguro. (Ya tenía ganado el 50%)



-Que no me piques que soy muy mayor para que me líes.



-Te hago una apuesta, para que no haya trampas, yo apunto en un papel lo que quiero y tú lo que crees que quiero. Es más te dejo poner dos cosas. Si aciertas hago lo que tú digas, pero si acierto yo haces lo que ponga el papel.



Ella se quedó pensativa y después de un rato, se fue a un cajón saco un bloc, me dio un rotulador y una hoja, ella se quedó con el bloc y otro rotulador. Iba a escribir cuando me dijo…



-Un momento, si acierto yo, que acertare. Me tienes que dar tu promesa de que olvidaras lo de hoy y lo más importante que jamás lo volverás a intentar ni insinuar.



-Acepto, yo mis promesas las cumplo siempre. Pero no sé si tú cumples las tuyas.



-Yo siempre cumplo.



Yo escribí rápido y ella tardo un poco más. Nos intercambiamos los papeles. En su papel ponía…



“Hacer algún tipo de sexo. O un beso”.



Ella leyó el mío y su cara era de asombro. Ya que ponía…



“Verte puesta las dos bolsas que has comprado de lencería”



Yo estaba satisfecho de ganar mi primera “batalla”, pero todavía me faltaba ganar la última.



Su cara era de… tierra trágame. La notaba pensando rápido, para que se le ocurriera algo. Pero para no darla tiempo dije…



-Bueno, ¿Ahora quien es quien se raja?



-Es que te lo juro Carlos, jamás ningún hombre que no sea mi marido me ha visto como tú quieres. Ramón ha sido el único en todo.



-Tranquila no pasa nada si ya me lo imaginaba.



-No es eso, es que…



-Olvídalo y aunque no ganaste yo cumpliré olvidando todo.



-Espera que yo cumplo siempre, déjame un respiro.



Ya estaba todo encaminado. Poco quedaba ya. Solo de pensarlo me estaba excitando. Ella sin decir nada cogió una de las bolsas y se fue a una habitación. Era imposible que tardase tanto, me imaginaba que estaría nerviosa, súper cortada e indecisa.



De pronto apareció con un conjunto de color verde coral clarito. Tuve que cerrar la boca para que no me saliera el corazón por ella. El sujetador le aguantaba esas tetas de milagro. La braguita era espectacular, poco dejaba a la imaginación. Me quede cortado, todo lo que había pensado decir cuando apareciera, no me salía. La dije que se diera la vuelta y no lo dudo cuando lo hizo, el culo era espectacular. Se notaba las horas de gimnasio. No como a Ramón que esta barrilete.



Ella se volvió a dar la vuelta y me pregunto con voz cortada que me parecía. A lo que la conteste, que al final se lo diría. La di el resto de las bolsas y se las llevo. Esta vez tardo menos y apareció con la ropa de color blanco. No me pude aguantar y la dije, ves como el blanco seria él no va más.



Se transparentaban los pezones oscuros y ahora bien empitonados, como el coñito que se le notaba más. Se dio la vuelta yéndose para la habitación, diciendo queda el último y promesa cumplida.



Este era negro, con medias, liguero,  babydoll que se trasparentaba todo y se veían claramente los pezones. Mi polla estaba que reventaba, para que no se fuera la hice darse la vuelta, ella decía que mejor no. Pero no tuve que insistir mucho, por detrás no había nada de tela, era una cinta que se metía entre sus nalgas, dejando el culo al aire totalmente.



Sabía de sobra que la batalla estaba más que ganada, era cuestión de decidirse. Me acerque por detrás de ella, la agarre sin propasarme por la cintura, diciéndola al oído y suavemente…



-Es una autentica pena.



-¿El qué? ¿A qué te refieres?



-A que tu marido no sepa apreciar lo que yo estoy viendo. Lo que yo lamería, chuparía, mordería hasta empacharme, sin dejar ni un poro de tu piel libre de mi lengua, de mi boca.



-Eres un exagerado un adulador.



-Lo que tú digas, pero… ¿hace cuánto no te tratan y no te dan lo que tú quieres, lo que  necesitas?



-Tu que sabrás de lo que yo quiero o necesito. No todo es el sexo.



Mientras decía esto, yo subía mis manos hasta las tetas de ella, tocándoselas por encima del babydoll. Sobando bien sus pezones, que los notaba crecer más entre mis dedos. Lamiéndola y besando su cuello desde atrás. Yo la notaba vencida. No se movía se dejaba hacer.



Ahora con mi otra mano la lleve a su coñito, pegándola a la vez mi paquete a su culo. Lo tenía totalmente empapado, con esa prenda minúscula, era facilísimo tocar lo que quisiera. Ella no decía nada ronroneaba. Notaba como en cada beso, lamida que la daba en su cuello, la piel se erizaba. Muy buena señal.



-Eres un cabronazo, ya has conseguido lo que querías.



-Todavía no.



-¿Qué es lo que quieres, esto? Llevando una mano hacia atrás y tocándome la polla por encima del pantalón. Joder con lo que tiene el “niño”… ya lo quisiera tener mi marido.



-Llevas buen camino.



Ser dio la vuelta y nos besamos apasionadamente. Nuestra respiración se iba acelerando a marchas forzadas. Con sus dos manos y nerviosa, empezó a desabrochar mis pantalones, que rápido cayeron al suelo. Me bajo los boxers y agarro mi polla, se apartó un poco y no pudo evitar mirar hacia abajo. Diciendo solo… es un tamaño respetable, como las de las pelis porno. No sé si…



-Tranquila Teresita que siempre hay una primera vez para todo. Simplemente disfrútalo.



Se agacho introduciéndose mi polla en la boca, no pude evitar un gemido ahogado. Se notaba que la costaba metérselo, pero lo hacía de una forma golosa, pasando también su lengua por todo el tronco y volviéndosela a meter lo más que podía en su boca.



-Ves como lo necesitabas.



-Mirándome a mis ojos, se medio sonreía y la chupaba.



-No te pares, que lo haces muy bien.



-Me encanta la polla que tienes. Es grande y dura como me gustan. Si el gilipollas de Ramón me viera hacer le daba un infarto.



La hice que parara de comerme la polla, la cogí en brazos y me la lleve a la habitación donde se estuvo cambiando.



-En mi cama no, vamos a otra habitación decía.



-Aquí, así cada vez que te acuestes te acordaras de lo que pase hoy.



-No imaginaba hasta hoy lo cabrón que podías ser. (Y me beso)



La tumbe en la cama, aparte su tanga con suma delicadeza y comencé a comerme su jugoso coño. Mi lengua parecía tener vida propia y sabía perfectamente qué hacer en su entrepierna, donde tocar con mi lengua para hacer que se volviera loca, teniendo varios orgasmos seguidos. Al correrse varias veces, ella me dijo que era multiorgásmica, que no me preocupara, por cómo se pusiera o lo que dijese.



Me dijo toda excitada, que me iba a disfrutar al máximo. Que me dejaría seco. Estaba fuera de sí. Apenas si podía evitar los gritos de placer que daba. Sus pezones estaban duros como rocas y me pedía que los chupara, que los mordiera con suavidad, intentando ahora forzar que le metiera la polla. Yo me resistía, ella se desesperaba cada vez más. Que si era por no tener condón, que no me preocupara que tenía diu. Yo seguía a mi aire, la rozaba con la punta de mi polla por todo su coñito, parecía que se la iba a meter, pero al final no lo hacía.



Me decía que no la atormentara más. Entonces la recordé lo que la dije hoy. Ella rápidamente me dijo…



-Fóllame, por favor métemela hasta el fondo. Pero hazlo ya. Lo decía tratando de engancharme con sus piernas mi cintura.



-Te falta algo.



-Joder, que me folles de una puta vez. Cabrón. (Intentandosela clavar ella solita)



-No lo pides bien, le decía pasándole la lengua por sus labios.



-¿Qué quieres que te diga, que soy una puta? Pues lo soy follame ya.



Se la empecé a meter muy pero que muy despacito. Se notaba que no aguantaba por más tiempo. Según iba entrando, ella gemía más y más. Me miraba a mis ojos con mucha intensidad. Sin tenerla metida toda, agarre sus piernas y las coloque sobre mis hombros y agarrándoselas, se la metí del todo. Se quedó quieta unos instantes, no sé si para acostumbrarse al tamaño, para regocijarse o… el caso es que su coño comenzaba a manar líquidos como si estuviera orinando.



-Es hora de que te muevas más fuerte, que no me puedo aguantar.



-¿Así de fuerte te gusta putita? A la vez que le daba buenos empujones.



-Sí, sí, siiiiiii… reviéntame.



Se corrió mirándome a mis ojos con cara desencajada, pero de calentura. Quito mis piernas de mis hombros y me atrajo hasta ella. Basándome lascivamente y susurrándome al oído…



-Carlos, lo estás haciendo muy bien, eres increíble. Se nota que eres un experto, no es la primera vez con una mujer mayor que tú. Ahora me explico lo del metro.



No quería parar, la di la vuelta, lamiéndola y mordisqueando su espalda, sus nalgas, su culito. Luego fui de nuevo a su cuello y al lóbulo de su oreja. Le decía auténticas obscenidades, se veía que a ella no le disgustaban, es más se movía más caliente cuando le decía, desde que ahora sería mi putita. Que la rompería por todos los lados con mi polla, que me la había mamado muy bien. Que luego me correría en su boca…



Me fui colocando bien detrás de ella, hasta que encare mi polla con su coñito, ella facilito las cosas y empecé a embestirla. Sin nadie decirla nada se colocó a cuatro patas, lo que aproveche para tocarle las tetas, comprobando la sensibilidad máxima que tenían esos pezones durísimos.



Mi ritmo follandola, era acompasado y subiendo poco a poco la velocidad. A ella se la notaba encantada. Por eso dirigí uno de mis dedos al estrecho orificio de su ano. Masajee su esfínter primero con delicadeza haciéndola estremecer de placer gracias a las caricias que la prodigaba. Introduje un dedo en su culito y ella dio un respingo. Pero una vez dentro se dejó, movía el culito más, me dispuse a meter otro dedo mas para dejarlo preparado. Mientras gozaba como nunca con lo que le hacía en el culito y sin dejar de follarmela.



-No te creas que me la vas a meter por ahí, no te hagas ilusiones.



-Tu déjame hacer a mí, que te hare disfrutar y gozar como nunca.



-Mi marido con su micro polla, comparada con la tuya lo intento y me dolió a rabiar. Jamás le deje volver a intentarlo.



-Tu marido es gilipollas hasta para eso.



-Que no, que me da miedo.



-¿Es que no te gusta lo que te hago en este precioso culito que tienes? Si no te gusta me paro ahora mismo.



 



-Ni se te ocurra, sigue, no te pares ahora. Me estás dando un placer increíble. Me encanta que me acaricien el culito así que sigue así que vas muy bien.



-Ves zorrita como tengo razón, pues ya verás cuando notes mi polla dentro. Donde tienes alguna crema o aceite.



-En el baño.



-Pues trae lo que sea. Dejándola de follar.



Se levantó y se dirigió al baño. Al ver el espejo de la cómoda, no me pude resistir, me levante de la cama y cuando ella llegaba con el botecito, lo cogí la apoye sobre la cómoda de cara al espejo. La llene bien el culo de aceite y mi polla.



La agarre con firmeza por las caderas y apunte con mi polla hacia su culito para buscar acomodo en él. A ella se la notaba con mucha tensión. No respiro durante unos segundos. Apreté con la cabeza de mi polla en la entrada de su culo, consiguiendo que entrara poco a poco, sin necesidad de forzar la cosa. Gimió al notar el cabezón de mi polla presionando y entrando. Ella empezó a respirar más aceleradamente, se notaba que le costaba adaptarse, le debía de doler un poco, pero no decía nada, no se quejaba, no protestaba.



Yo sabía ya, que una vez que le entrara la cabeza lo demás estaba hecho ya. Fue entrando poco a poco sin prisas, esperando que ella decidiese esa primera vez el ritmo. Ya estaba toda dentro. Estuvimos recuperando el resuello por unos breves segundos hasta que inicie el movimiento de meter y sacar. Me la folle primero lentamente para que se diera cuenta de lo que estaba pasando, de que por primera vez alguien se la estaba follando ese culito, por cierto muy estrecho. Acelere un poco las embestidas, pero sin forzar la marcha, hasta que Tere dijo…como regodeándose de la hembra que estaba haciendo suya para poco a poco y sin darse descanso ir aumentando el ritmo de la follada.



 



-Más fuerte cabrón. Dale más fuerte y no pares. Fóllame con ese pollón que te gastas.



 



-¿Quiere que te folle con más fuerza? La pregunte al oído.



 



-Sólo hazlo y no preguntes más, me dijo casi gritando.



-¿Puta así es como lo quieres?, dándole unos empujones que se movía la cómoda y el espejo como si hubiera un terremoto.



 



Me miraba a través del espejo con cara de vicio y me animaba que continuara con mayor descaro. Enterraba mi polla hasta golpear con mis huevos sus nalgas. Mientras tanto aprovechaba para acariciar su infladísimo clítoris.



Ella estaba tan fuera de sí, que solo decía…



-Fóllame con fuerza cabrón. Me vuelves loca con lo que me haces. Diossss… es demasiado bueno para ser verdad. Méteme ese pollón hasta el fondo.



 



 



Yo hasta ese momento no me había corrido todavía y estaba que reventaba, pero quería correrme en su boca y se lo dije.



-No seas cabronazo, lléname el culo de leche, se lo merece por ser la primera vez. Quiero notarlo. Córrete ya que a mí me falta



La iba a hacer caso, lo que necesitaba era correrme y esa zorra me había puesto caliente durante todo el día y necesitaba descargar ya. Me empecé a mover a otro ritmo, ella se dio cuenta…



 



-Dame toda tu leche. La quiero toda para mí. No la saques hasta llenar todo mi culo con tu leche. (Me empecé a correr) Me quema pero me encanta. Qué rico lo siento. Sigue así, más…más.



Fue acabar de correrme cuando ella que decía que la faltaba, se empezó a correr mirándonos al espejo, cuanta cara de vicio.



-Ahora vete, no se vaya a mosquear tu madre con tu tardanza.



-No te preocupes, siempre me entretengo con la gente.



-Que no, vete ya. Pero eso sí. Llámame, me has hecho muy feliz. Eres un gran… “follador”. Me gustaría y quiero repetirlo por lo menos otra vez.



 



-Descuida que este “niño”, lo hará sin falta, hasta que a Ramón le pese bien la cabeza.



Me sonrió con aquella sonrisa tan seductora que poseía, hasta que no se pudo aguantar más y rio a carcajadas. Nos dimos un beso con lengua de despedida y agarrándome la polla por encima del pantalón, me dijo cuidaros


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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