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No quería irme a la tumba sin cumplir dos de mis sueños más deseados, viuda de mi amado pero zafio y bruto Nicasio desde hace la friolera de doce años y a punto de cumplir los setenta me propuse llevar a cabo esa idea que me rondaba la cabeza desde hace meses y no era más que fumarme un porro y acostarme con un negro, pido disculpas si alguna persona de edad se siente avergonzada con mi lenguaje pero soy una mujer de campo venida a la ciudad que estudió lo justo y que para colmo nunca supo nada de la sexualidad y lo poco que he aprendido lo he hecho a través de lo que he descubierto por Internet porque si es por mi Nicasio yo me voy a la tumba sin saber que es tener un orgasmo, del mismo modo pido disculpas a todos aquellas personas de color que se pudieran sentir ofendidas pero no es mi intención faltarles; descubrí casi por casualidad que acariciarme a mi misma me llevaría a un goce del que no creía que existiese palabra para describirlo y a partir de ahí fue un no parar, casi podría decirse que era una jovenzuela en busca de pastor para que me cubriera y eso que estoy seca por dentro desde hace muchos años, lo que no quiere decir es que por el hecho de que haya nieve en lo alto del horno no significa que no haya brasas en el interior y vaya si las había, mmm.
Una vez decidí llevar a cabo mi plan, busqué en muchas páginas de Internet de contactos sin saber si lo que encontraría sería lo que deseaba o no, como una ya es “abuela” y con el colmillo revenido, antes me di de alta en foros para saber como debía buscar y hallar lo que necesitaba, no fue complicado pero si laborioso, seleccionar un “semental” negro que me diera placer al principio fue una locura, de haber hecho caso a todo lo que decía en las fotos o anuncios hubiera sido de locas y al final me di de alta en un portal de citas de pago y busqué entre todos los candidatos, de entre los cerca de cien que vi me quedé sólo con tres y rápidamente les envié un pequeño correo a modo de formulario, no era complicado, les preguntaba si querrían fumarse un porro conmigo y si luego me harían el amor, como soy muy honrada les dije mi edad, les mandé una foto y les pregunté sus tarifas, espere a sus respuestas ansiosa y casi al borde de un colapso porque no sabía si responderían me preparé, reconozco que quería ser sincera, en mi foto podían ver a una mujer de 1.65, es decir alta para mi generación, de 58 kilos es decir que muy bien porque me cuido pero a la que colgaban las pieles de los brazos y sus muslos ya no lucían tersos y firmes, mis pechos pequeños gracias a no ser demasiado pesados la gravedad no les había hecho un estropicio y no lucían demasiado mal; a primera vista, podría depilarme por primera vez en mi vida para esa ocasión, cosa que pensaba hacer porque había leído que se sentía más, a todo ello lo acompañaba con unos ojos color miel y un cabello teñido de castaño porque una es madura pero muy coqueta, jeje.
A los tres días recibí la primera de las respuestas y dos días más tarde la otras dos, una de ellas la desestimé o mejor dicho, me desestimaron a mi por ser demasiado mayor para ese formidable macho que había seleccionado, pero tampoco me importó porque de las dos que si me respondieron las dos me satisfacían, me propuse decidirme por cual de los dos y tas pensarlo creo que no más de medio minuto opté por el más caro de los dos pensando que sería una garantía de un mejor sexo, quizás equivocada pero mi Nicasio me dejó el bolsillo bien cubierto y que porras, una alegría es una alegría, ays si mis hijos me vieran, prefiero no pensar en ello.
El elegido era David, un morenazo de 1,80 y que en canal como un cochino en la matanza pesaría 75 kilos, 75 kilos de hombre fibroso y musculoso, negro azabache casi azul dotado como nunca pensé que un hombre podría estarlo, no sabría decir cuanto medía pues yo mido en palmos o con el metro de coser y en la foto puesta hacia arriaba a David le pasaba el ombligo, uys, perdonar a esta vieja que se sobresalta pensando en ese miembro. Le di el visto bueno y le pedí el favor de que accediera a traerme un porro para que me lo fumara con él, David no se extrañó de mi rara petición y me dio su dirección y su tarifa; no se si sería su costumbre pero me dijo que el me invitaba a tan divertida sugerencia y a su vez yo le dije que me sentiría más cómoda y segura en mi casa; le facilité mi número de teléfono y acordamos la fecha, el sábado siguiente a las 8 de la tarde le esperaba en mi casa, ays que nervios, todavía me tiemblan las rodillas, en fin, ahora os cuento como fue mi cita.
El día previsto unas horas antes me di un baño relajante y procedí a usar crema depilatoria por las partes de mi cuerpo que pensé que debía usar, imprudentemente no la puse antes sobre mi piel para comprobar si me quemaba o no pero la fortuna me sonrió y no tuve sobresaltos, con la máquina de afeitar de mi difunto Nicasio apuré los pelillos que pude con un pequeño espejo y me puse lo más guapa que sabía; el resultado es que parecía al menos una mujer de sesenta y muy atractiva, no recurrí a colores de mujer de mala vida porque me parecía demasiado atrevido pero si a un vestido con gasa que me resultaba coqueto y sensual a a vez. Nerviosa como estaba, me senté a esperar y mi ansiado David llegó con algunos minutos de retraso, ays mis nervios, bueno, la espera valió la pena, muy atento David se disculpó y me trajo un clavel a modo de presente, nos dimos dos besos y le hice pasar al salón a la vez que le preguntaba si deseaba tomar algo.
Hola, soy David, ¿eres Ana?
Si, pasa, uys que hombretón, pasa pasa, no te quedes fuera.
Que sorpresa, eres más guapa que en las fotos, dijo de forma zalamera
Eso se lo dirá a todas, dije coqueta, toma esto es lo que acordamos, comprueba que esté bien, ¿quieres tomar algo? Dije mientras le daba el sobre con la cantidad acordada sin caer en que semejante hombre podía darme un golpazo, robarme la casa entera y violarme si le daba la gana.
Si tienes agua fría me viene bien, pero siguieres que compartamos juntos ese “encarguito” un poquito de ron solo nos vendría bien, dijo con una sonrisa que dejaba ver unos dientes blancos como la nieve y unos labios carnosos que ansiaba que me besaran.
Jiji, ahora la traigo, siéntate, ponte cómodo.
Me fui a la cocina a la velocidad de un galgo y cuando volví con el ron, dos vasos y el hielo, David me esperaba con un par de cigarrillos liados sobre la mesita del salón.
Me senté a su lado y poniendo su mano sobre mi rodilla, me dio un suave beso en los labios pillándome desprevenida, uff que respingo di.
Ay David, que susto me has dado
¿Te he asustado? ¿no te gusto?
Si, si, perdona, es que estoy muy nerviosa
Tranquila, no me como a nadie, bueno si, a ti si pero muy despacito, me dijo acercándose suavemente hasta ponerse frente a mi y volver a besarme de nuevo pero ahora de forma mucho más erótica, vamos aprobar este porro que te traigo, ¿no has fumado nunca antes?
Pues no, ni porros ni tabaco
Vale, pero no aspires muy profundo porque si no toserás
Encendió el porro y dio una calada profunda y expulsando el aire al aire de una forma arrebatadoramente sexy y me lo pasó.
Recuerda, suave, no aspires demasiado fuerte, y pasándome el porro dio un sorbo al vaso de ron que le había preparado.
Di mi primera calada, un chorro de aire caliente me entró por los pulmones achicharrándome por dentro y me puse a toser como una tísica.
Cof, cof, cof
Ves, las prisas, no debes ser tan ansiosa, dijo quitándome el porro de entre los dedos y acariciando mi espalda lo puso en un cenicero y me dio a beber de su vaso.
Yo puse mis labios en la marca que el había dejado y bebí despacito, y ahora otro chorro ardiente me atravesó el gaznate.
Ays perdona a esta vieja, dije avergonzada
No te apures, mira yo creo que esto lo podemos dejar para luego, para cuando estés más relajada, ¿te parece?
Si, me parece bien, estoy nerviosa como una niña el día de reyes, ¿necesitas algo antes de hacer, ejem?
Nada, una toalla para lavarme un poco antes y acompañarte al dormitorio donde te veo en un decir atchis.
Nos levantamos y siguiéndome le llevé hasta el cuarto de baño donde le di una toalla limpia y me fui al dormitorio a esperarle.
Sentí el ruido del agua caliente mientras abría el lecho donde había yacido con mi difunto Nicasio tantas veces dispuesta a ponerle unos cuernos en toda regla, me desvestí pero quedándome en ropa interior y una pequeña bata de gasa porque me daba vergüenza que me viera, dejé una luz de penumbra y cuando estaba retirando la colcha entró David en el dormitorio, con la toalla sobre los hombros y con su sexo al aire, uf que temblores, era más grande de lo que había imaginado.
Está a tiempo de que me marche
No David, quédate, eres un ser perfecto
Y antes de que volviese a decir nada sus enormes y negras manos me atraparon llevándome hacia el y darme un beso en la boca en la que metió una cálida y húmeda lengua hasta lo más profundo de mi, su lengua roja me abrasaba tan calidamente por dentro que casi me desmayo y sin percatarme que me cogía en volandas hasta colocarme sobre la cama aferrada a él como una serpiente.
- No pienses en nada, déjate hacer, voy a tratarte como una reina.
No dije nada y me dejé hacer, sus hábiles dedos me sacaron la batita de gasa dejándome en bragotas y sujetador, un conjunto negro que había comprado para la ocasión y que hacía un homenaje a ese cuerpo de atleta que me iba a poseer.
Su cuerpo desnudo se movía suavemente al lado del mío y colocado a mi lado me vi mirándome a sus ojos mientras sus manos me despojaban de toda la vergüenza que me quedaba y sin ropa interior.
Mis manos seguían acariciando un palpitante pecho negro que parecía tallado en piedra y tomando mi mano derecha, la llevó hasta su pene, yo seguía nerviosa pero cada vez me movía con menos torpeza y sentir su inmenso miembro en mi mano me dejó sin respiración, creo que David se dio cuenta y sonriendo maliciosamente besó mi cuello y empezó a acariciarme creo que hasta la sombra que hacía mi cuerpo en el lecho porque me sentía llena de él; sus carnosos labios me comían tanto por dentro como por fuera y ya solo podía guiarme por lo que sentía mi piel porque mis ojos estaban cerrados a ver pero completamente abiertos al placer, no se si el poco alcohol que había bebido o la calada al porro que había dado pero me vi clavando mis dientes en el hombro de David como una leona.
No se como debe moverse un profesional del sexo pero David parecía saber todo lo que yo quería, cuando lo quería y como lo quería.
Sus dedos se movían con una delicadeza absoluta, acariciando mi piel que se erizaba de placer con solo imaginar que me iba a tocar, su lengua leía los poros de mi piel y su sexo aumentaba de tamaño preparándose para penetrar mi alma hasta lo más profundo. Abrió con dulzura mis muslos con su mano izquierda y mientras lamía mis pechos fue colocándose entre mis piernas cada vez más abiertas, mi sexo sexo por décadas empezó a sudar o eso creí yo al contacto con el pecho y abdomen de David que bajaba lentamente recorriendo mi torso besando mis pezones, mi ombligo, mi pubis recién arreglado, cerré mis piernas en torno a su cuerpo en un intento de que no se escapara pero su fuerza me hizo desistir, tenía esa necesidad vital de que me poseyera, que me atravesara y sentirle dentro de mi pero David debía saber que era mejor esperar un poco más y posó sus labios sobre los labios de mi vagina, su lengua pasó suavemente entre los labios y por primera vez en mi vida supe lo que era el sexo oral, como podía haber vivido tanto tiempo sin disfrutar de semejante experiencia, esa lengua fue abriéndose paso poco a poco levantando cada rincón de mi vagina mientras sus dedos exploraban mi vagina doblándose y retorciéndose dentro de mi, su largo dedo corazón tocó algo dentro de mi y una oleada de placer me inundó por dentro, no se que era, pero un espasmo me subió por la espalda desde mi sexo hasta mi cabeza en un latigazo de algo más de medio minuto que me afectaba hasta los dedos de mis pies que se crisparon como si me hubiese dado un tirón estando acostada; David sintió mi espasmo y bajó la intensidad pero sin perder el contacto con mi sexo, poco a poco mi respiración fue calmándose sin saber que me había pasado, mi pecho se iba relajando y mis manos que se habían aferrado a mis pechos apretándolos como para sacar la poca leche que me quedase fueron aflojando su presión hasta soltarse y llevarlos a la cabeza de mi oscuro amante.
Pocos minutos más tarde David pareció encontrar algo que nunca sospeché que tuviese, escondido entre los labios de mi vagina tocó algo que me volvió a estremecer por dentro, de forma distinta, más ardiente y el contacto de su lengua sobre esa parte de mi me estaba volviendo loca y eso que todavía no me había penetrado, jugó conmigo, primero la punta de su lengua, la parte suave de su lengua, la parte áspera de su lengua, su lengua, su lengua, ese pedazo de carne creado para dar placer de David me aceleraba el pulso, el calor interior; oleadas de placer me volvían a arrebatar, no podía comprender que me estaba pasando y que era eso que me hacía gemir como una gatita; mis piernas parecían tomar vida propia temblando cada vez que me tocaba con sus labios o su lengua; no era capaz de poder focalizar el placer en un solo lugar porque sus manos me acariciaban hasta la entrada de culo, si, mi culo, ese sitio por el que solo sale suciedad; daba lo mismo, no dio tiempo a que pensara en nada más porque esa oleada de placer que me había invadido como una condenada a la hoguera me volvió a llevar a un estado de ceguera absoluta y abandono de mi; apreté mis manos contra su cabeza llevando la boca de David hacia mi sexo, que no me abandonase y por segunda vez me sentí húmeda y llena de felicidad, las sábanas de mi cama estaban siendo testigos de un combate que nunca antes habían visto porque mis encuentros con mi difunto eran más un combate que lo que yo estaba disfrutando ahora.
Creo que no dije nada, solo se que me faltaba el aire, el placer me desbordaba y hasta mis orejas estaban tan sensibles que podía haber tenido un orgasmo con solo decir mi nombre esa noche mi deseado David; un amante paciente que levantó su mirada para ver como me estremecía pero que no decía nada, porque creo que no había nada que decir; se puso a mi lado y puso su pierna entre las mías y me besó calmando mis ansias de aire, me insufló energía de nuevo. Se colocó sobre mi y cogiéndome por la espalda me incorporó hasta colocarme sentada sobre él, su sexo inhiesto estaba pegado en mi sexo, subiendo entre el poco espacio que quedaba entre su cuerpo y el mío mientras yo le abrazaba pegándome a él todo lo que podía, sentía en mi abdomen su pene palpitante y esperaba ansiosa sentirlo dentro, ya no tenía miedo si me rompía por dentro o no, le quería sentir plenamente y no pensé en protecciones o no protecciones, ¿quién iba a pensar que me dejasen embarazada a mis años? ¿y eso de las ETS?
No se, cuando me elevó lo suficiente como para colocar la punta de su pene en la entrada de mi vagina no pensé en nada, mientras me besaba con dulzura dejó que mi propio peso fuera la fuerza que me hiciese sentirle dentro de mi, un instante eterno de placer que me abría por dentro hasta llegar hasta sentarme sobre sus muslos, todo su miembro estaba dentro de mi, solo podía gemir, gemir y gemir, mis ojos cerrados y mi cabeza echada hacia atrás en una imagen de abandono total eran todo un poema.
David me cogió en volandas y me echó sobre la cama, ahora descargaba todo su peso sobre mi, le sentía cada vez más dentro, comenzó un lento movimiento de sus caderas saliendo de mi y volviendo a entrar, mis piernas s se aferraban y cada vez que llegaba hasta mi sus muslos chocaban con el interior de los míos en un ruido seco, círculos de su cadera me estimulaban por todo mi interior o sacaba del todo su pene y volvía a meterlo de un golpe, era un repertorio de doctor del sexo, mi boca entre gemido y gemido se encontraba de vez en cuando con la boca de David y mis uñas se clavaban en su espalda como una gata salvaje, esta vez el placer se hizo esperar un poco más, no se si porque me descubrió partes de mi cuerpo que desconocía o porque yo misma me contuve, da igual, recuerdo que cuando empecé a moverme en la web de contactos todas las experiencias hablaban del tamaño del pene, pero yo estaba descubriendo que David me estaba haciendo el amor hasta con las pestañas, todo su cuerpo me estaba dando placer, ya fuese con su precioso y enorme miembro o con sus hábiles labios o sus no menos diestras manos.
La última oleada de placer de mi encuentro con David me estaba inundando, era más contenida, menos juvenil que las anteriores, mis manos acariciaban ahora su espalda con dulzura y notaban como el mismo se crispaba, sus músculos se volvían cada vez más duros y mi memoria se acordó del torpe de mi difunto esposo, un chorro de semen me inundó por dentro, cuatro chorros de leche blanca caliente me llenaba a la vez que su pene descargaba toda la tensión que había acumulado dándome tanto placer. Cuando sentí su último espasmo, David se quedó dentro de mi resoplando como un búfalo mientras empujaba con fuerza tratando de atravesar mi cuerpo; ese Adonis negro musculoso, de labios carnosos y cálidos me estaba saciando de todo lo que no había conocido que el negocio de contratarle me pareció una ganga.
Con movimientos dignos de un felino de la selva se separó de mi sin perder del todo el contacto con mi cuerpo y sin dejar de mirarme, que escalofríos sentía cuando esos ojos me penetraban, brr, sonriendo volvió a acariciarme y besándome puso la palma de su mano sobre mi ardiente y mojado sexo y empapando su mano me sonrió y me confirmó que realmente me había tendido varios orgasmos.
Discretamente se levantó y se dirigió a la ducha, pensaba que me iba a dejar en la cama para que disfrutara de lo que habíamos hecho juntos pero me tomó de la mano y me llevó a horcajas hasta la ducha con él mientras su lengua volvía a meterse dentro de mi; pero lo que hicimos en la ducha después forma parte de lo que contaré en otro momento, pero que sepáis que un agujero que nunca pensé que pudiera penetrarse por sucio, fue dulcemente penetrado por un miembro digno de un museo y con la destreza de los que saben meterla, si tu eres uno de ellos, quizás me encuentres en las páginas de contactos.
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